España, país desarrollado

Me molesta enormemente oír a los políticos hablar de lo bien que va la economía española. Sobre todo, cuando nos comparamos con los alemanes.
Porque España crece a un X% y Alemania no lo hace. Aunque mi país crezca, yo no veo que mi piso sea más grande o que yo gane más dinero.
El crecimiento que estamos teniendo es totalmente ficticio. Es un crecimiento de números, nunca real. España decidió competir con el resto de Europa de la forma más sucia que encontró. Si no puedo bajar el paro, puedo bajar las cifras del paro. Si no puedo encoger el IPC, puedo bajar la cifra del IPC.

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Dinero encontrado

Hoy me he encontrado un billete de 10 euros. Lo arrastraba el viento, no sé como fui capaz de verlo. Corrí tras él hasta alcanzarlo.
Lo que me lleva a reflexionar es que no me alegré por encontrar el dinero. En absoluto. Y sin embargo, si, por ejemplo, se me hubiera caído a una alcantarilla un billete mío, me habría sentido triste todo el día.
Desde luego, aplicar fórmulas a cuestiones emocionales no es posible. Pero algo puede hacerse. Pensemos qué ocurriría sin nos tocara la lotería. No hablo del retiro, hablo de un buen premio de unos pocos miles de euros. La alegría nos alcanzaría para el día del premio, la cena de invitación o la compra absurda que realizáramos. Quizás para una semana. Sin embargo, la pérdida de la misma cantidad ha desencadenado las más horribles pesadillas. Asesinatos, divorcios, pérdidas del trabajo, suicidios. ¿Por qué no vale lo mismo lo que ganamos y lo que perdemos?

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Operación vacaciones

Hoy he tenido el dudoso honor de ver la que creo es primera edición del concurso “Operación vacaciones”. En este programa compiten dos familias para obtener unas estupendas vacaciones gratis en un hotel de lujo.
El resultado es uno de los productos más mediocres que jamás he visto en un programa de emisión nacional. Todo es de baja calidad.
Los presentadores, totalmente desconocidos, apenas tienen chispa o facilidad de palabra. Completamente al margen de las patéticas familias, se mezclan con ellos para hacerles las mínimas preguntas posibles. El resultado es lento y pastoso.
Lo que pretendía ser un programa de telerealidad, dado lo caro del producto, ha desembocado en un par de días(que serán un día y una mañana) en los que se deben realizar las pruebas. Así, “la convivencia de la familia” es inexistente, pues no deben pasar más que una noche y no hay cámaras ni tontadas similares.
Todo es producto de desecho en el programa. Los citados presentadores, el equipo de producción y los cámaras, que consiguen que pruebas lentas y sencillas sean difíciles de seguir por la mala realización. Si algo destaca, es la mezquindad del concurso. El premio lo da un Hotel, premio que le sale gratis a la cadena televisiva, a cambio de la publicidad. El concurso también trascurre en el hotel, con lo que todos los gastos están cubiertos. Apenas hay que pagar a los sempiternos presentadores y a los pocos medios técnicos, no creo que cada programa cueste más de 6.000 euros, precios increíbles para un programa que dura más de una hora.
Ves la cena de los participantes y se te cae el alma a los pies. Unas croquetas descongeladas, una ensalada de abundante lechuga y escasa chicha, las baratas aceitunas, y poco más. Todo eso en el hotel al que aspiran llegar los participantes, “un hotel de gran lujo”.

