Mas guapa del mundo

Se entrega el premio Miss Universo 2007, que ha ganado la japonesa Riyo Mori. Todos los periódicos y televisiones nos inundan con la insultante exageración “la mujer más guapa del mundo“.
No voy a entrar en que haya mujeres más guapas que no hayan participado en esta competición. Lo que está claro es que cualquiera de las otras participantes – o casi cualquiera – es tan guapa como ella. Y si la concursante de Venezuela era, como siempre, la favorita, es porque posiblemente la mayoría de los “expertos” la consideraba más guapa que a ella.
La aseveración “la mujer más guapa del mundo” presupone la infalibilidad en el jurado, formado en su mayoría por estrellas fracasadas y depravadas figuras del mundo del espectáculo. Siendo la cualidad de infalible una de las más difíciles de conseguir, es una temeridad el tan solo mencionarla.
Más aún. Si la ganadora del año pasado, Zuleyka Rivera, era la más guapa del mundo hace un año. ¿Tan mal sienta el título a la vencedora que una persona con acceso a peores cremas, con peores vestidos y estilistas, y aún mayor edad ( Zuleyka es un año más joven que Riyo) puede convertirse en un año en más guapa que ella?
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Reinsercion ejemplar

Juan Carlos Delgado, más conocido como el Pera, es puesto una y otra vez como ejemplo de reinserción de un delincuente:

A los ocho años, Juan Carlos Delgado conducía coches. No karts, o modelos por el estilo, sino coches de verdad, a pesar de que no llegaba ni a los pedales. Y los utilizaba para robar y huir de la policía. Era el más pequeño de su banda, pero todos le reconocían como el jefe.

[…]

Hoy en día, Juan Carlos Delgado es piloto probador de coches, colabora en diversas publicaciones de motor, participa en programas de radio y de televisión especializados en automovilismo, es asesor personal del director general de la Guardia Civil, Santiago López Valdivielso, da clases de conducción evasiva a miembros de la Guardia Civil, pertenece a la Junta Directiva de la CEMU en la que colabora activamente…

No cabe duda que se ha redimido de sus errores en la infancia y que es una persona reinsertada. Pero no es un buen ejemplo de delincuente recuperado para la sociedad.
Un buen ejemplo habría sido si tras sus fechorías robando coches hubiera acabado como carnicero, o reponedor de supermercado, o médico. Pero en cierto modo ha aprovechado lo que aprendió en su periodo criminal. Si en vez de robar coches hubiera sido un ladrón de joyas nunca habría podido acabar en el trabajo que actualmente tiene.
Es como decir “Hitler se redimió como genocida. Actualmente trabaja en un matadero.” o decir “Luis Roldán se reinsertó tras robar millones de euros. Hoy se gana la vida dando cursos de Ingeniería financiera y paraísos fiscales”.
Y para el que no le haya quedado claro, Juan Carlos Delgado es según mi opinión, una persona totalmente reinsertada, y quizás tenga una vida ejemplar, pero no sirve como buen ejemplo de persona reinsertada.

Comunicacion

I

En los años 80 mi familia no tenía teléfono en casa y se podía hacía vida normal – otra cosa es que se hiciera.
Cuando alguien tenía que llamarnos telefoneaba a la vecina del 2º que metía una voz por el patio y mi madre subía a atender el teléfono. Por aquel entonces las llamadas eran muy escasas, apenas unas pocas al año. La mayoría de las veces era para decir que alguien se había muerto. Sólo la Navidad daba tregua a las llamadas fúnebres. Aunque también había gente que se moría en Navidad.
Si alguien te da un teléfono y te dice “llama sólo en caso de necesidad” en tu mano queda el definir lo que entiendes como urgencia. En mi caso, se llegó al máximo de los extremos, sólo se daban las peores noticias, o felicitaciones anuales, todo fuera por no molestar a la vecina. Tal vez por eso nunca me ha gustado el ring de los teléfonos y no quiero que me llamen.
¿Qué sentido tiene, sin embargo, la siguiente situación? En una reunión en que todo el mundo va muy bien vestido, en que la gente se expresa como si supiera mucho, y se habla en primera persona del plural, suena un teléfono móvil. Y de repente la persona se disculpa fugazmente para abandonar la sala y atender la llamada. En muchos casos es una llamada absurda, de la mujer diciendo que el gato se ha vuelto a orinar en la alfombra, o del hijo diciendo que llegará tarde. Una vez entre un millón será una llamada de importancia transcendente.
Sin embargo, se da preferencia a atender a las personas remotas, que nos llaman por teléfono, antes que a las que tenemos ante nosotros. Se interrumpe una reunión “de negocios” porque un tipo ha decidido escuchar la perorata del gato en la alfombra. Esa misma persona que llama por teléfono, si se presentara en el despacho de aquel al que llama, muchas veces tendría que esperar. Pero por teléfono todo es más fácil.
Y es que hay aún algo de las llamadas macabras que recibía mi madre. Una llamada de teléfono es algo importante. Aunque ahora todo el mundo usa el teléfono a diario varias veces, nuestro subconsciente aún se ha quedado en los años 80.

