Olimpiadas españolas

Retiro todo lo dicho.

Tengo aquí una cosa que no puedo… no sé. No sé ni cómo me siento. Es muy difícil explicarlo, la verdad”, explicó. “Los primeros 400 metros no iba fácil. Iba con reserva pero he dicho: ‘Ésta es la mía, tengo que ir fuerte’. He intentado no ponerme muy tensa, relajarme un poco y no subir mucho la frecuencia”, pormenorizó.

“Se trataba de no perder más de medio cuerpo porque si no luego era muy difícil recuperar. Y en la segunda parte de la prueba he ido adelantando a Adlington, a Lotte Friis y he dicho: ‘Esto no me puede estar pasando. Pero qué pasa aquí. O yo me encuentro muy bien o las otras muy mal’. Luego he intentado coger a la americana pero ya estaba muy lejos”, explicó la doble medallista en Londres.

Ver la épica prueba de 800 metros libres femenino de Londres 2012.

Crisis = Oportunidad

Una de las cosas más repetidas hasta la naúsea es que los chinos usan el mismo sinograma para Crisis que para Oportunidad. Pues bien, eso es una mentira como la copa de un pino. La Wikipedia ya habla de Oportunidad y Peligro, que poco sinónimos son Crisis y Peligro.

Por lo visto el causante de este desaguisado fue J.F. Kennedy, quien por primera vez lo pronunció en un discurso en Indianápolis, el 12 de abril de 1959:

La palabra “crisis” en chino está compuesta de dos caracteres. Uno representa peligro, y el otro representa oportunidad.

Pero Kennedy usó este recurso, que acabaría manido, muchas veces. Y luego le copiaron muchos otros, como el tétrico Al Gore. Incluso en su época, muy anterior a Internet o el desarrollo de la cultura china, su expresión es más correcta que la que ha llegado a la actualidad. Que de una palabra formada por dos signos (crisis), uno puede significar peligro y el otro, muy forzadamente, oportunidad. Y es que ese otro signo significa más bien máquina, avión.

En resumen, un delirante malentendido que no ha quedado lo suficientemente explicado como muchas otras leyendas urbanas pero que no tiene ni pies ni cabeza:
a) En todo caso sería “crisis” significa peligro + oportunidad.
b) Y oportunidad, con una laxitud propia de conferenciante sobre Cloud Computing.
c) Que todo esto viene de Kennedy, pero fue potenciado por los Simpsons, que en una broma (no confundir con documento) ponían en boca de Lisa Simpson:
“Los chinos usan la misma palabra para crisis que para oportunidad.”
d) Que está muy bien explicado en la Wikipedia.

La crisis


La tienda FNAC de Madrid vende tantos libros sobre la crisis, que ya superan en cantidad a muchas secciones consolidadas, como economía o ciencia. La crisis se ha convertido en un nuevo género narrativo.

Los libros sobre la crisis se dividen en tres categorías principales. Están los que la explican, a toro pasado. Y los que se atreven a vaticinar sobre el futuro u otras formas de futuro posibles. El tercer grupo son los libros de economía de guerrilla, de ahorro de pobres, cultura lonchafinista.

Entre los libros que explican la crisis, casi todo lo que superficialmente hojeo lo veo sesgado, engañoso. Y es que exponer por qué algo sucede es muy fácil. Lo complicado es prever lo que puede ocurrir de acuerdo a lo que ahora está pasando. Pero estos libros de la crisisología ni siquiera aciertan en lo fácil. Porque la verdadera historia de la crisis avergüenza a todas las clases sociales, a hombres y a mujeres, a pobres y ricos.

Y nadie paga por leer una historia en la que él es uno de los culpables. Explicar la crisis, para poder vender libros, se ha convertido en una caza de brujas. Intentar descubrir a los culpables de la crisis. Llegándose a una simplificación tras otra, hasta empezar a caer en dislates como que la crisis es culpa de una única persona. O de un partido político.

La crisis simplemente se debe a que vivimos en el pasado con dinero del futuro. Casi todos. Y ahora, es el futuro.

Si tú viviste con dinero del futuro porque todo el mundo lo hacía, porque la televisión te lo decía, porque nadie te dio una formación económica, da igual. Tú cometiste el mismo error que el banco que dio los préstamos, que el empresario que aceptaba encargos que cobraría muchos meses después.

