Dejarse perder


A priori, resulta sorprendente que, con la Real Sociedad en puestos de descenso desde hace muchas jornadas y con el Osasuna superándole en siete puntos, las casas de apuestas den como claro favorito del encuentro entre ambos equipos a la Real Sociedad. A pesar de que se juega en el estadio del Osasuna.

Osasuna – Real Sociedad. Por cada euro apostado al resultado final, se obtendrán:
(1) 3.30
(X) 3.35
(2) 2.10
Por ejemplo, el Sevilla está luchando por ganar la liga, y juega el casa contra el Zaragoza:
Sevilla – Zaragoza.
(1) 1.55
(X) 3.75
(2) 6.25
La explicación a esta valoración tan favorable a la victoria de la Real Sociedad fuera de casa se obtiene consultando lo que ocurrió en la temporada 2000-2001. En la última jornada se enfrentaban Osasuna y Real Sociedad. Los primeros necesitaban ganar y esperar que sus rivales directos – entre ellos el Oviedo – no lo hicieran.
Los ovetenses jamás perdonarán esa fácil victoria del Osasuna en un partido decisivo, ante una muy superior Real Sociedad. Tras ese descenso vinieron otros y el hundimiento del equipo, que entiende al Osasuna como el desencadenante de su infortunio. La solidaridad entre los equipos “vascos” en las últimas jornadas de liga siempre ha llamado la atención.
Hoy en día gracias a las casas de apuestas puede medirse hasta la probabilidad de que un equipo se deje perder. Esta casa de apuestas – y todas las demás – la ve como muy elevada.
Los amantes del riesgo entenderán la apuesta contraria. Si el Osasuna pierde y el Betis gana su situación pasaría a ser tremendamente complicada en las dos últimas jornadas de liga. Tendrían encima que jugar contra el Betis en la siguiente jornada – lo que podría dejarles incluso en puestos de descenso. Y aún en la última jornada enfrentarse al Atlético de Madrid, que seguro que para entonces estará arrastrándose para asegurarse un puesto en las competiciones europeas.
Aunque algo me dice que el Osasuna pagará su deuda de honor. No dejándose perder, que es casi imposible. Para perder basta con no querer ganar. Aunque cuando crees que tu rival se va a dejar perder la situación se vuelve surrealista, porque el que espera ganar no sabe que bastaría con que jugara un encuentro normal para que acabara ganando.
En cierto modo el que quiere perder no se esfuerza – esperando cumplir su objetivo – y el que espera ganar no se esfuerza – porque piensa que no es necesario para cumplir su objetivo. El resultado será uno de los partidos más irracionales de los últimos tiempos.
[Actualización: Pues al final el Osasuna acabó ganando 2-0. Algunos aficionados del Osasuna se indignaron con los goles de su propio equipo. Todos los rivales de la Real Sociedad ganaron, con lo que la dejan con un pie en Segunda División. Y el Osasuna se aseguró la permanencia.]

El peor gol de la historia

Ya hemos hablando en esta página sobre el que posiblemente fue el mejor gol de la historia. Pero pocos conoceréis el peor gol de toda la historia de fútbol.
A pesar de que Ruud Gullit tiene rasgos poco europeos, por sus ascendentes de Surinam, nació en Amsterdam en 1962. Su primer contrato en un equipo profesional fue con el HFC Haarlem, en 1978. Durante cuatro años estuvo jugando en ese equipo, al que la primera división holandesa le venía grande. En 1982, gracias a Gullit, el equipo consiguió la proeza de clasificarse para la Copa de la UEFA.
Posteriormente Gullit fue progresando a medida que iba cambiando de equipo. En 1982 fichó por el Feyenoord. En 1985 por el PSV Eindhoven. En 1987 pasó al A.C. Milan, siendo entonces el fichaje más caro de la historia.
Para el HFC Haarlem la vida sin Gullit fue más triste. Salvo esa escasa participación en la UEFA de 1982, apenas si le daba para sobrevivir en los últimos puestos de la primera división. En 1990 descendió de categoría y desde entonces nunca ha vuelto a la primera división.
La actuación del HFC Haarlem en la competición europea no fue digna de recuerdo. En la segunda ronda se enfrentó a todo un hueso, el Spartak de Moscú.
El 20 de Octubre el equipo holandés jugaba en Moscú, en un muy desapacible día. Hacía frío, viento y nevaba. Unido esto a la escasa entidad del equipo visitante, poco público se atrevió a pasar por el estadio del encuentro, el Luzhniki, con capacidad para 80.000 espectadores.

