The year of the car

Mis expectativas eran realmente bajas: no acabar en una silla de ruedas. Tenía todavía el carné provisional y ya estaba dispuesto a comprarme un coche. Y cuando digo dispuesto quiero decir que venía con las tareas hechas de casa. El mismo mes que me saqué el carné de conducir ya estaba dando volantazos sin un impertinente al lado que me salvara la vida con sus indicaciones.

¿Por qué me compré un coche? Uno puede ser un ferviente defensor del transporte público, de que los coches contaminan, de que es una compra económicamente injustificable. Pero qué duda cabe que saber conducir es una habilidad básica de la vida moderna, del mismo modo que saber algo de ordenadores o poder manejarse con el inglés. Porque me diréis que el inglés es más práctico que saber conducir. Mucha gente nunca se encuentra en una situación en que realmente necesite el inglés. No que sea práctico, sino que sea necesario. Es mucho más normal que uno sienta que, en un momento de su vida, le hubiera gustado poder conducir un coche.

Pero yo no quería tener un coche, vacilar de carrazo o cambiar mi forma de vida. Quería aprender a conducir, no ser un buen conductor, simplemente uno más. Por eso cuando me compré el coche tenía muy claro que iba a ser uno de segunda mano. Los objetos de segunda mano tienen la ventaja de que los sientes como menos tuyos. Y es importante no identificarse con los objetos, porque no es fácil controlar qué tienes tú y qué te tiene a ti. Un coche de segunda mano es un objeto rechazado por otro, venido a menos, con un pasado de felicidad que tú no has vivido. Lo tomas sin pensar tanto “es mi coche”, sino más en la línea de “es el coche”.

Para comprar coches de segunda mano cualquiera puede dar opiniones mejores que yo, a falta de conocimientos mecánicos elementales, y tras leer mucho por Internet, me quedé con algunas ideas generales. Lo primero es que si intentas conseguir el chollo del siglo ¡Lo puedes conseguir!, pero al mismo tiempo hay un factor de incertidumbre importante. Evitar riesgos vale dinero. Yo pagué bastante más del precio “de mercado” del coche pero a cambio de comprarlo de una persona conocida. Tenía claro que quería un coche que estuviera al tanto de revisiones, porque eso dice que el conductor lo ha cuidado y no ha pensado sólo en el gasto inicial. Que sabe que un coche tiene un mantenimiento mínimo que hay que pagar. Pensaba en comprar un coche “de chica” porque al final sabes que tienen menos kilómetros, menos burradas hechas con los amigos, menos aerodinámica y menos chorradas. Un coche modesto.

En resumen, para comprar un coche uno encuentra que hay una total disparidad entre oferta y demanda. Al menos en modelos intermedios. Uno está enamorado de su coche y no lo vende por menos de 6.000 euros. Va al concesionario y le ofrecen por él sólo 2.500 euros. El aspirante a vendedor se vuelve indignado ante la abochornante oferta. Lo pone en venta de segunda mano y se encuentra con que sólo le hacen ofertas muy a la baja. Hay una disparidad de precio del 50% que lleva a todo tipo de situaciones absurdas:

  • El vendedor indignado se queda con el coche y se plantea tener dos coches antes que malvender el antiguo.
  • El vendedor espera durante meses a que aparezca ese mirlo blanco que esté dispuesto a comprar el coche por un precio justo.
  • El vendedor sucumbe a la ley de la oferta y la demanda.
  • El vendedor se compra otro coche y lo deja al concesionario por lo que estén dispuesto a darle, por mísero que sea. Ya que pagan una miseria, por lo menos que sea una miseria sin papeleo.

En mi caso, yo fui el pardillo que hizo de mirlo blanco. Pero en ningún momento me sentí pagando mucho por poco. La misma persona que se ríe de mi forma de comprar segunda mano, luego se compra un coche de kilómetro cero en Alemania, se monta una historia tremendamente compleja, arriesgada y susceptible de acabar mal con tal de ahorrarse dos mil euros en un coche mejor pero que cuesta el triple que lo que costó el mío. ¡Me he ahorrado más que tú!

A la hora de comprar suelo ser mísero, pero en lo que nunca ahorro es en incertidumbre, en hacer de aseguradora. Porque prefiero pagar X por tener X, que pagar la mitad por tener X, con probabilidad del 50% ó 0, con probabilidad del otro 50%. No me gustan los gatos de Schrödinger.

El coche lo compré a través de una gestoría de esas que hay justo enfrente de las oficinas de tráfico. Para mi que fue una gran decisión. Me ahorré todo tipo de dudas, excursiones a trámites burocráticos y esperas – lo peor que te puede pasar en una compraventa es que esta se quede a medias y tú ya hayas pagado el coche entero – y tampoco fue por mucho dinero. De nuevo es la típica situación en que uno se ha gastado 5.000 euros en un coche pero luego piensa que pagar 150 euros a una gestoría es un robo a mano armada. Con este coche tuve suerte, porque ya habiendo terminado con la venta, la chica que la llevaba se dio cuenta de que en realidad el coche estaba a nombre de dos personas y que el vendedor tenía que traer a su mujer para que firmara o no hubiera sido aceptada por tráfico.

Y lo mejor de la gestoría es que sales de allí con papeles que acreditan que el coche es tuyo y que puedes conducirlo. Con todo provisional, el carné, el permiso de circulación y el seguro, vas conduciendo con más miedo que vergüenza. No vas sólo, porque te da miedo hasta abrir el coche, como para girar sin tener al menos a una persona que te diga que no, no te vas a matar.

Fue llegar a casa, aparcarlo de rebote justo enfrente de mi ventana y quedarme mirándolo luego desde casa, durante un largo rato. Ese coche era mío. Ahora tenía algo más de que preocuparme. Los gitanos que se subirían en el capó, los niños que me pintarían “Lávalo guarro” sobre el polvo del parabrisas. Los espejos retrovisores, que tarde o temprano me reventarían. Y el miedo perpetuo a olvidar algo ridículo entre los asientos y encontrarme un cristal roto por la mañana.

El primer día miré mucho tiempo a mi coche desde la ventana. Estaba preocupado por él, era como mi hijo, ahí fuera, sin que pudiera cuidarlo. Me levanté por la mañana, al día siguiente y ahí seguía.

Sin embargo seguí yendo al trabajo en metro. Porque no es lo mismo dar una vueltecita por ahí que enfrentarse a las míticas M30 y M40 de Madrid, en hora punta. A la despiadada lucha por una plaza de aparcamiento. Siempre de copiloto, estaba acostumbrado a no fijarme en las rutas, no sabía cuándo había una incorporación, cuándo tocaba ir pegándose a la izquierda. No sabía nada. El día antes de llevarme el coche por primera vez al trabajo no pude dormir, estaba aterrorizado, para ese día mis expectativas eran mucho más bajas: bastaba con no morir.

En perspectiva cometería todo tipo de errores. Sin el GPS, la mejor compra que he hecho en mi vida, no habría llegado al trabajo. Tal vez no habría podido volver a casa tampoco. El GPS es un invento increíble cuando no sabes nada, es como los subtítulos de las películas en inglés. Estás todo el rato leyendo sí, pero por lo menos te enteras de lo que pasa.

Los primeros viajes fueron desquiciantes. Me despistaba un segundo y se me había pasado la salida correcta, y tenía que desviarme hasta el quinto pino, donde había otra salida. Pero esta salida estaba llena de coches y nadie me dejaba acercarme al carril de la derecha. Me pitaban y me acababa rajando, me pasaba otra vez de salida.

