Al Cesar lo que es del Cesar

La mayoría de los lectores habituales de la página llegaron hasta aquí a través de entradas sobre la burbuja inmobiliaria. Cada vez escribo menos sobre el tema, porque ya resulta cansino. Hay cientos de blogs que se dedican en exclusiva a hablar sobre eso.
A toro pasado es muy fácil hablar. Pronosticar bajadas cuando ya se ha visto hasta en el telediario es patético. Este es un tributo a los verdaderos gurús de la burbuja inmobiliaria.
No son gurús de esos que visten levitas y nunca salen a la calle, salvo para recoger un premio. En su mayoría fueron personas cotidianas, con el suficiente sentido común como para darse cuenta de que algo olía a podrido en Dinamarca, y con mucha paciencia para aguantar a los agoreros que se reían de sus vaticinios de loco.

Burbujona

Burbujona.tk
Bajo este anónimo sobrenombre se esconde uno de los más sufridos defensores del concepto de burbuja. No sé cuando exactamente surgió su página, pero como poco sería a finales del 2004. En aquella época podías sugerir que los precios no podrían subir eternamente y al día siguiente salía un artículo en prensa confirmando que se había producido una subida de precios del 17% trimestral. Eso te dejaba en una especie de ridiculo para tontos. Estaba claro que la reversión no sería de un día para otro y que cuanto más tardara en producirse peor sería esta.
Burbujona se dedicaba a publicar en su página artículos que desenmascaraban las noticias de falso optimismo que nos mostraba la prensa, daba salida a los comentarios que se sugerían desde fuera de España. Trataba de ofrecer una luz donde todo eran tinieblas. Su discurso moderado sorprende aún hoy en día, en que se preveen hecatombes mayores.
De la página de burbujona – todo un ejemplo de falta de usabilidad pero de calidad en la información – destaca el apartado de Fotos, hechos y escaneos curiosos, aunque su reportaje sobre Seseña, cuando nadie había oído hablar de Paco el Pocero, sería digno de que ganara un premio de investigación en la web. Lamentablemente para que te den un premio por tu web tienes que tener un diseño bonito y usar WordPress.
Burbujona tuvo algunos problemas con el alojamiento de su página. Es increíble que en algunos proveedores de servicios importantes su contenido se considerara inadecuado y le cerraran la página.

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Como desarrollar una super memoria

Cada cierto tiempo aparece por lugares como del.icio.us, como muestra de las mejores noticias de la semana, artículos que nos enseñan como dormir mejor, aprender más, aprovechar mejor el tiempo: ser mejores.

La receta de la abuela.

La idea es buena, pero me sorprende como tanta gente añade a favoritos esas listas, que en su mayoría son obviedades. Desde luego, no hay nada como la promesa de una vida mejor. El secreto para conseguir crear una de esas listas de éxito es poner la felicidad muy al alcance de la mano. ¿Quieres dormir mejor? Lee un libro antes de acostarte. Mano de santo, sin pastillas ni brujería.

La realidad es la que todos conocemos: los que se quedan dormidos leyendo son los mismos que no necesitan consejos para dormir mejor. Los que padecen de insomnio ya lo han probado todo, empezando por lo más obvio.

Hace unas semanas encontrábamos una de esas listas. ¡ 77 maneras de aprender más rápido, más a fondo y mejor !, traducción del artículo 77 Ways to Learn Faster…

Una de las secciones nos da los secretos para mejorar nuestra memoria:
15. Eschuchar música.
16.Lectura rápida.
17. Usa siglas y otros recursos mnemónicos.

La parte de escuchar música es la que suele tener más éxito. Ah! entonces para recordar mejor basta con escuchar música vale pues entonces me lo grabo en delicious.

Lamentable método para mejorar la concentración:
14. Toma un baño o una ducha.

Todo estos consejos no sirven para nada, lo sabemos y aún asín los guardamos como tesoros.

Quien quiera mejorar su memoria tendrá que esforzarse. Cualquier consejo que nos de que no suponga un esfuerzo será la mayoría de las veces una tontería y como mucho supondrá una mejora insignificante.

La lección del maestro.

Harry Lorayne es un mago que nació en 1926. A pesar de ser muy conocido como mago, su fama se la labró con sus espectáculos de memoria. Cuando entrabas en el teatro para ver sus números, Harry estaba en la puerta para saludarte. Te preguntaba tu nombre y te daba las gracias por acudir.

