The Prodigy

Nunca había reparado en que una de las principales deventajas que posee el Top Manta sobre el comercio habitual es que tienen retraso en la colocación de los Hits. Con las películas es fácil: se las bajan de Internet y pueden vender mientras la película está en los cines. Con la música suele ser más complicado, pues tienen que esperar a que salga el disco a la venta, realizar la copia masiva, que el vendedor vaya a reponer existencias, que el vendedor exponga los nuevos productos.
Este retardo les depara pérdidas que su estatus de ilegalidad les impide poder reclamar. Muchos fanáticos de grupos musicales no podrán esperar un par de semanas a que el negro saque el CD y acabarán pasando por el aro de las discograficas.
Si no fuera por mi paciencia infinita, ya habría caído en la tentación con el último disco de Prodigy. Y es que cuando un grupo tarda 7 años en sacar disco, crea una expectación sin límites entre sus seguidores. Contaba los días hasta que saliera en la tienda y luego empecé mi tournee por las mantas de toda mi ciudad, buscándolo. Me di cuenta de que no era posible encontrarlo. Al principio lo achaqué al retardo antes citado. Luego pensé más bien que han dejado de ser un grupo de primera fila para pasar a ser casi música alternativa. Y es que el top manta huye de todo lo que no sean superventas, el disco que no quieran miles de personas no será vendido. Y contra dichos discos no queda más que pagar. Así le ocurre a la música clásica, al Jazz, al flamenco auténtico, a los grupos que hacen más arte que dinero.
The Prodigy fue toda una sensación durante los 90, vendían discos como churros, su provocadora puesta en escena y sus controvertidos videos musicales alimentaban a la prensa rosa en alas de vender más y más discos. Era la época de la música dance (o el bakalao, nunca entendí bien a qué se refería cada término) y ellos dieron una patada al género, renovándolo y enriqueciéndolo por completo. Detras de unos chiflados llenos de piercing estaba un buen hacer musical, con canciones muy trabajadas y de gran calidad. Algo parecido a Marylin Manson, un cantante que, cuando se quita el disfraz de pirado, es una persona del todo razonable e inteligente, pero sabe que para vender discos no basta con hacer buena música.
Pero The Prodigy ha dejado pasar demasiado tiempo entre disco y disco. Supongo que lo que ocurrió en realidad es que, forrados de pasta, se separaron y, ahora que algunos de los componentes necesitarán dinero, han vuelto a unirse. Las canciones que he oído son realmente buenas, pero ahora la gente no quiere oírles. Al menos tanto como antes. Porque una gran parte de la cuota de mercado que antes abarcaban se ha pasado al Hip-Hop o al Rap. Algunos, sin saber quiénes eran estos pirados ingleses. Esto, al final, está redundando en que el top manta rehuya el disco y yo no tenga más remedio que comprarlo en la tienda. Todo un abuso.

Caducado

El concepto de la caducidad, aplicado a los productos industriales, me resulta interesante en grado sumo. Según mi diccionario, la caducidad es la “pérdida o fin de la validez o de la efectividad debido especialmente al paso del tiempo.”
Centrándonos en los alimentos, se suele tomar un sentido único de dicha definición: los alimentos, pasada esa fecha, están corruptos, están rancios. Si los tomas, te sabrán mal y te sentarán peor. Por una vez, la definición creo que es más acertada que lo que pensamos de ella. Basta pensarlo un poco, para darnos cuenta de que es un poco absurdo.
Tengo una caja de galletas, que compré hace seis meses, que caduca mañana. Si me las tomo hoy, nada me ha de pasar, porque la compañía asevera que el producto está bien. Sin embargo, si lo hago mañana, me sentarán fatal. Apurando más, podría cenar la víspera del vencimiento, con la certeza de la satisfacción, pero si uso las mismas para desayunar, ay de mí, me esperará un suplicio de visitas al cuarto de baño.
Lo que es capaz de aguantar estoicamente seis meses en el paquete, ¿no habrá de hacerlo un día más? Supongo que la caducidad es un tanto como la edad. Cualquiera pensará sin dudar que viviremos más allá de los 30 años. Pero si tratamos de hacernos un seguro de vida con 70 años en la aseguradora se nos reirán en la cara. Y sin embargo, como dice el adagio, no hay hombre tan viejo que no crea que pueda vivir un año más. La fecha de caducidad es un requisito legal que establece la empresa fabricante, que adopta el papel de la aseguradora ante los clientes. Ellos se comprometen a que, antes de esa fecha, el producto estará bien. Después, que cada cual haga lo que quiera, suyas serán todas las responsabilidades.