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Estudiar chino

Hasta en los monasterios de mayor clausura saben que dentro de pocos años la primera potencia mundial será China. Es por eso que muchas personas muy inteligentes y otras que no lo son tanto han llegado a la conclusión de que en pocos años el chino será un idioma fundamental en los negocios y una ventaja comparativa a la hora de obtener las mejores profesiones.

Empiezan a florecer los cursos de chino y los padres responsables apuntan a sus hijos lo antes posible. En mi modesta opinión aprender chino es una enorme pérdida de tiempo.

La forma más sencilla de rebatirme es comparar a un chico que haya aprendido chino mientras estaba en el instituto con otro que jugaba al basket sin cansarse demasiado porque por la noche se sacaba el graduado. Y ese error es muy grave. Hay que comparar entre iguales.

El chino es difícil hasta para los chinos; muchos chinos no saben leer bien en chino. El chino es tan complicado que requiere que los niños pasen mucho tiempo hasta que saben leer y escribir, casi un año más que en Occidente. Esto provoca que luego tengan un retardo educativo.

Así, una persona que comience a aprender el idioma con 15 años no lo va a dominar jamás. Puede tener un nivel muy peleón, para sorprender en las tiendas de todo a 100. O puede dejarse la piel durante muchos años y acabar con un acento marcado y siendo capaz de entender y hacerse entender cómodamente.

Por el esfuerzo con que un niño aprende ese endiablado idioma, otro puede aprender a tocar el piano, terminando todos los cursos del conservatorio. Aprender a tocar el piano puede parecer poco útil, pero tiene cientos de ventajas: deja unas manos preciosas, da cultura, relaciona con personas culturalmente avanzadas, da paciencia y fuerza de voluntad. Deslumbra en las reuniones sociales, hace parecer sofisticado. Todo eso puede servir para pegar un enorme braguetazo.

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1984

Nineteen eighty-four (1984) es el título de una de las novelas más famosas de George Orwell.
No he leído la novela, pero sé que George Orwell es un gran escritor y el libro una buena novela. Lo que me parece desmedido es el renombre actual de ese libro. Gran parte de las ideas que se exponen en su novela han acabado ocurriendo o tienen reminiscencias a situaciones actuales, siendo el concurso Big Brother el más claro exponente.
¿Qué sentido tiene que se le de valor a su novela sólo por el hecho de que lo en ella expuesta haya ocurrido, si la idea del autor en ningún momento era la de predecir el futuro?
Cierto es que el libro es bueno en sí, pero los aciertos respecto de lo que ha acabado ocurriendo no lo convierten en mejor libro.
Ese error de mezclar argumentos es muy común es las discusiones. Cuando echaban el programa de Tribunal Popular, en el que quizás dos vecinas se estaban disputando el tinte de la falda de una de ellas – porque la vecina había dejado manchado con lejía el lavabo – era frecuente que después de un intercambio de opiniones desaparecieran la lejía, el lavabo y la falda. La damnificada trataba de mejorar la opinión del juez contándole que la vecina era una pésima cocinera, la otra se defendía argumentando que la de la falda tenía frecuentes discusiones con el marido.
Nada de todo eso tiene que ver con la falda. Así, la calidad de un libro sobre el futuro que no pretendía predecir el futuro no tiene nada que ver con que el futuro haya llegado a ser así. Tampoco es un libro influyente, porque los sucesos ocurrieron independientemente del libro. No deja de ser un buen libro que trata sobre un mundo hipotético.
Similar argumentación puede aplicarse al Juego de Ender, novela que anticipa Internet y los blogs, pero que, al no ser más que una novela de ciencia-ficción, nunca trató de pensar cómo sería el mundo. Y esta sí la he leído.