Y ahora empiezo a ver que se forman dos grupos, vencedores y vencidos. El vencido es al que le embargan la casa. El vencedor el que te explica la crisis o te cuenta un mundo mejor basado en la economía del trueque. Los vencedores se ríen de los que vivieron por encima de sus posibilidades, y aconsejan un modo de vida tan espartano como incoherente.

Muchos de los que en su momento se libraron de la burbuja inmobiliaria ahora abogan por el madmaxismo. Una visión de un futuro apocalíptico que está a la vuelta de la esquina, una especie de vuelta a la Edad Media, con un drástico retroceso en la calidad de vida.

Y es que veo que a pesar de que hemos sufrido una tremenda crisis por no darnos cuenta de la realidad, inmersos en ella, volvemos a crear una nueva realidad que no tiene apenas sustento. La misma gente que se hipotecaba porque lo hacía su vecino, es la que está cansada de oír, hasta el punto de asimilar como verdad absoluta, que la crisis es culpa de los bancos. Esta es la nueva verdad indiscutible, como en su momento lo era que los pisos nunca bajan de precio.

Igual que un vendedor de pisos debe reconocer y aceptar que éstos han bajado de precio, todos nosotros deberíamos reconocer que tenemos parte de culpa por la crisis. Está claro que mucho más mal hacen los que tienen más poder. Pero lo triste es que cuando estamos errados hacemos tanto mal como está al alcance de nuestra mano. Si somos de clase media baja, ni queriendo podemos causar una crisis económica. Todo lo más arrastrar a gran parte de nuestra familia a un pozo. Un banquero – que no un pobre empleado de banca – tiene más opciones. O un presidente de Gobierno. Pero eso no quiere decir que sea más malo; tal vez sí más culpable.

Entre todo este disperso mensaje, la idea que me gustaría trasmitir es que a pesar de todo lo que ha sucedido, la inmensa mayoría de la gente no se ha enterado de casi nada. No va a aprender nada. Y lo peor es que los que sí entendieron lo que pasaba en su momento, ahora están sembrando un mensaje extraño, que pinta un futuro de armas de fuego, y economía autosuficiente. O una postura psicótica que les aleja de cualquier forma de inversión, salvo los bienes tangibles, como la plata.

Mi visión de la situación actual es que no hay terreno firme, pero precisamente ahora es cuando se puede conseguir más por menos. Si llegamos a tiempos de guerra, de vida en el campo, un escenario muy poco probable, de nada serviría estar preparado. Todos estaremos muy mal, de poco sirve tener un puñado de gallinas o poseer un terreno rústico si campea la ley de la selva.

Para el que no tiene dinero, ni trabajo, la pregunta diaria es “¿Qué voy a comer hoy?”. Pero todavía queda mucha gente con una vida medianamente normal, que ha sufrido recortes, que tiene que hacer más por menos, pero que trabaja, que puede ahorrar, que puede consumir. Aún con un 49% de desempleo, la mayoría de la gente tendría trabajo. Y aunque de ese porcentaje, muchos están en una economía de subsistencia, hay muchos millones de personas a las que no les va tan mal. Para estas personas la pregunta es, “¿Qué hago con mi dinero?”.

Porque hay una enorme inestabilidad. El dinero puede emplearse en unas pocas formas: se puede consumir, comprar cosas, normalmente inútiles. Se pueden comprar viviendas (bueno, normalmente sólo una y una parte de ella). Está la opción de dejar el dinero en el banco. O debajo del colchón, que se ha convertido en algo totalmente diferente. Se puede invertir en un negocio, propio o ajeno. Se puede invertir en bolsa, o en bonos, o en preferentes y otros productos financieros. También existe la opción de los bienes tangibles, en la forma física (tener bidones de gasolina en el trastero) o en la virtual, comprando futuros de Brent.

Lo ideal, y que te diría un periodista que quiera salir del paso, es que hay que diversificar. Tener un poco de todo. Pero, claro está, si puedes diversificar de esa forma, es porque te va estupendamente, tienes mucho que invertir. Y sí, en tal caso hay que diversificar necesariamente y puedes permitirte pagar por el consejo de un profesional (¡Pero jamás pagar porque un profesional invierta por ti!).