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Europa (Zentropa)

La película Europa ( llamada Zentropa en la edición americana ) del director danés Lars Von Triars comienza de una forma fascinante: una voz en off – la maravillosa voz de Max Von Sydow – trata de introducirnos en un sueño hipnótico. Simplemente por ese primer minuto, ya la película merece la pena.
El argumento es quizás un poco lento, el director está tan bien considerado por su técnica más que por su perfección narrativa. Aún así tiene detalles de originalidad en la presentación de los hechos que ya quisieran para sí muchos ganadores de Oscar.
El protagonista, forzado por las circunstancias, es obligado a poner una bomba en un tren. Si no lo hace, su mujer morirá. [El resto del post incluye información sensible sobre el final de la película]

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Encontrar páginas retiradas de Internet

En la siguiente página, http://web.archive.org,
puede consultarse el historial de cualquier página que alguna vez haya estado en Internet. Desde luego, todo un descubrimiento. Una especie de Wikie para Internet, que extiende la siempre útil búsqueda en caché de Google mucho más allá de lo que uno pudiera imaginar.
Desde luego, la cantidad de información que almacenan es inmensa. Hablan de 100 Terabytes, y aumentando de forma exponencial.
La página, aún siendo el no va más de Internet, tiene sus defectos. Los servidores que protejan su dominio con un robot, no te permite mostrar la página(no porque no la tengan, sino por respeto a los dueños que no quieren que se muestre). También faltan archivos e imágenes. Pero a bulto está realmente bien.
¿Nunca has echado de menos una página retirada? Este es el momento para consultarla rápidamente y guardarla antes de que se eche a perder.
Además, muestran algunas reliquias interesantes, como el aspecto que tenía Amazon.com en 1996 .
Los que tengan ganas de vomitar pueden ver el diseño de la página de Telefónica en 1997.
O pueden divertirse con el primer Google, cuando aún era una beta!

Cantidades

Una clasificación de las cantidades puede ser la siguiente:
El número más pequeño que existe es el cero. Es lo que simplemente no es. No hay nada menor que eso.
Luego viene el 1, el uno indica ser algo. Ser es infinitamente más que no ser. Posiblemente no hay mayor diferencia entre cantidades que la que hay entre 0 y 1.
La siguiente cantidad significativa es el infinito numerable(N). Es el total de los números que podríamos contar con los dedos si tuviéramos tiempo infinito. Aún así, este número es mucho mayor que el número de granos de arena de todas las playas del mundo, o las gotas de agua de todos los océanos. A este número se le llama Aleph sub cero.
El siguiente de la lista es el infinito no numerable(R). Este número es el total de puntos que hay en un segmento. Por pequeño que sea. Y es infinitamente mayor que el anterior. Este número es también denominado el continuo, así como Aleph sub uno.
Le sigue en la lista las potencias del continuo(R)(el número de conjuntos distintos que pueden formarse con números del conjunto de los números de Aleph sub uno).
Sin embargo, hay un número que desborda todas estas elucubraciones. Y es el total de las cosas que no son. Un gato no es un perro, pero tampoco es un montón de siete cartas. Un gato no es dos gatos pero tampoco es la noche del siete de abril de 1980. Tampoco es el picor que siento cuando llevo dos horas al sol en un día de verano. Ni el color rojo. Lo que no es tiene infinitas formas, muchas más que las que nuestra cabeza puede concebir. Si había más naturales que granos de arena, hay más formas de no ser para un grano de arena, que números en todo Aleph sub 0. Así, si 0 es lo que no es, el total de las cosas que no son, es el mayor de los números posibles.

Explosión rima con Globalización

Al margen de la tragedia que hoy 7 de Julio se ha vivido en Londres, se nos ofrecía una imagen de una belleza inusual: gente que termina su jornada laboral y camina por las calles.