Aún con GPS, y habiendo llegado casi sin ningún problema el primer día, a finales de la primera semana me encontré en medio de la ciudad, yo que sólo tenía que pisar las rondas de circunvalación, viendo todas las señales que iban hacia mi destino en el carril contrario, sudado, obsesionado con la vocecita de la chica del GPS que daba vagas indicaciones, llegando tarde al trabajo, donde no encontraría ya aparcamiento. Era una situación donde costaba mucho encontrar la calma.

Poco a poco fui haciéndome con la monótona ruta. La gente se reía de mí porque seguía el camino que recomendaba el GPS, camino que nadie haría porque era más lento que otro más hacker. Me aferraba a malo conocido como gato panza arriba. Y si el circular a 80 kilómetros por hora, cuando todo el mundo iba a otras velocidades y me esquivaba en un continuo y peligrosísimo para mí slalom, era de por si preocupante, los peores momentos los vivía a la hora de aparcar.

En la primera semana de tener el coche viví mis momentos más oscuros. La primera vez que aparqué lo hice en el espacio suficiente como para estacionar un autobús. Y lo mejor de todo es que en los diez minutos en que lo hacía, el coche que estaba al final del todo también se fue. Era casi como aparcar en un descampado. Aún así me costó dejarlo a medio metro de la acera. Todo esto aderezado con unos borrachos que estaban al lado descojonándose de mi y dándome indicaciones tan delirantes como las maniobras que yo hacía.

Aparcar siempre fue desagradable. Me daba cuenta de que lo hacía mal, tardaba mucho y era una maniobra del altísimo riesgo. En la primera semana le hice un tremendo arañazo al coche. Cuatro años con su dueño y ni un rasguño. Una semana conmigo y parecia una fragoneta de transportista. Y eso no fue todo, el arañazo ese lo hice al darle a otro coche, que no tuve el valor de quedarme a mirar cómo quedó. De eso no se vive pero realmente ha pasado mucho tiempo de todo esto y todavía me siento fatal pensando en ese pobre conductor que se encontrara el destrozo que le había hecho un hijo de puta como yo.

No puedo intentar justificar el haberme ido sin dejar una nota, pero quiero explicar la sensación de miedo en que vivía cuando iba con el coche. Vas por la calle y te puedes tropezar con una persona, puedes estar cerca de morir atropellado. Pero no tiene nada que ver con la sensación de miedo – y encima justificada – por tener una máquina enorme con la que puedes causar mucho daño a los demás. De que un error puede provocar un accidente, un gran destrozo. Que te tropiezas con cualquiera y no suele pasar nada, pero que en la carretera la gente pierde la cabeza y las reacciones de la gente son totalmente desproporcionadas, casi propias de tiempo de guerra.

El coche estaba desconchado, aparcaba de pena, conducía con miedo, estaba perdiendo peso a un ritmo que ya empezaba a preocupar. Los errores sin embargo disminuían a gran velocidad. Y es que es fácil mejorar cuando vienes de hacerlo todo mal. Es curiosa la cantidad de cosas que se pueden hacer mal en pocos segundos. Imagina que estás en un paso de peatones, antes de una rotonda. Van pasando los peatones y cuando es tu turno de salir estás despistado, te pitan, te pones molesto, resulta que tenías el coche en segunda, se te cala, arrancas de nuevo, estaba en segunda y se te vuelve a calar, pones primera, te pitan ya tres, vas a arrancar y el que estaba detrás te ha adelantado invadiendo el carril contrario, tienes que frenar para no darle, llegas a la rotonda y no te quieres parar. Pero tienes que hacerlo. Sin quererlo te quedas con medio coche dentro de la rotonda y medio fuera. Te pitan los que están dentro de ella y los que tienes detrás. Luego te metes y ya te da igual todo, sales de la rotonda asqueado y sin señalizar, ha habido un par de ocasiones en que te las has podido pegar, justo en los dos ratos en que estabas ya pasando de todo.

Pero la idea no es pintar todo lo malo que tienen los coches. Hay muchas sensaciones increíbles y que compensan todo lo malo. Me acuerdo de mis tiempos oscuros en que iba al Ikea a comprar y me volvía en el metro, con cuatro tontadas pero que parecía que estaba pasando el Estrecho, cargado como una mula. El viaje era interminable, molesto e infructuoso. Con el coche esa penosa experiencia era trivial, no era mucho mejor, era tan neutra, tan inocua que no te dabas cuenta de todo lo que te habías librado. Aparcabas a cinco metros de la puerta, cargabas todo lo que quisieras y más sin tener que levantar nunca nada de peso y luego hasta la puerta de casa. Era tan bueno, que no lo llegabas a disfrutar.

O la opción de irte un fin de semana sin un plan concreto y organizado. Sales con el coche porque hace buen tiempo. Apareces en Segovia, donde comes como un cerdo. O te plantas en un parque natural, no en el manido y masificado Retiro. O haces las dos cosas y te sobra medio domingo para lo que te de la gana. Sin coche, esas excursiones eran siempre molestas, viajes incómodos en autobuses con horarios incompatibles y que nunca te dejaban donde querías. Todo el rato mirando el reloj. Los viajes en coche tienen la enorme ventaja de que el tiempo cunde mucho más. Sin coche puedes ver dos cosas, con él puedes ver cuatro, comer donde quieras y encima estás mucho más descansado.

Fue pasando el tiempo, las experiencias se fueron volviendo más rutinarias. El GPS intentaba no usarlo nunca, más que saber aparcar, sabía dónde se podía aparcar y a qué horas. Aunque prometí que iría en coche al trabajo tres o cuatro veces en semana, ya iba todos los días y aunque los viernes tardaba mucho más yendo en coche, por los atascos que se formaban, lo prefería al asqueroso transporte público. Había pasado de leer tres libros al mes a leer un libro cada tres meses. Había engordado un poco, tenía un poco peor las cervicales, pero era algo parecido a una persona feliz.

Con las averías siempre estaba preocupado. No sabía cambiar una rueda, pero es que tampoco sabía mirar la presión de los neumáticos. Una vez que le puse gasolina al coche hice algo mal y se salió un borbotón que me manchó el pantalón – que quedó para tirar – y dejó un pequeño charco en el suelo – que no debía ser la cosa más segura. Cuando pensaba que le estaba cogiendo el tranquillo siempre pasaba algo que me recordaba que era mortal. Que me recordaba que no dejaba de ser un pardillazo.

Me robaron un embellecedor del coche, una rejilla, que llevó lo suyo encontrar por internet cómo se llamaba. Luego la pieza la compré online, con los típicos imprevistos de que te envían por error un tubo de escape, y cuando la tuve y la puse resulta que no encajaba perfectamente. Luego me di cuenta de que no era porque la pieza fuera falsa, sino porque al robármela me habían doblado los enganches. No hice mucho mal del hijo de puta que se la llevó, con sólo recordar mi fuga tras aquel fatídico aparcamiento en la primera semana. El caso es que puse la pieza y estaba rara y a lo mejor llegaba un día del trabajo y la veía medio salida y la ponía de nuevo bien y subía a casa con las manos sucias y esa sensación agridulce de cuando te has esforzado mucho en algo pero sabes que el resultado es muy flojo. Llegaría el día en que miraría y esa pieza ya no estaba, en uno de los viajes se había salido entera y la había perdido.