Ahora bien, supongamos que tenemos 10.000 euros ahorrados, que es todo lo que tenemos. Están en una cuenta de ING que da unos intereses mensuales de 10-15€. Ese dinero poco se puede diversificar. ¿Qué hacemos con 10.000 euros?

Como siempre, hay que empezar excusándose: no soy experto en nada. Esto es lo que le contaría a mis amigos, si los tuviera, no es ninguna recomendación. Es una opinión para empezar a pensar.

¿Qué riesgos nos plantea el futuro? Unos son más probables que otros, nunca olvidemos eso. Hay riesgos individuales (enfermedad, paro, robo, divorcio) y riesgos colectivos (salida del euro, quiebra bancaria).

Empecemos con una visión genérica de cada forma de inversión, hoy en día y en España:

Consumo
Pros: Precios bajos, ofertas atractivas, satisfacción inmediata.
Contra: La mayoría de lo que se consume es innecesario y produce una satisfacción que solo dura en el corto plazo.

Inmobiliaria
Pros: Precios en descenso, favorables condiciones fiscales, todo el mundo necesita vivir en alguna parte. Vivir es caro.
Contras: Dificultad para conseguir una hipoteca, riesgo de deber mucho dinero al banco, riesgo de embargo (ruina personal), inversión no diversificada. Inversión ilíquida (imposible de vender con facilidad). Riesgo elevado para hombres con hijos (el 50% de los matrimonios acaba en divorcio, es mucho más probable que acabes divorciado que en el paro, así que imagina si es probable). Los precios no han tocado fondo. Vivir en una casa te ata a vivir en un lugar concreto.

Dinero en el banco
Pros: A salvo de un posible robo (robo por parte de delincuentes comunes). Es una actitud sencilla, la que se suele aplicar por defecto.
Contras: Riesgo de quiebra bancaria, de corralito (intervención del dinero por parte del Estado), de pesetificación (convertir los euros en otro tipo de moneda interna, que no valdrá para nada).

Dinero debajo del colchón
Pros: Los billetes de euro tienen pinta de que serán aceptados por mucho tiempo y en muchos países. No se convertirán automáticamente en monedas de pacotilla.
Contras: Riesgo de robo. Puede ser ilegal atesorar efectivo o realizar movimientos internacionales con dinero en efectivo.

Negocios
Pros: Inversión sostenible a largo plazo, que crea riqueza y empleo.
Contras: La mayoría de los negocios son una ruina, montar un negocio ahora es una temeridad. Dificultades con los socios, facilidad para ser engañado.

Bolsa (en el sentido amplio)
Pros: Los precios de algunas acciones son muy bajos. Se puede evitar el “riesgo moneda”, el riesgo a que una moneda (el euro, el dólar, la peseta) se vaya al garete y su valor caiga en picado. Condiciones de tributación favorables.
Contras: Riesgo a “quedarse pillado” en una inversión. La bolsa puede subir, bajar y también quedarse sin liquidez. Que tengas unas acciones que valen 1 euro pero que nadie quiere comprar. Una inversión en bolsa se apoya sobre una empresa, o país, que está en condiciones de mucho riesgo.

Bienes tangibles
Pros: Son como los pisos y los sellos, una inversión que puedes tocar y llevarte en el maletero del coche. En tiempos de incertidumbre, se espera que sean valores que suban de precio.
Contras: A ver dónde vendes un lingote de plata. Sablazos en las comisiones de compra y venta. Riesgo a comprar algo que no vale lo que cuesta. Inversión “de flipado”, socialmente mal vista.

Y ahora voy a decir lo que pienso sobre cada forma de inversión, a día de hoy.

Consumo

Si a uno le va bien, ahora es cuando puede consumir más a gusto. Viajes baratos a buenos destinos. La mejor mesa en el mejor restaurante, al mejor precio. Tecnología de calidad a precios de saldo. Cuando a todo el mundo le va bien, consumir es más caro y luce menos. Eso sí, es importante entender qué placer se satisface con cada forma de consumo.

Una experiencia única o soñada es una gran inversión. Si tu ilusión siempre fue ver a Juan y Medio en persona, el hacerlo es dinero bien gastado, no importa lo ridículo que sea tu sueño.

El consumo como huida hacia adelante, como necesidad de satisfacción a corto plazo, solo produce infelicidad.

