El sorteo en cricket

En el fútbol, para decidir quien comienza el partido, se lanza una moneda. El bando que acierta el resultado, elige entre sacar la pelota, o elegir el campo donde comenzar a jugar.
Esta parte del juego suele ser intrascendente, un mero trámite al que ninguno de los capitanes presta la menor atención.
Sin embargo, en el cricket, el sorteo adquiere una relevancia que merece ser explicada.

I

Los partidos de cricket antiguos duraban hasta seis días. La presión televisiva ha hecho cada vez más cortos los partidos, pero aún así suelen durar muchas horas, unas seis, y tienen paradas para tomar el té o para comer. El cricket es un juego sin apenas tensión. Es, quizás, el deporte más opuesto que existe al fútbol. Un partido de fútbol puede decidirse en un segundo, en una genialidad de un jugador. En el cricket puedes ignorar la mayoría del partido sin que suponga una gran pérdida.
Me ha parecido fascinante el cricket. Tiene una elegancia formal impropia de un deporte de masas. El fútbol, o el rugby, o el hockey, son deportes que pueden identificarse con una batalla. El cricket, por contra, lo equipararía a una guerra. Numerosas batallas, paradas, descansos para planear la estrategia, ponerla en práctica, cambiarla. Y un resultado final. Salvo que una batalla resultara decisiva – algo inusual entre equipos de fuerzas similares – el final de un partido de cricket es trepidante.
La forma de puntuar ya ha sido indicada: un equipo va sumando puntos, tantos como pueda. Esta parte puede durar varias horas, en las versiones actuales del deporte. En la segunda fase, es el equipo rival el que suma puntos, hasta llegar al final. Es como si en un partido de baloncesto un equipo se limitara a defender durante la primera parte y luego, en la segunda, a intentar anotar.
Muchas virtudes se han asociado al deporte: la fuerza, la resistencia, el trabajo en equipo, la puntería, la velocidad. El cricket es, en mi opinión, el deporte de la paciencia.
El lanzador suelta la pelota unas veinte o treinta veces, pelota que indefectiblemente es bateada por el rival. Cada vez que batea, suma algún punto. El lanzador tiene que perseverar intercalando estrategias de todo tipo, hasta lograr su objetivo, y es que el bateador no consiga darle a la pelota. Del mismo modo, el bateador tiene ante sí una tarea fácil, casi repetitiva, pero ante la que no debe confiarse. Siempre hay un momento en que el bateador comete algún error, y es eliminado.
Por ello, no debe sorprender que sea en el país inventor del yoga y la meditación donde durante mucho tiempo se haya jugado el mejor cricket: la India (y Pakistán).

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Como leo

Volviendo a casa en el metro, tenía a mi derecha a una chica que leía un libro de Dan Brown – presumiblemente El código Da Vinci – y al otro lado a un hombre leyendo algún libro del Capitán Alatriste. En medio de los dos, trataba de entender el ensayo:
Rational Adversaries? Evidence from Randomized Trials in the Game of Cricket.
Nunca he sido amigo de las lecturas fáciles. En parte, porque me gustan temas demasiado variados (eclecticismo). Esto me lleva a cambiar el centro de atención demasiado a menudo. Si por ejemplo, leo una novela como Trópico de Capricornio, de Henry Miller, aún cuando me parezca soberbia, no paso a leer otro libro de Miller, o a buscar autores similares – siempre se le compara con Bukowski. Lo que hago es buscar información sobre Henri Bergson y su libro La evolución creadora, porque son mencionados en el libro de Miller.
Busco en la enciclopedia y me encuentro con que Henri Bergson era un profesor universitario de filosofía en París. Su biografía es impresionante: sus clases estaban siempre abarrotadas, los que no podían ingresar en sus cursos como alumnos, iban como oyentes. Un profesor que podría haber llenado el aforo de un campo de fútbol si le dejaran dar las clases allí. Su capacidad de expresión de ideas complejas en términos comprensibles ha sido, quizás aún no superada. Apenas si publicó cuatro libros en toda su vida, para cada uno de ellos empleo unos diez años. Recibió el premio Nobel de Literatura, en 1927, aún escribiendo filosofía: Tengo que leer La evolución creadora, de Bergson.
El libro supuso un antes y un después en el desarrollo de la teoría de la evolución; es muy denso pero comprensible. Al terminarlo no me apetece leer otro de sus grandes libros, ahora me interesa leer a uno de los detractores de la filosofía de Bergson, y me leo un libro de Wittgenstein, el famoso Tractatus Logico-Philosophicus, que a pesar de todo me resulta un auténtico peñazo y dejo por la mitad.