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La lucha de Hitler

Resulta complicado encontrar una lista con los 10 libros más vendidos de todos los tiempos. Pero muchos están de acuerdo en que entre ellos ha de figurar, al menos, uno de los de Harry Potter. Y la Biblia.

La lista de los 10 libros más vendidos hasta 1940, sin embargo, tenía dos puestos muy claros. El primero para la Biblia. El segundo, Mein Kampf, Mi lucha, de Hitler.

La historia de este libro es tan fascinante como nefasta la actuación de su autor.

En 1923 Hitler trató de dar un golpe de estado en Baviera, con poco éxito. Acabó en la cárcel con una suave condena – en aquellos tiempos los intentos de golpe de estado eran relativamente frecuentes – que se suavizaría con posterioridad aún más, rebajándola hasta los 8 meses. Fue durante su estancia en la cárcel cuando Hitler escribió el libro. El título original, “Cuatro años y medio de lucha contra mentiras, estupideces y actos de cobardía” fue reducido a sugerencia del editor. También hubo que corregir faltas de ortografía antes de que alcanzara su aspecto final.

El libro tuvo éxito desde el principio, según las palabras del egregio escritor Stefan Sweig en su soberbio “El mundo de ayer”. Gracias al dinero que consiguió con los derechos de autor Hitler dejó de ser un muerto de hambre y tuvo dinero para financiar las operaciones iniciales de su partido político.

Sin embargo, todo el mundo resalta el éxito a posteriori del mismo. Pues tras la subida al poder del nazismo se convertiría en libro de texto de las escuelas y muchos lo leerían por curiosidad o simpatía con el dictador. El caso es que vendió más de 6 millones de ejemplares que enriquecieron notablemente a su autor.
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La noticia que no te dejan ver

Cómo se pasan los de las noticias. Le dan la vuelta a todo. Ahora celebraban el triunfo de un modesto: una simple guarda de seguridad del Museo del Prado era capaz de obtener un doctorado, Cum Laude. Se jactan de los méritos de esta persona, de su capacidad de lucha, etc. Sin embargo, todo es al revés. En realidad nos encontramos con una licenciada en Historia del Arte. Que sale a la calle y se da cuenta de que su título, aparte de para animar algunas conversaciones, no sirve para encontrar un trabajo. Incluso tiene que tirar de enchufe – su padre trabajaba en el museo – para conseguir un puesto precario en algo remotamente relacionado con sus estudios.
No contentos con ello, la mantienen en dicha ocupación durante 9 años, sin perspectiva alguna de promoción a un puesto adecuado a su carrera. En primer lugar, por la competencia. Pues ella no es una excepción. Cada vez que vamos a un museo y nos dan la entrada, o nos guardan la postal con el cuadro que nos gustaba, tenemos que pensar que en la mayoría de los casos la persona que nos está atendiendo tiene una licenciatura. En Geografía, en Historia, en Historia del Arte, en Humanidades…Así, no es de extrañar que alguna de esas muchas personas, quemadas por las abochornantes perspectivas laborales, acabe, en su tiempo libre, obteniendo un doctorado. Es lo de menos.
En mi opinión, el museo habría debido acallar el suceso tanto como pudiera. No hace sino dejarlos en evidencia.

