Hacerse puta

Hace pocos días salía la noticia del aumento de estudiantes universitarias en Reino Unido que ejercían la prostitución. La noticia daba mucho de sí. Partía de un estudio que mostraba una progresión en el número de estudiantes que decían conocer a otro estudiante que ejercía la prostitución. Se había pasado de un 4% en el 2000 a un 6% en el 2006 hasta cerca de un 10% en el 2011.

Todo con enormes grados de incertidumbre, hasta el redondeo del porcentaje final. Aunque las conclusiones eran muy atrevidas, pues pasaba del hecho del número de personas que conocen a alguien, a suponer que el número de prostitutas iba en un crecimiento proporcional.

A mi la estadística me pareció ridícula e insostenible. Hoy es más fácil que nunca saber sobre la vida privada del resto de tus compañeros de estudio. Así, con la aparición de Facebook, saber si una antigua compañera de clase fue prostituta, es más fácil que en 2000 o en 2006. Pero es que en realidad bastaría con que hubiera una sola estudiante prostituta en toda la universidad, y que se anunciara abiertamente, para que todo el mundo la conociera. En tal caso, la estadística sería grotesca: el 100% de las estudiantes son putas.

El estudio se ha estirado en tanto en cuanto son números inasibles. Mi principio que dice que nadie se quejará de cualquier estadística que muestre porcentajes por debajo del 10%.

Sobre la prostitución creo que hay un error enorme de base y es pensar que la demanda para esta profesión tan antigua es infinita. Cuando era joven, a un estudiante descarriado siempre le quedaba el camino del ejército – y hacen pruebas que no todo el mundo pasa, especialmente con el consumo de drogas. Era una especie de consuelo, saber que por muy mal que te fuera, ahí quedaba algo, por poco que gustara.

Para las mujeres, quedaba la vía de fregar escaleras o la prostitución. Hoy en día está claro que no hay apenas trabajo de mujer de la limpieza. Y lamento informaros de que tampoco hay tanto trabajo de prostituta, o que cualquiera pueda dedicarse a eso sin más. Bueno, por poder, todas y todos podrían. El problema es que encuentres clientes como para que te compense económicamente. Puede que hacer el amor con un borracho de aspecto miserable no esté pagado. Pero pasarse ocho horas en una esquina, pasando miedo, frío y sin uno solo cliente, eso sí que no está pagado. Y literalmente hablando.

Dando por bueno el primer estudio que he encontrado sobre España, el 32% de los hombres ha recurrido alguna vez a la prostitución. Ahora bien, eso no quiere decir que el 32% de los hombres sólo se acueste con prostitutas. Por sentido común, una gran mayoría de esos hombres sólo habrá accedido ocasionalmente, y no es por salvar al género, aunque sólo sea porque no andan sobrados de dinero. Sin base científica alguna, voy a suponer una de esas reglas de que el 10% de los clientes usa el 90% de los servicios. De ser eso cierto, prácticamente el 30% de los hombres tendría encuentros muy ocasionales, mientras que hay un 3% que es que no para.

Ahora bien, no parar ¿Cuánto puede ser? ¿Contratarlas diariamente? Al final da igual. A lo que quiero llegar es que no no hay, que yo sepa, una demanda no satisfecha de hombres que no se van de putas porque no haya suficientes. Es una profesión, hay las que hay, y por cada nueva aspirante al trabajo, alguien va a acabar perdiendo dinero.

En estos tiempos de crisis muchas mujeres han vivido la triste experiencia de darse cuenta de que ni siquiera con la prostitución se puede conseguir mucho dinero, o suficiente dinero. Y no es por aquella brutalidad de “no valer ni para puta”, sino simplemente porque no se mueve tantísimo dinero. Sí, se mueve muchísimo, pero no es algo infinito, no es un llegar y topar. Ya hay cientos de miles de mujeres dedicadas a eso, 360.000 según dicen aquí, mucho más razonable pensar una cantidad sensiblemente menor, unas 100.000. Y para hacerse una idea de lo grande que es ese número, hay que pensar que hay el doble de prostitutas que de taxistas.

Una profesión que a nadie atrae, pero además donde no atan a los perros con longaniza y que para colmo tiene una demanda totalmente contraída. Los clientes de estos servicios, que siguen saliendo en la estadística de más arriba, los que han recurrido alguna vez, están tan mal de dinero que ya no son ni posibles clientes.

