Los preadolescentes de Britten

Revisando todos los cambios tras el cambio de programa y diseño, pude ver que algunas personas pacientes estaban llegando a mi página tras la búsqueda en Google de la frase “fotos de niñas desnudas”.

Digo pacientes porque desde luego no salía en las primeras posiciones. ¿Qué entrada atraía ese tipo de búsqueda? Pues la que habla sobre El Mito de Carroll.

Lo que me llama la atención es que algunos de los que defendían el nombre y el honor de Lewis Carroll – recordemos que aquí no estábamos hablando de ser mejor o menos importante escritor – seguramente sentirán repugnancia por estos buscadores de fotografías.

Es decir, nos causa más reparo una persona que buscaba ese tipo de fotos, que alguien que hacía las fotos él mismo y de niñas bien pequeñas. Porque no olvidemos que hay gente a la que le gusta – y no me incluyo – las mujeres que tienen pinta de niña pequeña pero que de sobra no lo son. El buscador de fotos de niñas no merece ese beneficio de la duda.

Leyendo sobre la historia de la música, me encontré con otro personaje de tanta grandeza como peligroso curriculum amoroso: el músico inglés Benjamin Britten.

Britten es el compositor inglés de música clásica más importante del siglo XX y uno de los principales dentro de su país. Esto es incuestionable.

Lo que también llama la atención es el cuidado con el que se limpia su nombre, una vez más recordando a cómo se hizo esto con el de Carroll.

A Britten no le gustaban las niñas, sino los niños. La forma de la expresarlo de la Wikipedia inglesa es casi romántica. Hablando de los sentimientos del compositor:

Infatuation with a series of pre-adolescent and adolescent boys.

Infatuation es una pasión tan alocada como efímera, como un sentimiento adolescente. El uso del eufemismo “pre-adolescente” en lugar de “niño” es de una candidez llamativa.

A diferencia de Carroll, Britten sí que tuvo algunos incidentes reconocidos con estos pre-adolescentes. Pero al igual que Carroll, recibe todo tipo de defensas que le quitan hierro al asunto:

De acuerdo al relato de Harry (que contaba con 13 años de edad), Britten entró en su habitación e hizo lo que parecía ser un “acercamiento de índole sexual”. Según contó Harry, gritó y golpeó a Britten con una silla. Según sus palabras, Harry volvió a Londres la mañana siguiente al incidente. Lo extraño es que realmente Harry se quedó de vacaciones durante un par de semanas.

Aquí no estamos ante unas niñas que no decían ni pío, sino ante un niño que habló de un intento de acercamiento sexual no deseado. Pero vamos a defender al autor de la ópera Peter Grimes. Habla su biógrafo John Bridcut:

Más parece que Harry se sintiera intimidado o con una sensación de amenaza, antes de que realmente ocurriera un incidente. Puede que quizás Harry se sintiera molesto por las continuas discusiones que protagonizaba la familia de Britten y que buscase una forma de justificar su marcha, con una historia como esta.

Fuentes:
Los Niños de Britten.
The Rest Is Noise (libro).

