Motivaciones

Cuando uno va buscando un libro, se nos ocurren todo tipo de explicaciones que justifiquen esa búsqueda: lo necesita para un trabajo, cree que lo necesita para un trabajo, le apetece leer una novela, quiere regalar algo a un amigo. Sin embargo, la experiencia me confirma que las motivaciones pueden ser mucho más oscuras de lo que cabría esperar. Estos son dos casos reales, en que la búsqueda de un libro escapa a cualquier clasificación racional.

I

Tengo un amigo que juega al ajedrez y que guarda meticulosamente todas las planillas (la hoja en que se escriben los movimientos) de sus partidas. El principal problema está en que, la mayoría de las planillas tienen tamaños diferentes, dependiendo de la organización del campeonato.
Mi amigo tuvo la idea de usar un cuaderno escolar usado: pegaba las planillas en las hojas del cuaderno, con lo que podían leerse como en un libro. El sistema era ingenioso, pero fallaba cuando había muchas partidas, el cuaderno se iba haciendo demasiado grueso por la derecha y la parte de la izquierda, la del lomo, está a punto de ceder ante el engorde del cuaderno.
Así, tuvo una idea más ingeniosa:

Decidí que mejor que usar un cuaderno, podía usar un libro. Así que fui por las librerías de segunda mano, buscando un libro que se ajustara a mi propósito: debía ser más o menos alto, por lo menos como uno de los cuadernos. Tenía que tener buena encuadernación, a ser posible pastas duras. Muchas páginas, tantas como fuera posible. Pero sobre todo, ser barato. Así, estuve recorriendo varias tiendas, mirando a los libros como lo que son, un montón de hojas de papel, cosidas o pegadas. No me interesaba la temática, ni la calidad de la obra, sólo que fuera un libro grande y resistente. Acabé comprando una biografía de Wiston Churchill, escrita en inglés, de unas cuatrocientas páginas, encuadernación excelente, por dos euros.

Si el precio de un libro es la suma del hardware (el libro físico, lo que cueste el papel, la tinta y el cartón y su procesamiento) más software (el valor de las palabras), esa biografía de Churchill es, posiblemente, el software más barato – el peor libro – que jamás se haya publicado en buena encuadernación.

II

Otro amigo se encontró en una tesitura más extraña, si cabe:

Iba todos los días a estudiar a la biblioteca de la Universidad. Me llevaba los apuntes en una carpeta y me pasaba la tarde repasando. Un día llegué y se había roto algo, el caso es que había que entrar en la biblioteca por otra puerta diferente. En cuanto lo hice, me di cuenta que no había arcos electrónicos de protección de libros, y pensé que cualquiera podía llevarse un libro sin ningún peligro de que pitara a la salida. A partir de entonces, no pude estudiar. Me obsesionaba la necesidad de aprovechar la ocasión, es como estar en el 3 X 2 de Carrefour y no comprar dos cosas que no necesitas. Ante la ansiedad acumulada, decidí llevarme un libro y marcharme. Ese día no podría estudiar. Estuve recorriendo toda la biblioteca, pero en vez de buscar un libro que me gustara, quería llevarme el mejor libro posible, un libro que pudiera guardar en la carpeta – por lo que no podía ser muy grande – que me gustara y que supiera que era muy caro, o imposible de encontrar en librerías. Estuve por lo menos una hora, mirando todos los libros de la biblioteca.

Este amigo me acabó regalando ese libro, que acabó siendo el primer tomo (de dos) de las Epístolas morales a Lucilio, de Séneca, de la Editorial Gredos.

Un comentario en «Motivaciones»

  1. Tus amigos son una panda de delincuentes. Me avergüenzo profundamente.
    ¿Me dejarás ser tu amigo?
    [Comentario zrubavel: Teniendo en cuenta que has reconocido que has robado comida en un centro comercial, puedes darlo por hecho.]

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