El pacifista

Haz el amor y no la guerra.
Ante semejante disyuntiva, parece que sólo un idiota estaría a favor de las guerras. Y así se entiende casi en cualquier contexto. Yo estoy a favor de la paz. De solucionar los conflictos por medio del diálogo. Estoy en contra de las invasiones ilegales de países.
Son opiniones de salón, de estar hablando de un país en guerra a miles de kilómetros, mientras uno piensa en qué cenará esta noche. No tienen ninguna validez.
La postura pacifista, la más lógica y deseable, se ha acabado convirtiendo en una opinión vacía de contenido. No expresa nada en sí misma. Si dices que estás a favor de la paz entre israelíes y árabes no estás diciendo nada concreto.
Es como decir que ojalá los perros no se murieran con veinte años, ojalá los coches no contaminaran, ojalá nunca perdiéramos la ilusión, ojalá nadie tuviera que trabajar para vivir. Son opiniones casi infantiles porque anhelan un deseo sin mencionar para nada los medios de conseguirlo.
Desear lo imposible es una enorme pérdida de tiempo y energía. Si todo el mundo pensara como tú desaparecería el mundo. Hay que ser realista, hay que pedir lo imposible. Todo está lleno de frases que suenan muy bien pero que no dicen nada.
II
La guerra es una medida extrema a la que se llega cuando muchos otros cauces (a veces no todos) se han agotado. A nadie le gusta entrar en una guerra. Los políticos tienen que ir a los entierros y hacer frente a las familias de las víctimas. Casi sólo se pueden dar malas noticias. Mueren los soldados y los mandos. El presupuesto de defensa destroza las cuentas del Estado. Y todo eso si tienes la suerte de que la guerra sucede fuera de tu territorio, porque de lo contrario, es una absoluta calamidad.
Pero aún asín las guerras siempre han existido y tal vez siempre existirán. ¿Es razonable creer en un futuro sin guerras? En mi opinión es una postura que no ayuda en nada, tal vez si acaso a dormir mejor por las noches. Pero es como comprar un décimo de lotería y creer que por qué no va a ser el nuestro el afortunado.


Sobre la guerra de Irak la postura generalizada es de negación. Yo estaba en contra de esa guerra. Fue una guerra ilegal. Todas las guerras son malas. Lo hicieron por el petróleo. Para mucha gente es imposible argumentar sobre el conflicto bélico de Irak porque descartan todo diálogo antes de empezar.
Para los pacifistas irracionales la solución menos mala es la retirada incondicional e inmediata. Sería lo más parecido al fin de una guerra. Haz el amor y no la guerra. Que se marchen los soldados.
No digo que esta no sea la mejor solución para Irak, aunque no lo creo. Pero lo que estoy tratando de decir para muchos que así lo dicen no es ni una opinión ni un pensamiento. No es más que un deseo que roza lo irracional.
En Estados Unidos se suscita un debate muy interesante sobre cuál es la forma menos mala de salir de Irak. En España sólo nos llegan los ecos de lo que opinan los principales políticos americanos. Aquí estamos en contra de la guerra. Fin del argumento.
III
Hay que tener cuidado con esas posturas vacías, no de cara a los demás sino ante nosotros mismos. Creo que debemos evitarlas porque de lo contrario nuestra personalidad queda menguada; dejamos de tener opinión.
Estás en contra de las guerras. ¿De qué guerra? ¿Todas? ¿Sabías que si Francia y Rusia no se hubiera opuesto a los ejércitos de Hitler nos habríamos ahorrado la Segunda Guerra Mundial? ¿Que si no hubiera sido por la Guerra de Independencia ahora España podría ser una posesión francesa? Quién sabe si todo eso no hubiera resultado beneficioso en términos generales. Pero está claro que la ausencia de guerras tiene consecuencias que pueden resultar muy desagradables.
Un caso interesante que muestra el sinsentido del pacifismo vacío es el de Conchita (Concepción Martín Piccioto, Connie para los americanos), una mujer de origen gallego que lleva casi treinta años acampada frente a la Casa Blanca, en Washington, protestando por la política de los sucesivos gobiernos.
Aunque la historia de Conchita es un ejemplo de resistencia, fuerza de voluntad y sacrificio, también es un claro caso de persona demente. Originalmente se emplazó ante la Casa Blanca para protestar por una sentencia de divorcio que consideró injusta, por cuanto perdió la custodia de su hijo. Con el tiempo la protesta original fue erosionándose y adaptándose hasta convertirse en una oposición a las guerras, a las armas nucleares, a la corrupción.
Su agridulce figura quijotesca es una piedra en el zapato para los gobiernos. Pero no aporta nada. Es nihilista, no defiende alternativas mejores u opciones plausibles. Simplemente dice lo que no quiere, sin preocuparse de si es viable o no. Si Estados Unidos destruyera todo su armamento mañana estoy seguro de que el mundo sería mucho peor que tal y como lo es hoy en día. Otra cosa es que todos los países lo hicieran simultáneamente. Pero me quedo con el mundo de robots que hacen todo el trabajo mientras las personas pueden quedarse en casa descansando. Es menos utópico.