El tiempo

Uno de los primeros días de clase en la Universidad, antes de comenzar la lección, la profesora nos mostró un recorte de periódico.
Era una noticia que trataba sobre los bancos que estaban contratando a matemáticos para sus departamentos de riesgo. El artículo contaba lo bien pagados que estaban estos especialistas y lo difícil que les estaba resultado encontrar suficientes ya que se los rifaban para esas y otras profesiones.
Con ello quería animarnos para que viéramos la realidad: las matemáticas son una carrera con mucho futuro. Pero esto era algo que se sabía desde hacía algún tiempo. Así, la demanda para la carrera era tan amplia que ese año habían tenido que incluir un turno más. Estaban literalmente desbordados, lo cual era lógico ante el futuro tan prometedor para los que consiguieran terminar la licenciatura.
Mientras, podía ver a gente como mi prima, que había recién terminado la carrera de Medicina y apenas si encontraba trabajo haciendo sustituciones en clínicas privadas.
Estudiar Medicina hubiera sido una locura. Además de ser una carrera muy difícil, y más larga, las perspectivas laborales al terminar eran mucho peores.
Sin embargo pasaron los años, unos cinco para ser más exacto, y al terminar la carrera la situación había cambiado radicalmente. En mi promoción terminaron unos 100 alumnos, pero es que en la anterior el número no había sido mucho menor. Eran tantos los licenciados en matemáticas, que aunque había buenas ofertas de empleo, la demanda era tan alta que resultaba difícil encontrar un buen trabajo. Y para colmo de males, explotó la burbuja puntocom y una de las principales puertas, el mercado de la informática, se le cerró a todos los matemáticos.
Curiosamente cuando terminé de estudiar había una demanda de médicos tan alta que no se podían cubrir todas las plazas. El Gobierno fue autorizando la convalidación de estudios de Medicina de un país tras otro. Si un chamán hubiera solicitado ejercer de médico tal vez le habrían dado algún trabajo.
Está claro que tuve mala suerte. ¿Al terminar la carrera? Desde entonces me he estado fijando en las promociones de distintos estudios, y veo que ese error ocurre una y otra vez. Porque no se trata de mala suerte. El error ocurre cinco años antes de que se produzca el problema, pero el problema ya está ahí.
La explicación es sencilla: oferta y demanda. Cuando hay mucha oferta, mucha gente que ha estudiado una carrera, muchos acaban en el paro o aceptando profesiones de baja categoría. Entonces los estudiantes que están en el último curso, antes de la Universidad, miran como está el patio:
“Muchos médicos en el paro”.
“Informáticos cobrando 600 euros”.
“Historiadores trabajando de teleoperadores”.
Y entonces elige aquellas profesiones que están triunfando en ese momento.
Ingeniería genética.
Ciencias medioambientales.
Ingeniero en energías renovables.
Filología china.
Y claro, hace una de las que tienen futuro, no va a cometer el error de estudiar Historia.
Sin embargo esto no tiene ningún sentido.
Si fuera un viaje pues sí: todo el mundo sabe que aunque la India sea un país fascinante, no es el mejor momento para ir allí (por las tensiones con Pakistán). O que aunque Noruega es precioso, mejor sería ir en Julio que en pleno Enero. Si ahora te ofrecieran un billete de avión a donde quisieras, elegirías quizás un lugar en el hemisferio sur, donde es verano, y descartarías los países en conflictos bélicos.
Ahora bien, imagina que te dicen “te regalo unas vacaciones a donde quieras, a condición de que eliges ahora y las haces dentro de diez años”.
Pues de aquí a diez años pueden pasar muchas cosas. Puede que Finlandia esté en guerra con Rusia o que Argentina tenga una moneda más fuerte que el euro, o que China sea más caro que Noruega. O que Kenia sea otra vez un destino seguro y barato. Diez años es mucho tiempo.
Hace unos cinco años hice una apuesta con un amigo: el premio era a diez años vista (me quedan cinco años para ganar). Se trataba de un fin de semana para dos personas en Islandia, con todos los gastos pagados.
En su momento era una apuesta tan grande que estuve pensando apartar una cantidad de dinero cada año por si me tocaba pagar (soy alguien de palabra). Hoy en día, con la que ha caído, es cuestión de meses que Islandia se convierta en un destino turístico razonable. Quizás dentro de otros cinco años sea hasta un mal destino turístico, por ser como un Benidorm del norte.
Lo que quiero decir es que no es lo mismo elegir una cosa “para ahora” que algo que tendrá consecuencias a largo plazo. Si ahora mismo tuviera que elegir una profesión, elegiría abogado laboralista especializado en despidos improcedentes. Pero si tengo que empezar a estudiar ahora y no terminaré hasta dentro de cinco años, es seguro que esa es una muy mala elección.
Por eso los rankings de profesiones con más futuro que salen en los periódicos para orientar a los futuros alumnos suelen causar un enorme mal en estos estudiantes. No sólo porque no recomiendan lo mejor, sino porque suelen recomendar algunas de las peores profesiones posibles, para cuando los estudiantes hayan terminado sus carreras.
En mi época el japonés era el lenguaje del futuro y ahora resulta que es un lenguaje del pasado. El lenguaje del futuro ahora es el chino, pero si España entra en una grave recesión y las empresas francesas se aburren de comprar empresas españolas, resultará que el lenguaje del futuro será el francés.
Porque muchas veces cuando se habla de “el algo del futuro” en realidad de lo que se está hablando es del presente. De cosas que de tenerlas ahora, tendrían mucho valor. Pero si necesitas muchos años para conseguirlas, cuando llegue ese momento, habrán perdido su valor.
Se habla de buenas y malas opciones sin pensar que los resultados de esas decisiones tienen que trasladarse en el tiempo.
Esto mismo que estoy diciendo para los estudios se puede aplicar a muchas otras cosas. Por ejemplo, los lenguajes y sistemas de programación. Ahora se dice mucho eso de que “el cloud computing es el futuro”. Con eso lo que se quiere decir es que si sabes mucho de cloud computing, ahora vas a poder encontrar ofertas laborales muy interesantes. Pero si necesitas de un año para saber todo lo necesario sobre el cloud computing, cuando tú llegues llegarán también otra hornada de oportunistas y entonces tu esfuerzo no habrá compensado.
En esta línea, con los tiempos que corren, debe ser un grave error empezar a estudiar unas oposiciones: habrá más opositores, menos plazas que nunca. Más gente muy preparada tirará también por ese camino. También es una mala opción empezar a estudiar algo que todo el mundo tenga, como inglés o informática y que no se aprendan en dos tardes.
Me imagino que la única opción razonable para la crisis actual es el camino de en medio: aprender algo rápido y raro:
a) Cursos intensivos de idiomas “sencillos”. Como italiano o portugués. Obtienes un nivel alto en poco tiempo, comparado con idiomas más raros.
b) Cursos de idiomas “exclusivos”. Como sueco o noruego. Si una empresa noruega necesita a alguien en España, podría recurrir a ti. Si una empresa rumana necesita personal en España, jamás contrataría a un español.
c) Profesiones sencillas. Ser cerrajero o pintor de brocha gorda es algo que se aprende pronto y que sirve como profesión autónoma (la primera tiene sus ventajas si uno se lo quiere tomar en plan mucho más liberal).
d) Vendedor. Si sabes vender, nunca te faltará trabajo. También se aprende a vender. Fórmate como vendedor.