Luego llegaba el número en sí. Lo más sorprendente es que Harry no sacaba a los voluntarios del público por el viejo criterio de tú el segundo de la tercera fila o con el más agresivo método del foco de luz en la cara. Simplemente llamaba a la gente por su nombre, porque se acordaba. Podía recordar los nombres de todas las personas que habían entrado en el teatro, después de un saludo de un segundo. Lo más curioso es que también podía recordarlo si una persona había venido anteriormente a su espectáculo, sorprendiendo por enésima vez a su público. Recordaba el nombre de cientos de miles de personas en todo el mundo. Y no había truco, sólo memoria. Y no era una memoria prodigiosa, era una memoria entrenada.

Muy interesante es por tanto su libro Como desarrollar una super memoria. que, a diferencia de otros libros de charlatanes, explica todo lo que hace falta para mejorar la memoria. ¿Cómo fue capaz de desvelar sus secretos? Por el sencillo hecho de que la inmensa mayoría de la gente no será capaz de tomarse todo ese tiempo para mejorar, o al menos para llegar al punto que el llegó. Porque su método supone un esfuerzo considerable, pero es un camino fácil de recorrer, eso sí, lleva tiempo.

Lo mejor de su libro es que narra las directrices que sigue la memoria. Nada de neurología para amas de casa, Harry Lorayne sabe de lo que está hablando porque vivía de eso.

El sistema del colgadero

Desde luego, sistema del colgadero es una muy desafortunada traducción de no sé qué expresión inglesa. La idea inicial de Harry Lorayne es que para recordar una cosa no hay nada como exagerarla.

Y recurre al clásico juego de campamento en que una persona dice el nombre de un objeto. La siguiente debe repetir ese nombre y decir el de otro objeto. Asín ad infinitum o hasta que a uno se le olvide la secuencia. La mejor técnica para sobrevivir a ese juego es exagerar las imágenes de los objetos a recordar. Si alguien dice un coche no pienses en un inocuo Seat Ibiza, sino en el coche de Fernando Alonso, plagado de publicidad, o mejor aún uno de esos coches de demolición de ruedas altísimas. Si se menciona un zapato piensa en los zapatos de un payaso, o en un elefante con zapatos. Para un reloj mejor el Big Ben que uno de pulsera.

La realidad es que las imágenes grotescas son más fáciles de recordar. Y para encadenar pensamientos basta con enlazar personajes grotescos. Por ejemplo, partimos de Fernando Alonso en uno de esos coches de demolición, cuando sale de él vemos que tiene unos enormes zapatos de payaso. Mira hacia arriba y ve la hora en el Big Ben. La secuencia es propia de las peores pesadillas, pero inolvidable. Y puede extenderse hasta el infinito, sin que se nos pierda ni un detalle. De hecho os prometo que la próxima vez que veáis a Fernando Alonso os acordaréis de esta historia completa.

Mucho tiene que haber en juego para que recordar una secuencia de objetos sea de alguna utilidad. Sin embargo todos sabemos lo útil que es recordar números – cada vez menos en la época de los móviles (que nos roban) y los ordenadores personales (que se formatean accidentalmente).

Tener el móvil de una persona es útil. Recordar el número para siempre es un lujo y un detalle excelente para hacer pensar a una persona que nos importa algo. Por ejemplo a un cliente.

Para recordar los números Harry Lorayne desvela una extraña verdad: los números son imposibles de recordar porque no nos dicen nada en sí mismos. Pero los objetos no. De ahí que es más fácil recordar objetos que números. Y ahí es donde revela la técnica fundamental para la memoria: cambiar cosas difíciles por fáciles, aunque a efectos informáticos supongan un mayor esfuerzo.

Recordar un 7 son unos pocos bytes de memoria. Recordar a una tía muy fea y asignar esa tía fea al número siete es un esfuerzo mnemotécnico inmensamente superior, pero para la mente humana es mucho más cómodo.

El método de Lorayne propone transformar los números en objetos y recordar los objetos a través de una de esas secuencias grotescas. Vamos con un ejemplo:

El número de teléfono para las reclamaciones técnicas de Orange es el 954040025.

Vamos a asignar el 9 al Buho. Nos imaginamos a los malnacidos de Orange y a nosotros llamándoles por teléfono y que nos tienen esperando durante horas, hasta que se hace de noche y vemos un buho, un buho monstruoso que nos asusta y hace colgar.