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El gol de Messi

El gol de Messi, en el partido del Barcelona-Getafe del 18 de Abril de 2007 – que no está en Youtube porque las televisiones bien que lo han impedido – se compara con el que marcara Maradona en el Mundial de México 1986. ¿Cuál de los dos es mejor gol?
Si se tratara de creaciones artísticas, indudablemente el de Maradona, por cuanto carece de un referente tan claro, sería un gol original. Al ser una simple gesta deportiva, el gol de Messi, al producirse en una época en que el fútbol es más rápido, los defensas más agresivos y las espinillas igual de frágiles, puede afirmarse que es mejor que el de Maradona.
Pero hay una diferencia. Cuando Maradona marcó su gol frente a Inglaterra, él era el único capaz de hacerlo. En todo el mundo. Hoy en día, hay en todo el mundo por lo menos 20 jugadores capaces de marcar el gol de Messi. Quizás muchos más.
El gol de Messi es pura estadística. Cada quiebro que el genio argentino da al balón y cada movimiento de pierna erróneo que realiza el defensa, es una tirada de moneda al aire. Si sale cara, el defensa intercepta la trayectoria del balón o de la pierna de Messi. Si sale cruz, Messi continúa.
He visto esa jugada tantas veces que me aburre. El delantero se deshace de tres defensas, y el cuarto le quita el balón. Tres cruces, pero finalmente una cara. También he visto muchas caras, y dos caras y una cruz. Para que Messi marcase su gol, eran necesaria una secuencia determinada, lo suficientemente improbable por lo larga, como para que no haya ocurrido en los últimos veinte años.
Porque cada uno de los regates, por separado, no tuvo nada de especial – dentro de que estamos hablando de jugadores de Primera División en una de las mejores ligas del mundo. Es la secuencia de quiebros, claramente lotera, la que adquiere valor.
El gol de Messi no lo hace mayor genio, aunque estéticamente sea el gol del año. Como medida del talento, no tiene ningún valor añadido. Torres lleva toda su carrera ensayando la jugada de Messi. Algún día lo conseguirá. Después de haber fallado cientos de veces.

Diez historias del deporte

El mejor gol de la historia

Sobre cuál fue el mejor gol que se ha marcado en la historia de fútbol parece que hay cierto consenso: El de Maradona en el Argentina-Inglaterra de los Cuartos de Final del Mundial de Fútbol de México 1986.

La importancia de este gol no se debe tan solo a la brillantez de la factura, absolutamente galáctica. A todo eso hay que añadir la tensión perpetua entre Argentina e Inglaterra después de la guerra de las Malvinas de 1982, entre ambos países. Este gol fue elegido “El gol del siglo” por una votación elaborada por la FIFA durante el Mundial de 2002.
Aquí hay un gráfico animado bastante elaborado, hecho por el periódico “El Mundo”.
La descripción que diera el periodista deportivo Victor Hugo Morales en la televisión argentina también ha pasado a la historia, afortunadamente es la que se muestra en el video de Youtube:

Balón para Diego, ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota, Maradona. Arranca por la derecha el genio del fútbol mundial. Puede tocar para Burruchaga… Siempre Maradona. ¡Genio, genio, genio! Ta, ta, ta, ta, ta … ¡Gooooooool gooooooool! ¡Quiero llorar! ¡Dios santo, viva el fútbol, golaaaazo! ¡Diegoooool Maradona! Es para llorar, perdónenme, Maradona en un recorrido memorable, en la jugada de todos los tiempos, barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés?, para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina. Argentina 2 – Inglaterra 0. ¡Diegol, Diegol!, Diego Armando Maradona, gracias, Dios, por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas, por este Argentina 2 – Inglaterra 0.