Volví a comprarla por internet y ya tenía una sensación de derrota. De nuevo no encajaba bien, esta vez me di cuenta que era cosa de los enganches. Probé todo y nada funcionó. Al final compré un pegamento especial, que lo único especial que tenía era el precio. Entre el pegamento y los enganches parece que se quedó bien, pero fue un trabajo de poca precisión, yo siempre veía algún chorreón de pegamento sobre el plástico y que la pieza no encajaba del todo bien.

Viví muchas experiencias con ese coche. Pasé la ITV, pasé una revisión gorda en que me cambiaron la correa de distribución. El hombre del taller sólo sabía hacer facturas a los que venían con el seguro a todo riesgo, cómo será el país y el dinero en B, cuando pienso que lo llevé al concesionario oficial de una marca que no era la de mi coche. Tuve que justificar ante el gerente, que era un conocido, que quería la factura y el IVA, aunque me costara más.

Después de un año tenía la misma sensación conduciendo que con la vida en general, que tienes mucho a tus espaldas pero que notas que no es suficiente, que siempre hay algo importante que todavía no sabes. Cuando tienes cierta edad sabes que ya todo es un aprendizaje lento y doloroso. Podía haber seguido conduciendo cinco años más, que seguiría yendo casi todo el tiempo por la derecha, aparcando con temeridad e incómodo cuando llevaba de pasajeros a mejores conductores.

El accidente

Fui el martes a lo de la ITV y había una fila infinita, me daban esperanzas de tener que esperar por lo menos tres horas más. Así que me volví a casa y pedí cita por Internet, que me dieron para ese mismo sábado. El coche estaba impecable, salvo por el molesto arañazo, ese memento mori que, aunque había prometido arreglar en cuanto pudiera y que me llevó a horas perdidas, buscando el color, dónde comprar la pintura, métodos de hacer chapuzas, etc., nunca llegué a arreglar. Había tenido que cambiarle bombillas al coche y una la había dejado medio torcida, con lo que la luz no iría del todo recta el día de la ITV.

Entre una cita y otra para la ITV, tuve un accidente. Se dice accidente cuando hay muertos y quieres parecer tremendista – como es mi caso – pero en realidad fue un golpe que se llevó mi coche. Los golpes lo bueno que tiene es que siempre te los dan. Todo el mundo no los tiene en cuenta a la hora de contar su historial negro con el coche. Nadie ha tenido nunca un accidente.

En mi caso, tuve mucho de culpa: iba como siempre, atento a la mitad de las señales y con el sol de frente. Me vi un semáforo en rojo cuando lo tenía justo encima y me paré en seco. Y el coche de detrás me dio un golpe.

Otra experiencia incómoda al volante. Tuve la suerte de que el otro conductor tenía seguro, no era étnico y no tenía permiso de armas. Cuando nos juntamos para rellenar el parte del accidente, mi contrario tenía claro que era culpa mía. Yo sabía que lo ocurrido había pasado en parte, o gran parte, por mi inadecuado frenazo. Pero el caso es que yo no iba a ceder en la razón por el algoritmo básico de la circulación, que si te dan un golpe por detrás la culpa es del de atrás.

Me sorprendió lo poco que le había pasado a los coches, casi nada. Mi coche parecía que tenía más un golpe dado aparcando que un encontronazo por detrás. Luego pasaría la ITV con una indicación de que la chapa no estaba perfecta. La discusión con el otro conductor fue en términos cordiales. Pusimos una consensuada descripción de los hechos, pero al final los seguros son estrictos. Uno de los dos tiene la culpa, cuando en realidad la teníamos los dos, tal vez en un 60%-40% o 70%-30%. Uno de los dos se tendría que pagar el arreglo – los dos teníamos el coche asegurado a terceros, yo no tenía un todo riesgo por la sencilla razón de que mi seguro básico costaba lo que un todo riesgo por no tener años de carné. El todo riesgo costaba casi tanto como el coche.

Luego volvería a pasar muchas veces por el sitio donde me había dado el golpe y siempre iba acojonado, pero sobre todo con la sensación de que no importa que sepas que es un punto peligroso, que es que dos metros más adelante te vuelve a poder pasar lo mismo. Y que el coche había respondido muy bien y que no había sido nada. Y que rellenar un parte es trivial, y que ya tenía otra experiencia más, tan desagradable como necesaria.

Y el ruido cuando oyes el ¡Clock! del impacto contra tu coche, los nervios, tener que salir a ver, tener que aparcar a un lado, todo el mundo mirándote. Me acuerdo que dormí fatal esa noche porque sabía que lo normal es que tengas secuelas en el cuello y que no lo notas hasta el día siguiente. Y que afortunadamente no lo noté tampoco al día siguiente.

Todo en el coche eran sensaciones contradictorias, muy positivas y negativas. La vida sin coche es muy sencilla, es como no tener hijos, todo mucho más fácil pero no necesariamente mejor.

Siempre se lee que el problema de un coche es la gasolina y sus precios pero a mi me parece como los que se amargan al tener que pagar el hosting de su blog, que cuesta 50 euros al año como mucho, y luego se tiran horas y horas escribiendo y eso no les parece suponer nada. En un coche el gasto de gasolina, salvo que hagas muchos kilómetros para ir al trabajo o que tengas un trailer, es ridículo comparado con todo lo demás. Al mismo tiempo me llamó la atención que era más barato ir en coche que en transporte público, siempre y cuando en la ecuación sólo pongas el coste de la gasolina.

El caso es que estuve con el coche casi un año justo. Lo iba a vender justo cuando me pasó lo del golpe y me encontré con la difícil situación de cara a la posible venta. Tenía muy claro que no iba a entrar en el juego del vendedor que no quiere vender. Le puse un precio muy bajo y un conocido estuvo interesado. No me lo compró sin más, y eso después de probarlo, lo que me confirmó que el precio era barato sin ser regalado, luego era un precio justo. Era una venta condicionada: tras leer muchas opiniones en Internet yo daba por hecho que el seguro me daría la razón, pero no sabía cuánto podía tardar eso. Tuve suerte de que el seguro arregló todo muy rápido, gracias a haber dado una versión conjunta por parte de los dos afectados. Me habían dado la razón y se lo comuniqué a este posible comprador, que a los pocos días me dijo que lo aceptaba, pero que lo compraba cuando estuviera arreglado. Yo que lo vi indeciso, pues barajaba varias ofertas y que andaba escaso de efectivo, le ofrecí una rebaja del 10%, sobre un precio ya bajo, si él se encargaba de tramitar el arreglo con el seguro y la compra se hacía de inmediato.

Me quité el coche de encima con un gran rebajón. Me dio una pena enorme. Todavía me la da. Pero solucioné el problema en tiempo récord. Miré precios de coches similares, le desconté el absurdamente costoso arañazo, tiré por lo más bajo y por esa cantidad lo vendí. Estaba dispuesto a regatear 10 euros pero no a esperar un mes a que llegara un comprador pardillo.

A las dos semanas de no tener coche volví a leer, volví a sudar en el metro, pero volví a una vida más tranquila. Fue una experiencia muy interesante y compleja. No he vuelto a conducir desde entonces. Echo de menos el coche y me alegro de no tenerlo.

Crepúsculo

Creía haber comentado en alguna ocasión anterior que durante el instituto era normal que te obligaran a leer libros. Era una tarea tan pesada para los estudiantes que algunos libros daban carta blanca: lee algún libro y haces un resumen. Mis amigos recurrían a mi conocimiento para preguntarme por las lecturas recomendadas: dime libros que sean muy cortos.