Vamos a asignar el 5 a la palabra Ley. Pensamos que salimos corriendo huyendo de ese buho y nos tropezamos con un juez, de esos que tienen peluca y un libro de derecho procesal tremendo, amén del martillo. Caerá sobre nosotros todo el peso de la Ley.

Vamos a asignar al 4 la palabra Oca. Huímos del juez de primera instancia y nos tropezamos con un rebaño de ocas. Las ocas pueden parecernos dulces pero ese bicho es un animal del mismísimo diablo. Las ocas son territoriales como los tigres y atacan a las personas con furia. No necesito exagerar a una oca para pasar miedo.

Vamos a asignar al 0 la palabra Rey. Nos podemos imaginar al Rey que queramos, por ejemplo al Rey de España dando su discurso anual por Navidad. Si queremos hacer algo más grotesca la imagen, podemos pensar en cuando la televisión era en blanco y negro y contaba más o menos lo mismo que ahora.
Salimos huyendo de las ocas y nos tropezamos con el rey como busto parlante. Las ocas invaden el escenario pero sigue soltando su rollo de que España va bien.

Otro 4 y otra oca. La oca furiosa le arranca la cabeza de un picotazo al rey. Todo chorreando sangre, la grabación continúa.

Otro 0 y otro Rey. Tenemos por fuerza que asignar a la imagen del Rey siempre el mismo Rey. Caminamos huyendo de aquel escenario y nos encontramos en otro a otro Rey, soltando el mismo rollo, como si nada. Menuda pesadilla.

Otro 0 y otro Rey. Nos damos cuenta de que en realidad este nuevo Rey no suelta su discurso solo, hay otro justo detrás de él, hablando de que las Fuerzas de Seguridad del Estado nos protegen contra ETA. Feliz Navidad.

Asignamos al 2 la palabra Noe. Y tras salir de RTVE nos tropezamos con Noe en su arca, borracho como una cuba. El arca de Noe es inolvidable y más allí aparcado al lado de las oficinas de Televisión.

Otro 5 y otra Ley. Nos encontramos al juez de antes, que está quitándole todos los puntos del carné a Noe, por conducir borracho. Le van a caer varios años y el arca seguro que se lo lleva la grua. Dramático final a nuestra llamada a Orange.

Así, recordar el número de Orange es imposible, pero la historia que comienza con una llamada, un buho, la ley, la Oca, el rey, otra oca, otro rey, otro rey, Noe y la ley es bastante sencilla. Y os aseguro que la recordaréis durante un tiempo. ¿El secreto para desarrollar una supermemoria? Recordar las asignaciones entre números y palabras.

Es decir, para recordar mejor hay que aprender una serie de técnicas, antes de recordar la primera palabra. Por eso este sistema no tendría mucho éxito entre los vagazos del mundo actual. Queremos tener una mejor memoria, pero con trucos como ducharnos o escuchar música. Nada que suponga un esfuerzo mayor.

El sistema de Harry Lorayne asigna a cada cifra un sonido consonántico.
Al 0 el sonido de la RR. No la letra r, el sonido de R fuerte.
Al 1 el sonido de la T o la D.
Al 2 el sonido de la N. Esta es fácil de recordar porque la n tiene dos palos.
Al 3 el sonido de la M. Y la M tiene tres palos.
Al 4 el sonido de C o K. Y es fácil porque Cuatro empieza con K.
Al 5 el sonido de L. Para esto basta con pensar en los 50 latinos, la L para el cinco.
Al 6 el sonido de S. Seis empieza con S.
Al 7 el sonido de F. La letra F se parece al 7.
Al 8 el sonido de CH. Aquí no se admiten quejas.
Al 9 el sonido de P o B. Ambas letras se escriben como 9 invertidos.

Con esta comparativa hemos de formar palabras para cada número. El 0 es una palabra que sólo tenga el sonido de consonante R, por ejemplo Rey. Recordemos que la asignación es fonética, no grafológica. No importa cómo se escriba una palabra sino cómo suene.
Los veinte primeros números quedarían entonces:
0: rey
1: tea
2: Noe
3: amo
4: oca
5: ley
6: oso
7: fea
8: hucha
9: buho
10: torre
11: teta
12: tina
13: tomo
14: taco
15: tela
16: tez
17: tufo
18: techo
19: tubo
20: noria

Si sólo usáramos una palabra para cada una de las cifras el sistema sería demasiado limitado. Todo serían historias de ocas y reyes. Lorayne propone recordar al menos 99 números. Así, un número de teléfono de 9 cifras se limita a recordar 5 palabras encadenadas en una historia. Lorayne usaba una lista de 1.000 palabras, porque él era un profesional y se lo podía permitir.