Los diez mejores momentos de la historia del deporte

En el año 2002, un programa de televisión británico se permitió decidir los 100 mejores momentos de la historia del deporte. En esa lista, el gol de Maradona sólo ocupa el sexto puesto. En parte, porque la lista se elaboró en Inglaterra.
Esta lista está muy mediatizada, dando demasiada importancia a los deportistas británicos, pero no deja de ser muy interesante. Tiene la virtud de que honra a deportes minoritarios, colocándolos por la épica de algunas de sus hazañas en el lugar que justamente les corresponde.
Estos son los diez primeros puestos de dicha lista, junto con una breve reseña de los mismos:

10. Björn Borg vs John McEnroe. Wimbledon 1980.

En 1980, McEnroe alcanzó la final masculina de Winbledon por primera vez, teniendo como rival a Björn Borg, que peleaba por obtener su quinta victoria consecutiva en Wimbledon. Al comienzo del encuentro, McEnroe fue abucheado por la multitud que llenaba la pista central, por el comportamiento que había tenido éste en su victoria de semifinales sobre Jimmy Connors. Pero el partido en sí fue probablemente la más grande final de Wimbledon en la historia. En un largísimo tie-break en el cuarto set que ha pasado a llamarse “ese tie-break”, que duró 20 minutos, McEnroe salvó cinco pelotas de partido y finalmente acabó ganando por 18-16. McEnroe, sin embargo, no pudo con el servicio de Borg en el quinto set, que el sueco ganó por 8-6. Este partido está considerado la mejor final de la historia de Wimbledon por el canal de deportes ESPN. El periodista de dicha cadena Mike Greenberg lo llamó “uno de los tres o cuatro momentos del deporte más importantes de la historia”.


No deja de ser el cool Wimbledon, pero puede apreciarse que el público está disfrutando como pocas veces en un partido de tenis. Este tie-break es especialmente llamativo porque el “héroe” no sería el que acabaría ganando el encuentro.
Borg era el mejor tenista del mundo y se encontraba en la cumbre de su carrera deportiva. McEnroe se hizo famoso gracias a este partido, y posiblemente gracias a esta derrota se hizo un hombre deportivamente hablando.

9. Dennis Taylor vs Steve Davis 1985 Campeonato del Mundo de Billar.

El Campeonato del Mundo de Billar (snooker propiamente hablando) de 1985 es considerado el encuentro de billar más emocionante de la historia de este deporte. En él se enfrentaron Dennis Taylor y Steve Davis. Por aquel entonces Steve Davis era considerado invencible. Había ganado los Campeonatos Mundiales de los últimos tres años y había vencido con facilidad a Taylor en las rondas previas de ese mismo campeonato. En aquella época este deporte vivía su época dorada, consiguiendo una audiencia en televisión de más de 18 millones de espectadores.
Los encuentros de billar se celebran por bloques, al mejor de un número determinado de partidas. En este mundial, era al mejor de 35 partidas, o al que antes consiguiera 18 victorias.
Steve Davis comenzó ganando con autoridad, adelantándose por un claro 8-0. Pero Dennis Taylor consiguió remontar hasta colocarse con un 9-7, terminando el primer día de su enfrentamiento.
Al día siguiente la tensión fue en aumento. Steve Davis el invencible se colocó de nuevo por delante, por un 17-15 que le dejaba a una victoria del triunfo definitivo. Pero Taylor consiguió remontar, dejando el resultado en un ajustadísimo 17-17.
El encuentro por tanto se tendría que decidir en la última partida, algo muy infrecuente. Esta última partida duró 68 minutos, el triple de la duración habitual de uno de estos encuentros.
La tensión llegó hasta el punto de que sólo quedaba la bola negra. Cada uno de ellos tenía que luchar por introducirla en un agujero diferente. Treinta y cinco partidas y setecientas treinta y cinco bolas después, todo se decidiría en la última bola negra de forma dramática. Se cometieron un par de errores decisivos por cada bando, que no consiguieron introducirla por milímetros, disparando la emoción del resultado de este encuentro, que finalmente cayó del lado de Taylor.

