Trabajos en fábricas chinas

En su libro Country Driving, Peter Hessler da una imagen de primera mano del trabajo en las fábricas de China, las fábricas del mundo. No se centra en las que trabajan para grandes multinacionales extranjeras, buscando el morbo, ni en las megafactorías con decenas de miles de empleados, sino en algunas de las muchas fábricas convencionales con una plantilla moderada.

El autor tiene una visión de primera mano pues no se limita a realizar una visita y dar opiniones sobre lo visto. Acude durante varias semanas, a lo largo de muchos meses, a un polígono industrial y va hablando con los empresarios y los trabajadores, viendo la evolución del negocio y la condiciones laborales.

Lo primero que llama la atención es el descaro con el que se anuncian puestos de trabajo con condiciones no igualitarias. En casi cualquier país occidental las mujeres acaban ganando menos dinero que los hombres pero en las ofertas de estas fábricas se expresa sin tapujos:

Se necesitan hombres para trabajar por 35 Yuan/día, mujeres para trabajar por 25 Yuan/día.

También se vetan regiones que no acaban de gustar sin contemplaciones:

Se busca gente normal para trabajar. Abstenerse gente de Jiangxi o Sichuan.

De esa oferta destaca que no dicen nada de lo que quieren u ofrecen aunque sí tienen muy claro lo que no quieren.

Está claro que estas no son formas a imitar pero por lo menos evitan la hipocresía de tantas ofertas que tienen un perfil de empleado en la cabeza pero que por las convenciones no pueden plasmarlo tal cual en el anuncio, haciendo malgastar las ilusiones y el tiempo de muchos candidatos.

Aunque las mujeres cobran menos en los trabajos que tienen algo que ver con la fuerza y resistencia, no están mal consideradas. Al final para un empresario es mejor tener a una mujer por poco dinero que a un hombre que tampoco hace un trabajo muy superior. Incluso las mujeres tienen sus opciones de prosperar en la compañía, a veces más incluso que los propios hombres:

Wei Ziqi tenía inteligencia natural, pero había dejado muy pronto los estudios oficiales, y hay muy pocas opciones para un hombre de pueblo con ese curriculum. Si hubiera sido una mujer, podría haber encontrado mejores oportunidades [que las de trabajar en una cadena de montaje] – las mujeres chinas con pocos estudios pero que son inteligentes a menudo se convierten en contables o secretarias y desde esos puestos pueden ir ascendiendo en el entorno empresarial de las fábricas.

Una característica sorprendente en las ofertas de trabajo es la continua referencia a alturas mínimas para realizar determinado trabajos, a veces sin que haya un motivo claro para ello. La obsesión por la altura parece ser una constante en la sociedad china y para muchas mujeres este aspecto físico puede resultar decisivo en su carrera profesional:

Se necesita cajera para supermercado. Mujer, estudios de secundaria o formación profesional empresarial. 1,58 de altura o superior. Piel clara y bonita, de buen aspecto físico.

Las preferencias de los empresarios por mujeres para ciertos trabajos se ven claramente en la opinión de uno de los empresarios entrevistados por Peter Hessler (la cita no es textual):

Como muchos otros gerentes de fábricas, Boss Wang mostraba una fuerte preferencia a la hora de contratar a mujeres jóvenes:
Las chicas tienen más paciencia y son más fáciles de tratar. Los hombres son problemáticos, discuten, pelean y causan otros problemas.
Cuando le pregunté por el trabajador ideal, Boss Wang dijo:
Joven y sin experiencia. Si ha trabajado anteriormente entonces tendría que pagarle más. Prefiero alguien con pocos estudios. Una mala señal es si va bien vestida o tiene un corte de pelo estiloso. Las mujeres guapas son un riesgo. Quiero una mujer que se vea del montón. No quiero alguien que sea demasiado complicado. No quiero a nadie que piense, nadie que tenga su forma propia de hacer las cosas, eso no es bueno para mi.
Una de las preguntas de Boss Wang en las entrevistas de trabajo era respecto a los hobbies:
Si alguien dice que le gusta jugar a las cartas o pasar su tiempo libre con los amigos eso es negativo, demasiado frívolo. Si le gusta leer libros es una persona vaga. Lo peor de todo es cuando un candidato dice que le gusta pasar su tiempo libre en Internet. Si le gusta pasar su tiempo con la familia, o cuidar de su madre, algo así es lo que quiero oír. Así es como debe ser una persona sencilla del campo. Quiero a alguien que sepa soportar las dificultades.