El sistema en práctica

El sistema que sugiere funciona. De hecho, aún recuerdo muchos teléfonos usando este sistema. Y leí el libro hace más de diez años. Recuerdo muchos de los números de esa lista de 100, de hecho la lista la he tomado de esta página, pero podríamos ampliar:

21: nata
22: nena
23: gnomo
24: nuca
25: nilo
26: nuez
27: naife (una naife es un diamante, la puñetera f suele dar problemas)
28: nicho
29: nube
30: mar
31: meta

Hay que fijarse que lo importante es que sean nombres concretos de cosas claras. Por ejemplo un nicho es más fácil de recordar que la noche, porque un nicho es algo que se puede tocar. Como muy bien sabemos un piso es algo que se puede tocar, pero un piso en nuestra cabeza se puede confundir con una adosado, una hipoteca o un apartamento. Ideas claras de objetos concretos y bien definidos, de las que hemos de hacernos una imagen permanente. Para mi Ley es una cosa y la Ley de recordar es siempre un mismo juez con peluca.

El libro se extiende en técnicas para habilidades concretas, como aumentar la memoria para los nombres de persona, palabras extranjeras y para recordar caras. He de reconocer que esas técnicas no me valieron para nada y me parecieron forzadas.

La principal utilidad que la Lorayne a su método es el recuerdo de cartas. Con una lista similar se pueden recordar el orden de las 52 cartas de una baraja que estuviese desordenada, prácticamente sin esfuerzo. Le dediqué tiempo a su método y era capaz de recordar una baraja completa en unos cinco minutos. Con más práctica se pueden recordar dos barajas en el tiempo que se tarda en ver las 104 cartas. Esta habilidad le ha permitido a Lorayne algunas habilidades que otros magos de cartas – porque aparte de con la memoria Lorayne es famoso como mago – no pueden ni permitirse.

Hace muchos años Uni2 – la actual Orange – vendía unas tarjetas para llamar por teléfono desde cabinas. La tarifa que ofrecía para llamadas interprovinciales era mucho mejor que la de Telefónica y mucha gente, entre ellos yo, la usábamos. El código de acceso era un número de unas 15 cifras que permitía llamar con un determinado saldo. Si recordabas ese número podías llamar desde cualquier cabina con un saldo determinado. En aquella época yo recordaba el número de memoria.

Un día sin embargo Telefónica de España hizo una de las suyas y bloqueó el acceso con el número 900 de acceso a Uni2. Ese día te encontrabas a muchos pobres diablos con una tarjeta que no servía para hablar por teléfono. Tras probar en varias cabinas, parecía que el fallo era permanente. Me encontré a una mujer que se encontraba en la misma situación que yo. Había intentado llamar sin conseguirlo. Tenía el código apuntado en una hoja de papel. Gracias a las técnicas de Lorayne pude memorizar su código de acceso a golpe de vista y cuando Telefónica solucionó el acceso pude haber llamado usando su código (pero no lo hice porque mis estándares del honor son muy elevados). Cuando vi que podía recordar todos los datos de la tarjeta de crédito de la persona que compraba delante de mi en el supermercado, con solo verla una vez, me di cuenta de que era mejor no poner a prueba mi endeble ética, y dejé el libro y me dediqué a otras cosas, aprendiendo a olvidar a base de duchas y escuchando música.

Ajedrez, chusma y punto com

Muy conocidos son los mal llamados troles que inundan los blogs con comentarios ofensivos, la chusma que escribe con abundantes faltas de ortografía, los que usan el lenguaje de los móviles. Un mundo no tan conocido pero no menos infame es el de los portales para jugar al ajedrez On-line.