Nominado

Llegan los premios del cine, o cualquier premio, y la ronda de nominados y vencedores.
Una de las cosas que más me desagrada de toda esta fanfarria es cuando se trata a cualquier nominado como si fuera un candidato con tantas opciones de ganar como cualquiera.
Imaginaos la siguiente situación: tres películas luchan por los mejores efectos especiales. Según la prensa, cualquiera tiene posibilidades de vencer. La realidad es que ahora supongamos que estamos en 1999. Los candidatos a ese premio son:
a) Matrix.
b) Start Wars Episodio 1, La Amenaza Fantasma.
c) Stuart Little.
Pues sólo un ciego pensaría de verdad que las opciones de Stuart Little eran reales. Pero si el técnico va a la entrega de premios y dice antes de empezar la ceremonia “mi probabilidad de vencer es nula”, quedaría como un pesimista, la crónica de una derrota anunciada.
Seamos serios, la votación funciona del siguiente modo: a todos los técnicos o actores o directores les muestran un listado de películas candidatas. Y tienen que votar sus favoritas. Las tres que más votos obtengan, serán las candidatas.
En el ejemplo anterior, resulta evidente que las dos primeras películas arrasaron y quizás obtuvieron el 99% de los votos. Al existir votaciones dobles y triples (elige tus dos películas favoritas, o puntúa a una con 10, a otra con 8 y a otra con 6) siempre habrá alguien que aparezca como tercero, pero por pura cuestión matemática.
Y es que luego parece como si entre las tres candidatas se eligiera un sobre al azar y ese fuera el ganador. No, no es al azar, y en algunos casos el vencedor es obvio.
Otra situación que se da es la de “el gran perdedor de la noche”. Suele ser una película que como Stuart Little se harta de ocupar terceros puestos en las votaciones. Así se puede acumular diez o veinte nominaciones y aún no presentar ninguna candidatura razonable.
Esto es frecuente verlo en los premios del cine español, los Goya, en que por cada año apenas hay cuatro o cinco películas dignas, con lo que normalmente hay tres que están nominadas a casi todo y de las tres habrá alguna que será peor que las otras en todo, pero que habrá sido lo suficientemente aceptable como para estar en el podio siempre.
Esta sensación de fracaso es ridícula, los premios no se rifan, se reparten. La nominación es parte del premio y el soñar con ser el mejor es en algunos casos ridículo.
Luego habrá sorpresas, como siempre. Pero no sorpresas de la talla de que Stuart Little venza en efectos especiales a Matrix.