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Las cinco comidas

Una de las máximas de toda dieta creíble, es aquella de que hay que comer con frecuencia, pero en poca cantidad. Es mejor no atracarse, comer muchos pocos es mejor que pocas veces mucho.
Lamentablemente, como en tantas otras cosas donde meten la zarpa los médicos, se les olvida ponderar. Cuando tienes problemas de estómago, el médico comenzará con la tijera. Nada de alcohol, ni de tabaco. Ni comidas picantes, ni alcohol. Ni bebidas gaseosas, ni café.
Al menos le dejan a uno el sexo. Sin embargo, el médico, al prohibirnos todo esto, aunque nos esté ayudando, nos está tratando como a idiotas. A un usuario al que acabemos de limpiar el ordenador de spyware y malware, le podemos contar cuál era su problema y la causa. Una solución para que al usuario no vuelva a ocurrirle lo mismo sería contarle: “no vuelvas a instalar nada, no navegues por Internet y no utilices la banca electrónica”. Es demasiado drástico. ¿Para qué tiene el ordenador si no? Pues lo mismo me sucede con el estómago. Si el médico pensara que soy un paciente inteligente, tal vez podría hablarme de forma más razonada: el alcohol es malo porque daña al estómago; el picante porque irrita la mucosa; las bebidas gaseosas dificultan la digestión.
Incluso podría ir más lejos. Podría decirme, de entre todas esas cosas prohibidas, cuales son mejores y peores. Lo peor es el alcohol, luego el café, después el picante. Finalmente el tabaco y las bebidas con gas. Así, si quiero pegarme una alegría para el cuerpo, trataré de hacerlo con la menos gravosa.
Dentro de una dieta, el punto menos importante de todos es el que dice que hay que hacer cinco comidas (desayuno, media mañana, almuerzo, merienda y cena). Pero es en el que todo el mundo se fija, porque es el único positivo. El resto son puntos negativos, prohibir y quitar cosas. Pero ahora nos dicen que hay que comer más, Dios sabe que ese sí que lo voy a cumplir.

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Bodyline

Aunque la normativa del juego de cricket resulte un poco oscura para los que no hemos sido colonia inglesa, el juego es, a grandes rasgos, muy similar al béisbol que hemos visto en tantas películas. Un tipo lanza una pelota que un bateador debe intentar detener. En el béisbol, la pelota la debe coger un compañero. En el cricket, la pelota debe tocar en tres palos casi unidos que hay justo detrás del bateador, clavados en el suelo. En el béisbol, la pelota se lanza directa; en el cricket suele lanzarse con un bote previo.
Se realizan numerosos disparos, hasta eliminar al bateador. Lo normal es que este batee a la pelota, pero no tan fuerte como en las películas sobre béisbol de la épica americana. Los palos a los que hay que apuntar están en el suelo y la postura del bateador es bastante artificial para poder recibir la pelota. Así, se batea con mucha frecuencia, pero la pelota no suele ir muy lejos. El bateador es eliminado cuando la pelota toca los tres palos, cuando el bateador golpea la pelota pero un jugador del equipo que lanza la captura antes de que caiga al suelo, o cuando la pelota toca el cuerpo del bateador.
Como ya digo, se tarda mucho en eliminar a un bateador, que consigue puntuar mucho para su equipo. De ahí que cada vez que un bateador es eliminado, el equipo que lanza lo celebra como un gol de un partido de fútbol.

I


Don Bradman fue uno de los mejores deportistas de todos los tiempos. Sus puntuaciones como bateador en el cricket nunca han sido superadas, y como muestra de su superioridad sobre el resto de bateadores en la historia, basta ver la tabla que muestra la Wikipedia, con los resultados de los diez mejores bateadores de todos los tiempos.
La mejor puntuación corresponde a Dan Bradman, con una media de 99.94. El segundo mejor bateador consiguió una media de 60.97, los restantes se mueven en cifras similares, teniendo el décimo una media de 58.22. Simplemente impresionante.
En 1930, la selección de Inglaterra estaba de gira por Australia. Lo hacía cada dos años. Ellos eran la estrella, pero en aquel tour, la selección australiana, gracias sobre todo al impresionante trabajo de Dan Bradman, consiguió una victoria parcial en todos los encuentros. Este bateador consiguió una media de 139.14 por partido, un valor que simplemente pulverizaba todos los registros anteriores.
En su vuelta a Inglaterra, los educados chicos ingleses de la selección de cricket, entre taza y taza de té, y aún escocidos por la derrota, planeaban una forma en que poder afrontar la habilidad de Bradman. Douglas Jardine era el capitán del equipo inglés y fue el artífice de la macabra Bodyline.
Jardine había demostrado un odio casi patológico hacia los australianos en su visita del año 1928. Suya es la frase:

Todos los australianos son maleducados, y una turba de criminales.