Cine o teatro

Una pregunta ineludible en cada entrevista que se realiza a un actor es si prefiere el cine o el teatro. Ineludiblemente, la inmensa mayoría, tras ponderar su respuesta, menciona que el teatro.
Aunque la respuesta suele estar razonada, no sé si creérmela del todo. Lo habitual es argumentar razones artísticas:
El teatro te da inmediatez con el público. El teatro tiene papeles más sutiles que el cine. En el teatro no hay trampa ni cartón y cada toma es la definitiva.
Sin embargo, entiendo que la respuesta va en otra línea. Para un actor, por mucho que disfrute con su profesión, el actuar no deja de ser un trabajo que, si no fuera por el dinero, la fama y el ego, tal vez no haría. Entendiendo la profesión como un simple empleo, está claro que el teatro tiene muchas ventajas sobre el cine.
La primera es la localización. Si ruedas cine o televisión te puede tocar, como a los actores de la serie Lost pasar varias semanas al año en una isla tropical. Que no está nada mal, cuando es por vacaciones, pero menos cuando es por cuestiones laborales. O quizás tengas que ir a un pueblo pequeño y pasarte la semana entera alejado de tu vida habitual. El teatro, por suerte o por desgracia, se mueve en ciudades importantes, excelentemente conectadas por avión o por carreteras.
También está la jornada laboral. En el cine se suele madrugar; se pierde mucho tiempo en tonterías. Casi todo el día se pasa repitiendo la misma escena o esperando a que otros la terminen. No es nada agradable. Comparado con el teatro, es un infierno. En el teatro también hay que ensayar en jornadas extensas, pero no tan extenuantes como ocurre con el cine. Y luego, cuando se pasa a representar, los horarios son tan estrictos como los de una oficina.
Porque al final, tras la respuesta de que sí al teatro, se me antoja que se oculta una persona con familia, con hijos que llevar al colegio, o con exigentes custodias compartidas. Uno trata de estar lo más a tono que se pueda con el resto del mundo. El trabajo en el teatro es lo más próximo que se puede conseguir, dentro de una profesión artística, a un horario de funcionario. Levantarse tarde por la mañana, dar un repaso breve en forma de ensayo. Volver a casa para comer, tener tiempo hasta para echar una siesta. Luego salir de casa y dar la representación, con tiempo para llegar a una hora razonable. Un día libre a la semana.
Cuando se trabaja en el teatro tienes tiempo hasta para ir al cine o al teatro. Cuando trabajas en el cine, no.

Charles Wells

Estadísticamente hablando, la ruleta es el juego más aburrido que existe. Todas las estrategias que puedan emplearse tienen una probabilidad de éxito totalmente similar. Si juegas las tiradas pares apostando al siete y las impares apostando al catorce, si juegas alternativamente al rojo y al negro, si siempre juegas al pasa, si en manos sucesivas apuestas por el número de la mano en que estás jugando, todas estas estrategias ganarán – salvo por el detalle del 0 ó 00 – el mismo dinero en promedio.

I

La única forma racional de aumentar esa probabilidad es teniendo en cuenta el hecho físico de que esa ruleta es un objeto fabricado por el hombre, y por tanto imperfecto. Y es un aparato accionado por otro hombre, el crupiere, y por tanto susceptible de cometer errores.
La aproximación racional hacia el juego tenía mucho más éxito en la antigüedad. En el siglo XIX, Joseph Jagger estudió los patrones que seguían los números en una de las ruletas de Montercalo, encontrando que estaba estaba viciada, haciendo más probable que salieran determinados números. Apostando masivamente sobre ellos tuvo la oportunidad de romper la banca de tan prestigioso casino, ganando una fortuna a lo largo de varios días de juego.
No fue, sin embargo Joseph Jagger la única persona capaz de romper la banca en Montercalo. En primer lugar, porque el concepto romántico de “romper la banca” suena a que el casino se arruinara y no tuviera dinero suficiente para pagar al jugador. En realidad, romper la banca no significa más que dejar sin fichas suficientes para pagar la mesa en que el jugador está apostando. Cuando esto ocurría, había que parar el juego – poniendo un paño negro en el caso de Montercalo – hasta que el crupiere pudiera volver con más fichas. Y entonces, el juego continuaba.

