Madrileños por el mundo

Estaba tan convencido de que había escrito algo con este título, que hasta he tenido que recurrir a Google para comprobar que no era asín. En cualquier caso, lo que hubiera escrito en su momento tendría que ser revisado, con este otro.

Al principio, como a tantos otros, me gustaban esos programas del tipo “Madrileños por el mundo”. Esa sensación de viajar sin salir de casa, de ver el mundo en los ojos de otros, que son parecidos a ti porque también han comido bocadillos de calamares en la Plaza Mayor. Son programas muy frescos y desenfadados.

No sé quién inventó el formato, sé que decenas de cadenas lo han copiado, manipulado y estirado hasta la saciedad, hasta que ya comienza a haber cierto hartazgo. Se usa como paradigma de la televisión de calidad, del periodismo urbano, de la televisión para los ciudadanos. Pero no dejan de ser superficiales, una versión de los documentales de la 2 donde no te duermes.

Ya estoy totalmente harto de estos programas, aunque me siga gustando verlos. Lo que más me molesta de ellos es lo mismo que desespera a los expatriados españoles, una población más extensa de lo que muestran estos programas. ¿Qué tienen de malo estos programas? La simplificación de la realidad, no para hacerla comprensible, sino para hacerla bella. Una simplificación que se convierte en tergiversación.

Hace pocas semanas el País dominical publicaba un reportaje, aparentemente interesante, sobre Estados Unidos y España. Entrevistas, fotos, opiniones, de estadounidenses que viven en España y de españoles que viven en América. Como imaginaba, a pesar de la impecable aportación de Antonio Muñoz Molina, era un producto descafeinado, edulcorado y decorado. Pero exageradamente.

Entre los españoles a los que entrevistaban estaba la actriz Paz Vega, entre los americanos, el embajador en Madrid. Hay más de 70.000 españoles viviendo en Estados Unidos, pero ellos entrevistaron a una de los cinco personas más famosas. Había otros casos, pero siempre en la misma línea: un médico español que es de los más importantes del mundo, siempre gente de primerísima fila. Entre todas esas opiniones llamaba la atención, como si de un error se tratara, la opinión de una camarera en Nueva York, desencantada y apurada económica y emocionalmente.

En esta línea de sesgo estadístico uno se puede plantear, ¿Por qué no imaginar un madrileños por el mundo, en el propio Madrid?

  • Nuestro primer invitado se llama Iker Casillas y trabaja en un equipo de fútbol. A pesar del tráfico y de la contaminación nos confiesa ser un enamorado de la ciudad. Nos enseñaría un restaurante de comida vasca en que la comida que está realmente buena. Visita al Santiago Bernabeu y la sala de trofeos.
  • El segundo invitado es Esther Koplowitz. Trabaja en una constructura y aunque es una profesión donde las mujeres escasean, en ningún momento se ha sentido marginada. Nos enseñaría, a la salida del trabajo, su casa en las afueras, con jardín, piscina, pista de tenis y algunos caprichos más. Nos cuenta que a los madrileños les gustan mucho los jardines y una prueba de ello son el Retiro y la Casa de Campo.
  • Para cerrar el programa, hemos quedado con Alejandro Sanz, que aunque no es madrileño de nacimiento, lleva en la Comunidad desde los ocho años. Nos tocará algo de música con su guitarra. Es un chico campechano y divertido, algo bohemio como todos los músicos. Nos enseña las discotecas de Madrid, sin colas, sin seguridad, sin garrafón.

Lo que parece una mala broma, en esta perspectiva de madrileños por Madrid falla de la misma manera que lo hacen estos programas. Te muestran a un grupo humano totalmente sesgado que para nada representan el promedio que uno puede encontrar en dicha ciudad o país. Y el sesgo es positivo, siempre gente a la que le va bien o muy bien.

Parte de esta parcialidad lo provoca la propia idea del programa. Si te fuiste a Kansas hace diez años, en busca de una vida mejor, y has acabado como camarera en Hooters, no tienes nada que te haga sentir avergonzada o una perdedora. Eres una persona más que ha luchado en la vida como buenamente ha podido. Pero está claro que no te interesa que alguien haga un análisis de tu vida y lo muestre a todos los españoles que no queremos abandonar el país. Porque la vida de una camarera de Hooters, o la de un contable en Birmingham, o la de un carnicero de 50 años en Burdeos, no tienen nada de interesante y en algunos puntos está plagada de pequeños fracasos. Como las de todos nosotros.

Estos programas son para ganadores, para reyes y reinas del mambo. Lo salvan algunas personas que han tenido vidas inusuales, un tanto bohemias por lo infrecuente, pero no por la vida contemplativa y ociosa. Hay guías turísticos en parques naturales, artesanos en países remotos, médicos sin fronteras de las de verdad.

