Que inventen otros

Estremece la noticia del Sunday Times de esta semana:
El gobierno británico ha decretado una ley que obliga a las empresas tabaqueras a fabricar cigarrillos que se apaguen solos si, el fumador, no da una calada pasado un determinado tiempo. Con esta medida, se pretende disminuir los 4.200 incencios de casas que cada año provocan los cigarrillos mal apagados.
Lo sorprendente es conocer que las tabacaleras investigaron al respecto hace muchos años. Existen varias decenas de patentes sobre cigarrillos que se apagan solos, algunas datan de 1984. ¿Por qué no los fabricaron entonces?
Por miedo a recibir todo tipo de demandas en los casos – reales o no – en que los cigarrillos no se apagaran correctamente.
Este ejemplo muestra cómo la ley y la tecnología toman a veces caminos totalmente distintos.
Por un lado, la ley obliga a realizar una invención, por otro, el miedo a la ley disuade de llevar a cabo inventos que podrían acarrear más pérdidas – legales – que beneficios – en aumento de ventas.
Además, la figura de las patentes que, en vez de una forma de protección para un posterior desarrollo se crean con ánimo especulativo. Como en la famosa historia de la lata de sardinas , la patente del cigarrillo auto-extinguible puede definirse como una patente de las de no inventar.

Un comentario en «Que inventen otros»

  1. No sé qué me causa más indignación, si estos parásitos aficionados a las demandas surrealistas –como el legendario caso de la señora que demandó al fabricante de su microondas por no avisar de que no se podía secar gatos en él–, un auténtico cáncer para la Justicia, para los consumidores y para la sociedad en general; o bien el rollo de las patentes igualmente surrealistas, que es como lo anterior pero a escala empresarial. O cómo ganar ingentes cantidades de dinero sin dar ni golpe.

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