Esta imagen no puede darse todos los días. La mayoría de los londinenses vive a más de 5 kilómetros de su trabajo. Algunos, a más de 20 kilómetros. ¿Por qué la gente vive tan lejos de su trabajo? Estamos ante una de las maravillas del nuevo mundo: la globalización.
¿Pero la globalización no era hacer faldas en Indonesia? Sí, es hacer faldas en Indonesia, pero también es que te desplaces en el metro todos los días.
El libremercado defiende que cuanto más dinero se mueva, mejor será para la economía. Si mi madre se cose una falda no hay negocio. Va a la tienda y compra los materiales. Fin del asunto.
Sin embargo, la falda de Indonesia genera mucho negocio. La chica que fabrica la falda gana un sueldo ínfimo. La fábrica que contrata a todas las chicas gana con la venta de esa falda. Esta fábrica se la da a un trasportista, que gana dinero enviándola al aeropuerto de Madrid. Otro trasportista gana dinero llevándola hasta Ciudad Real. Un tercero, distribuyéndola a tejidos Manolita en un barrio residencial de Puertollano. Y Manolita gana dinero vendiendo la falda.
Cuantos más personajes coloquemos en el juego, más dinero se moverá, y mejor será para la economía. Normalmente, la Gran Corporación se llevará la mayor parte de ese dinero pero los otros se conformarán con su tajada.
Para la economía es positivo que vivas lejos del trabajo. Porque se consume gasolina en tus desplazamientos. Porque te compras un coche. Porque almuerzas fuera. Porque permite construir pisos en zonas donde no hay nada y la gente los acaba comprando. Todo eso es dinero y son puestos de trabajo que se crean.
Los antiglobalización se concentran contra la cumbre del G-8, también hoy, en Escocia. Algunos de ellos no son antisistema. Proponen un sistema coherente en el que el libre mercado sin limitaciones no tiene lugar. Entre los postulados que sostienen para evitar la destrucción que la globalización está desarrollando está el de evitar en todo lo posible el tráfico de personas y mercancías. Porque esto genera dinero, pero destruye la naturaleza. Y a las personas.

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Tuertos por convencimiento

Como tantos otros despojos humanos, tras vaguear durante todo el año, me he apuntado a un curso de francés intensivo. Lo que no he hecho en todo el año, ahora pretendo hacerlo en un mes. Qué moral. Un curso de idiomas para gente sin conocimientos. Para empezar de cero. Lo más sorprendente es que en la clase había un chico que sí que sabía bastante.
La pregunta de la profesora no tardó en llegar. ¿Por qué te has apuntado al curso?
En cualquier disciplina de aprendizaje existen niveles. La gente va escalando progresivamente dichos niveles, hasta alcanzar la maestría. O al menos, eso es lo que creía.
Sin embargo, uniendo la experiencia del día de hoy a otras anteriores, haciendo la retrospectiva, me he encontrado a un tipo humano del que desconocía su existencia. Es el tuerto por convencimiento. Aquel que voluntariamente emigra al país de los ciegos para ser más que los demás.
Soy hijo de la generación competitiva, de los cursos de inglés por las tardes, de las clases en el conservatorio, del equipo de fútbol. Todas esas cosas que echas de menos cuando te entrevistan para tu primer puesto de trabajo. Aunque no haya pasado por nada de eso, sé que el objetivo de toda clase es pasar de curso, de forma natural.
Mi primer encuentro consciente con los tuertos fue en el curso de natación de la piscina. Establecen un nivel 0 para la gente que no sabe nadar. Siempre pensé que no saber nadar es que te suelten a 10 metros de la orilla y tengas chances de morir ahogado. Sin embargo, cuando me apunté a dichos cursos, me di cuenta de que estaba equivocado. Para muchos no saber nadar era cansarse mucho haciéndolo. O sólo saber hacerlo en un estilo. O simplemente, no ser un medallista olímpico. Tras empezar las clases lo vi claro: toda la gente que había en el nivel 0 sabía nadar.
Con el paso de los días el curso fue avanzando. Mejoré lo suficiente como para que ahora fueran necesarios más de 25 metros para que perdiera la esperanza de salvación. Llegó el día de las calificaciones. Todos podían pasar de curso, salvo tres pobres desgraciados entre los que me incluía. Lo sorprendente es que a la gente no te tembló el pulso lo más mínimo. Dijeron que el mes siguiente seguirían en el mismo nivel, que eso era lo que les gustaba.

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