Promesas electorales

En plena campaña política uno se harta de oír cómo nos prometen siempre las mismas cosas. Bueno, las mismas no son. Lo que hacen es que toman un listado con los resultados de la última encuesta del CSIC y dicen que van a arreglar los 5 problemas que más preocupan a los españoles.
Luego, nunca explican cómo lo van a hacer. Por un lado, porque es algo que ni siquiera se han planteado. Por otro, porque saben que es lo de menos. Como dice el refrán, prometer hasta meter. Y una vez metido, olvidar lo prometido.
Actualmente los asuntos que más preocupan son el terrorismo, el paro, la inmigración y la vivienda. Es en esos temas en los que unos y otros hacen promesas imposibles.
Como ciudadano, me hago la pregunta de si yo podría aportar alguna solución. Cuando veo que no, comienzo a preocuparme, pues entiendo que si no se me ocurre nada a mí, tal vez sea porque no haya solución. Además, hay que tener en cuenta que una vez sales elegido eres deudo de promesas y pactos previos. De ceñirte a presupuestos y de quedar bien con casi todos.
Personalmente no me preocupa el terrorismo. En tanto y cuanto tengamos unas fuerzas de seguridad mínimamente honestas no alcanceremos situaciones tan salvajes como las de Irak. Un atentado de vez en cuando es un riesgo mínimo comparado con la mucha gente que muere por otros motivos, por ejemplo,los accidentes de tráfico.
Además, pienso que el peligro de morir es secundario ante la necesidad de vivir bien. Es por eso que pienso que los otros tres aspectos son mucho más importantes.
De la vivienda no hablaré ahora. Y creo incluso que el paro y la inmigración son un mismo problema y que, solucionando uno, podría arreglarse el otro. Los inmigrantes vienen a España a trabajar, ante promesas de éxito y dinero fácil. Promesas que muchas veces son dadas por familiares sin ánimos para explicar su fracaso a esperanzados compatriotas.
Es absurdo que España, con uno de los índices de desempleo más altos de Europa tenga tantos inmigrantes. En realidad ellos vienen a España por otros motivos. En el caso de sudamérica, por la facilidad del idioma. En el caso de África, por cuestiones geográficas. En ningún caso porque sea este el país ideal para ellos.
Es como cuando conoces a una chica en un bar y acabas casándote con ella. No es la mujer de tus sueños, pero coincidió que estaba en un sitio accesible a tí y que te dió la oportunidad de hablar con ella.
Para España, la universalidad del idioma supone más un problema que una ventaja. Nuestros empresarios tratan de dar el golpe maestro en Sudamérica, que es como jugar a la ruleta rusa, pues un cambio de gobierno, una mala cosecha o quién sabe qué dan la vuelta a la situación económica de la noche a la mañana. También ellos han optado por ese mercado por el idioma, no porque sea más atractivo que otros. Casi nadie mira hacia Asia, que parece confirmada como el futuro. Sin estudiamos las inversiones de las principales empresas españolas(Telefónica, Endesa, BBVA, BSCH, Repsol…)todas han apostado fuerte por sudamérica. Con la reciente crisis perdieron mucho dinero, pero de todos modos no se les abre la esperanza de un crecimiento brutal a medio plazo.
Mientras, los sudamericanos vienen aquí un tanto engañados. No sé hasta qué punto compensa cobrar 10 veces más que en tu país cuando no te sientes valorado ni en tu trabajo, que es de mínima cualificación y retribución. Cuando la mayoría de la gente que conoces está en tu país. Cuando ves que todo lo más que ganas ahora lo estás gastando en el nuevo way of life del consumismo.
Sí, pero aquí tienen derechos. La esclavitud de occidente es mucho más sutil que la anteriormente conocida. Te atrapan en una red, de la que puedes salir cuando quieras. Pero te han enseñado a no querer salir. El mundo que nosotros tenemos no es mejor que el de ellos. El sufrimiento de un niño que trabaja 12 horas al día es menor que el de un niño de escuela bilingüe que sufre el escarnio de sus compañeros por ser el menos pijo de la escuela. El hambre del que no tiene qué llevarse a la boca es menor que la del que no puede cenar en un buen restaurante un sábado por la noche.
Por todo eso, estoy en contra de la inmigración. Porque ellos pasan a estar peor, aunque los más crean que han mejorado. Y por encima de todo porque su miseria aceptada sin reparos hace que el padre de familia, trabajador acostumbrado a hacer fuerza con huelgas, sea un cero a la izquierda, que no tenga más opción que aceptar lo que se le ofrece, o marcharse.
Así, creo que el problema del paro es el problema de la inmigración. Otra cosa es decir que la culpa es de los inmigrantes. No, la culpa es de los que han permitido que vengan con esas condiciones. De la indolencia de la policía a la hora de pedir papeles. Y por encima de todo, de los despiadados empresarios que hacen contratos basura, a veces no escritos, para beneficiarse de la situación.
En España no falta trabajo, faltan sueldos. Si me van a pagar poco más que el sueldo mínimo, me compensa no trabajar y cobrar el sueldo mínimo. Así de fácil. La medida propuesta por el PSOE es más que necesaria. Subir el sueldo mínimo para que los contratos siempre sean al alza. Y así, la gente gana más y es más feliz. Era fácil, pero nadie lo había hecho hasta ahora. En realidad, tampoco ellos, pues se han conformado con decir que lo van a hacer.