El asiento de autobus

1.
El autobús que tomo por las mañanas para ir al trabajo siempre se llena en la primera estación. Se ocupan todos los asientos y luego algunos pasajeros tienen que ir de pie.
Todos los asientos son dobles salvo dos parejas de asientos que tienen otros tantos enfrentados. Digamos que son para que cuatro personas puedan hablar.
Hay veces que soy de los primeros en subirme al autobús. Y un error muy común que creo sólo puede asociarse con la poca previsión es el sentarse en los asientos cuádruples. Ves el autobús entero a tu disposición, puedes sentarte donde quieras, y eliges el asiento cuádruple. En principio no está mal, porque las otras tres plazas están vacías, pero toda la gente que va en ese autobús sabe que se llenará antes de arrancar. Es decir, aunque no hay personas físicas sentadas sobre los asientos, es como si estuvieran ocupados. Y puestos a elegir, mejor tener algo de espacio para las piernas (en los asientos cuádruples hay que hacer dribbling de rodillas) y mejor no tener a alguien sentado enfrente, por guapa o guapo que sea.
Si el autobús estuviera lleno y sólo quedaran dos sitios libres, uno en los asientos cuádruples (digamos en la parte noble, no los pobres que además van de espaldas a la marcha) y cualquier otro asiento normal, el 100% de la gente se sentaría en ese asiento normal. Pero si está vacío, la gente se sienta en el cuádruple – no siempre pero sí en un porcentaje que desafía a la lógica humana.
Incluso aunque esos asientos se quedaran vacíos (en un arranque de optimismo por parte de los sentados, que pensaran que eso puede ocurrir), estas plazas no tienen ninguna ventaja sobre las otras. Ni una sola, salvo que se quieran dejar pertenencias personales en dichos asientos vacíos.
2.
Otra menos clara: la mayoría de los que vamos en el autobús al trabajo lo hacemos solos. Ante una amplia perspectiva se puede elegir ventanilla o pasillo. En este caso es complejo porque si bien el pasillo es muy molesto, al rozarte con todo el que lo cruza mientras se llena el autobús, la ventanilla también te restringe en el espacio y luego la salida se dificulta un poco. Digamos que en un autobús que sabes que estará lleno tanto ventanilla como pasillo tienen sus ventajas.
Pero hay un punto diferente: cuando te sientas en ventanilla es porque eres el primero en ocupar uno de esos asientos dobles. Si lo haces en pasillo es porque ya hay otra persona en la ventanilla. Mención aparte merece la gente que se sienta en el pasillo dejando vacío el de ventanilla: merecen la muerte.
Una cosa en la que a veces no pensamos es que si nos sentamos en la ventanilla nuestro compañero de asiento puede ser cualquiera. Es cuestión de azar la persona que se nos siente allí. Sin embargo si nos sentamos en pasillo, podemos elegir. Y ahí es donde quizás el pasillo tenga alguna ventaja, porque puedes elegir una persona que sea más o menos delgada, que no huela mal, que no vaya con muchos bártulos. Sentándote en ventanilla estás a expensas de la Ley de Murphy.
En fin, que aunque sea raro, y aunque yo no lo haga, si eres el segundo en subir al autobús, y la primera persona es una chica delgada y aparentemente aseada, la decisión óptima sería sentarse junto a ella, salvo que lo haga en uno de los infames asientos cuádruples.
Lo malo es que para la chica será una pesadilla: “todo el autobús para mi y se me ha tenido que sentar un pirado al lado, que tenía casi todo el autobús para elegir”. Y entonces esa chica el próximo día elegirá, indudablemente, uno de esos asientos cuádruples.