Ajedrez en blanco y negro

Todo comenzó en la prehistoria de Internet. Un grupo de aficionados se las ingenió para diseñar un sistema para jugar al ajedrez a través de la red. El interfaz gráfico era ASCII y se podían hacer jugadas ilegales. Gracias a la contribución desinteresada de mucha gente aquel grupo, denominado ICS (Internet Chess Server) fue desarrollando un producto cada vez más interesante.
Llegó el listo de turno – Daniel Sleator – que tomó la dirección del proyecto, para poco después patentarlo a su nombre. Y pocos años después, hizo que el servicio fuera de pago. A su nuevo portal lo llamó ICC (Internet Chess Club) y poseía el prestigioso dominio www.icc.com, dejando a algún ex-banco irlandés (el ICC) con la necesidad de comprar un dominio de Geocities. Todo mucho antes de que subastaran el dominio al mejor postor. Hoy en día la pagina es la de Chessclub.com.
Los voluntarios, como chusma tumultuosa y no exentos de razón, se enfadaron porque otros se aprovecharan de su trabajo, algo que es normal cuando trabajas gratis y das plenos derechos a todo el mundo. Hicieron lo que pudieron por boicotear el proyecto de ICC, y formaron un portal paralelo, el FICS (Free Internet Chess Server) donde se pudiera jugar gratis.
Pero por mucho que disguste, a veces es mejor pagar por un servicio equivalente. Hoy el FICS sobrevive con los accesos de despistadas amas de casa y el ICC es el portal para jugar al ajedrez por excelencia. Hay una gran diferencia entre el servicio de Answers de Yahoo y la opción refinada de Metafilter, que exige ser socio de pago para poder dejar un mensaje.
En el servidor gratuito, cualquier pregunta recibe cientos de respuestas, cuando no miles; La inmensa mayoría son pura basura. En el otro suelen ser unas pocas decenas cuanto más y están redactadas en perfecto inglés, muy razonadas y con links a páginas de referencia.
Los servidores gratuitos se llenan de mala gente que hace uso de nicks que, tras conseguir una pésima reputación, se ven obligados a cambiar. En el servidor de pago sólo puedes tener un nick (por cada vez que pagues) lo que hace que la gente siga unos estándares de educación más elevados.

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La Wikipedia descargable

Es increíble lo poco que aportan los guruses de Internet. Hace unos días se replicaba hasta el infinito y más allá la noticia de que la Wikipedia permitía la descarga completa de cada una de sus enciclopedias. Todo el mundo se alegraba mucho, se daban palmaditas en el hombro y repetían las cuatro cosas de la nota de prensa hasta la saciedad.
Siempre he pensado que para decir eso, mejor no se abre la boca. Si no tienes nada que aportar, quédate al margen, salvo que te paguen por escribir.
También soy de la opinión de que algún día cerrarán el grifo de Internet. Vivimos en una época de abundancia, en que todo está a tiro de piedra y hay fuentes de casi todas las series de televisión que uno pueda imaginar. Pero puede ocurrir que un día todo eso desaparezca. Por si acaso, hay que hacer copias de seguridad, tener películas suficientes como para ver dos horas de cine hasta que uno muera. Si suponemos una edad media de 80 años, y que empezamos a preocuparnos por asegurar nuestro futuro mediático a partir de los treinta años, necesitaremos tener cine y series como para 50 años. Si queremos dos horas de cine diarias, necesitaremos unas 18.250 películas, o 11,8 TB (Terabytes, 11.800 GB) de archivos.
Hasta que uno no tenga esa cantidad almacenada en discos duros, no puede dejar al Emule apagado por las noches. No importa lo floja que sea una película, hay que descargársela.

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Empresas grandes

Alaska

Cuando tomé el autobús para hacer mi primera entrevista de trabajo en Madrid, guardé en el maletero las gallinas y los chorizos. Aunque no soy de pueblo, un poco de mentalidad pueblerina siempre tenemos todos y cuando se viaja a Madrid siendo de fuera, ese sentimiento se reafirma.

Hice mi entrevista con mi único traje recién comprado. El típico traje barato que te compras pensando “algún día ganaré pasta de verdad y me podré comprar trajes de los medio-buenos”. La verdad es que hoy en día todavía tengo ese traje y me lo sigo poniendo a menudo. Ahora pienso de forma tan diferente a aquel entonces…Me pongo el traje pensando “para demostrar que no soy el tipo de persona que se preocupa de demostrar que puede comprar trajes de los buenos”.