La burbuja emocional

I
Es una pena que no tengamos la misma tradición de apuestas que el Reino Unido y no se pueda distinguir el porcentaje de gente que cree que va a ocurrir algo y los que creen que no va a ser así. Nos habría sorprendido ver cuantos incautos creían que la selección española era, una vez más, la favorita de la Eurocopa. También podríamos ver la opinión respecto a temas de mayor trascendencia. La gente apostaría por la retirada de tropas de Irak, y habría ganado. Y una apuesta a largo plazo sería la de la explosíon de la burbuja inmobiliaria.
Me decanto por pensar que va a medio explotar, categoría que ninguna casa de apuestas aceptaría. Quisiera expresar mi opinión al respecto, como persona que todo lo piensa y que vive metida en la más pomposa de las ciudades afectadas por la burbuja, Madrid.
En Madrid los precios subieron de forma casi natural hasta que llegó la especulación con mayúsculas. Una de las principales causas, según apunta sin el más mínimo rubor el mismísimo gobierno, fue el blanqueo de dinero que se produjo con la llegada del Euro. Y es cierto, pues recuerdo que eran más frecuentes los carteles del tipo “compro casa, no me importa como esté, pago al contado”. Al margen de la lamentable vista gorda del perpetuo gobierno de república bananera que los españoles siempre tendremos, la situación hizo que los precios sobrepasaran el límite de lo razonable. Ahí es donde se encuentran ahora.
II
La situación para un comprador es la siguiente: Si compra porque quiere independizarse, se da cuenta de que los pisos valen, al menos, 40 millones. Desde luego, hay pisos a 25, a 30, a 35… pero la actitud es siempre, ¿voy a comprarme un piso que está lejos del trabajo, es viejo, es pequeño, está en una mala zona, gastándome tanto dinero? Porque pagar 25 millones por algo que no gusta es más que ofensivo. Y entonces la gente insiste en los de 40(y tantos). Entonces empiezan las cuentas que no salen. De salida, una persona sola en España no puede pagar la letra resultante. Claro, los actores buenos de la televisión tal vez. O el ingeniero Cum Laude que encuentre un trabajazo de enchufe. El resto de los mortales, que son mayoría, no puede. Surge entonces la obligación de comprar en pareja.
Esto es terrible por múltiples aspectos. Usando un ejemplo que repetiré, nos recuerda a los tiempos en que las mujeres tenían que casarse para tener la opción de vivir en una casa propia(del marido). La liberación lleva a que la situación sea idéntica para hombres y mujeres. La primera concesión es que para vivir independiente hay que vivir en pareja.