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1000 comentarios

Hoy estamos de celebración. Este blog ha llegado a sus primeros 1.000 comentarios. Teniendo en cuenta que no hay spam, y que soy bastante crudo en mi política de censura de comentarios, es una marca muy digna.
Como además, el que hace de 1.000 ha sido muy bueno, lo llevamos a portada, no sin antes traducirlo al castellano:

En las dos muertes hay coincidencias numéricas. En la de la carretera hay una constante de 7 sumando y restando los números y en el de los hermanos la referencia es de 5 y 9 ó 59 como quieran verlo y en ese caso la mujer no murió aparte que las edades coincidieron también.

Como creo que los comentarios sacados de contexto tienen un valor surrealista, extraigo algunos para mayor gloria de las mentes enfermas, si cabe:

Yo no creo que haya muerto Dier pero aunque así fuera nos ha dejado sus piezas como hizo el muelle. ¿Qué mejor forma de despedirse del mundo, no?

¡Joder! Pues de enana, cuando me preguntaban que quería ser de mayor, siempre decía, de los que graban risas en las comedias baratas (yo entonces pensaba en Apartamento para tres)o físico nuclear.

Que tonteria de pagina… yo ya me se bestir… [Comentario zrubavel: Pero hescribir…]

La evolucion de la inteligencia

La medida de la inteligencia humana siempre ha estado sujeta a todo tipo de suspicacias. Ha servido para catalogar a los hombres y distinguir a los mejores de los peores, lo cual va en contra de todo principio de igualdad.
A lo largo de la historia, se ha descubierto que los negros eran menos inteligentes que los blancos, o que los extranjeros eran menos listos que los norteamericanos. Todo ello mediante estudios sesgados que utilizaban un sistema de medición muy parcial.
Con el paso del tiempo, el método para medir la inteligencia, a través del Cociente de Inteligencia (CI) se ha ido perfeccionando hasta eliminar posibles errores que permitan que una persona, por su cultura, educación o sexo pueda responder más acertadamente a determinadas preguntas que otras de diferente extracción cultural o social.
Aunque sigue habiendo quienes defiendan la imposibilidad de medir exactamente la inteligencia a través de los test, al menos hay casi unanimidad en afirmar que lo que miden los test de inteligencia es algo independiente de cultura, religión, sexo o posición social.

I

Recientemente se publicaba un estudio que mostraba un resultado estremecedor: los hombres son más inteligentes que las mujeres, en un promedio de cinco puntos (para una media de cien puntos).
Automáticamente surgían protestas por todas partes. Sobre todo, por parte de mujeres. Las mujeres tienen otras habilidades, la famosa inteligencia social, en que superan a los hombres. El estudio no era correcto porque la inteligencia no se puede medir con un test. Un largo etcétera de razones que se reducen a un muy triste razonamiento: la democracia de la inteligencia.
Tenemos tan metido en la cabeza que todas las personas somos iguales (ante la ley) que empezamos a pensar que tenemos que ser iguales en todo. La inteligencia es una forma más en que se exige una igualdad. Los resultados que han mostrado divergencias con esta aserción han sido cuestionados, en la metodología, en la validez de la muestra, o en la misma validez del CI como medida de la inteligencia. Pero mientras se realizan todas estas cuestiones sin dudar, los test de inteligencia se siguen empleando por todo el mundo para medir la capacidad de los estudiantes, de los aspirantes a un puesto de trabajo o de los presidiarios para determinar si pueden ser ejecutados o no.
Hay un acuerdo tácito de que los test funcionan, pero no se permite decir que muestran diferencias a veces alarmantes. El caso de la inteligencia de hombres y mujeres no es más que uno de ellos.
Mi experiencia personal coincide con el resultado que indica la Wikipedia: la media será más o menos similar, pero entre los extremos de la distribución predominan los hombres. Eso es algo que todas las mujeres conocen: hay más idiotas hombres que idiotas mujeres. Pero también es cierto que hay más genios hombres que genios mujeres.
La varianza de la inteligencia de los hombres es muy superior a la de las mujeres. Las deficiencias que generan algún tipo de retraso mental – normalmente de tipo genético – se deben sobre todo al cromosoma Y de los hombres. Pero también hay algo más que el machismo existente en la sociedad para que tantos premios Nobel, y sobre todo tantos artistas excelentes, fueran hombres antes que mujeres.
La realidad a pie de calle confirma la sensación, aunque las mujeres cosechan mejores resultados en las universidades, los estudiantes más geniales con que me he encontrado – eran todos hombres. Precisamente una de las características de la genialidad es su facilidad hacia la pereza; las personas inteligentes consiguen lo mismo que los demás pero con mucho menos esfuerzo. Para obtener buenas calificaciones no hace falta ser muy listo, basta con ser trabajador y persistente. Por supuesto, la inteligencia ayuda y mucho.

