La economía de la caballa

Las películas americanas insisten en mostrarnos que la economía carcelaria se mueve por paquetes de cigarrillos. Sin embargo, desde el año 2004 en que se prohibió fumar en las cárceles estadounidenses, la economía del tabaco ha desaparecido.
El típico personaje que es capaz de conseguir cualquier cosa a cambio de unos cuantos cigarrillos o las apuestas clandestinas, tuvieron que encontrar un sustituto. Al final el dinero es una necesidad y hasta en un lugar tan poco edificante como las cárceles, surge de forma natural.
El sustituto ha sido bastante extraño: La lata de conservas de caballa. Bueno, no es precisamente una lata (porque no es de metal, dado el riesgo que conllevaría en un lugar tan peligroso) y tampoco el pez es caballa, sino verdel, un pez muy parecido.
La situación es la siguiente: en la cárcel no se puede tener dinero, puesto que está prohibido. La única solución está en que los familiares o amigos desde el exterior compren bienes a los prisioneros. Antes compraban tabaco pero ahora está siendo el verdel envasado el que acapara las compras.
Esto de por sí es curioso, pero más si tenemos en cuenta que nadie compra conservas de verdel fuera de las cárceles, salvo en la India donde es relativamente popular. Los fabricantes se han visto sorprendidos (y encantados) ante tan extraño cliente: el sistema penitenciario. Hay una enorme demanda de este pescado en las cárceles, pero fuera de ellas las ventas son marginales. En las cárceles se vende mucho más que conservas más populares, como el atún.
Y el hecho de que tampoco en las cárceles se suela consumir mucho. La gente consigue la lata y la utiliza como moneda de cambio, pero son pocos los que deciden abrirla para comer el contenido. El valor residual del producto desaparece, se ha convertido en una moneda más.
Esta suerte de caballa no es desde luego la única moneda posible. Cada cárcel tiene su propia economía pero es la del verdel la más popular de todas. En otros lugares se usan sellos como unidad de intercambio. Hay también donde la lata popular es la de atún. La conserva de verdel triunfa precisamente porque nadie se plantea comerla. Y porque su precio tiene una contrapartida casi exacta en un 1$, lo que facilita mucho las transacciones. Una ironía del destino es que en la cárcel texana de “El Atún” se use como moneda la lata de verdel en lugar de la de atún.
La conserva de verdel tiene sus propios problemas como moneda. Por un lado ocupa mucho más espacio que un billete, con lo que para una persona muy rica supone un verdadero problema el almacenaje de tantas latas. Existe hasta la figura de pequeño banco: una persona alquila un espacio en su taquilla para que otra pueda guardan en ella sus latas. Otro problema es la inflación. Cuando un preso tiene próxima su salida se encuentra con decenas de latas de pescado que no tienen valor alguno en el exterior, por lo que trata de deshacerse de ellas, aunque sea a precio de saldo. Esto provoca que los bienes se encarezcan, ante el brusco aumento de liquidez en el sistema (hay más dinero circulando por lo que la gente está dispuesta a pagar más por lo mismo).
Fuente: Uncommonbusiness. Es extraño pero se trata de un blog que se dedica a copiar contenidos íntegros de otras fuentes, sin citarlas. En este caso, la fuente original es este artículo del Wall Street Journal. Sin embargo eso no impide que sea un buen blog pues sabe seleccionar lo mejor de sus fuentes. Otras dos historias aquí expuestas extraídas de él fueron:

3 comentarios en «La economía de la caballa»

  1. A mi me da la impresión que el único requisito para que algo se convierta en moneda es que la cantidad sea limitada y que no pueda substituirse por un recurso más disponible (ya sea falsificando o por otros medios). De hecho, si de cualquier moneda se imprimiese una cantidad finita e infalsificable, seria la moneda perfecta, pero claro para eso esta la avaricia humana para romper el saco a base de crear dinero a base de deuda.
    Un articulo muy interesante, te debo una lata.

  2. Curiosísimo esto de la caballa, curiosísimo. Lo que no me ha gustado es lo de la página que copia los textos de otras fuentes sin mencionarles. Eso no es muy correcto. Habría que quitarles sus latas de caballa.

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