La Metamorfosis de Kafka, El viejo y el mar de Hemingway, El guardián entre el centeno de Salinger, Siddharta de Hesse, son ante todo, libros cortos.

Tan profunda fue la moda, que incluso se publicaron algunos libros que simplemente consistían en resúmenes de novelas conocidas. Uno podía leerse el resumen de Veinte mil leguas de viaje submarino y afrontar las preguntas del profesor sin demasiada caradura. La picaresca española es esa, siempre buscando la forma de cumplir con el mínimo exigido.

Ahora mismo, con Internet, todo esto es imposible. Hay resúmenes de cualquier libro en decenas de páginas. Pero sobre todo la Wikipedia ofrece unas sinopsis excelentes. Y es algo que uno debe aprovechar. Por ejemplo, pensaba yo en la tetralogía de libros Crepúsculo. Un éxito extraordinario en ventas, tanto por las novelas como por las películas. La autora tiene mucho mérito y merece mi reconocimiento. Me interesa saber algo más sobre esos libros pero, ni por asomo, estoy dispuesto a leer alguno de ellos. Me leo entonces los resúmenes de la Wikipedia.

Los resúmenes de la Wikipedia son a veces extraordinarios. Recuerdo que una vez quise saber cómo había terminado un Gran Premio de Fórmula 1 y no quise consultar al periódico porque esas noticias son absurdas, todo gira en torno a Fernando Alonso y a veces ni te dan el resultado de la carrera. La narración de la carrera en el artículo de la Wikipedia era casi como la de una novela, creo que ha sido la que más he disfrutado de toda mi vida. Es una pena que no recuerde qué carrera era, pero era una pequeña obra de arte.

Con Crepúsculo iba a lo burdo. Quería un resumen sencillito, en castellano. Quise caldo, me dieron dos tazas.

Las novelas son una historia de amor con vampiros. Eso lo sabemos casi todos. Pero, ¿qué más pasa?

Al parecer trata sobre una chica de instituto americano, que no tiene amigos porque es nueva, pero al mismo tiempo es la más guapa y simpática y buena de todo el centro. Aparte tiene el rollo ese marginal que hace que cualquier lector se identifique con ella. Le gusta un chico que tiene mucho de misterioso.

Finalmente, uniendo todos sus indicios: fuerza sobrenatural, rapidez, el hecho de que no se exponían al sol. Bella saca la conclusión de que Edward es un vampiro.

Surge una historia de amor peligrosa porque el chico, aunque está enamorado de ella hasta las trancas, es un peligro y en cualquier momento podría morderla, pues la cabra tira para el monte. Esta tensión es la que mantiene toda la trama de novelas. Aparte del hecho de que toda la familia del chico, y muchas otras de la zona, son vampiros, y a nadie se le atraganta un buen cuello. En particular hay un familiar de Edward, el vampiro, que intenta ir a por ella. En torno a esa búsqueda gira toda la primera novela.

La segunda novela, Luna nueva, introduce a un nuevo personaje. Edward el vampiro se ha alejado, para no ponerla en riesgo. Y aparece otro chico, que también le gusta a la protagonista, Jacob. Ella acaba dándose cuenta de que es un hombre lobo. Y resulta que los hombres lobo son enemigos acérrimos de los vampiros. Personalmente este giro, aunque es perfecto para extender la trama indefinidamente y crear un triángulo amoroso, me parece lamentable.

En este caso la mala es una chica que trata de hacerle la vida imposible y directamente matarla. Los hombres lobo y los vampiros la van salvando alternativamente.

En la tercera novela, Eclipse, se plantea el triángulo. Los dos chicos luchan por el amor de la protagonista, que tiene el empalagoso nombre de Bella. Aparte de por ella, pelean por ser personajes sobrenaturales antagónicos y por las luchas de clanes al estilo Montescos y Capuletos.

Al llegar Edward a la casa de Bella huele un olor a vampiro desconocido. Tomando esas pistas y las muertes que han ocurrido alrededor de Forks, se dan cuenta de que Victoria ha creado un ejército de neófitos para atacar a los Cullen y así poder matar a Bella.

En la cuarta novela, Amanecer, los dos protagonistas, Edward el vampiro y Bella, se casan y ella queda embarazada.

Bella se da cuenta de que esta embarazada pero su embarazo no es como los otros. Ella esta embarazada de un “híbrido” mitad vampiro y mitad humano el cual la esta matando por dentro al consumir su sangre y su energía… Bella acaba cogiéndole cariño al bebé aunque toda su familia (excepto Rosalie que lo quiere para ella) desea acabar con él.

Toda la trama va en torno a los riesgos para Bella, y para la niña, que al final nace y es un primor y todo acaba de color de rosa. La niña se llama Reneesme por si había alguna duda al respecto. Y Bella se convierte en vampiro no por mordedura, que habría roto la tensión de toda la trama, sino como parte del proceso de su extraño embarazo.

Frases latinas para tatuajes

Estaba guardando el enlace sobre un artículo de una frase latina y me sorprendió que el sistema sugería como palabra clave la etiqueta “tatuaje”, antes que ninguna otra. No había pensado que dentro de la inclasificable moda de realizarse tatuajes, los textos algo crípticos, como letras en lenguas orientales, tienen mucho éxito. Pero también las frases en latín, pues además son idóneas para escribirlas en esas chirriantes tipografías de tatuaje.

A pesar de que las frases latinas cortas y memorables se cuentan por cientos, en la cultura del tatuaje sólo tienen lugar unas cuantas, pues quieras que no el hecho de escribirse la frase tiene unas connotaciones para el que se tatúa. A veces.

Las principales frases, en una investigación superficial, son las siguientes:

Sobre el amor

  • Ama et fac qod vis. Ama y haz lo que quieras.
  • Omina vincit amor. El amor todo lo vence.
  • Amor ordinem nescit. El amor no tiene orden.
  • Odi et Amo. Odio y amo.

Sobre la valentía y el dolor

  • Carpe noctem. Aprovecha la noche.
  • Memento vivere. Acuérdate de vivir.
  • Dum spiro spero. Mientras respire, tendré esperanza.
  • Quis atterit mihi tantum mihi plantit fortius. Lo que no te mata, te hace más fuerte.
  • Veni, vidi, vici. Vine, ví, vencí.
  • Alea iacta est. La suerte está echada.
  • Cogito ergo doleo. Pienso, luego sufro.
  • Cedo maiori. Cedo ante lo superior.
  • Audere est facere. Atreverse es hacer.
  • Facta, non verba. Hechos, no palabras.
  • Per aspera ad astra. Hasta las estrellas, mediante el sacrificio.
  • Timendi causa est nescire. La ignorancia es la causa del temor.
  • Aequam memento rebus in arduis servare mentem. Acuérdate de conservar la mente serena en momentos difíciles.
  • Dura lex, sed lex. La ley es dura, pero es ley.

Sobre la personalidad

  • Aude sapere. Atrévete a saber.
  • Non sum qualis eram. No soy el que era.
  • Alis volat propriis. Vuelo con mis propias alas.
  • Cogito, ergo sum. Pienso, luego existo.

Los errores al escribir las frases, la mezcla de palabras latinas con las de lenguas vivas, el uso de frases de series de televisión, que no tienen historia alguna, todo eso hace mucho más interesante el tatuarse algo así.