Otro punto que llama la atención son las condiciones de trabajo. Normalmente se piensa en las fábricas chinas como en sitios esclavistas donde se exige a los empleados trabajar en jornadas sobrehumanas. Pero en las fábricas visitadas por Hessler, se muestra que esto no es del todo así. Muchos trabajadores son de fuera y van a las fábricas con la única idea de ganar lo máximo posible en el menor tiempo. De ahí que las horas extras son un aliciente y atractivo para un puesto de trabajo. El empresario tuvo que prometer que sólo tendrían un día de vacaciones al mes y al menos jornadas de 10 horas diarias para que el puesto de trabajo resultara atractivo a los potenciales trabajadores, que cobrando por hora trabajada prefieren jornadas lo más largas posibles.

La visión que consigue Peter Hessler es realmente privilegiada. Asistiendo durante varios meses a esta región acaba siendo un buen amigo de muchos empleados y de jefes intermedios además de los empresarios que dirigen la fábrica, consiguiendo dibujar una escena del entorno laboral que ninguno de los presentes es capaz de percibir.

Las triquiñuelas de los empleados tampoco están a la zaga. Idealmente se solicitan empleados sin personalidad pero Hessler ve como una chica de diecisiete años, tras ser rechazada por haberse completado el cupo de empleados, se niega a su destino e insiste en que sea contratada. Ante su persuasión, el empresario sugiere incluirla como primera suplente. Pero la chica no se conforma con eso e insiste para que la incluya en la lista de trabajadores garantizados. Insiste tanto que al final lo consigue y no sólo moverse al último puesto de la lista sino en la zona intermedia. Pasado unos días vuelve la chica con su hermana: resulta que la chica tenía 15 años y había realizado la entrevista de trabajo con el carné de su hermana de 17. Esta tiburona de fábrica, sin edad legal para trabajar en la fábrica, es capaz de convencer al empresario para que contrate a su hermana (pues su nombre figura en la lista) y a ella (pues ella fue aceptada para el trabajo). Todo esto después de haber conseguido desplazar a dos trabajadores que estaban virtualmente contratados. Y a los pocos días estas chicas consiguen que contraten en la fábrica también a su padre.

Desempate por subasta

En las competiciones de ajedrez en que se requiere de un ganador claro, como suelen ser los campeonatos nacionales o mundiales, se está generalizando el uso de sistemas de desempate directos en que los jugadores que terminan empatados a puntos tengan que enfrentarse entre sí para dilucidar un ganador.

A diferencia de otros deportes que funcionan por sistemas de liga o de eliminatorias, en ajedrez es bastante común que los rivales se enfrenten a un número limitado de oponentes y es perfectamente posible que el primer y el segundo clasificados no se hayan enfrentado entre sí. Es habitual que el primero y el segundo hayan empatado en su encuentro particular y tampoco es imposible que el segundo le haya ganado incluso al primero.

Todo esto desvirtúa la figura del ganador y es por eso que en los últimos años cuando hay un empate en el primer puesto muchos torneos exijan que los rivales se enfrenten entre sí, ya sea por eliminatorias o en una liga en que todos los empatados juegan una partida contra los demás.