Inmobiliaria

Tras la debacle inmobiliaria el comprar casa ya está considerado un gravísimo error. Pero precisamente ahora empiezan a surgir muy buenas oportunidades de compra, para el que tenga dinero en el banco. Con 10.000€ no estamos en condiciones de comprar ninguna vivienda, salvo algún saldo (un bajo en un barrio modesto, proveniente de un embargo).

Estoy totalmente a favor de la idea de comprar una vivienda, a los precios que se pueden conseguir ahora y en la coyuntura económica actual. Pero siempre que se cumpla el siguiente dodecálogo, en su totalidad:

  1. Sólo comprar residencia habitual. Ni casas en la playa, ni casas para alquilar, ni casas de campo. Y si ya tienes casa, no te cambies.
  2. No comprar pensando que en el futuro se podrá pasar a algo mejor. Comprar una vivienda pensando que puede ser para toda la vida. No comprar pensando en vender.
  3. No comprar con gran endeudamiento. Si la única forma de comprar es con avalistas, con meses de carencia, hipotecas a muchos años, aportando hasta el último euro ahorrado, dependiendo de cada euro de nuestro sueldo actual, es porque no estamos en condiciones de comprar. Y entonces, no hacerlo.
  4. No comprar en ciudades con economía del Monopoly. Da igual que te guste mucho tu pueblo o ciudad, si apenas hay trabajo, algún día te puede tocar a ti. No comprar en poblaciones de menos de 100.000 habitantes (por decir un número).
  5. No comprar basura. Evitar los bajos, los malos barrios, las zonas alejadas del centro de las ciudades, los edificios muy viejos, las paredes de papel. No comprar casas que no existen, huir del VPO, las cooperativas, los pisos a medio construir. Ahorros de pobre que pueden salir muy caros.
  6. Olvidarse de la casa de los sueños. Porque además soñamos muy mal. La casa de los sueños tiene terraza (que acabaremos cerrando y creando un habitáculo inútil). O con una piscina que no usaremos, por estar gordos, y que encarecerá la comunidad en 100€ mensuales. Hay que empezar a soñar con casas prácticas, por ejemplo una casa con comunidad baja (lo que nadie sueña).
  7. Una casa que funcione con y sin coche. Y es que en el futuro igual no lo usamos. Pero viviendo en el presente, que si ahora tenemos coche, lo podamos aparcar.
  8. Una casa modesta. Un lugar enorme acaba generando gastos directos (mayores impuestos, pues van por metro cuadrado de vivienda, cuesta más calentarla o enfriarla, tiene más puertas que se pueden romper) e indirectos (tendencia a llenar espacios vacíos con tonterías que no regalan). Una casa muy pequeña provoca tensiones e incomodidades para los que viven en ella.
  9. No comprar lo mejor que puedas. Uno de los errores más comunes de la anterior burbuja. Establece unos mínimos, y dentro de ellos, lo más barato que consigas, no lo mejor que encuentres.
  10. Lucha por el mejor precio. Ahora existen ofertas a la baja, pero con cabeza y olvidando los complejos, uno puede pelear por rebajas muy interesantes. Nos vamos a una gasolinera a 20 kilómetros porque la gasolina es un céntimo más barata, pero en algo que cuesta decenas de miles de euros nos da vergüenza regatear. Si un piso que te gusta cuesta 100.000 y tú no quieres gastar más de 80.000, no dejes de proponer una oferta a 75.000 euros. Te puedes llevar una buena sorpresa.
  11. No escuches a tus amigos. Recuerda que estamos donde estamos porque todo el mundo escuchaba a los que no tenían ni idea. Tu novia puede tener dos carreras, aparte de un señor polvo, pero a lo mejor la economía no es lo suyo. Y los consejos de tu padre, muchas veces se basan en una coyuntura económica diferente, o en un riesgo que salió bien, riesgo que tú no te puedes permitir. Infórmate bien, por ti mismo. Contrasta opiniones.
  12. No pagar en negro.Malos tiempos para pasarse de listo y robarnos a todos. El marco legal es más inestable que nunca. Pagar bajo cuerda tiene muchos más riesgos que nunca.