Otra desventaja de la compra forzada en pareja es que precipita los acontecimientos. Parejas que no están al 100% bien, pero que quieren tener dónde convivir optan por comprarse la casa antes de ver si son aptos el uno para el otro. Esto ahora recuerda a los tiempos en que la gente se casaba virgen y luego se llevaba muchos chascos sexuales. Ahora te puedes dar cuenta de que ella es muy guapa arreglada, pero horrible por la mañana, o que él tiene la fea costumbre de no tirar de la cadena.
El tercer problema, tal vez el mayor, es que en vez de unir a dos personas con una ceremonia bonita y una hoja de papel ahora se las une con una piedra atada al cuello. Juntar a dos personas por algo malo es terrible.
Primero por la dependencia que se crea, que nos hace recordar los tiempos en que las mujeres no se podían divorciar porque entonces se quedaban sin dónde vivir. Ahora también los hombres se pueden quedar sin un techo.
Todo esto desemboca en que muchas de estas parejas acaban rompiéndose. Entonces surge un problema, que suele resolverse poniendo el piso en venta. La oferta de vivienda seminueva no deja de aumentar. Pero es difícil de vender, porque tiene casi el precio de la nueva pero no las facilidades de pago de aquella.
III
Habiendo llegado a los 40 millones las posibilidades de recuperar la inversión son mínimas. Dado que al principio se pagan casi sólo intereses, y los gastos de comisiones, notario, etc, aparte de la depreciación del dinero con el tiempo, esa casa que valía 40 millones hace un año ahora tendría que venderse por, al menos, 45. Pero esto ya traspasa el margen de lo humanamente posible. Porque el banco no te permitirá un letra de más del 55% de tu sueldo, sea o no compartido. Con el número 45 esto ya casi no es posible. Las parejas se lo piensan, y muchas deciden no comprar.
Pero la pescadilla se muerde la cola, y ese divorciado inmobiliario, que de chiripa ha conseguido vender su casa a 45 millones, se encuentra sin pareja, tal vez con unos ahorrillos de un par de millones y sin la más remota posibilidad de comprar. Ante la desesperación, una actitud cada vez más común es la de hacerlo de nuevo con una pareja reciente, si no funcionó con tu novia de diez años, ¿por qué no habría de hacerlo con ésta con la que llevo sólo tres meses? Y la gente salta de nuevo al tren de las compras, con precios aún mayores, con parejas peores, con más años y menos ilusiones.
IIII
Así, creo que la burbuja más peligrosa es la emocional. Las estadísticas dicen que hoy en día la mitad de las parejas acaban en divorcio. Si le preguntan a mi madre por qué hay ahora tantos divorcios, te dirá que porque la gente no aguanta ni una, que exige demasiado. Pero tal vez esa sea la actitud correcta.
Gran parte de la culpa de estas separaciones las tienen los pisos y las circunstancias en las que la gente acaba comprándolos. No sé si la burbuja inmobiliaria explotará, pero creo que la emocional sí que lo hará, y las consecuencias serán terribles. Un mundo de parejas mal avenidas, de solteros a la fuerza. Y de pisos tremendamente caros.