Fuentes:
Latin phrases.
Latin quotes.
Yahoo Answers.
Yahoo Answers.
Latin Tattoos.

PIN

Los delitos de guante blanco son cada vez más fáciles gracias a las nuevas tecnologías. O más bien diría que, gracias a los avances tecnológicos, resulta mucho más fácil conseguir los mismos botines que en el pasado, sin tener que realizar ninguna acción violenta.

Un delito de guante blanco no tiene una condena más leve o causa menos daños que uno violento. Psicológicamente nos suelen causar un rechazo menor, aunque también desagrada la aparente cobardía del criminal que no entra en un cara a cara con la víctima.

Hace unos días detuvieron a Kawser Ali, un ladrón especializados en gimnasios. Y más que en gimnasios, en los de una cadena en concreto: Virgin Active(que también tiene presencia en España).

Más que un ladrón profesional, Kawser Ali se dio cuenta de algo bastante evidente. Los sistemas de seguridad por combinación numérica son ridículos. Y en esos gimnasios se congregaban dos puntos decisivos: las taquillas tienen seguridad por combinación y los clientes suelen tener bastante dinero.

El modus operandi del delincuente es bastante trivial, al alcance de cualquiera. Simplemente asistía al gimnasio como un socio más y en el rato que pasaba en los vestuarios podía ver fácilmente la combinación que los clientes introducían.

Es un riesgo con el que hoy en día todos estamos en peligro. Cuando introducimos el PIN para realizar una compra, algo que se ha convertido en rutinario por ser un requisito en todas las transacciones, no prestamos la menor atención al entorno que nos rodea y casi cualquiera puede ver nuestro número. Había costado conseguir que la gente tuviera cuidado en los cajeros automáticos, pero con los nuevos chips de seguridad, se ha perdido por completo una medida de seguridad básica.

En los gimnasios uno tiene la guardia aún más baja. Se dejan todas las pertenencias: móvil, llaves de casa y el coche, cartera, pendientes de un número de cuatro cifras que cualquiera te ha podido ver introducir.

Así, Kawser Ali robaba con una facilidad trivial. Y lo mejor de todo viene luego. La ubicuidad de los mismos sistemas de seguridad provoca que, al conocer el código de acceso a la taquilla, en muchos otros casos se sepan ya el código PIN de la tarjeta de crédito y el código PIN del teléfono móvil. Y si se tiene una casa de fantasía, también se puede saber el código de acceso o de la alarma.

De esta forma, este criminal más ingenioso que inteligente, conseguía botines cuantiosos. Aparte de los relojes de lujo, móviles, coches y carteras de sus clientes, en más de una ocasión pudo extraer efectivo de los cajeros al saber el PIN de la tarjeta de crédito.

Detenido sin ningún glamour policial, al seguir la policía la pista de las llamadas realizadas con uno de los móviles robados, llama la atención la sentencia judicial, que le condena a dos años de prisión. En ella, la jueza resalta que se aprovechó de la debilidad de la naturaleza humana que lleva a usar el mismo pin para diversos sistemas. Según se extrae de la sentencia, el aprovecharse de esta miseria en que todos caemos, es un agravante importante.

Tonto el que lo lea

Ahora que mi vida es lo más parecido a un drama griego, no se me ocurre otra cosa que recomendaros de entre los mejores artículos que he leído.

The Tinkerings of Robert Noyce. How the Sun Rose on the Silicon Valley
Gigantesco artículo que todo el aficionado a la informática debería leer. Escrito por Tom Wolfe en 1983, narra el contexto en el que nació Sillicon Valley y la cultura de las startups tecnológicas. Lo más sorprendente de todo es el papel que tiene Intel, una empresa que aún hoy en día, sigue a la vanguardia dentro de sus productos.

Meet Your Neighbor, Thomas Pynchon. Introducción a la figura enigmática de este escritor norteamericano. Sobre todo destaca por narrar que ese enigma no es tanto un deseo del autor, sino algo que se ha ido creando con el paso del tiempo, en parte por confusiones. El escritor sólo ha decidido seguir el juego, porque son todo ventajas para él. ¿Quién no querría ser famoso sin ser famoso?

El departamento de casos archivados de la Policía de los Ángeles. Un departamento creado para investigar casos antiguos que podrían ser fáciles de resolver gracias a los análisis de ADN y búsquedas de huellas dactilares. Ese departamento ha solucionado decenas de casos, muchos de asesinatos, décadas después de haberse producido, con los criminales viviendo en la esperanza de haberse librado para siempre de su condena.

En especial destacaría una cita a uno de los casos. Una chica llega a casa de su hermana y se la encuentra brutalmente asesinada. Sale corriendo a la calle, gritando. Veinte años después, esa horrorizada hermana comenta en una discoteca con un policía aquel caso. Ese policía decide echarle una mirada de nuevo. Tenían una huella dactilar no identificada. Ahora con una simple consulta a la base de datos se localiza al sospechoso. La policía lo cita en la previa a su detención. Los policías le dicen que es para hablar de una investigación. El tipo dice “¿Ah, es de aquel caso de hace veinte años?” Resulta que ese chico estaba en casa de un amigo el día del crimen y fue el que se tropezó con la hermana que corría gritando. Él fue el primero en entrar en la casa, tratando de ayudar. Cuando llegó la policía, sacó a todo el mundo de la casa. Tan cerca, pero no fue él.

Ted Bundy. Artículo de la Wikipedia de un asesino en serie de los más prolíficos y al que casi no pueden condenar por falta de pruebas e ineptitud policial. Después de su detención consiguió escapar y continuar su cadena de asesinatos, hasta que finalmente fue detenido de nuevo. Moraleja: no dejes que tus hijos descubran tu colección de pornografía antes de que cumplan los diez años.

Mi obsesión con un café y un donuts. Una frívola y entrañable historia muy común entre las personas que han vivido alguna vez en una gran ciudad. Quieres un producto, en este caso una combinación, y sabes que es posible encontrarlo. La búsqueda, obsesiva y compulsiva, de ese donut y un buen café por parte del autor, a través de todo Nueva York.

Bubble Boys. La vida, alejada de la realidad, de los jóvenes que entran a trabajar en empresas tecnológicas del Sillicon Valley. Como estrellas de cine, rechazan ofertas que harían llorar a comunes mortales. Trabajar en Google es demasiado poco. En un submundo tan excesivo, todos se creen con derecho a aspirar a ser el próximo Mark Zuckerberg (fundador de Facebook).

La historia de un ladrón de casas, de una habilidad portentosa. Un personaje de novela, criado en Gijón, acabó siendo el azote de la policía californiana, con sus robos perfectos durante años. Un enfermo del delito, vivía en forma muy modesta, simplemente guardando todo lo que robaba.

Match.com, desde dentro. El artículo se centra en lo bueno que es el nuevo algoritmo de compatibilidad de la empresa líder en páginas de contactos. Y eso es de por sí interesante. Pero aparte de eso, narra entre líneas algo que no se suele decir mucho de las grandes páginas. Y es que antes de salir “oficialmente” suelen rellenar con contenido de dudosa legalidad sus portales. Anuncios de otras páginas, contenido inventado. O como en el caso de Match.com, perfiles de todos sus empleados, sin importar si buscaban pareja o no. Por suerte o por desgracia para el fundador, su entonces mujer acabaría dejándolo por otro hombre que conoció a través de Match.com. Y ella se apuntó en la página porque él se lo pidió, para rellenar. Una ironía interesante.

