Scrabble

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Scrabble, el juego de formar palabras, fue inventado por Alfred Mosher Butts en 1938. La idea de crear un juego de mesa le llegó a este arquitecto cuando se quedó en paro en el año 1931, por la Gran Depresión. En un tiempo sin smartphones, tablets o tan siquiera televisión, un buen juego de mesa podía ocupar cientos de horas del ocio familiar.

Las reglas del juego cambiaron mucho durante los primeros años, así como el nombre del juego. Lexico, Criss-Cross Words, para al final llegar al definitivo de Scrabble, siete años después.

Butts trató sin éxito de comercializar su juego durante años. Las ventas eran insignificantes. Uno de los pocos que compró su juego fue su amigo James Brunot, con quien solía jugar al Scrabble junto con su mujer. A pesar de la patética acogida del publico, Brunot pensaba que el juego era muy bueno y acabó comprando los derechos del mismo a su amigo, encargándose de replantear las ventas. Sería Brunot el que daría el nombre definitivo de Scrabble, así como simplificó un poco las reglas, aunque manteniendo casi intacto el original.

Durante el primer año de ventas, Brunot consiguió vender apenas 2.500 ejemplares del juego. No obstante, su fortuna pronto empezaría a cambiar.

Es fascinante cómo fue formándose el efecto bola de nieve con este juego. Butts lo creó y apenas si lo conocía alguien más que su familia y amigos. No obstante, uno de sus amigos, que disfrutaba mucho jugando, vio potencial en él. Con 2.500 ejemplares por todo Estados Unidos, el juego estaba más expuesto al público. Sería la Universidad femenina Smith College donde se convertiría en un auténtico fenómeno. Una estudiante se llevó una copia del juego y poco a poco fue apoderándose de todo el campus.

De una forma similar a como Facebook trató de popularizarse en sus orígenes como una página web solo para los estudiantes de la prestigiosa universidad de Harvard, Scrabble se presentó de forma totalmente espontánea como un juego para personas inteligentes con estudios universitarios.

El golpe de gracia lo daría un ejecutivo de Macy’s – los grandes almacenes americanos en que están inspiradas cadenas como El Corte Inglés – y que en el siglo XXI tiene menos glamour que ponerse a regatear en una churrería. Este ejecutivo conoció el juego por casualidad durante sus vacaciones de verano. Le gustó y se propuso comprarlo en la tienda. Cuando vio que no se vendía en los grandes almacenes le pareció sencillamente imposible. Mientras los Brunot se movían en ventas anuales de 2.500 ejemplares, él solo hizo una orden de comprar 60.000 juegos.

Y el resto, es historia.

Fuentes:
The People’s Almanac Presents The 20th Century: History With The Boring Parts Left Out (un libro).
Scrabble, en la Wikipedia.

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