Windows y los piratas

Me pregunto si habré visto demasiada ciencia ficción o es que el mundo es así de raro. Pero la actitud americana ante la vida, tan valiente pero desconfiada, me lleva a pensar en la siguiente teoría:
Supongamos que el Ejército americano quisiera defenderse de sus múltiples enemigos potenciales. Sean éstos gobiernos u organizaciones criminales. Sabemos que todas estas sociedades usan y necesitan las nuevas tecnologías.
También sabemos que en la informática Microsoft siempre está al borde del monopolio. El porcentaje de usuarios de Internet que no usa el Internet Explorer es menor al 2%. Además, seguramente menos de un 5% de la gente sabe que hay otros navegadores. Algo parecido ocurre con el sistema operativo, Windows by default.
En fin, no sería aventurado sugerir que es más que posible que el gobierno U$A haya obligado/sugerido/acordado con la ovejita de Windows el incluir algún código malicioso para que EEUU tenga una posición de mayor superioridad en caso de una guerra contra un rival digno, como pudiera ser Europa, China o Rusia.
Código malicioso, para que nos entendamos, es algo así como una función que se ejecuta cuando alguien la ordena. Como incluir un botón en el mando del televisor que nadie ve, pero que si lo pulsas escacharra el televisor. Para pulsar ese botón basta con saber que existe y dónde está. Esto, en informática, se consigue con una condición que puede estar siendo validada todo el tiempo.
Imagina que enciendes tu ordenador. Windows empieza a mirar donde tienes los archivos, a pintarte los accesos directos, a ejecutar programas secundarios… en todo ese tiempo podría hacerse la pregunta de si es el momento de romper el ordenador. No lo notamos, porque nadie le ha dicho que lo rompa, todavía.
Pero ahora supongamos que el gobierno dice que hay que romper todos los ordenadores de China. Basta con codificar eso, colocarlo en Internet. Ahora pensemos en un ordenador chino con Windows. Nos conectamos a Internet y Windows comprueba si ha llegado el día del juicio final. Si es así, ordena que se rompa el ordenador. Como nadie sabe el código de Windows, no sabemos las instrucciones que él está pensando, con lo que esto podría pasar.
Una seria objeción contra esta hipótesis está en el hecho de que gobiernos fiables e importantes compañías han exigido y poseen, por su propia seguridad, el código fuente de Windows. Sin embargo, este código fuente puede estar completamente suavizado. Continuando el anterior ejemplo, es como si repartieran las instrucciones del mando del televisor, pero no dijeran nada del botón maldito. Y en los planos del mando indicaran el de otro, exactamente igual que el nuestro, pero sin el botón oculto. No notaríamos la diferencia.
El gobierno podría estar seguro si realizara los mandos a distancia con dichas instrucciones. Pero en la práctica nadie hace esto, porque sería un gasto enorme para hacer algo que ya hace Windows por algo menos de dinero, y Windows no entregaría las instrucciones para perder cuota de mercado.
En resumen, no sería imposible que Windows, en connivencia con el ejército, haya incluido alguna puerta secreta para tener libertad de bloquear a una compañía/gobierno, siempre bajo condiciones extremas que, como todos sabemos, cuando se tratan de EEUU, podrían alguna vez darse.

España depende de sí misma

Me sorprende que un mundo como el del fútbol, con cientos de millones de ojos puestos en él, haya tan pocas luces.
Ahora se habla mucho de que España, tras el traspiés contra Grecia, se ha complicado la clasificación, aunque todavía depende de sí misma. Si empata se clasifica.
¿Por qué son tan cortos de vista? ¿No se dan cuenta de que aunque hubiera ganado la situación hubiera sido exactamente la misma?
Supongamos que España hubiera ganado 1-0 a Grecia. El grupo quedaría:

Equipo Pts GF GC
España 6 2 0
Portugal 3 3 2
Grecia 3 2 2
Rusia 0 0 3

Como España jugaba contra Portugal en la última ronda, si España perdía pasaría a quedarse con 6 puntos. Automáticamente Portugal la adelantaría en la clasificación por el gol average y la diferencia de goles.
Si Grecia ganaba a Rusia, cosa más que de esperar, también entraría al empate de puntos. Lo que pasa es que tendría, cuando menos, la misma diferencia de goles marcados/recibidos que España, es decir, Grecia tendría al menos un gol marcado más que recibido y España, tendría un gol marcado más que recibido, a lo sumo.
En resumen, si España hubiera ganado a Grecia, estaría en la misma situación que está ahora. Si España pierde con Portugal y Grecia también lo hace tendría que perder por un único gol, habiéndose marcado muchos para que España pueda clasificarse. Bajo la hipótesis de que España hubiera ganado a Grecia, perdiendo España y no ganando Grecia España se clasificaría, pero en cualquier caso no dependería de sí misma y esperar que Grecia no gane es un tanto optimista.
Total: daba igual lo que hubiera pasado.
Además, los periodistas suelen decir que “se juega la clasificación en la última jornada”. Dado que no es como la Liga, en que con 38 partidos tienes la opción de no dejarte los deberes para el final, ¿Qué puede esperarse de una fase con 3 partidos? Matemáticamente es IMPOSIBLE clasificarse para la siguiente fase por méritos propios. La única opción es que un equipo gane los 2 primeros partidos y los otros 2 encuentros entre los rivales sean empate. En tal caso hay un equipo con 6 puntos, ya clasificado y 3 con 2 puntos, que deben de darse de tortas entre ellos. Pero decir que no se tiene la casificación, es otro exceso de nuestros divertidos periodistas.