Aún así, la siempre posible figura de las tablas hace que también estos sistemas disten de ser perfectos. Por problemas de agenda – los jugadores tienen vuelos de vuelta pendientes, los hoteles y locales de juego se contratan por un tiempo limitado – los desempates tienen que ser ágiles. Pero si aún estos pueden volver a concluir en otro empate, la situación no deja de ser problemática.

Una idea que se suele emplear como último recurso es la partida desigual en que en caso de empate, sean las negras las que se declaren vencedoras. Este sistema sólo suele usarse como desempate al desempate del desempate. Y es que es un recurso que gusta poco ya que, cuando en caso de empate son vencedoras las piezas negras, todo el mundo quiere jugar con negras.

Entonces, para intentar equilibrar la situación en que los dos rivales querrían jugar con negras, lo que se suele hacer es dar algo más de tiempo a las blancas. Y como el tener más tiempo sólo se nota en partidas con ritmos de tiempo muy cortos, se llega a la necesidad de que la partida sea más o menos rápida.

Un sistema sencillo de desempate definitivo es el que da a las blancas 6 minutos de reloj y a las negras sólo 5 minutos y la ventaja de que el empate les cuente como victoria. Aún así, todo el mundo prefiere ser las negras en esta situación. Y al final quien juega con negras suele decidirse por el sistema de desempate de toda la vida: lanzando una moneda al aire. Con lo que a pesar de lo sofisticado de estos sistemas de desempate, gran parte de la solución gira en torno al sistema de desempate más injusto que existe: el puro azar.

En chessbase muestran una nueva vuelta de tuerca que se produjo en el Campeonato Juvenil de los Estados Unidos. En una última ronda cargada por el diablo se dieron las condiciones para que se produjera un triple empate en el primer puesto entre Sam Shankland, Ray Robson y Parker Zhao. Que sean tres los empatados no hace sino empeorar las condiciones. Pero la organización había fijado un sistema de desempate realmente enrevesado.

En primer lugar Ray Robson, como primer clasificado de entre los empatados, podía elegir si quería jugar la primera partida o descansar y pasar directamente a la final. Su decisión era bastante compleja ya que el llegar a la final es de por sí ventajoso pero en tal caso tendría que bailar con la más fea: jugar con blancas en la final con la obligación de ganar. Aún así, Ray Robson elegió ir directamente a la partida final, dejando a sus dos rivales con otra patata caliente.

Ahora se eligió como sistema de desempate entre Parker Zhao y Sam Shankland el jugar una partida en que las blancas tienen obligación de ganar y más tiempo que su rival. Ahora bien, para que no todo el mundo quisiera jugar con negras, se les ofreció un sistema de subasta inversa de tiempo: ¿Cuál es el mínimo tiempo con el que estarías dispuesto a jugar con las negras?

Las blancas jugarían con 45 minutos de reloj (más cinco segundos por cada jugada que hagan, igual que la negras) y las negras tendrían que subastar el tiempo con el que contarían, partiendo de un máximo de 60 minutos. Quien eligiera el número más bajo conseguiría las negras, pero tendría que jugar con ese tiempo de reloj.

La subasta fue realmente ajustada ya que Sam Shankland solicitó 31 minutos y Parker Zhao 29 minutos y 54 segundos, por lo que el ganador (de la subasta) fue Parker Zhao que jugó con negras ante Sam Shankland, con casi un 50% menos de tiempo pero con el empate de su parte.

Al final el campeonato terminó del siguiente modo: Sam Shankland ganó con blancas cuando tenía la obligación de ganar y fue a la final contra Ray Robson, esta vez con la tranquilidad de poder empatar la partida. Ray Robson arriesgó en la búsqueda de la victoria y acabó perdiendo, por lo que Sam Shankland se proclamó Campeón Juvenil de los Estados Unidos en uno de los torneos que pasarán a la historia más por lo complejo de su sistema de desempate que por ninguna otra cosa.