Radioactividad

Ahora nos invade una mezcla de diversión y pena cuando vemos que a comienzos del siglo XX, poco después del descubrimiento de la radioactividad, existían todo tipo de productos “radioactivos” como si de una ventaja añadida se tratase. De estos productos, los mejores eran los fraudulentos, los que en realidad no eran radiactivos. Los otros sirvieron para disparar los casos de cáncer de forma alarmante.
Estos incautos que se dejaron embaucar por lo nuevo, fuese sano o no, nos parecen inocentes, cándidos, un poco estúpidos. Pero yo me pregunto qué pensarán de nosotros las generaciones futuras cuando vean nuestra actitud de comienzos del siglo XXI hacia la energía nuclear:
Tenían la tecnología necesaria, los métodos para evacuar los residuos radioactivos sin que produjeran ningún daño. Había uranio suficiente y no era demasiado caro. La seguridad suficiente para que un accidente fuera casi imposible. Sin embargo, un miedo patológico les invadía. No conocemos las causas exactas. Quizás fueran simplemente razones de índole religiosa, lo cierto es que preferían agotar hasta la última gota de petróleo. Sin importarles lo caro que fuese ese combustible o el perjuicio que causara en sus economías. La lucha contra la energía atómica figuraba en las campañas de los partidos políticos. Daba votos y nadie se atrevía a defenderla mínimamente, al menos antes de las elecciones.
Intentaron en vano desarrollar nuevas tecnologías basadas en energías que llamaban no contaminantes: eólica, solar. Mediante subsidios se fomentó su comercialización. Se llegó a hablar de llenar de paneles solares toda la superficie del desierto del Sahara. Cambiaron las cosechas para producir combustibles de tipo biológico. Era como si el hombre de las cavernas hubiera descubierto el fuego y lo rechazara: donde se ponga una buena piel que se quiten esas modernidades.

Consejos para viajeros

Una de las cosas más lamentables de los viajes es la gente que te da consejos. Dices por ejemplo “en verano quiero irme de vacaciones a Praga” y entonces resulta que la persona con la que hablas ya ha estado allí. Es muy bonito esto de la buena voluntad, pero el caso es que ese amigo tuyo o simple conocido al que acabas de indicarle tus pretensiones de visitar Praga te responde “pues yo estuve hace dos años asín que si quieres te puedo aconsejar”.
Centrémonos: tú estuviste en Praga, pero fuiste un güiri con todas las letras. Ibas a todas partes en taxi porque no te fiabas del transporte público. Pagaste religiosamente cada entrada. Asististe a cada cervecería famosa. Fuiste con una compañía aérea porque era la más barata. Te metiste en un hotel cualquiera.
Tú no tienes ni idea de Praga así que cierra la boca. Sabes lo mismo que pone en las páginas principales de una guía de viajes, quizás algo más actualizado, pero también matizado con tus gustos personales. Lo peor es el sesgo: si fuiste a un restaurante, pediste algo y no te gustó o no sabía bien ya generalizas “ese restaurante es una mierda aunque lo recomienden en cada guía”. Si la azafata no te dio la marca de cerveza que le pediste “esa aerolínea es malísima”. Si cuando visitaste cierto monumento había unas colas de espanto porque coincidió que era el único día del año que sacan las reliquias de algún muerto “no vayas a X, siempre hay que esperar mucho”.
En general cuando visitamos cualquier sitio como turistas obtenemos una visión tan limitada de la realidad que debemos ser lo suficientemente humildes como para no sentar cátedra al respecto.
Aunque claro, si luego no vas de gurú de los viajes, recalcando y censurando sitios, la gente se hace una idea de que eres un perdedor: “este seguro que se quedó en la habitación del hotel viendo la tele”.