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Innovacion histórica

Al final de una entrada anterior, hablando sobre la evolución, surgía una pregunta abierta. ¿Es el hombre de hoy mejor que el de hace 500 años?
Ahora vamos a acotar la pregunta. Voy a indagar sólo por la tecnología. ¿Somos más innovadores que nuestros ancestros?
Antes de continuar, habrá que empezar a eliminar posibles errores de razonamiento. Pensar que hoy, porque tenemos ordenadores, somos más creativos que nuestros tatarabuelos, que tenían sextantes y relojes imprecisos, es una simpleza. Simplemente tenemos más técnica, pero esto no es más que una forma de cultura, adquirida con el paso del tiempo. Sin la elemental pila eléctrica no habría supercomputadoras. Sin inventar la rueda, no se podría haber llegado a la nave espacial. El alcance de la tecnología universal no puede darse ni en la vida de una persona, ni tan siquiera en unos pocos siglos. Son necesarios constantes descubrimientos. Así los nuestros, no son sino corolarios a teoremas descubiertos por nuestros antepasados.
Más mérito tuvo inventar el astrolabio que descubrir Internet. Para valorar la calidad de una creación, como forma de medir la inteligencia de su creador, no se debe pensar en la utilidad de la misma, o la importancia que acabe alcanzando. En mi opinión, y quizás sea un punto discutible, lo importante es la capacidad de innovación. Así, inventar Internet, cuando existían redes más o menos extensas de ordenadores interconectados, apenas si es ir un poco más allá. Pero inventar la lente, cuando antes no existía nada parecido, eso sí que es llegar lejos.
Esta apreciación puede parecer que premia la imaginación sobre la síntesis. Y es que para crear algo totalmente nuevo parece que sólo se exige de esa intangible cualidad, mientras que los inventos actuales suelen ser compendios de descubrimientos ya realizados, a los que se les añade un poco más. Sin embargo, no creo que sea así. Salvo numerosas excepciones, de descubrimientos casi casuales, la mayoría de los descubrimientos asombrosos han sabido beber de las fuentes que ya existían, pero con una capacidad de observación que, la verdad, no existe hoy en día.
La literatura de Shakespeare mucho le debe a la obra de Plutarco. Pero toda la literatura actual, le debe mucho más al autor británico. El salto de una a otra fue mucho más elevado. Es curioso que, las mayores obras de la Literatura Universal pertenezcan a un pasado tan lejano. Nuestro Quijote, los dramas de Shakespeare, la Divina Comedia. Puede argumentarse que, la propia limitación de la mente humana, impide dar mayores saltos. Puede pensarse que el camino hacia la perfección estuviera formado por una escalera de diez peldaños. Homero subió el primero; Plutarco los dos siguientes. Shakespeare subió tres más. Queda tan poco por subir, que no hay forma de superar sus hazañas, si Joyce subió otro escalón más, ya sólo quedan tres hasta el cielo y aún así no podríamos haber subido más que Shakespeare.

Un punto de comparación muy interesante es el de las obras públicas. A pesar del paso del tiempo, la forma en que construimos las casas, salvo por la presencia inevitable de una gigantesca grúa, es la misma que hace miles de años. Se ha agilizado la distribución de materiales, los acabados de hoy en día suelen ser más uniformes, tenemos cascos y hormigoneras, pero para levantar una pared siguen haciendo falta tres o cuatro obreros, aunque algunos sólo estén para mirar.