Así, esta profesión que se suponía que era una última opción, para nada es así. Seguramente no sea una opción para casi nadie que la pruebe.

Sobre las verdaderas dificultades para ganar dinero con este trabajo, escribe Marta Elisa de León:

En cuanto al mito de la escort, lo podéis ir olvidando. No se paga tanto y ninguna chica trabaja sola “Yo intenté trabajar sola una temporada. Y no es rentable. Por supuesto, nunca vas a recibir en casa, sería una locura. Así que quedas con el cliente en un bar. Muchas veces no se presentan, o van pero te ven y te dejan plantada porque no les gustas. Y tú has perdido el tiempo y el dinero del taxi, ya que no podías viajar en metro en tacones, bustier y minifalda. Trabajar en hoteles es muy arriesgado, te pueden agredir o violar, lo hacen incluso con las chicas de las agencias. Lo único seguro es trabajar en casas. Trabajar como escort independiente es suicida. Y una escort de agencia no gana tanto. Alguna habrá, pero se trata de la excepción ,no de la regla”.

Ahora, gracias a Internet, se han creado muchas ideas, que son muchas veces erróneas. Gracias a la polémica publicidad de Ashley Madison mucha gente ha llegado a creer que hay un enorme mercado de mujeres que están casadas, interesadas en tener una relación extra matrimonial, pero que no han encontrado a ese hombre adecuado. En esto, como en todo, el negocio lo dan los hombres que se creen que esas mujeres existen. Casados y solteros están interesados en ese tipo de medias naranjas. ¿Una mujer que quiere tener una infidelidad, sin visitas a la suegra, sin tener que verla sin pintar por la mañana? ¿Sólo pasarlo bien? ¿Dónde hay que firmar?

Igual que existe la idea de que ser prostituta es una forma dura pero válida para obtener dinero fácil, están los hombres que se creen que hay un mercado de mujeres que requieren de prostitución masculina. Haberlas las habrá, pero será un mercado minúsculo, que, gracias a la televisión, muchos creen perfectamente abordable y en auge. Los engaños a hombres que se han informado de trabajos sobre prostitución son constantes en las noticias. Y no son timos, por cuanto estos candidatos han sido defraudados, sin que ellos trataran de embaucar a nadie.

En conclusión, muchas noticias van en la línea de magnificar el fenómeno de la prostitución. No tengo ni idea de hasta qué punto es grande ese mercado, lo que sí que veo que engaña a mucha gente es el llegar a pensar que hay una demanda enorme de hombres, que no tienen a sus chicas habituales, dispuestos a irse con una nueva prostituta que se ha sentido obligada a practicar esa profesión. Seguramente lo que más sorprenda a las neófitas no sea la profundidad de la miseria de algunos hombres, sino el poco dinero que se puede llegar a ganar gracias a ella.

7 comentarios en «Hacerse puta»

  1. En la calle lo ignoro, pero el auge de webs donde pueden sentirse “libres” y además sacar beneficio, sí han aumentado las chicas dispuestas a desnudarse ante una webcam.
    Aunque supongo, también han aumentado los hombres que lo hacen, por lo que imagino es debido a la simple posibilidad de poder hacerlo, no a que no encuentren alternativa.
    S2

  2. Gracias por el dato, lo he incluido en el artículo, que no tiene objetivo ninguno, más que indicar precisamente la alegría y poca seriedad con que se aportan datos sobre este tema.

  3. Como putero muy ocasional (6 veces en más de 30 y pico años) quiero apuntar un par de datos: la mayor parte de las chicas que se anuncian en Internet en sitios de clasificados genéricos, tales como Mundoanuncio o similar, reciben en piso pero casi nunca propio (con una simple búsqueda del número de móvil se ve que a lo largo de los meses y años está en anuncios muy diversos). Ahora bien, conozco un caso de una escort de cierta edad y buen ver que, sin ser de lujo, atiende en su propio piso desde hace ya años y vive tranquilamente de eso gracias a los clientes “de la casa”. Y no es que peque de crédulo, me bastó con buscar su número en google para ver que la referenciaba a ella desde hacía más de 6 años.

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