El paradigma estaría en el directivo de Indra que se marcha a un país latino como El Gran Jefe. Te mueven hasta las alcayatas de tu casa española, que aparece teletransportada en Panamá. Además, te pagan por mudarte. Y te pagan la casa. Y te pagan más sueldo. Y te pagan a un guarda de seguridad. Y el colegio privado de los niños, que ahora es el mejor. Y te regalan vuelos a tu país para cada tres meses. Y antes eras jefe para ahora ser mega-jefe. La realidad es que por cada uno de estos afortunados, hay diez desgraciados que se dan cuenta de que la clausula del contrato donde se firma “disponibilidad para viajar” no era casual. Que tienen compensaciones mediocres, con ultimátum de lo tomas o lo dejas y necesidad de pagar la hipoteca y parte del alquiler en Bogotá. Cuando el programa te muestra el piso del superjefe, uno se siente congraciado con la vida en Panamá. Basta con ir allí para tener garantizado un piso de 190 metros cuadrados.

En el programa que más he visto, que es el de Madrileños por el mundo, hay una serie de preguntas que se repiten siempre y que a veces resultan totalmente fuera de lugar.

La primera es preguntar por el tamaño de las viviendas. Una de las ventajas de vivir en el extranjero es que la vivienda es barata y sobre todo extensa. Como si sorprendiera que las casas en Filipinas fueran mucho mayores que la media del apartamento en Madrid – y de nuevo con el sesgo de la casa de una persona a la que le ha ido bien. Una forma excelente de resaltar que fuera de España atan a los perros con longaniza es esa bonanza inmobiliaria, lo de España con los pisos es algo patológico que tenemos en parte de nuestro ADN .

Otra pregunta continua es el ¿Qué echas de menos de Madrid? Aparte de la familia y los amigos, cada cual tiene sus filias propias. Normalmente se mencionan cosas en las que uno no repara. La vida en las calles, que los bares cierren tarde, la seguridad. Lo que uno no aprecia porque da por hecho, hasta que se marcha y conoce nuevos países donde descubre que no siempre tiene que ser así. Lo cierto es que esta pregunta demuestra muchas veces que estas personas no echan de menos su vida pasada. Con el paso del tiempo han ido adaptándose a la nueva vida y la anterior se queda como una serie de ventajas puntuales que quedaron atrás.

Y al hilo de esta siempre llega otra. ¿Cuándo piensas volver a Madrid? Es una pregunta atroz, que presagia algo de sinrazón en el hecho de estar en otro país, como si solo pudiera ser algo temporal. Como si los pisos de allí fueran enormes pero la comparativa siempre fuera para peor. Esta pregunta es absurda porque la mayoría de la gente suele responder que nunca. Algunos de una forma espectacular: he estado veinte años buscándome la vida en una isla del Pacífico como para ahora jubilarme en los alrededores de la M30.

Otro aspecto a indicar de estos programas es su falta de compromiso con la veracidad. Se dicen generalizaciones enormes que simplemente son mentira, se dan datos dudosos o totalmente falsos de atracciones turísticas, hechos históricos y monumentos. El dato lo da el invitado mientras conduce por las calles de Varsovia y no hay edición ni corrección por parte del programa. A mi me parece que todas las húngaras son guapas y el día que emiten ese programa todo España está convencida de que así debe ser. Me suena que la revolución rusa fue en 1812 y gracias a mi gazapo más de uno se quedará con esa idea de un Lenin napoleónico. Fui un lunes a ver el Museo del Prado y digo que los españoles son tan vagos que a veces no abren ni los museos importantes.

En resumen, estos programas despiertan amor y odio, son muy amenos, que duda cabe. No es mi intención criticar por criticar, creo que programas peores que estos son la mayoría, pero que no por ello habría que tratarlos como vacas sagradas.

11 comentarios en «Madrileños por el mundo»

  1. Si aún escribiera en mi blog me hubiera gustado escribir esto, tal cual.

    Lo que más me mola de esos programas es cuando les preguntan a las típicas mujeres mantenidas (que suelen montarse negocios de ‘organización de eventos’ y que afirman ser interioristas por haber decorado su chozón sin límite de presupuesto a golpe de mueble de diseño y tener cuatro hijos con 29 años) por el precio de cosas insignificantes sin ponerlas en relación con su salario, en plan, ‘¿y cuánto cuesta cenar aquí o ir desde el aeropuerto en taxi?’, pero jamás les preguntan cuanto está cobrando su maridito cuarentón, megadirectivo de Repsol, que es el que costea toda la patochada.

    Un ligero destello de realidad se suele colar cuando ves de refilón a gente del servicio, las niñeras y limpiadoras, que no deben quitar protagonismo a los muebles con sus pobretones rostros, ¡que ellos no son madrileños!