A pesar del esfuerzo de todo tipo de dirigentes enfermos, por realizar la obra pública más sorprendente e innovadora del planeta, pocos se atreverían a quitarle la medalla de oro a la Gran Pirámide de Keops, construida en el 2560 AC. Casi hay unaminidad en pensar que fue construida en unos 20 años. Lo que suscita continuos debates y polémicas, es la forma en que pudo ser realizada. Y es que resulta increíble que con la absoluta falta de tecnología de la época, se pudiera construir algo así. Esto ha dado via libre a las hipótesis paranormales, pero al margen de estas, el hombre actual tiene problemas para calcular cómo realizar una obra de ese tipo. Las estimaciones más optimistas hablan de que unos 25.000 hombres estuvieron trabajando durante 20 años hasta completar los trabajos. La forma en que esto pudo realizarse – teniendo en cuenta que cada una de las piedras viene de muchos kilómetros de distancia y que no habían descubierto la rueda – es motivo de numerosas investigaciones.

Pocos arquitectos actuales se atreverían a firmar un proyecto para construir una pirámide exactamente igual, con la tecnología actual, y con un plazo de tiempo de 20 años, aún suponiendo unos recursos económicos casi ilimitados.
Sin entrar en mayores detalles, lo interesante es ver cómo al hombre del siglo XXI le cuesta entender cómo pudo el de hace cuarenta siglos, realizar semejante trabajo. Porque en todas estas hipótesis parece olvidarse que durante esos 20 años de construcción, el pueblo de Egipto debió realizar vida normal: sembrar y recoger los campos, tener guerras con sus vecinos y contra las facciones independentistas, la gente siguió casándose y teniendo hijos. Se nos antoja la obra como algo gigantesco y que pudo culminarse casi por un cúmulo de buenos sucesos. Pero la realidad es que, muy probablemente, la pirámide se construyó con facilidad. Que no hiciera falta una conjunción de jefes de obra magníficos, ni unos trabajadores infatigables, ni unos turnos de 24 horas. Quizás, al fin y al cabo, pudieron hacer el trabajo como los que se hacen ahora, sin prisa pero sin pausa. Máxime cuando no podían dar una estimación del tiempo de finalización, pero que debían valorar como de años.

En 1947, un grupo de marineros muy preparados, tratando de demostrar la hipótesis de que los antiguos habitantes de América, bien pudieron colonizar la Polinesia. Para ello crearon un barco, de forma totalmente artesanal y usando los materiales con que se contaba en la América precolombina. El barco, el Kon-tiki, consiguió atravesar el océano Pacífico desde Perú hasta llegar a una de las islas de la Polinesia. Habían partido avituallados con los alimentos tan poco elaborados de aquellos tiempos – patatas, cocos y frutas.
También en este caso, se está tratando de comparar una obra casi perfecta de los hombres de la actualidad – versados en navegación, conocedores de memoria del mapa de la Tierra, con conceptos sobre la duración de los materiales, con un proyecto de lo que podía durar el viaje (y por supuesto con una radio) – con aquellos indios que, si lograron realizar el viaje, quizás lo hicieron a desgana, sin una preparación tan exhaustiva y en una de sus primeras expediciones por el mar. Y es que esperamos que aquellos navegantes fueran unos fuera de serie, equiparables a Magallanes o Elcano, pero quizás no eran más que unos pobres diablos dentro de su país, que decidieron probar suerte en otro lugar precisamente por eso.

En resumen, cuando miramos hacia atrás, nos damos cuenta de que el hombre hacía cosas realmente maravillosas, y a veces cometemos el error de pensar que esas personas eran las mejores de la época, cuando, en muchos casos, quizás no fueran sino personas de inteligencia media en aquellos tiempos.

[Comentario zrubavel: Para los nostálgicos, este es un borrador del 2006, un texto al que le falta un hervor.]

Bajadas en la Costa del Sol

Traduzco el artículo publicado en el Sunday Times del 17 de Septiembre de 2006, por su interés. De él destacaría el siguiente párrafo:

El verdadero secreto de la Costa del Sol es que los precios de las propiedades que ahora están cambiando de manos están cayendo, incluso aunque esto no esté reflejado en las estadísticas del gobierno, que muestran una subida de precios del 10% en la provincia de Málaga en los últimos 12 meses, hasta el final de Junio

Es triste tener que leer prensa extranjera para enterarse de lo que ocurre realmente en tu país. El que caigan X o Y es circunstancial. Lo preocupante es saber que cuando eso ocurra, nadie se dignará a decirlo en los periódicos. Y cuando éstos lo digan, será demasiado tarde.

Una oportunidad para cazar gangas

Con propiedades vendiéndose por un 30% menor al precio de venta inicial, estamos ante un boom para los compradores en la Costa del Sol.