Pleno empleo

El desarrollo mas importante durante el reinado de los Song [en China(960 – 1279)] fue el de la tecnología en la agricultura, basado en la importación de una especie de arroz de rápido crecimiento originaria de Vietnam y de la invención de la imprenta, llegándose al punto de que el sistema era lo suficientemente eficiente como para que, en su mayor parte, no fuera necesario mejorarlo. Había suficiente comida para todo el mundo, el sistema funcionaba, mas o menos y era autosuficiente. Al funcionar, no existía incentivo para mejorarlo; el sistema se quedo inalterado desde la dinastía Song [que termino en el siglo XIII] hasta el siglo XX. De hecho, muchos cultivadores del interior de China y de regiones menos desarrolladas del sureste asiático siguen, en su mayor parte, empleando las técnicas agrícolas de la dinastia Song.

Esta es la China de los niveles de pobreza que rompían todos los récords (que nadie recuerda) hasta hace bien poco. Siempre solemos pensar en el pleno empleo como una suerte de mundo feliz, la realidad es que lleva a la inacción y con el tiempo a una especie de inexorable declive.

Examen de acceso

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Wang Yunfei, el chico de la fotografía, no se ha hecho famoso por llevar una camiseta que imita a la marca Calvin Klein y que tiene escrito “Oraiginal Jelans” en lugar de “Original Jeans”.

En China, antes de acceder a la Universidad, los estudiantes tienen que escribir un pequeño ensayo sobre algún tema. De la corrección de dicho ensayo se deduce su madurez y capacidad para adaptarse al entorno universitario y en función del resultado se obtienen unas opciones de acceso u otras.

El ensayo que presentó Wang Yunfei fue sobre el medio ambiente y lo que lo diferenció del resto de alumnos es que lo escribió en chino clásico, el que se utilizaba en la Dinastía Han (entre los siglos II antes de Cristo y II después de Cristo). Algo parecido a si lo hubiera escrito en latín un estudiante de Barcelona aunque bastante más inusual puesto que el estudio del latín aún sobrevive en los planes de estudios de secundaria mientras que el chino clásico es aún más marginal.

El ensayo de Wang Yunfei tuvo que ser corregido, por lo tanto, por un profesor especializado en chino clásico y este tuvo ciertas dificultades en la corrección ya que encontró 40 palabras del chino clásico que ni él mismo conocía. Según su propio juicio el texto de este estudiante hubiera pasado, tanto por el estilo como por la gramática, por un texto de la Dinastía Han. El profesor consideró que el texto de Wang Yunfei era tan bueno como el que hubiera podido escribir un licenciado en lengua clásica.

La personalidad del estudiante es desde luego sorprendente. Para él el chino clásico es una afición que ha desarrollado a sabiendas de su absoluta inutilidad. No tiene ningunas pretensiones con la misma y sus aspiraciones son más bien tecnológicas. Quiere estudiar arquitectura y destaca en las asignaturas de ciencias. Sin embargo no tiene ordenador. Cuenta que mientras el resto de compañeros pasa su tiempo libre navegando por Internet él prefiere dedicar ese tiempo de ocio a la lectura de textos clásicos.

Hacía mucho tiempo tuvo la idea de que ese examen preuniversitario era la única oportunidad de que dispondría en toda su vida de emplear el chino clásico. Los correctores podían tomárselo a bien, como ha sucedido, o a mal y suspenderle el examen. Sopesó las opciones y consideró que en caso de suspenso ya tendría una nueva oportunidad para realizar un examen normal.

A raíz de este suceso Wang Yunfei adquirió una notable fama en China, fama que no le ha gustado lo más mínimo. El tiempo perdido departiendo con periodistas se lo ha tenido que dedicar del que le hubiera gustado emplear leyendo sus admirados textos clásicos.

Desafortunadamente hace falta un país con 1.324.655.000 habitantes para que al menos surja una persona así.
La demencial motivación de Wang Yunfei a escribir su examen de ingreso en la universidad en un chino clásico impecable le convierte en un firme candidato al Insomnia Prize 2010.