El pacifista

Haz el amor y no la guerra.
Ante semejante disyuntiva, parece que sólo un idiota estaría a favor de las guerras. Y así se entiende casi en cualquier contexto. Yo estoy a favor de la paz. De solucionar los conflictos por medio del diálogo. Estoy en contra de las invasiones ilegales de países.
Son opiniones de salón, de estar hablando de un país en guerra a miles de kilómetros, mientras uno piensa en qué cenará esta noche. No tienen ninguna validez.
La postura pacifista, la más lógica y deseable, se ha acabado convirtiendo en una opinión vacía de contenido. No expresa nada en sí misma. Si dices que estás a favor de la paz entre israelíes y árabes no estás diciendo nada concreto.
Es como decir que ojalá los perros no se murieran con veinte años, ojalá los coches no contaminaran, ojalá nunca perdiéramos la ilusión, ojalá nadie tuviera que trabajar para vivir. Son opiniones casi infantiles porque anhelan un deseo sin mencionar para nada los medios de conseguirlo.
Desear lo imposible es una enorme pérdida de tiempo y energía. Si todo el mundo pensara como tú desaparecería el mundo. Hay que ser realista, hay que pedir lo imposible. Todo está lleno de frases que suenan muy bien pero que no dicen nada.
II
La guerra es una medida extrema a la que se llega cuando muchos otros cauces (a veces no todos) se han agotado. A nadie le gusta entrar en una guerra. Los políticos tienen que ir a los entierros y hacer frente a las familias de las víctimas. Casi sólo se pueden dar malas noticias. Mueren los soldados y los mandos. El presupuesto de defensa destroza las cuentas del Estado. Y todo eso si tienes la suerte de que la guerra sucede fuera de tu territorio, porque de lo contrario, es una absoluta calamidad.
Pero aún asín las guerras siempre han existido y tal vez siempre existirán. ¿Es razonable creer en un futuro sin guerras? En mi opinión es una postura que no ayuda en nada, tal vez si acaso a dormir mejor por las noches. Pero es como comprar un décimo de lotería y creer que por qué no va a ser el nuestro el afortunado.

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Despedida de soltera

Sin preocuparnos por el origen, el fin de toda despedida de soltero o soltera es dispensar al homenajeado con su última oportunidad de disfrutar de los placeres de la soltería.
La última fiesta con los amigos, sin salida rollo-parejitas, sin preocuparse por nada más que por pasarlo bien.
Si uno lo piensa un poco en toda despedida de soltera el objetivo es que la futura novia tenga un día inolvidable. Se tratan de conjuntar todos los placeres: el sexual con un macho de los que no se encuentran habitualmente o de los que no sirven para casarse con ellos. La comida con una cena sin recortes de presupuesto. La bebida y las drogas sin ningún tipo de moderación. Las bromas, la constante diversión, el llamar la atención.

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Apología del Zodiaco

I

El Movimiento raeliano es una organización religiosa que promueve la creencia de que unos seres extraterrestres muy avanzados científicamente, conocidos como los Elohim (una de las palabras que se usan en la Torah para referirse a Dios), crearon la vida sobre la Tierra mediante ingeniería genética. Según la doctrina raeliana, una combinación entre la clonación humana y la “transferencia mental” podría, en última instancia, proveer a los humanos del don de la inmortalidad. El Movimiento Raeliano es considerado como una nueva religión por sus afines, y como una secta por sus detractores.

Claude Vorilhon (nacido en 1946), más conocido como Rael, fue en su día un periodista deportivo, que llegó a tener su propia revista sobre el mundo el motor, Auto Pop, con bastante éxito.