La coyuntura actual es tan mala, que diversos escenarios apoyan la compra de vivienda (siempre a un buen precio): la salida del euro destroza los ahorros, convirtiendo el dinero en simples papelitos. Se volvería a una economía con elevada inflación donde el tipo de interés de la hipoteca se mantiene bajo (pagar cada vez menos). El riesgo es que las hipotecas “en euros” no se convirtieran en hipotecas “en pesetas”. Pero si esto ocurriera, estaríamos en escenario de desastre. Una escenario de catástrofe no es imposible, pero para esos casos uno nunca puede estar totalmente preparado.

Dinero en el banco

Tener dinero en el banco nunca puede ser una mala idea. Ahora mismo no lo movería pensando en cuberterías, milésimas de mejor interés. Intentar tenerlo en un banco que no pueda quebrar, porque por muy garantizados que estén los depósitos, si hay que recurrir al fondo de garantía, uno puede tardar meses en conseguir su dinero, y vete tú a saber en qué condiciones. Da igual la inflación, lo que puedas conseguir con otras inversiones. Para alguien conservador, perder poco dinero es una actitud recomendable.

Dinero en efectivo.

Pues si eres joven, sin hijos y no eres funcionario, no descartaría tener el suficiente dinero en efectivo para por lo menos poder salir del país. Si el billete de tren Madrid-Burdeos más caro que puedas encontrar cuesta 300€, ten 500€ en efectivo, y tal vez algo más para comprar un vuelo, fuera de España, a donde quieras emigrar. No es mucho dinero en caso de que lo perdieras y te da la tranquilidad de pensar “si el país se va a la mierda, podré al menos salir de él”. Porque el problema para muchos de los que no han emigrado a España ha estado siempre en eso: en no tener ni para dejar su propio país.

Negocios

Aunque ahora se diga mucho que el montar tu propio negocio es la forma a la crisis, todo esto lo veo como consejos irresponsables de gente que gana dinero, o una parte de su dinero, por dar consejos a otros y proyectando la imagen de emprendedor optimista. La señal de que ahora montar un negocio es una mala idea está en que muchos de los que han funcionado siempre, de los que tienen experiencia, han tenido que cerrar. Pero no, vas a llegar tú y lo vas a hacer mejor que nadie. Si cierran bares, es porque sobran bares. No montes un bar. Y no olvides la regla número uno de los negocios: Cualquier negocio relacionado con perros, fracasará siempre.

Ahora bien, si sabes de un amigo que tiene un bar, que ha sido capaz de pasar lo peor, y que necesitaría una inversión de 10.000 euros, seguramente sea una excelente forma de emplear el dinero, una de las mejores. Eso sí, dejándolo todo muy bien atado, ni acuerdos verbales ni repartos de beneficios inciertos. Si es una empresa familiar con la gente comprometida, siempre hay que arrimar el hombro, aunque sea posible que las cosas salgan mal. No es lo mismo avalar el piso de tu hermano (error) que invertir en el negocio de tus suegros (acierto).

La bolsa

La bolsa está en mínimos históricos, precisamente por eso es cuando puede ser más interesante invertir en ella. Y puestos a invertir, los valores estrella serán los más castigados: constructoras y bancos. Estoy pensando en comprar acciones de Bankia, pero es imposible encontrar información racional en Internet. Todo es parodia y ridículo de la empresa caída. A mi el logotipo de Bankia me parece horroroso, igual que Playboy es una empresa que me encanta. Pero lo que cuenta no es lo bonito de la compañía o de su producto, sino cuánto cuesta el kilo de empresa. Y Bankia está casi regalada.

Tal vez sea un mal ejemplo, pero sirve para muestra de qué se puede buscar en la bolsa. Otra forma de inversión mucho menos arriesgada es hacerlo en empresas consolidadas, que coticen fuera de la Bolsa Española. Como por ejemplo Nestlé, Toyota o McDonalds. Estas inversiones alejan nuestros euros de ser meros papelitos o apuntes en una libreta, convirtiéndolos en algo diferente. Volviendo a lo de siempre, si desaparece el euro, ahí está nuestra inversión en 27 ruedas de coche fabricadas por Toyota. Pueden desaparecer las monedas, pero de alguna forma podré recuperar mi dinero, librándome (tal vez) de devaluaciones o conversiones draconinanas.