Fuente: China Daily.

Islas Spratly

Territorios disputados por países hay muchos en el mundo. Desde Gibraltar hasta las Islas Malvinas pasando por el mismísimo Polo Norte. De todas las disputas abiertas en el mundo, quizás la más compleja y una de las menos conocidas sea la de las Islas Spratly en el Mar de China.

Las islas no son más que un grupo de más de 750 islas, arrecifes de coral, atolones, bancos arenosos y cayos – algunos de los cuales quedan sumergidos completamente cuando hay marea – que apenas si llegan a los cuatro kilómetros cuadrados de superficie total, menos que la pequeña Isla de Lobos, junto a Fuerteventura.

Sin embargo las islas están muy dispersas. Ocupan una superficie total de 425.000 kilómetros cuadrados.

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Tanto por lo práctico de ampliar las aguas territoriales en torno a dichas islas, como por el valor pesquero de las mismas y la hipotética presencia de gas y petróleo, las islas se hayan inmersas en un complejo conflicto entre siete países: China, Taiwan, Filipinas, Indonesia, Malasia, Brunei y Vietnam.

Las disputas y justificaciones territoriales podrían dar para escribir varios libros. Dentro de las Islas Spratly hay islas ocupadas militarmente por un país y reclamadas por otros, islas desocupadas pero en disputa e islas sobre las que hay algún consenso de propiedad pero que están ocupadas por otro país.

Quienes menos reclaman son Brunei, que sólo aspira a la soberanía de unas cuantas islas que hay frente a su territorio, e Indonesia, que ha visto como el conflicto incluía a sus Islas Natuna, que ni siquiera pertenece al las Islas Spratly pero que sin embargo China ha querido añadir al grupo. Por otro lado China, Taiwan y Vietnam luchan por el conjunto de las islas, reclamando la totalidad de las mismas.

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Al tratarse de islas deshabitadas, salvo por algunos contingentes militares, y dada la extensión del conflicto se llegan a situaciones surrealistas de tratar de demostrar o al menos comportarse como si las islas fueran una parte más del territorio. Hay gobiernos regionales y cada país representa a las islas en sus mapas nacionales.

El mayor de los absurdos es quizás el caso de China que en sus mapas de carreteras de Sinomaps muestra una página dedicada a las Islas Spratly. Las islas no tienen ninguna carretera ni camino pero esto no es impedimento para mostrar un mapa de ellas mostrando esa ausencia de carreteras.

El conflicto latente es una importante herida abierta en el Asia meridional y que puede acabar desembocando en conflictos bélicos de gran transcendencia. Ojalá esta sea la última vez que vuelvas a leer algo sobre las Islas Spratly.

Fuentes:

Lo peor de las guias de viajes

A lo largo de mi vida me he tropezado con tantas guías de viajes, ya sea de destinos que he visitado como de lugares que al final no pudieron ser, que creo poder hablar sobre ellas con algo de conocimiento.

Qué duda cabe que aún hoy en día con la existencia de Internet su utilidad sigue siendo manifiesta. Y es que los portales sobre turismo, ya sean colaborativos o mediante supuestas redes sociales, son bastante lamentables, salvo Tripadvisor en las valoraciones de hoteles.

Pero las guías hay veces que te hacen desear la muerte a fuego lento de los editores. Pues igual que ayudan en muchas situaciones, en otras te echan una mano al cuello. Algunos de los peores vicios que les he encontrado son los siguientes:

  • El lugar inexistente
  • Un problema cada vez menos común pero no exento de riesgo es cuando una guía de viajes te recomienda un sitio ¡Que ya no existe! Cuando de lo que te habla es de un hotel y tienes pensado plantarte allí sin reserva, el daño que puede hacerte esa pequeña omisión es tremendo.