La entrevista era para trabajar en una gran empresa, de becario. Era mi gran oportunidad. Cuando uno empieza a trabajar debe fijarse las metas más altas posibles. En mi caso, cuanto mejor fuera la empresa en la que empezara, mejor. Aquí aspiraba a trabajar para una empresa famosísima, que llamaré Irlanda.
A mis entrevistadores les sorprendió que les dijera que en cuanto terminara la entrevista me iba de vuelta para mi casa. El viaje de ida eran más de 5 horas, y el de vuelta otras tantas, sólo para hacer una entrevista incierta. Hoy en día aquello me parece una locura, pero la verdad es que no tenía elección. La entrevista había salido bastante regular, pero ese detalle quizás fue el que más contó a mi favor. No importaban mis títulos ni mis conocimientos de idiomas. Era el tipo de persona capaz de hacer un viaje de más de 5 horas de ida y otras cinco de vuelta, para una entrevista de 20 minutos.

La siguiente entrevista fue para trabajar en una grandísima empresa, una de las más importantes del sector. Esta empresa, que llamaré Alaska, no aceptaba a cualquier mequetrefe. Para descartar a la gentuza tenía un proceso de selección muy bien pensado. La primera prueba eran unos test psicotécnicos. Para mí era una suerte teniendo en cuenta que siempre fui muy bueno en ellos. El problema es que el test comenzaba a las 9 de la mañana en Madrid.

Tomé un autobús nocturno, de esos que salen a las 12 de la noche. Llegué a las seis y media a Madrid. Me quedé a hacer tiempo en la estación, como los indigentes, pero vestido con un traje horroroso después de haber mal dormido en el autobús. Tras una hora o así fui con toda la parsimonia del mundo al lugar donde me harían la prueba.

Todo aquello lleno de auténticos triunfadores, luchando por una plaza para trabajar en Alaska. No les tenía ningún miedo porque siempre fui insuperable en los psicotécnicos.

Nos pasaron el primer test y lo hice aceptablemente. Pero de repente no sé qué pasó, se me vino todo el cansancio al cuerpo. Con el segundo test estaba bastante lento y con el tercero no daba pie con bola. Los siguientes fueron un desastre. Entregué los resultados y me volví a casa de vuelta. No pasé las pruebas.

Dicen los estudios de gurús del conocimiento humano que no merece la pena repetir uno de esos test, porque los resultados deben ser siempre muy similares. Así, aunque mendigara en Alaska explicándoles que no había dormido la noche antes del test, no me dejarían repetirlo jamás. Esa puerta se había cerrado para siempre.

Quiso el destino sin embargo que varios años después, con varios millones de neuronas menos, me tocara enfrentarme a las pruebas de selección de otra empresa, menos glamurosa. Los test de selección no deben ser muy variados, porque los que me tocaron entonces resultaron ser los mismos que hacía tantos años. Uno no recuerda los resultados pero sí los tipos de ejercicio. En esta segunda oportunidad me desquité Cum Laude de mis desatinos iniciales. Estaba descansado y motivado; me extrañaría que no hubiera hecho puntuaciones perfectas en todas las pruebas.

Sicilia

Los viajes a Madrid cada vez me resultaban más incómodos. La tercera oportunidad era con una empresa que me sonaba mucho menos. De hecho era la típica empresa desconocida pero que en la reunión inicial te explican que son los mejores del mundo en no se qué. Desde luego eran una facción de una empresa mucho más grande y muy conocida. A esta la llamaremos Sicilia.

Para entrar en Sicilia pasé unos test psicotécnicos iniciales. El mismo día me hicieron una entrevista – cortesía de la empresa para ahorrarme viajes – y tras un par de semanas me confirmaron que había superado ambas pruebas.
La tercera prueba fue una dinámica de grupo. Aunque los psicólogos argumenten de diversas formas tratando de justificar sus productos, en mi opinión estas pruebas sólo sirven para ver si una persona es capaz de hablar de forma espontánea sin cortarse al encontrarse ante muchos desconocidos.

En este caso nos presentaban a una serie de personas que aspiraban a un ascenso en un trabajo. Teníamos que argumentar sobre a quién era más conveniente darle el ascenso. Cuando me dejaron hablar solté algún comentario inusual y ya me gané la confianza de la psicóloga, aburrida de oír los mismos argumentos una y otra vez. Pasé la prueba, como la mayoría de la gente.

Otra semana o así y la cuarta prueba. El tercer viaje de ida y vuelta pasando por Madrid cortesía de Sicilia, pero pagado por mí. En esta ocasión, me tenía que entrevistar una empleada de la empresa, una consultora.
Cuando empecé el blog tenía claro cuatro o cinco artículos que escribiría, luego han sido muchos más, pero uno de ellos sería despotricando contra tan infame término como es consultor. No lo he hecho hasta ahora. Y creo que no puedo dejarlo pasar.

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