Confesiones de un vendedor de coches. Un artículo muy largo, que trata sobre cómo un periodista se infiltra, trabajando durante un mes como vendedor de coches, para narrar las triquiñuelas desde dentro. Al final lo único que consigue es despertar ternura hacia las personas que se dedican a una profesión que es dura y poco valorada socialmente.

Orsai. Desde casa. Fascinante ver la visión de un argentino que, antes de la debacle, emigró a España. La situación se está revirtiendo. España es un país estancado, Argentina un mundo donde no dejan de surgir oportunidades. Las revistas que venden hacen más dinero en Argentina que en España. Una de las peores cosas que nos va a tocar entender a los españoles es esa pérdida de prestigio relativo en el orden mundial. Es muy difícil situarse en la realidad cuando esta va cuesta abajo.

Jubilación anticipadísima

Una lectura bastante interesante, por lo inusual de la temática, es el libro de Early Retirement Extreme (jubilación anticipada extrema). En él, el autor trata de crear una guía de los pasos necesarios para poder jubilarse a una edad muy temprana. Pero ante todo lo que acaba mostrando es su inusual forma de vida, cómo llego hasta ella y la justificación filosófica que la sustenta.

Normalmente las personas que viven al margen del sistema, salvo cuando lo están porque este no les ha dado ninguna facilidad, ofrecen una imagen muy diferente a la de este escritor. Suelen defender una cultura de “lo alternativo”. Uno piensa en fumadores de porros, aspirantes a comuneros, trenzadores, artesanos de baratijas y percusionistas. Naturista, ecologista y vegetariano.

Está claro que esto no es más que un estereotipo y que por lo tanto es de por si fallido. Pero cuando uno ve esas congregaciones de personas que se muestran “al margen del sistema”, los que llaman la atención son los que llevan ese aspecto. Entre los que nunca te fijarías, se encuentra Jacob, el autor de este libro.

Otrora un físico que trabajo en puestos de razonable responsabilidad e importancia, el autor decidió jubilarse lo antes posible, nada de 65, 67 o una generosa jubilación a la Telefónica, con 50 años. Él se planteo la jubilación cuando tenia menos de 30 años y su objetivo era conseguirla en apenas cinco.

La lógica matemática dice que para conseguir esto, si quieres mantener tu nivel de vida, tienes que tener ahorrados cerca de un millón de euros que, invertidos a un tipo de interés razonable, y con un riesgo mínimo, dan el equivalente al sueldo medio. Hay ya algunos libros y artículos al respecto. Si quieres jubilarte, sólo tienes que conseguir esa cantidad de dinero y mantener tu tren de vida actual (nada de comprar ostentosos Ferraris o tendrás que trabajar tarde o temprano).

Jacob le da una vuelta de tuerca al tema: si bajas tu nivel de vida, las necesidades de ahorro descienden drásticamente. Es decir, que si ahora vives con un sueldo de 20.000 euros al mes – que no se enfaden los millones de parados o los extranjeros que vean esa cantidad desorbitada – y mas o menos tu nivel de gasto se corresponde con esos ingresos, si consiguieras acostumbrarte a vivir con la mitad de esos ingresos, algo que mucha gente se ha visto obligada a hacer por la crisis, tus necesidades de ahorro para conseguir esa jubilación no serian ahora de 500.000 euros, sino de mucho menos. Y en cuanto mas austero sea tu modo de vida, menos dinero necesitas tener en el banco para poder vivir el resto de tu vida sin tener que trabajar.

En su blog, el autor del libro cuenta que el es capaz de vivir por unos 5.000 euros al año, sin vivir de lo que encuentra en las basuras, depender de un piso de protección social o de ningún tipo de ayuda social. Una vida muy modesta pero parecida a la que tenemos todos.

Mejor que el libro, tal vez, sea leer su blog, que abunda en artículos muy interesantes sobre su forma de pensar en numerosos aspectos de la vida cotidiana. Un detalle importante de la filosofía del autor es que no se opone al dinero, ni es un radical en ningún aspecto. Tiene una visión pragmática admirable. Seguramente mantendría el mismo modo de vida que todos nosotros si pudiera permitírselo, salvo algunas modificaciones inexcusables. Pero como quiere no trabajar, porque trabajar es normalmente algo muy desagradable y que nos consume a todos, pues ha optado por todos esos recortes.

Para entender su modo de vida, basta con fijarse en su propio libro. Lo ha editado él mismo, tanto en formato físico como en digital. El libro digital lo vende en Amazon a unos 10 dólares y yo lo he comprado. El libro físico cuesta unos 20 dólares. Aunque Jacob es un defensor del trueque, del dar cosas a cambio de nada y de vivir de forma barata, no regala su libro. Y el precio de 10 dólares esta lejos del precio “recomendado” por los defensores del todo gratis, en torno a los dos-tres euros (mejor dólares, ¿No?).

A pesar de tener una pagina de bastante éxito, su libro ha vendido unos 4.000 ejemplares, que le habrán reportado un beneficio de unos 10.000 dólares como mucho. Puede parecer que es mucho dinero, sobre todo para alguien que puede vivir con ese dinero durante más de un año. Si lo hubiera vendido mas barato, tal vez habría conseguido mas ventas, pero no mas ingresos. Si lo hubiera regalado, quizás hubiera tenido 50.000 descargas o 100.000 o 1.000.000.000. Ahora bien, en un mundo de todo gratis, eso no significa nada. No se traduce en lectores reales, en potenciales simpatizantes de su forma de pensar. Esa cifra de descargas es un numero indeterminado, infladísimo, de significado incierto. Pero tener a 4.000 personas que han pagado 10 dolares es algo real y concreto. El autor no busca enriquecerse – no podría, con un libro así – pero tampoco quiere inflar su ego creyendo que tiene a un numero de simpatizantes que no es real. Jacob se ha movido en un terreno deslizante: su libro es barato pero no esta regalado. Ha intentado evitar los intermediarios para maximizar su beneficio. Pero al mismo tiempo, consigue algo de dinero que se supone que no necesita.

Y es que uno de los pilares de la forma de vida propuesta por el autor, es que uno debe cambiar la mentalidad, pasar de ser un “asalariado” a pensar en forma mas emprendedora. El libro es una forma de obtener ingresos, por tiempo idefinido. Muy modestos, pero continuados en el tiempo. Trabajando, trabajas hoy para cobrar el sueldo de hoy. Lo que hagas en el día no tendrá ninguna transcendencia en el futuro para tu bolsillo.

Al mismo tiempo, el autor no trata de defender una cultura de la inactividad. Aunque dispone y disfruta de muchas horas de ocio, también se esfuerza en tareas productivas que le resultan gratificantes, como ha sido la escritura de ese libro, o el mantener su blog y foro. Que yo sepa no tiene conocimientos ni interés en la fabricación de pulseras o en desarrollar el virtuosismo tocando el tam-tam.

Mucha gente se encuentra con un modo de vida similar al defendido por el autor por pura necesidad. Los parados, tarde o temprano, empiezan a adaptar sus patrones de comportamiento a la existencia de un sueldo pírrico. Los becarios y dudosos beneficiarios de un primer empleo, tratan de integrarse en una vida normal con una economía de guerrilla. La vida da muchos palos y siempre es bueno estar preparado para recibir otro, saber ponerse en una situación así: como vivir si no tienes ingresos o apenas si los va a tener.