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Medidas populistas

El Gobierno estudia la posibilidad de que el transporte urbano sea gratuito para los jóvenes y los ancianos.
Por supuesto, muchos lo consideran una medida maravillosa. Pagar menos o incluso no pagar es deseable. No me extenderé al respecto; es de cajón que el dinero no sale de la nada, usualmente lo hace de los bolsillos de la clase media. Una interesante discusión sobre ello en Meneame – de donde tomé la noticia.
Curioso resulta pensar en cómo la mayoría de las medidas que prometen los políticos, como esta, tan populistas, no suelen poder llevarse a cabo. Entre otras cosas, porque son perjudiciales para la sociedad en general. Un transporte gratuito beneficiará a unos pocos, pero derivará en el descontento de los que siguen teniendo que pagar, o en aquellos que soportaran sobre sus espaldas nuevos impuestos indirectos.
La medida de hacer gratuito el transporte se ofrece como una sugerencia para fomentar el uso del transporte público y así disminuir la contaminación y el tráfico de las ciudades. No deja de ser ridículo que a aquellos que casi sólo pueden usar el transporte público – por no poder acceder a un coche o no tener vista y reflejos para conducirlo – se les ayuda a que lo hagan. Con eso quizás les hagamos la vida más cómoda, pero no estamos ayudando al medio ambiente.
Una medida interesante sería dar la vuelta a la tortilla. Hacer precisamente gratuito el transporte a aquellos que pueden elegir otro medio. Digamos que todo el que tenga un coche – del que esté al tanto de seguros y multas – tiene acceso al transporte público gratuito. Esta persona tendría un refuerzo para dejar su coche en casa y dejar que el que contamine sea el humo de todos.
Así, pensándolo bien, casi cualquier medida populista admite una vuelta que, redundaría en el beneficio de todos, aunque tendría una apariencia horrible.
Un gobierno que prometiera recortes en las pensiones estaría ayudando a aumentar la estabilidad del sistema de Seguridad Social. Disminuiría la presión sobre los trabajadores en activo. Fomentaría el uso de medidas de ahorro privadas. Activaría la economía. Y, al fin y al cabo, es cuestión de tiempo el tener que meter la tijera, y mucho.
La Sanidad 100% gratuita fomenta que los abuelos se pasen el día en el médico para tener con quién hablar. Un político que se atreviera a cobrar un euro por consulta, eliminaría muchas de esas visitas innecesarias y mejoraría el funcionamiento del sistema sanitario.
Antes me enfadaba porque los políticos no cumplían lo que prometían. Ahora, en muchos casos, incluso me alegro.

Contando cadaveres

Aunque teóricamente todas las personas tienen el mismo derecho a la vida, resulta evidente que determinadas muertes resultan mucho más dolorosas que otras, aún olvidando los aspectos emocionales.

Los cadáveres de los niños resultan doblemente trágicos. Son personas a las que se les ha retirado del juego de la vida antes de tan siquiera comenzar a vivir. Aunque a efectos legales no deba haber gran diferencia, la muerte de un niño tiene un agravante psicológico. Convierte al criminal en peor persona. Así, podría decirse que la muerte de un niño es más grave que la de un adulto o anciano.

Cuanto más joven es el pequeño, más cruel resulta la muerte. Los accidentes de tráfico en que los bebes fallecen por no estar atados a una silla de protección han despertado todo tipo de medidas legales para obligar a los padres a cuidar de sus hijos. Los nonatos también adquieren un lugar de privilegio.

Matar a una mujer embarazada se entiende como un poco más que un doble crimen. De nuevo el subconsciente añade dolor a la muerte de esta persona, en este caso aún sin nacer. Puede que parte de este dolor tenga relación con aquello del pecado original; pensamos que una persona es pura hasta que nace, a partir de ahí, todo va a peor.

Sin embargo, los niños que no han nacido no cuentan en las listas de muertos. El ejemplo más claro lo tenemos en el atentado del 11-M.

Si no me equivoco, una persona no cuenta como tal hasta que vive, por medios naturales, al menos 24 horas. Así, si el corazón nos hace contar un dos y pico el derecho cuenta uno y sin decimales.

También curioso es ver como el aborto, socialmente aceptado por casi todos, no se entiende como un crimen, pero la muerte de una mujer embarazada sobrecoge en el horror. Estamos ante un caso en que la actitud de los padres convierte a un ser en valioso o inútil.

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