  2. Es muy cierto lo que comentas de que se cuidan muy mucho de contar lo que les interesa.

    El otro día, estaba viendo que hablaban con un tipo en Islas Caimán y el tío se dedicaba a especular con la vivienda, simple y llanamente; y casi me meo cuando suelta tan convencido de que “todos los países deberían ser paraísos fiscales porque a Islas Caimán le iba divinamente y él se estaba forrando allí”, dando una impresión de ser un simple cateto con demasiados billetes en la cartera. Impagable.

    O la pareja de New York que vivían divinamente de la muerte a la orilla de Central Park a todo trapo porque la vida en New York “no era tan cara y además el banco de mi marido nos paga muchos gastos”. Naturalmente, ella no trabajaba porque tenía que organizar un montón de paridas con otras mujeres de otros banqueros al más puro estilo “Sexo en NY”.

    DEMENCIAL.

    Con suerte, siempre pillas alguno que va tirando y te sirve para ver que no es llegar allí y amasar oro como quien no quiere la cosa y te da una visión más real del asunto.

  3. Sobre la invención del formato, creo que el primero que hizo algo así fue Jesús Alvarado (http://www.jesusalvarado.com/) en la radio del Sevilla FC. Se llamaba Sevillistas por el mundo, y el propio Jesús ya en su día denunció públicamente que Canal Sur había copiado el formato haciendo Andaluces por el mundo. Creo que después surgieron todos los demás (Españoles por el mundo, Madrileños por el mundo, Fontaneros zurdos por el mundo…)

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  5. A mi lo que me molesta bastante es que todos los reporteros/periodistas hablen y entonen igual.

  6. Me saca de quicio que se intente comparar los sitios que salen en esos programas con zonas de Madrid.
    Vamos, que la mejor zona de Samarcanda no es como Serrano señora, a ver si nos enteramos que son cosas distintas.

  7. No olvidemos que tras estos programas hay cadenas públicas (excepto callejeros viajeros)y en un país con 5 millones de parados donde escasean las oportunidades laborales, el mensaje que subyace en estos programas es animar a la gente que traslade a otro país sus problemas y así bajar los números de parados del Inem. Todo es manipulación, el único que se salva es callejeros viajeros, los demás deberían cambiar el nombre del programa por “gente bien por el mundo”.

  8. A mi me gusta más mojate que este programa… así que disiento de ese último párrafo.

    Seguro que muchísima más gente apaga el televisor cuando cambian de canal y se encuentran semejante atrocidad.

  9. Para mí, el éxtasis de estos programas fue “Casadas con Hollywood”. El mismo formato pero hablando de una serie de españolas que habían pegado el braguetazo con algún famoso o millonario en Los Ángeles. El único programa que vi, más por masoquismo, me pareció la cosa más esperpéntica que había visto nunca en la tele. Mujeres de mediana edad, que algún día fueron atractivas, con costumbres de nuevas ricas que piensan que glamour es comer caviar y beber champagne en un yate.
    Aunque al menos el programa no engañaba sobre lo que te iba a mostrar.

  10. Caray, pues en Asturianos por el mundo que tenemos aquí las tres preguntas estándar son las mismas. ¡Vaya franquicia!

    Comparto 100% lo de “Ya estoy totalmente harto de estos programas, aunque me siga gustando verlos.”

  11. Lo cierto es que, a fin de cuentas, y por adivinación, el mejor llevado a cabo, es ‘Españoles en el mundo’. No es soberanamente mejor, ni es mucho más realista, pero está realizado con una elegancia que no disfruta la versión madrileña.

    La versión de Fachamadrid es espantosa. Sólo he visto un episodio, debo admitir. Pero el subnormal profundo del reportero me amargó el reportaje sobre una ciudad que me interesa bastante, preguntando, constantemente, la vaina de “¿cuánto cobras?”, “¿cuánto pagas por esta casa?”, “¿cuánto vale esto?”, “¿cuánto vale lo otro?”, y la soplapollez que tú mismo has admitido: cuando en ‘Españoles en el mundo’ la pregunta es “¿piensas volver a España?” (formulada correctamente), en la versión madrileña, se transforma en “y ¿cuándo vas a volver a Madrid?”. Ahí es donde torcí el gesto y me dieron ganas de ahondar mi rodilla en su entrepierna si me hubiese formulado esa pregunta a mí en persona.

    Por lo demás, estoy de acuerdo con el hecho de mitificar la vida fuera de España. Sí, en todos los formatos suelen escoger a gente a la que le ha ido de puta madre. Pero muchos casos, al menos en la versión española, corresponden a individuos que, realmente, han luchado por lo que tienen (tan sólo me perturba cuando alguien reconoce que ha sido ayudado por alguien). La televisión está pensada para evadirse y poder ver cosas difíciles de ver o experimentar. Y está bien que usen a gente podrida de dinero para aprovechar las ventajas que ello conlleva y poder acceder a grabar imágenes que no podrían grabar con la camarera de Hotters.

    Buen artículo.

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