II

Así, una historia más interesante que la de ese jugador, resulta la de Charles Wells, que también rompió la banca de Montecarlo.
Charles Wells consiguió una enorme suma de dinero – 4.000 libras de la época – mediante un esquema fraudulento de venta, sobre algo tan absurdo como una cuerda de saltar a la comba con música. El dinero sucio tiene tendencia a permanecer en lugares poco limpios. Con todo ese dinero conseguido en Inglaterra, Wells se plantó en Montecarlo en 1891, dispuesto a jugar.
Su técnica era no tener técnica alguna. Jugaba a un número, luego pasaba al rojo, o al negro. Pero él fue el hombre que hizo buena la regla de “tienes una probabilidad entre un millón de romper la banca”. Porque ese día Dios se sentó a su lado y casi todo lo que Wells apostaba acababa saliendo, rompiendo la banca varias veces sucesivas (la mesa tenía 100.000 francos en fichas, de ahí que si Wells hubiera apostado a un número sus 4.000 libras y hubiera acertado, habría roto la banca en una sola tirada). El colmo de buena suerte lo tuvo cuando se sentó a la mesa por tercera vez. Apostó al cinco y acertó. Volvió a hacerlo y volvió a salir el cinco. Así, hasta cinco veces sucesivas, rompiendo la banca de la forma más inverosímil de toda la historia.

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En el museo

hola x favor necesito saber la contraseña de esta cuenta perreo-356@hotmail.com es k me lo hackearon x faaaa mandenme la contraseña a este correo gangster_prez@hotmail.com

Lo peor de ir a una exposición de arte es tener que oír los comentarios del resto de visitantes. Y peor aún, si cabe, es oír el comentario antes de ver una obra en cuestión. “Me gustan los colorines tan brillantes, se nota que el tío sabía mucho de pintura”. Para ver que se trata de un Mondrian. “Ah!, Pero no sabía que era en blanco y negro”, antes de llegar a El Guernica. “Pues lo he tocado y está suavito” ante un Velázquez del Museo del Prado.

PUES LA NETA QUE PASADOS DE VERGA SON LOS QUE HACEN ESAS MAMADAS Y VAYAN A CHINGAR A SU MADRE LOS HACKEARON LA PAGINA

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Casi peor es tener que oír los comentarios de los que andan pasados de rosca. Los autoproclamados artistas: “Fíjate el trazo grueso para el lomo del caballo y pincel fino fino en el detalle de las patas”. “Esto es de su época azul, la influencia de Picasso es evidente”. “Este es como el que vimos en Nueva York, sólo que más pequeño, más como el que tienen en el Hermitage.”
Afortunadamente las páginas web tienen los comentarios al final del artículo para que, si uno lo desea, no se emponzoñe con las opiniones de los demás. Y, en el peor de los casos, éstas no dejen mal sabor de boca antes de empezar a leer lo que uno realmente quería leer.

alejandro eres el mejor del mundo tienes una voz hermosa y un carizma y una sensualidad fantastica besos alejandro sanz tu fans 1 en peru

Es absurdo que en cualquier película proyectada en un cine, por manida y previsible que resulte, esté prohibido hablar, mientras que en una exposición artística, donde a veces la necesidad de concentración resulta mucho mayor, cualquiera se sienta legitimado para enunciar su veredicto de la obra en voz bien alta.
Si vas a una exposición artística sigue estas tres reglas:
1) Habla poco.
2) Habla bajo.
3) Un buen cuadro habla bien alto un lenguaje sin palabras, que tus palabras no impidan a los demás oír ese mensaje. Nunca hables de un cuadro justo al lado de él.

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Conocimientos medicos

Estoy preparando una entrada sobre un tema médico. Siempre me da mucho respeto escribir sobre medicina, porque internet está lleno de desaprensivos que se dejan guiar por cualquier opinión. El caso es que al final iba a poner la típica firma de “no hagas nada de lo que digo”, “no soy médico”.

Es una pena tirarse un par de horas escribiendo y buscando información sobre un tema para tener que, con la última frase, tirar por tierra todo el texto y autodeslegitimarse (patada al diccionario ( por cierto, puedo decir con orgullo que soy una de las pocas personas que le ha dado una patada real a un diccionario. En mi colegio teníamos un diccionario de esos gigantescos que tienen mil o mil quinientas páginas. Después de un constante pintarrajeo, arrancamiento de las páginas que empiezan por la A y por la Z, pasó a ser una especie de balón de fútbol que estaba siempre por la clase rondando. Ahí tuve la ocasión de mi vida de darle buenas patadas al diccionario)).

En la medida de lo posible trato de documentarme para cualquier chorrada que escribo, dentro y fuera de internet. Tengo una amiga que es médico y muchas grandes paranoias que le he preguntado han recibido siempre la misma respuesta: ¿Pero tú qué te crees que sabemos los médicos?

Cualquier carrera es un montón de conocimientos teóricos y unos cuantos prácticos. El tiempo se encarga de difuminar los teóricos y aumentar los prácticos. Pero un médico especialista en el riñón puede no tener apenas idea de cómo se curan las alergias. Un oncólogo tendrá ideas más o menos genéricas sobre el tratamiento de Lasik, pero en general no sabrá nada sobre él.