II
Tratando de encontrar información fiable sobre la Astrología pensé que la fuente más fiable debía ser la Wikipedia (en inglés). Tratándose de una materia tratada desde la época egipcia pasando por Aristóteles hasta la antigüedad, me imaginaba que encontraría una extensísima reseña. Sin embargo, el artículo sobre Rael y su religión inventada hace pocos años es tal vez más extenso.
Las descripciones de los distintos signos del horóscopo son casi telegráficas y hechas a desgana. Pero entrando en las secciones de discusión y el historial uno se encuentra con que los defensores de lo científico machacan una y otra vez a aquellos que tratan de incluir información sobre su materia, hasta el punto absurdo de dejar el artículo en una extensión inusualmente pequeña y falta de interés.
III
Está claro que muchas de las presunciones de la Astrología carecen de fundamento hoy en día. Pensar que la posición de los planetas y estrellas el día de nuestro nacimiento pueda decidir nuestra personalidad y futuro es una temeridad. Pero qué duda cabe de que se trata de una de las supersticiones o seudociencias que más fuertemente han arraigado en la sociedad superando todo tipo de dificultades. Aunque sólo fuera por un tratamiento histórico la materia merecería más respeto del que se le concede. Con millones de adeptos en todo el mundo, no se puede ignorar aquello que predica aunque uno tenga una postura absolutamente divergente. Es conocimiento humano, es historia y es presente.
IV
El hecho que me interesaba comprobar era el postulado de los astrólogos que defienden que las personas nacidas bajo un mismo zodíaco tienen personalidad similares.

Los Aries son temperamentales, celosos, posesivos, egoístas, desconsiderados, despiadados, histriónicos y presuntuosos.

(No hay artículo para Aries (como signo zodiacal y no como constelación) en la Wikipedia española).
No creo que eso tenga algo que ver con que la Tierra se encuentre en la casa de Venus cuando uno nace. Pero el caso es que lo que hace que la Astrología sobreviva después de miles de años es que este tipo de pronósticos parecen bastante acertados.
Una explicación es la de pensar que al dar explicaciones muy generales cualquiera puede sentirse identificado con ellas. Como en el horóscopo genérico que sirve para cualquier signo y para cualquier día del año:

Eres una persona sensible con mucho sentido del humor que se preocupa por las personas que le rodean. Te esfuerzas en tu trabajo pero a veces sientes inseguridad por tu futuro. Hay veces que la gente te exige demasiado pero normalmente eres capaz de llevarlo bien. Tienes algunos defectos físicos que no le has contado a nadie. No te molestan los niños pequeños pero soportas los programas de televisión infantiles. A veces te cansas de tu vida y piensas que te gustaría visitar lugares nuevos. Mucha gente te presiona. Te gusta salir y necesitas tiempo para desconectar…

V
Pero supongamos que la personalidad viene en función del signo del zodíaco. Creo que puede haber algo de cierto, sobre todo hoy en día.
Por ejemplo, he tenido la desgracia de conocer a varias personas que habían nacido el 1 de enero. Entre otras desventajas, los nacidos en este día se enfrentan a la necesidad de ser los menos jóvenes de su clase desde la guardería a los últimos años de la escuela primaria. Estos son los capricornios que claro, aunque sólo fuera por cuestiones físicas tienen que convivir en los primeros años de clase con alumnos que han vivido un 10% menos de vida que ellos. Eso se traduce en que probablemente serán los más fuertes de su clase y eso de alguna manera influirá en su comportamiento. También el hecho de ser los que aprenden todas las cosas más tarde podrá ser un motivo para que tengan una formación intelectual un poco inferior a los demás.
Otra situación es la edad en que uno aprende a andar. Los niños aprenden a andar sin tener que apoyarse a los 14 meses. En un niño que sea Aries eso coincidirá con los primeros meses de verano. En el hemisferio occidental la temperatura será cada vez más elevada y tendrá que vestir menos ropa. Con menos ropa tendrá mayor amplitud de movimientos y quizás aprenda a andar mejor. O tal vez al revés, el estar menos amortiguado ante los golpes le hará perder confianza y andar peor.
Una situación parecida es la de desprenderse de los pañales. Aquellos niños que puedan hacerlo en épocas de calor tendrán mayores perspectivas de éxito y eso dependerá del mes en que hayan nacido, o del zodiaco si se prefiere.
El caso es que el desarrollo de los niños puede verse afectado significativamente en función del signo y hay una enorme diferencia entre aprender a andar con 12 meses o a hacerlo con 14, aunque normalmente con el tiempo estas diferencias desaparezcan sí que podrían afectar a la personalidad.
En la época adulta puede influir el celebrar el cumpleaños(los cumpleaños son un momento de gran trascendencia psicológica y prueba de ello es su enorme relación con los suicidios) en verano (a lo mejor organizando una fiesta en la playa) o en invierno (fiesta en casa) o en agosto (sin amigos). Ese tipo de factores tienen infinitamente más influencia en la personalidad que los planetas pero al final tienen en común el que sirven para agrupar personalidad similares con alguna base científica.
Lamentablemente los propios astrólogos se echan piedras en su tejado. Para ellos lo primero es tratar de justificar que los astros intervienen en nuestra personalidad. No se preocupan en tratar de demostrar que aunque su base es insignificante sus resultados, que son los que les avalan y les han hecho sobrevivir durante milenios, tal vez tengan alguna validez.