Gran parte del esfuerzo del libro trata de demostrar el absurdo que supone vivir de trabajar para otros. Aunque algo exagerado, en muchos puntos acierta por completo, sobre todo cuando uno reflexiona sobre hasta que punto el hecho de trabajar tantas horas condiciona el resto de nuestro vida. ¿Quién no se ha comprado el coche pensado en el trabajo, en si es fácil o no aparcar o si tiene que hacer muchos kilómetros? ¿Quién no elige los colegios, los gimnasios y hasta los amigos en función del trabajo? Se corre por la noche no porque sea lo idóneo, sino porque es cuando se vuelve de trabajar. El numero de hijos que una pareja tiene depende ante todo del trabajo de cada uno de ellos, y no de que sea mejor o peor, sino de las horas de ocio que facilite. Se come y se duerme en función del trabajo.

Muchos llegamos a un momento de hartazgo de ese sonar del despertador. La mayoría opta por jugárselo todo a la carta de la lotería, sin verdaderas esperanzas pero con la resignación del que al menos lo ha intentado. Jacob plantea una forma alternativa e interesante de vivir. Lo interesante de su sistema es la conjunción de ideas “alternativas” sin entrar en el kit de ser un antisistema, anti-higiene, vegano, defensor del comercio justo y fanático de las energías limpias.

Precisamente la forma de vida de Jacob es perfectamente posible en tanto en cuanto sea minoritaria. Si todos hiciéramos lo que él, el sistema se vendría abajo. Su forma de vida recuerda a los que subsisten de ayudas sociales. Son pocos, tienen casa, algo de comida, sin tener que esforzarse. Teniendo resuelto el problema del techo, vivir es la cosa mas barata del mundo, ni siquiera hace falta recoger cobre abandonado o robar teléfonos móviles.

Porque el modo de vida propuesto es razonable: no intentes ser clase media en un mundo en el que para serlo se te exigen unos niveles de consumo determinado (ropas de marca, coches, ipads, móviles) sino teniendo necesidades y lujos cubiertos. Una casa donde vivir, luz eléctrica, agua corriente, comida caliente y sana. Lo que hace 20 anñs se llamaría clase acomodada.

De entre todos los gastos a controlar, el mas importante de todos es la vivienda. No importa si compras o alquilas, tus gastos mensuales mínimos van a estar condicionados casi en su totalidad por lo que gastes en vivienda. Así, promueve que uno sea lo mas morigerado posible en la compra o alquiler de la casa. Eso si, evitando vivir en lugares ruinosos o penosamente comunicados. Porque vivir en el quinto pino es trasladar los gastos de la casa hacia el coche. Desvestir a un muerto para vestir a otro.

Jacob vive en una autocaravana, que esta aparcada en un camping y sin intención de moverse. Lo hace porque vive en San Francisco – ciudad idónea para estos tipos de vida alternativos – pero que también es una ciudad bastante cara. Pero para el lo ideal es tener una casa de un solo dormitorio. El tener varias, para posibles invitados, o tener varios baños para situaciones hipotéticas que se dan cada mucho tiempo, es un gasto que, haciendo la cuenta, nunca compensa.

Dependiendo de donde se vida, puede ser totalmente innecesario el tener un coche. Y si se tiene, procurar que sea uno pequeño, barato y robusto.

De los siguientes gastos a tener bajo control, el mas alarmante son las salidas a comer fuera. Algo muy común en España, la muestra principal de que ese es el pozo sin fondo del dinero “extra” o los lujos que merecemos, es ver como la gente que se compra una casa se ve obligada a dejar de salir y sufre duramente los primeros meses de tener que comer siempre en casa. Lo cierto es que casi todo el mundo gasta en comer fuera “todo lo que puede”. Si uno se resigna a limitar extremadamente las salidas, los gastos se minimizan en forma dramática. En la misma linea de gasto se pueden incluir los viajes, algo en lo que se puede llegar a gastar todo el dinero que se ahorra durante el año.

Finalmente Jacob lanza la alerta ante el modo de vida consumista. Muchos cambiamos de móvil cada año, el vestuario se renueva continuamente. Un abrigo por temporada, un café aquí y allí. El mundo nos ha condicionado a una forma de vida en que continuamente estamos gastando en comprar, lo que se nos ha roto, se nos ha quedado obsoleto o nos aburre seguir viendo. Si quieres seguir su modo de vida, tienes que orientar tu vida hacia un mundo donde comprar no es mas que una necesidad puntual. Para ello apunta a dos posibles vías: tener las menos posesiones posibles, para desvincularnos de los objetos que nos atan mas que darnos libertad, y evitar comprar barato pensando en comprar dos veces.

Aunque tratándose de una personalidad alternativa, lo que uno esperaría seria que viviera con taparrabos o camisetas del Che Guevara, el escritor promueve la compra de ropa de calidad – que no de marca – pensada para que dure muchos años. Resulta grotesca e interesante su defensa de los trajes de lana, que pueden durar toda la vida. Hoy en día se piensa que solo hay que llevar traje en bodas, funerales, o por cuestiones laborales. Justo un defensor de la vida sin trabajar, aboga por una prenda que suele durar décadas. Pero en la misma linea sugiere comprar un buen abrigo, aunque sea caro, o buenos zapatos. Si no te preocupan las modas, intenta que la ropa te dure mucho tiempo.

Y para que sirve tener tanto tiempo libre? Muchos de los que mas amargamente se quejan de tener que trabajar, suelen afirmar que se aburrían estando en casa en los periodos de baja por enfermedad. Si no echas en falta tiempo libre, esta claro que este modo de vida, o algunas muy buenas ideas que se pueden aprovechar de el, no es para ti. Pero si te gustaría hacer tantas cosas, que no tienes tiempo para ellas, por que no reflexionar un poco sobre todo esto? En el tiempo libre, las horas y horas que a menudo perdemos, se puede:

  • Aprender muchas cosas que siempre se quisieron saber
  • Leer
  • Cocinar todo lo que se coma, abandonado las comidas preparadas que ahorran tiempo
  • Hacer ejercicio con mas libertad
  • Vivir de una forma mas natural y cumplir el mitico sueno de comer tus propios tomates
  • Trabajar para ti: ser tu ninera, el profesor particular de tus hijos, tu limpiadora. Todos esos trabajos que nos obligan a gastar dinero en poder ganar dinero, mientras estamos trabajando.

En cualquier caso, es fundamental tener una actitud activa ante el dinero. Parece que trabajando mucho se preocupa uno mas por el dinero, cuando es todo lo contrario. El trabajar tanto no lleva sino a tener una actitud algo irresponsable: todos los meses hay un ingreso en la cuenta, y siempre por la misma cantidad. La vida puede ser maravillosa. Sin embargo, si tienes un puñado de dinero ahorrado, y te toca invertirlo, tienes que tener mas cuidado, tienes que pensar qué haces, qué no haces, y sobre todo, si lo inviertes de una forma u otra.

Muchos dirán “esto no es para mi”. Pero la verdad es que el mundo en el que vivimos pone a muchos en situaciones “que no son para ellos” y ante ellas hay que estar mínimamente preparados. Es este una especie de libro de supervivencia, orientado a la vida urbana. Un libro en el que el autor ha explicado su forma de vida, lo que el es. Mucho mejor que tantos otros donde se trata de parecer lo que no se es.