Decir tres frases sobre medicina es que te salte un listillo y diga ¿Pero tú es que eres médico? Normalmente nuestro conocimiento sobre la medicina será muy superficial, tendremos muchas confusiones al respecto, pero me atrevo a pensar que determinadas personas, después de haberse informado en fuentes fiables – la Wikipedia no sirve porque cualquiera puede editarla, luego todo lo que dice es mentira – podría tener una opinión muy respetable. Un ratón de Internet podría pasar varios días recopilando información sobre Lasik y, sin llegar jamás a ser capaz de usar la máquina para realizar operaciones, tener un conocimiento muy superior al de un médico genérico sobre la disciplina.

No digo que cualquiera tenga una opinión. Todo el mundo tiene derecho a tener la suya, pero la mayoría suelta – o tal vez soltamos – muchas sandeces por su boca. Aún asín, hay gente válida que es capaz de hablar con fundamento sobre asuntos que están muy alejados de su verdadera profesión. De hecho, muchos aficionados en determinadas materias son los mayores expertos en su área, aunque están muy distanciados de los ámbitos universitarios. Ellos no dan conferencias ni escriben libros superventas, pero saben muy bien lo que dicen. La autoridad no la da la firma del libro, o del texto, la da el propio texto escrito. Si está bien redactado, documentado y argumentado, es tan válido o más que si lo hubiera hecho un profesional.

Y saliendo del ámbito médico la exigencia de la profesionalidad suena más que ridícula. Miles de economistas están que no cagan con su pisito revalorizable en zona marginal pero que va parriba. Muchos psicólogos que necesitan y reciben tratamiento psicológico y médicos que se automedican – mal. Los que estudiaron Administración de Empresas montan un bar – y es que no hay mejor negocio que ese.

Si uno trabaja como informático, o ha estudiado la carrera de Informática – es necesario un colegio para expulsar a tantos intrusos, especialmente a los biólogos – ¿Tiene algún tipo de autoridad? Porque a mí un programador que me empiece a hablar de seguridad de redes no me inspira ninguna confianza, igual que experto en seguridad no me va a convencer de que un lenguaje de programación sea mejor que otro. Un Ingeniero Superior de la Gran Bretaña recién licenciado, ¿Con qué autoridad va a criticar el código de un químico intruso metido a informático que lleva funcionando sin error durante años?

Si tu concuñado que es informático dice que van a cerrar el Emule, ¿Eso tiene alguna validez?
La conclusión que veo es la antes citada, las profesiones tienen cierta jurisdicción dentro de un ámbito de conocimiento, pero hay una tendencia a exagerarla, a veces sin ningún motivo.

Razones para llevar corbata

Ya he contado en esta página que llevar corbata es más propio de un muerto de hambre que de una persona con una profesión próspera y un futuro que labrarse. Sin embargo, no por ello debe pensarse que hay que evitar llevar corbata siempre que se pueda. Ese razonamiento es simplista, lo que realmente hay que evitar es ser una persona sin una profesión próspera y sin futuro en la vida.
En realidad, hay muchas ocasiones en que conviene vestir con corbata. He aquí una lista de motivos a favor de llevar corbata de vez en cuando:
1) La corbata disimula las manchas y las arrugas de la camisa. Aunque resulte paradójico, vistiendo con corbata se puede ir un poco menos arreglado.
2) La corbata sirve para limpiarse las gafas. Mucha gente lo hace. Es propio de cerdos y demuestra una absoluta falta de educación – y de sentido común, porque las corbatas, salvo que sean de lo peor, no se pueden lavar en la lavadora – pero a veces en la vida hay que dar señales de que uno es una persona de baja ralea y mejor hacerlo con un gesto que puede parecer inocente.
3) Hay que acostumbrarse a llevar corbata para los malos tragos que da la vida en que es inexcusable lucirla: peticiones de préstamos en el banco, entierros de familiares y amigos, bodas – sean estas propias o ajenas, juicios. Bastante malos son estos ratos como para encima ir vestido de forma incómoda.
4) Si queremos cambiar alguna vez de trabajo y no dar demasiado el cante con las visitas al médico – entrevistas de trabajo – hay que ir con corbata de vez en cuando, para que el día elegido no se note demasiado. Otra opción es guardarse la corbata en el bolsillo y ponérsela al salir del trabajo, pero la probabilidad de que acabemos con un nudo fatalmente formado es muy elevada.

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