Bienes tangibles

El oro está a precios máximos, por eso se habla mucho de la plata. El oro (en forma de cadenón con el símbolo del dólar, para colgar al cuello) es una inversión que da pérdidas garantizadas. Eso sí, siempre tiene algún valor residual y es fácil de transportar, incluso dentro de una cárcel.

La plata física no hay donde venderla, es en sí misma un quebradero de cabeza, como lo son los sellos o los árboles. Sólo por eso no me convence. La plata física tendría valor en escenarios de catástrofe, de desaparición del euro, etc. En tales casos el venderla iba a resultar dificilísimo y sólo se podría hacer con grandes descuentos.

Ahora bien, tener un lingotazo de plata es algo que no puedo desaconsejar, porque tiene cierto encanto retro y macarra.

Lo que me preocupa es que alguna de la gente que se dio cuenta de que los pisos “eran un timo” y los sellos, más, se deja llevar por el canto de sirena de una forma de inversión compleja, insegura y arriesgada.

La otra inversión

De entre todas las inversiones propuestas, hay una que brilla por encima de todas las demás. No se devalúa apenas y es muy fácil de transportar. A prueba de robos. No importa lo que ocurra, tenemos que invertir en nosotros mismos. Citius altius fortius. El que esté en la Universidad, que la termine, porque cada año será más cara y por lo tanto, más valioso el título que se pueda conseguir. Hacer másteres que tengan sentido y salidas. Hay másteres que no valen ni para limpiarse el culo con ellos. No es tiempo de hacer carreras vocacionales, sino de carreras con expectativas de trabajo para cuando las termines.

En los estudios universitarios hay mucha paja, mucho estudio que no sirve para nada. Estudiar oposiciones hoy en día es una quimera, aunque igual pienso que a medio plazo (3-4 años) es una excelente opción para el que se la pueda permitir. Los recortes y despidos de ahora vaticinan años de elevadas necesidades de funcionarios en el futuro.

Uno debe formarse en cosas que le gusten, que le llenen y que sean prácticas. Si tienes poco dinero ahorrado, elige una de las anteriores opciones, pero mientras tanto, no dejes de aprender cosas nuevas. Porque el futuro es muy incierto, y no será de los que tengan un corral con gallinas, sino de los que aún sean capaces de aprender habilidades nuevas. Es triste que uno no esté dispuesto a gastarse ni un céntimo en formación, con el cuento de que todo está en la red, gratis. Aprender a dibujar mejor, a bailar, dar clases de capoeira, aprovechando que están a precios de saldo. Sí, bailar tango no es práctico con un 100% de seguridad, pero con menos de 1.000 euros y pocas semanas de tu tiempo, puedes llegar a no hacer el ridículo. Mientras que una Filología inútil al 90% puede suponer cinco años de tu vida y 10.000 euros largos en gastos.

La formación a gran nivel es muy incierta. Pero los cursos cortos, a precios fijos, suelen ser siempre interesantes y nunca son dinero tirado. Comprar un coche (error), sacarse el carné de conducir (acierto).

Si no sabes inglés, o tienes un nivel burdo, gasta todo lo que sea necesario en aprenderlo.

Eso sí, el inglés no es para emigrar, sino para tener la opción de hacerlo. Por mucho que se vendan vidas de fantasía “en Europa” la realidad es que un extranjero es, para muchas cosas, un ciudadano de segunda categoría, en cualquier país del mundo. Y eso es a veces muy duro. En muy pocos trabajos aceptan a gente que no conoce el idioma. Una delirante realidad simplificada, que algunos asumen como cierta: en Finlandia aceptan españoles para casi cualquier puesto, siempre que sepan inglés. Se cobran 2.000 euros netos en cualquier trabajo y si te quedas embarazada tienes 2-3 años de baja de maternidad. No importa si trabajando en Nokia o en una carnicería, con que sepas inglés, ya puedes trabajar con total normalidad, eres uno más.

En resumen, que si tuviera que invertir 10.000 euros, lo que haría sería:

5.500 euros en el banco.
2.000 euros en efectivo, mejor en billetes pequeños.
1.000/0 euros en 10 lingotes de 100 gramos de plata. Dependiendo de lo macarra que se sea o lo preocupado por el futuro que uno esté.
1.000/2.000 euros en acciones de alto riesgo y peor imagen (bankias).
500 euros en aprender cosas nuevas.

Y mientras tanto, seguir ahorrando.