Ordenadores y ajedrez en 1985

Gary Kasparov, en su reciente libro sobre sus enfrentamientos por el título mundial con Anatoly Karpov, menciona sin más detalle una de sus primeras experiencias contra ordenadores:

A finales de mayo llegué a Hamburgo, donde vencí en mi match contra Hübner 4,5-1,5 (3 ganadas, 3 tablas), di una simultánea de cinco horas contra computadoras de ajedrez (32-0) y tuve una larga entrevista con la revista alemana Der Spiegel, que financió la gira.

Indagando un poco al respecto se pueden ver online algunas de esas partidas:
Garry Kasparov vs Superstar 36K
Garry Kasparov vs Superstar 36K

En la primera de ellas, la máquina es abierta en canal como cerdo en matadero. En la segunda, la lucha por la victoria es mucho más compleja y difícil para el futuro campeón mundial.

Sin conservar la partida citada, Kasparov menciona en un interesante artículo de Chessbase, de donde se han tomado las fotos que muestro, las dificultades que le opuso una de las máquinas:

Llegado a un punto, me di cuenta de que estaba deslizándome en terreno pantanoso en una de las partidas, contra uno de los ordenadores de la marca “Kasparov”. Si esa máquina ganaba o aunque tan sólo empatara, la gente lo primero que diría es que me habría dejado la partida para llamar la atención de la empresa, así que intensifiqué mis esfuerzos. Eventualmente encontré una forma de engañar a la máquina con un sacrificio que esta no debía haber aceptado.

Sería muy interesante poder ver esa partida, en la que el mismo Kasparov reconoció que probablemente estaba perdiendo, ya en 1985.

Los personajes que se ven en segundo plano, encargados de las máquinas, tienen toda la pinta de usuarios avanzados de Unix, en la segunda foto se ve a uno que es idéntico a Dwight Schrute, el personaje de la serie “The Office”.

Si pagan los ricos


No es mi crisis. Dicho de muchas formas diferentes, el mensaje es que ante los problemas a los que se enfrenta el mundo actual, hay vencedores y vencidos, pero también tiene que haber inocentes y culpables.

Lo bonito de que la culpa de la crisis la tengan los bancos es que no tengo que gastar mis energías en tratar de entenderla. No tengo que corregir ningún comportamiento. Lo tienen que hacer ellos. Y se les debe castigar por sus excesos.

Que paguen los bancos y los más ricos. ¿Pero cuánto tienen que pagar ellos?

Amancio Ortega, el español más rico y uno de los diez más ricos del mundo, tiene ahora 21.000 millones de euros. La segunda persona más rica de España está a años luz de su fortuna. Si desposeyéramos a este rico, probable culpable de la crisis, de todo lo que tiene, se podrían pagar muchas ayudas sociales. Al mismo tiempo, España tiene unos cinco millones de parados. Con el dinero de Ortega se le podría dar 4.200 euros a cada uno de estos parados. La famosa ayuda de los 400 euros durante diez meses.

Si vamos a por el segundo más rico, Isak Andic, tenemos otros 6.100 millones de euros. Da para pagar la ayuda otros tres meses. Con la fortuna personal del décimo español más rico, Emilio Botín – la imagen demonizada de la crisis – se podría pagar 200 euros a todos los parados de España. Una vez.

Cifras superficiales, seguramente erradas, pero que dan un alcance de hasta qué punto el argumento “que paguen los ricos y se mantengan las medidas sociales” sólo queda perfecto en pancartas.

Consider including

Una de las facetas más extrañas de Gmail, el sistema de correo de Google, es que cuando redactas un correo, o respondes a una persona, te sugiere una lista de otras personas a las que incluir en dicho mensaje.

Esta faceta es molesta, provoca envíos erróneos que pueden causar muchos problemas. Me parece poco útil. Pero sobre todo la implementación se me hace poco afortunada, es algo propio de un proyecto universitario, no tiene calidad por ninguna parte, ni estética ni en los nombres que propone. No me gusta, como a miles de personas, y aún más, me parece que daña la imagen de Google con un algoritmo de barrio.

Si escribo a A y me sugiere a las personas B, C y D, y una y otra vez desestimo esas sugerencias. ¿Cuándo llegará el día en que deje de hacerlas? Si he intercambiado 20 mensajes con una sola persona en el mismo día, ¿Qué sentido tiene que me proponga incluir a cuatro personas aleatorias con las que intercambié un mensaje una vez, y hace semanas?

Lo peor es que entre esas sugerencias propone personas que vienen de mensajes enviados a cuentas diferentes. Si yo administro los correos de este dominio y al mismo tiempo gestiono una tienda en Ebay a través de otra cuenta de correo (algo que se puede y suele hacer con Gmail) no es muy lógico que me sugiera que escriba con la cuenta de correo asinorum.com a personas a las que nunca he escrito, sino con la cuenta de Ebay.

Un algoritmo mucho más sencillo a la hora de realizar sugerencias, con un porcentaje de aciertos muy superior al de Google: nunca sugerir nada. El 99.9% de los correos son a una sola persona o a un grupo de personas mediante una respuesta, a veces un correo antiguo al que se le modifica el asunto. El “consider including” (considera incluir) se muestra cuando la mayoría de las veces no se va a usar. El hecho de que se muestre siempre es una muestra más de que al producto le falta un buen hervor.

Molesta funcionalidad que sobre todo demuestra poca profesionalidad en el proceso de implementación.

Call Center indio

Hace una semanas estaba circulando por Internet un artículo narrando la vida de los que trabajan en los centros de atención telefónica de la India.

Alejado de la romántica visión del mundo plano que daba posibilidades para todos, la realidad es que estas aparentemente benévolas profesiones del primer mundo para trabajadores del segundo son una ratonera para todo el que trabaja en ellas.

Atrayendo a los alumnos más brillantes de las universidades, que encima tienen la opción de terminar sus estudios mientras ganan un buen sueldo, la realidad es que cuando llega el momento de abandonar ese trabajo, no hay alternativas reales suficientes. Muchos tienen que elegir entre pasar a cobrar menos, por un empleo supuestamente mejor, o aceptar que ese será su trabajo para siempre, independientemente de para lo que se hayan preparado.

Los servicios de atención al cliente deslocalizados han caído en total desgracia. La mayoría de las compañías empiezan a anunciar que sus servicios de atención al cliente están en el propio país, como forma de mostrar mayor calidad. Sólo quedan las empresas que miran las cuentas al céntimo o las que no tienen dinero para volver a montar una estructura tan costosa y compleja.

De ese artículo hubo una cosa que me llamó mucho la atención. Los trabajadores indios son continuamente insultados y despreciados por los clientes ¡No quiero hablar con un paki (de pakistaní)! Forma parte de la rutina de trabajo. Es atroz que un gañán de Dakota del Sur hable con un ingeniero, economista o médico indio y el gañán se sienta despreciado por el acento y aparente miseria humana de su interlocutor.

Y así, los trabajos que se realizan en un call center son muy diferentes. Como un guarda de seguridad, que nada tiene que ver estar en un polígono industrial, en un museo, en el Zara o en una discoteca. Para estos trabajadores los más desagradables puestos son los de atención al cliente y soporte técnico. Y los mejores, los de fraudes y engaños (phishing). Y es que el mejor trabajo, no siempre es el más digno. Una jornada de ocho horas, tratando con molestos clientes de ADSL, destroza la autoestima. Pero pasarte el día llamando a la gente para decirles que le ha tocado un premio, que el gobierno les va a conceder una subvención, sólo a cambio de que te den sus datos personales, es como sentirte Papá Noel.

El repugnante phishing genera alguno de los mejores puestos de trabajo que se están externalizando a otros países. Brutal.