    Esto sucede sobre todo porque muchas guías se actualizan sólo en algunos apartados. Puedes ver que la guía está actualizada a 2010 pero una lectura detallada te lleva a observar que sólo un porcentaje muy pequeño del libro está actualizado a esa fecha. Hay auténticas zonas tenebrosas que se copian tal cual edición tras edición. Si vas con una guía anticuada sabes lo que puedes encontrate, pero si se supone que es más moderna te expones a toparte de bruces con uno de esos lugares que no existen.

    También es negativo cuando hay lugares que existen y que no te indican. Esto es especialmente molesto en lo que a estaciones de metro se refiere pues a veces te dan rutas para ir a un sitio o puntos de referencia que están totalmente obsoletos. Puede haber una parada de metro que se llame Museo de la Ciencia pero la guía te dice que para ir al museo de la Ciencia lo mejor es el autobús.

  • La valoración vacía de contenido
  • En una guía hay que resumir toda una ciudad, o incluso un país entero, en pocos párrafos. Esto obliga a ser muy concretos en lo que se dice, no se puede escribir palabrería de relleno. Un fallo que pone de los nervios es cuando se da una lista de sitios recomendados y de uno de ellos se da un juicio vago, sin llegar a precisar si es bueno o regular. Si se muestran restaurantes de una ciudad: indicar los mejores, los que siendo baratos sean buenos y punto. No se puede incluir un sitio que diga “La ubicación es bastante buena, salvo cuando haga mucho sol. Pero la comida y el servicio son muy mejorables.” Se supone que has visitado 100 restaurantes y te has quedado con los 5 ó 10 mejores. No necesito que me pongas ni uno sólo de los malos.

  • El rollo guay
  • Sobre todo en la guía Lonely Planet, pero también en muchas otras, se trata de identificar al lector con un tipo humano que normalmente no coincide con el ciudadano medio. No entiendo por qué se asocia con una persona independiente, ecologista, solidaria, deportista y gay. Luego viajas y te encuentras a los de siempre: familias con niños, tripones, alcoholizables, fiesteros, incultos y desenfadados. Vamos, gente promedio.

    Cuando se mencionan idioteces como lo de las emisiones de CO2 en un libro de viajes, la autocensura se echa en falta. Luego la guía te muestra una serie de planes genéricos y otros adaptados a esos tipos humanos tan urbanos y modernos. Pero muchos de esos planes no te sirven para nada, ni a ti ni a nadie porque las personas que leen la guía suelen ser como he dicho antes de lo más normal. Y como antes te encuentras con un tomaco tremendo, molesto de llevar porque a alguien se le ocurrió incluir un apartado en cada pueblo que se llama “turismo solidario”.

    Si un destino es “de turismo sexual” y otro un “paraíso de las compras piratas” o un tercero famoso por sus tatuajes no importa si a ti no te gustan los tatuajes o eres célibe o no te causa rechazo el pirateo. Tienes la obligación de contar lo que la gente espera oír, censurando sólo lo que sea claramente ilegal. Pero hablar de unas islas donde todo el mundo encuentra pareja pero no mencionar esos sitios por cuestiones personales del editor es un tanto ridículo.

  • La guía al peso
  • Se nota que en las guías de viaje se ha entrado en una tendencia irracional en la que el libro más grueso es el mejor. Y esto provoca que se rellenen las guías con más y más información, normalmente inútil. Algunas incluso tienen tipografías inusitadamente grandes para que el libro ocupe muchas páginas. La sección de “notas” del final donde hay varias páginas en blanco creo que no para de crecer, cualquier día te la entregan con un cuaderno de canutillo adosado.

    Sucede un poco como con las cuchillas de afeitar, que ni el fabricante ni el usuario quieren ver crecer esa loca espiral de más y más cuchillas pero la situación se ha asentado y no hay quien rompa el equilibrio. Uno tiene tendencia a descartar libros muy breves y las editoriales rellenan que da gusto.

