APIlogía

En informática una API es algo así como un montón de funciones que puedes llamar cuando y como quieras, y de las que esperas saber el resultado, sin saber cómo están hechas.

Por ejemplo, una API de Windows te permite saber el nombre de tu ordenador o el tamaño en gigas de tu disco duro. No sabes cómo se realizan esas operaciones, sólo que lo llamas de una manera y obtienes la respuesta correcta.

En Internet se han generalizado las APIs, son una cara más de la llamada Web 2.0, en que todo es muy colaborativo. Con una API puedes preguntar por videos de Youtube que tengan la palabra clave “callejeros” y obtendrás como respuesta una lista de videos, con los que, dependiendo de tu imaginación, podrás realizar unas cosas u otras.

Prácticamente cualquier servicio de uso común tiene su propia API: Google, Yahoo, Wikipedia, Flickr, Twitter, Google Maps, Youtube…

Mediante combinaciones de ellos se pueden realizar algunos servicios interesantes. Son los llamados Mashups (mezclas). Puedes mostrar fotos de Flickr en mapas de Google, o resultados de búsquedas en Yahoo sobre términos de la Wikipedia. Las combinaciones posibles son infinitas y algunos productos creados con este sistema son realmente interesantes.

Lo que no se suele decir es que la mayoría de las APIs de conexión a servicios tienen unas restricciones tan graves que las hacen completamente inútiles.

Normalmente se hace un ejemplo chorra que muestra a un usuario de Twitter en un mapa de Google y nos admiramos de la potencia (e inutilidad) que puede alcanzar la mente humana con la tecnología actual. Pero de acuerdo a las condiciones de uso de estas APIs, apenas si son válidas para un número muy limitado de consultas diarias.

Y entonces es cuando surge el patético aspecto del Internet actual, de gurús de pacotilla y gañanes crecidos jugando a ser periodista. Se monta un ejemplo que funciona bien la primera media hora, se habla de “esta nueva API cambiará el mundo” y no se va más allá. Ni siquiera se piensa si se puede hacer algo realmente poderoso con ella.

El ejemplo más claro de todo eso es Twitter. He leído varias veces que “la API de Twitter es su mayor fortaleza y la que le ha hecho triunfar”. La realidad es que la API de Twitter es una de las más limitadas que existen. Y es sorprendente lo inútiles que son algunos de los que cantan sus alabanzas, pues demuestran estar totalmente alejados de la realidad tecnológica.

Si la API te permite realizar “una consulta por segundo” suena como que es mucho, pero no lo es. Menuda flexibilidad que tienen los muchachos. Si supiera dibujar, os hacía un gráfico, os lo expreso en mis famosas listas:

  • Hago una API
  • El gurú hace un ejemplo trivial, como mostrar su usuario de Twitter en un mapa
  • El gurú concluye que si se ha podido hacer eso en cinco minutos, con ingenio y paciencia se puede conquistar el Universo
  • La API se hace famosa
  • Personas con algunas luces intentan hacer algo de provecho
  • Se les ocurren productos que son realmente ingeniosos y aprovechan la potencia de la API
  • La gente usa esos productos
  • La API tiene limitaciones que hacen que deje de estar operativa a las pocas horas de uso
  • La gente deja de usar esos productos, que no funcionan

Y entonces llegamos a la situación actual, en que las aplicaciones ÚTILES que usan una de estas APIs se pueden contar con los dedos de una mano. Y normalmente funcionan porque han solicitado un permiso especial (a veces pagando) para emplear la API más allá de lo que los términos de uso permiten.

Es decir, que se anuncian a bombo y platillo las APIs “para que la gente haga cosas con ellas” y luego los que realmente lo intentan se dan cuenta de que no son válidas para aplicaciones que tengan una mínima carga de trabajo. Es decir, que son APIs de juguete.

La API de Flickr

Mención especial merece el caso de Flickr. Su API permitía hacer búsquedas y ordenaciones por palabras clave relacionadas con las fotografías.

El único caso de empleo de la API que conozco y que ha servido de algo es aquel que muestra fotografías de chicas guapas. Ya sea mostrando catálogos de bellezas o juegos en que hay que votar “¿Quién es la más guapa?”. Con todo eso se han formado algunas aplicaciones muy exitosas.

Pero claro, a las chicas que suben sus fotos del verano a Flickr les sorprende y asusta verse en un mercado de carne en que las comparan, valoran y opinan todo tipo de obscenidades sobre ellas.

El problema es que el empleo de la API por parte de estos sitios es 100% legal. Y Flickr no tiene otra idea que ir cerrando uno tras otro todos estos servicios, por el bien de sus usuarias.

Es decir, crean unas funciones “para que la gente las use”, el ser humano las usa de la única forma provechosa que se le ocurre, y claro, como no es políticamente correcta, pues se deja de permitir.

No se reconoce el error de crear una API, o se limita su uso. No, ahí está para quien quiera poner una foto enmedio de un mapa. Pero si quieres hacer algo que use la gente, aparecen las restricciones que la convierten en inútil.

2 comentarios en «APIlogía»

  1. En el caso concreto de Twitter creo que su mayor fortaleza no es su API. Considero que han triunfado por ser una idea sencilla llevada a cabo de la forma más simple posible (al menos de cara al usuario).

    Ahora, su API está claro que es un enorme acierto. Las limitaciones están ahí para evitar el abuso de un sistema que ha tenido muchísimos problemas de escalabilidad (normales, debido al enorme éxito que ha tenido). Prueba de ello es la multitud de clientes de Twitter que existen. Piensa por ejemplo en los clientes para todo tipo de teléfonos, con los que se puede «twittear» cuando y donde quieras sin tener ni que entrar en el navegador (que dependiendo del teléfono puede o no ser un enorme truño).

    Un saludo!

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