Firmar

Una muestra de que los héroes existen y de que no todo es telebasura:
LAS FIRMAS DE PILAR
LÍNEA 900, Domingo 20 de Enero, a las 20:30 en LA2 de TVE
Actualmente la cifra de personas viudas en nuestro país ronda los dos millones. De ellas, la inmensa mayoría son mujeres mayores de sesenta años. Los hábitos sociales de la época que les tocó vivir impidieron a estas mujeres desarrollar una labor profesional fuera de su hogar. En sus DNI siempre ha figurado de profesión sus labores, y han dependido económicamente del sueldo y la pensión de su marido. El problema es cuando desaparece el marido. Al dolor de la pérdida suman la preocupación por el futuro. Su pensión queda reducida al 45% de lo que sus maridos cotizaron a la seguridad social. De este modo se explica que haya muchas mujeres con pensiones de menos de 50.000 pesetas.
Pilar Mora no es viuda. Vive con su marido en un pequeño ático de Barcelona. Tienen 78 y 82 años respectivamente, una edad en la que podrían ver pasar los días tranquilamente sin preocupaciones. Pero eso no va con su carácter. “Me enteré por muchas amigas mías que les había quedado una pensión tan pequeña al morir sus maridos, que no podían ni comer. Los gastos son prácticamente los mismos y tienen que vivir con el 45%, el resto se lo queda el Estado”. Pilar decidió hacer algo al respecto: recoger firmas para que el Congreso de los Diputados cambiase esta situación. Le dijeron que debía recoger 500.000 firmas, una labor que le ha llevado más de tres años. Finalmente, el 25 de octubre del año 2.000 Pilar entregó las firmas ante el congreso, haciendo uso del derecho de petición. Un año más tarde, no se ha producido ningún cambio.
Las firmas de Pilar no es un reportaje sobre las reducidas pensiones de viudedad. Es un documento que muestra hasta dónde puede llegar el poder de decisión de los ciudadanos en una democracia participativa. El Gobierno español ha prometido subir las pensiones paulatinamente, aunque, de momento, los cambios han sido apenas perceptibles. Mientras, Pilar Mora y su esposo Pere, que la ha apoyado en todo momento, han constituido una asociación para defender los derechos de los ciudadanos. Una pequeña gota en el océano del sistema, pero gota al fin y al cabo.

Animales de bellota

Si hay algo que me ha sorprendido de la visita al zoológico ha sido el papel de los animales que había fuera de las jaulas. Es una auténtica vergüenza cómo se comportaban. Las normas del lugar son simples, apenas alcanzan a dos: no se acerquen a los animales, no les den comida.
Sin embargo, veías al típico matrimonio con un hijo pequeño en el que los padres se afanaban por hacer llegar las sobras de su bocadillo a los leones u otros animales.
Este tipo de dejadez ante las normas blandas me parece abochornante. Siempre he pensado que en España hay una tendencia inevitable hacia el delito, y esta es la causa del retraso económico y cultural de país. Estamos acostumbrados a saltarnos los semáforos, a fumar donde está prohibido. No nos van a meter en la cárcel por eso.
Pero también somos amigos de la receptación – comprar objetos que a ciencia cierta sabemos que son robados- al pillaje ante el camión accidentado. A no decir a la cajera que sé ha equivocado con el cambio( y ella tendrá que pagarlo de su sueldo posteriormente).
Creo que la gente no mata y viola simplemente por miedo a la cárcel, no por respeto a lo establecido. Por eso, cuando veo que un politico ha cogido algunos cientos de millones de euros, entiendo que cualquier otro, en su lugar, habría hecho lo mismo.
Al hilo de los bárbaros de que hablaba, había algunas salas cerradas, como la de las serpientes e insectos, en que había un ruído ensordecedor, causado por la gente gritando, que no paraba de golpear los cristales para llamar la atención de los animales. Y de dispararles flashes. Desde luego, somos la especie más fuerte, pero no la más inteligente.