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La piel del oso

Los medios de comunicación, esa fuerza bruta que rige España desde la sombra, dan por hecha la victoria de Fernando Alonso en el Mundial de Fórmula 1.
Para que esta no ocurriera, Schumacher tendría que ganar la carrera de Brasil y Alonso no puntuar, lo que presumiblemente se traduciría en que este abandonara durante la carrera.
Nadie da un duro porque esto ocurra. De hecho, es muy improbable. Pero no tanto como se piensa. Pensaba realizar un cálculo de estadísticas; tanto Alonso como Schumacher han abandonado en varias carreras de este mundial. Aún cuando el piloto español tuviera apenas que mantenerse sobre el coche, este no es un deporte de ponerse en la derecha y dejar que los demás te adelanten. Da igual que tengas que ganar o no, hay que darlo casi todo en casi todo momento.
Sin embargo, mejor que embarullar dando números, hay una medida más eficaz de la probabilidad: las casas de apuestas.
Ahora mismo, si uno quiere apostar su dinero a que Schumacher ganará el mundial, o sea, a que ocurrirá la carambola antes citada, podrá ganar ocho euros por cada uno que apueste.
Sin embargo, hay otros muchos sucesos que se nos antojan probables y que las casas de apuestas entienden como más remotos. Sirva de ejemplo el partido de este sábado entre el Atlético de Madrid (esa caja de sorpresas o decepciones) y el Recreativo de Huelva.
Apostar por una victoria de los onubeses significaría ocho euros y setenta y cinco céntimos por cada euro apostado. Sin embargo, cualquier aficionado del Atlético sabe hasta que punto este resultado no es del todo improbable.

El sorteo en cricket

En el fútbol, para decidir quien comienza el partido, se lanza una moneda. El bando que acierta el resultado, elige entre sacar la pelota, o elegir el campo donde comenzar a jugar.
Esta parte del juego suele ser intrascendente, un mero trámite al que ninguno de los capitanes presta la menor atención.
Sin embargo, en el cricket, el sorteo adquiere una relevancia que merece ser explicada.

I

Los partidos de cricket antiguos duraban hasta seis días. La presión televisiva ha hecho cada vez más cortos los partidos, pero aún así suelen durar muchas horas, unas seis, y tienen paradas para tomar el té o para comer. El cricket es un juego sin apenas tensión. Es, quizás, el deporte más opuesto que existe al fútbol. Un partido de fútbol puede decidirse en un segundo, en una genialidad de un jugador. En el cricket puedes ignorar la mayoría del partido sin que suponga una gran pérdida.
Me ha parecido fascinante el cricket. Tiene una elegancia formal impropia de un deporte de masas. El fútbol, o el rugby, o el hockey, son deportes que pueden identificarse con una batalla. El cricket, por contra, lo equipararía a una guerra. Numerosas batallas, paradas, descansos para planear la estrategia, ponerla en práctica, cambiarla. Y un resultado final. Salvo que una batalla resultara decisiva – algo inusual entre equipos de fuerzas similares – el final de un partido de cricket es trepidante.
La forma de puntuar ya ha sido indicada: un equipo va sumando puntos, tantos como pueda. Esta parte puede durar varias horas, en las versiones actuales del deporte. En la segunda fase, es el equipo rival el que suma puntos, hasta llegar al final. Es como si en un partido de baloncesto un equipo se limitara a defender durante la primera parte y luego, en la segunda, a intentar anotar.
Muchas virtudes se han asociado al deporte: la fuerza, la resistencia, el trabajo en equipo, la puntería, la velocidad. El cricket es, en mi opinión, el deporte de la paciencia.
El lanzador suelta la pelota unas veinte o treinta veces, pelota que indefectiblemente es bateada por el rival. Cada vez que batea, suma algún punto. El lanzador tiene que perseverar intercalando estrategias de todo tipo, hasta lograr su objetivo, y es que el bateador no consiga darle a la pelota. Del mismo modo, el bateador tiene ante sí una tarea fácil, casi repetitiva, pero ante la que no debe confiarse. Siempre hay un momento en que el bateador comete algún error, y es eliminado.
Por ello, no debe sorprender que sea en el país inventor del yoga y la meditación donde durante mucho tiempo se haya jugado el mejor cricket: la India (y Pakistán).