P.S.
Hay numerosos estudios al respecto, más o menos infructuosos. Pero según parece los resultados en los primeros años de la escuela – tan decisivos en la formación intelectual – están directamente relacionados con el mes del año en que se nazca. También determinadas enfermedades tienen más afección entre los que nacen en determinados meses del año, por ejemplo las alergias.

Viagra pirata

Sobre los mensajes de spam que venden medicamentos suele decirse:

Aquellos que compren Viagra a un precio muy reducido sin prescripción médica sobre internet están arriesgando mucho su salud, especialmente si están tomando otros medicamentos, como los de afecciones cardíacas.

El mensaje de riesgo – indicando que los medicamentos piratas no funcionan o pueden ser incluso perjudiciales para la salud – recuerda la época en que los cruzados contra la piratería digital afirmaban que las copias de los CDs que se compraban en el top manta “eran de mala calidad”, cuando todos sabemos que la copia de un CD sobre otro es una imagen casi indistinguible al oído humano.
Con los medicamentos no es tan sencillo darnos cuenta de que nos están dando gato por liebre, y a uno siempre le quedará la duda. Si las dos pastillas de Viagra cuestan 15 euros en el mercado y en la tienda digital las venden a precio de aspirina, algo no cuadra, seguramente no sea Viagra, seguramente sea un producto altamente venenoso.
La realidad es que inventar la Viagra cuesta mucho dinero, dinero que se recupera con la comercialización a precio de monopolio durante varios años. Pero fabricar Viagra debe ser tan barato como hacer caramelos de menta o aspirinas. De ahí que tantas empresas se lancen a intentar vender versiones ilegales.
Seamos razonables. Una empresa contrata una campaña de publicidad en el mercado negro, jugándose una larga estancia en prisión si son descubiertos, tratando de captar clientes a la desesperada con millones de mensajes que sólo atienden unos pocos. Para luego, si consiguen dar con un incauto, engañarles dandoles un placebo.
Se tiende a pensar que los negocios ilegales se rigen por parámetros totalmente diferentes a los legales. Pero lo cierto es que salvo el pisar terreno ilícito en ciertos aspectos, todo lo demás es lo mismo: hay competencia, se trata de captar clientes pero también de mantenerlos, hay ofertas, hay empleados, hay vendedores, hay publicidad, incluso hay I + D.
No sé cómo serán las pastillas que venden en esos anuncios, pero sospecho que la mayoría serán el mismo compuesto químico que la Viagra y en las mismas proporciones. Por cierto, la Viagra auténtica o pirata no puede tomarse cuando se padece del corazón.
Uno de esos mensajes de spam cuenta:
“Vigramax” es mejor que la Viagra de Pfizer porque:

  • Garantiza una erección el triple de tiempo que la Viagra.
  • Es totalmente segura, sin efectos secundarios de ningún tipo.
  • Potencia e incrementa la potencia sexual.
  • Erecciones más duras y restablecimiento más rápido.
  • Probada y certificada por expertos y doctores.
  • La pastilla sólo cuesta 0,94$.

Por si no ha quedado lo suficientemente claro, el autor de esta página recomienda no consumir Viagra pirata, ni ningún medicamento no oficial.