    La realidad es que la guía suele ir siempre en la mochila o el bolso y si pesa y abulta es una gran molestia. Una guía de viajes que fuera como un cuaderno con anillas, en la que puedas sacar las páginas correspondientes al sitio que vas a visitar podría arrasar. El problema es que también sería mucho más fácil de escanear y de piratear o compartir por Internet.

  • El viajero cutre
  • Especialmente la guía Lonely Planet destaca por su idea, que llevan hasta lo patológico, de ahorrar lo más posible. Pero también otras siguen esta tendencia de mostrar opciones siempre muy baratas. Que pueden tener algún sentido en ciudades caras, como Moscú u Oslo. Pero que pierden todo sentido en destinos como Egipto o Vietnam.

    Resulta hilarante, si no fuera porque no te ofrecen alternativa posible, cuando te narran el desplazamiento para ir desde A a B empleando tres autobuses locales de horarios impredecibles cuando en la cuarta parte del tiempo y por sólo el doble de dinero, y aún una cantidad irrisoria, puedes desplazarte en taxi. O cuando te recomiendan lugares locales donde dormir muy baratos pero que no tienen baño, ni siquiera compartido.

    Creo que falta un poco de sentido común en ese tipo de sugerencias. Entender que si en España uno puede permitirse un cuatro estrellas y en Egipto, por un poco menos se va a uno de cinco, pues que no hay ni que mencionar los lugares de tres estrellas.

    También hay un error equivalente cuando se muestran opciones “de lujo” en que se muestran, a veces sin mayor investigación, los lugares más caros dentro de un destino barato. Cuando el lugar de destino es de muy bajo poder adquisitivo los sitios elegantes, que uno puede permitirse, no se seleccionan sino que se muestran por orden de precio. Y las mismas descripciones no dan apenas detalles del lugar, sólo que es caro o más caro que el otro.

  • Los mapas
  • Los mapas que muestran las guías suelen ser pésimos.

  • Cada sitio tiene su encanto
  • Quizás el peor defecto de todos es el que indica Miguel en los comentarios: cuando todo se pinta de color de rosa pero no se entra en valoraciones, en dar preferencias. España está llena de ciudades interesantes pero si sólo tienes un día, entonces visita Madrid. Y si vas a ver dos ciudades, Madrid y Barcelona. Y para tres incluye Sevilla. Pero no, las guías dan un montón de atractivos de cada ciudad y te toca a ti decidir qué es lo que te conviene. Y constantemente hay que seleccionar y descartar lugares por falta de tiempo.

    En eso las guías de Lonely Planet han avanzado un poco pues sugieren visitas para itinerarios de dos o tres días. Pero aunque se atreven a sugerir lugares donde comer y dormir no he visto ni una sola guía que valore los atractivos de las atracciones, que se atreva a dar un 8 a la Sagrada Familia y un 7,5 al Parque Güell. Los dos son excelentes, tu verás el que ves.

  • La recomendación de restaurantes
  • Un problema común que encuentro es que las sugerencias de sitios donde comer o tomar una copa no siempre tienen lógica con la vida normal de un turista, de agenda especialmente apretada. Cientos de veces uno visita un museo, un parque o una iglesia y sale de allí a la hora de la comida. Luego mira los posibles sitios donde ir a comer que te dice la guía y no hay ninguno cerca. Al final uno acaba escogiendo al azar y sólo usa las recomendaciones de dónde comer en lugares muy pequeños o cuando se quiere dar uno un capricho y planifica la visita al restaurante como una excursión más.

    Este problema tampoco está resuelto con las páginas de Internet que te dan listados extensos de restaurantes próximos pero sin valorar o sin descartar. Te toca leer opiniones como un loco e intentar decidir.

Seguro que vosotros tenéis algo más de que quejaros. Podéis hacerlo en los comentarios.