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Bodyline

Aunque la normativa del juego de cricket resulte un poco oscura para los que no hemos sido colonia inglesa, el juego es, a grandes rasgos, muy similar al béisbol que hemos visto en tantas películas. Un tipo lanza una pelota que un bateador debe intentar detener. En el béisbol, la pelota la debe coger un compañero. En el cricket, la pelota debe tocar en tres palos casi unidos que hay justo detrás del bateador, clavados en el suelo. En el béisbol, la pelota se lanza directa; en el cricket suele lanzarse con un bote previo.
Se realizan numerosos disparos, hasta eliminar al bateador. Lo normal es que este batee a la pelota, pero no tan fuerte como en las películas sobre béisbol de la épica americana. Los palos a los que hay que apuntar están en el suelo y la postura del bateador es bastante artificial para poder recibir la pelota. Así, se batea con mucha frecuencia, pero la pelota no suele ir muy lejos. El bateador es eliminado cuando la pelota toca los tres palos, cuando el bateador golpea la pelota pero un jugador del equipo que lanza la captura antes de que caiga al suelo, o cuando la pelota toca el cuerpo del bateador.
Como ya digo, se tarda mucho en eliminar a un bateador, que consigue puntuar mucho para su equipo. De ahí que cada vez que un bateador es eliminado, el equipo que lanza lo celebra como un gol de un partido de fútbol.

I


Don Bradman fue uno de los mejores deportistas de todos los tiempos. Sus puntuaciones como bateador en el cricket nunca han sido superadas, y como muestra de su superioridad sobre el resto de bateadores en la historia, basta ver la tabla que muestra la Wikipedia, con los resultados de los diez mejores bateadores de todos los tiempos.
La mejor puntuación corresponde a Dan Bradman, con una media de 99.94. El segundo mejor bateador consiguió una media de 60.97, los restantes se mueven en cifras similares, teniendo el décimo una media de 58.22. Simplemente impresionante.
En 1930, la selección de Inglaterra estaba de gira por Australia. Lo hacía cada dos años. Ellos eran la estrella, pero en aquel tour, la selección australiana, gracias sobre todo al impresionante trabajo de Dan Bradman, consiguió una victoria parcial en todos los encuentros. Este bateador consiguió una media de 139.14 por partido, un valor que simplemente pulverizaba todos los registros anteriores.
En su vuelta a Inglaterra, los educados chicos ingleses de la selección de cricket, entre taza y taza de té, y aún escocidos por la derrota, planeaban una forma en que poder afrontar la habilidad de Bradman. Douglas Jardine era el capitán del equipo inglés y fue el artífice de la macabra Bodyline.
Jardine había demostrado un odio casi patológico hacia los australianos en su visita del año 1928. Suya es la frase:

Todos los australianos son maleducados, y una turba de criminales.

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Buen jugador de futbol

Leer un artículo de Malcolm Gladwell en el que realiza una reseña sobre el libro The Wages of Wins – por cierto, el artículo es una obra maestra del devaluado género de las recensiones periodísticas – me ha recordado que tenía pendiente escribir sobre el éxito en fútbol.
El libro The Wages of Wins(Los méritos de la victoria) trata sobre la forma en que se evalúa la calidad y el rendimiento de los jugadores de baloncesto. Según expresan y fundamentan los autores, valorar exclusivamente quién anota más puntos en un partido, o quien recoge más rebotes es una forma bastante ineficiente de medición de la calidad de un jugador.
El ejemplo más claro, en nuestro país, puede ser el jugador yugoslavo Drazen Petrovic, famosísimo en España. Su calidad era indudable. Raro era el partido en que no acababa como máximo anotador. Pero no todo en él era perfecto. Como indica el artículo de la Wikipedia, era bastante malo como defensor.
Petrovic me lleva a pensar en el brasileño Oscar Schmidt, que ostenta récords de anotación mucho mayores. Según el artículo indicado, fue el máximo anotador en tres de las cinco olimpiadas en que participó, y eso que su equipo nunca llegaba más allá de los cuartos de final.
Dondequiera que se busque por Internet se deshacen en halagos hacia estos dos jugadores. Pero tenían un terrible defecto: lo tiraban todo. Un porcentaje terriblemente elevado de los balones que llegaban a sus manos acababan camino de la canasta. En muchos casos, la bola acababa entrando, tal vez en demasiados esto no ocurría.
A nadie parece importarle ese pequeño defecto, lo que cuenta es que metían muchos puntos.
Lo que en baloncesto puede llamar la atención de unos pocos observadores, en fútbol es flagrante. En el fútbol español, el éxito se mide en goles marcados o en goles no recibidos, todo lo demás, son estadísticas para enmarañar.
El caso de Torres es uno de los más llamativos. Convertido en un genio antes de serlo, se espera de él lo mejor en todo momento. Sin embargo, sus resultados son muy pobres. Las estadísticas de balones perdidos, disparos fallados, pases no recibidos, balones no luchados, presiones al defensor no hechas deberían ser auténticamente desmoralizantes. Al final sin embargo, un balance con el número de goles basta para justificar una temporada como buena o mala.
El mejor portero no es necesariamente el que ha recibido menos goles durante la temporada. Puede ser el que ha campeado aceptablemente un temporal de oportunidades constantes de gol por parte de los superiores equipos rivales.

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España – Francia

España se enfrentará a Francia en los octavos de final de la Copa del Mundo de Alemania, en 2006. Los precedentes son terroríficos: nos hemos enfrentado en cinco ocasiones y hemos perdido en cuatro. Y empatado en una. Mal pinta el futuro.
La última ocasión en que nos enfrentamos fue en la Eurocopa del 2000, en que Raúl falló un penalti en el último minuto, lo que desembocó en el definitivo 2-1 que nos eliminó en nuestros habituales cuartos de final.
Quizás sean Raúl y Cañizares, ambos suplentes hoy en día, los únicos jugadores que, tras perder aquel partido, permanecen en el equipo nacional. Muchos de los franceses siguen siendo los mismos, aunque más viejos y cansados. Los entrenadores son otros. En realidad, la única similitud entre aquel partido y el que se jugará ahora son lo gritos con que las aficiones jalearán a sus equipos. Once nuevos jugadores contra otros once totalmente distintos. ¿Qué sentido tiene apelar al histórico de los encuentros entre selecciones?
Si Nadal ha ganado los tres últimos partidos jugados a Federer, se entiende que este tenga algún miedo a volver a jugar contra el español. Se entiende la rabia de Federer en su habitación de hotel con el trofeo al segundo en Roland Garros. Todo eso se acumula en la mente, haciendo que, en la próxima vez en que se enfrenten, parte de la historia siga pesando sobre ellos. Mientras Federer se toma un plátano y se prepara para sacar recuerda los jaboncitos de su habitación en París, y la cena de perdedor que le tocó tomar. Y falla en el primer saque.
Cuando Torres, en el partido contra Francia, pierda su primer balón, no se acodará del que perdió Santillana en los 80. Torres se habrá topado con Santillana en algún acto oficial con futbolistas retirados, pero no lo conoce de nada más. No habrá visto sus partidos, de los que quizás no hay mucho que resaltar. El fallo de Arconada contra Francia es un ejemplo de manual que Casillas, nuestro actual portero, ha debido aprender hace muchos años. Para él, Arconada era un mediocre portero.
La España actual no tiene nada que ver con la de aquellos encuentros. Lo mismo ocurre con Francia. Mirar el pasado de los encuentros anteriores sólo tiene sentido para las mentes fanáticas de las estadísticas pero ajenas al sentido común.

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Clasificaciones en grupos de cuatro

Inmersos como estamos en la Copa Mundial de fútbol, ante los previsibles excesos del pseudoperiodismo deportivo, sería necesario que nos convenciéramos de una cosa. En un grupo de cuatro equipos, del que han de clasificarse dos equipos, como es la situación actual, un equipo no podrá asegurar la clasificación tras los dos primeros partidos. Dependerá de los otros resultados para que sea así.
Supongamos que ese equipo consigue ganar sus dos primeros encuentros. Tiene seis puntos. ¿No está acaso ya clasificado? Pongámonos en el peor de los casos, tras sus brillante comienzo, llevando a los suplentes y tras una mañana de resaca de todos los jugadores perderán su último partido. En resumen, han obtenido 6 puntos.
Dado que en el último partido se pueden dar las goleadas necesarias, ningún equipo puede dormir tranquilo pensando que tiene el desempate ganado contra los demás. Nuestro equipo favorito, aún cuando comenzó con 6 puntos, siempre puede perder los desempates contra sus rivales.
Así, en el cuadro de encuentros entre los cuatro equipos tenemos un total de seis partidos. De los cuales ya conocemos tres resultados. Supongamos que nuestro equipo es el A. Que ganó en la primera ronda a B y en la segunda a C. En el partido final, puede haber o ya ha perdido contra D.

A B C D Total
A X 3 3 0 6 puntos
B 0 X ? ?
C 0 ? X ?
D 3 ? ? X

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