Tuberculosis

En la novela que estoy leyendo, me encuentro con estos párrafos que os paso a traducir.

Vacunaciones. De vez en cuando hacían vacunaciones masivas en prisión. Un equipo de sanitarios del Ministerio de Salud ─como el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido, excepto que no tan profesionales y casi nunca de forma gratuita─ llegaba y simplemente inyectaba a todo el mundo. No era obligatorio, pero te presionaban mucho para que te pusieras estas inyecciones. Tenía mucha desconfianza hacia estas “vacunas” porque realmente no sabías lo que te estaban inyectando, si funcionaría o si lo necesitabas.

Muchos de los sudamericanos hacían cola porque pensaban que valía la pena tener cualquier cosa gratis, y muchos de ellos nunca habían recibido vacunas o inoculaciones contra nada. Normalmente me negaba a ponerme las inyecciones, lo que a menudo resultaba en discusiones acaloradas con otros reclusos del ala, quienes veían mi negativa como un riesgo para ellos. Creían que si no me ponía la inyección, fuera por lo que fuera, me enfermaría y los contagiaría. Por supuesto que nunca lo hice, hasta la única vez que cedí y acepté ponerme una inyección contra la tuberculosis, bajo la amenaza de ser expulsado del ala. Esto habría significado perder mi teléfono móvil y probablemente todas mis posesiones.

Estaba seguro de que viniendo de un país europeo me habrían vacunado en la infancia contra enfermedades como esta. Traté de explicárselo al cabo ya otros que se quejaban de mi negativa, pero no lo aceptaron.

‘¡O tienes la inyección o te echamos de la celda!’

‘Oh, a la mierda, hazlo entonces’.

Todavía lamento intensamente esas palabras. De hecho, lo haré por el resto de mi vida, que sin duda se ha visto acortada como resultado de tomar esa inyección.

El libro se llama “El Infierno” y narra la experiencia de un inglés, Pieter Tritton, cumpliendo una condena de 12 años por tráfico de drogas en una cárcel de Ecuador.

El escepticismo ante un tratamiento tal vez innecesario, o cuando menos redundante, la superstición con que muchos aceptaban todo tipo de medicamento y la desconfianza que despertaba en los compañeros por no querer vacunarse, muestran el ambiente que uno puede encontrarse en una cárcel así: rodeado de personas sin ningún tipo de formación, violentas y habitualmente drogados a todas horas.

Un comentario en «Tuberculosis»

  1. No te esperaba antivacunas.
    Ahora me dirás que bla bla bla, lo sé, años discutiendo con teóricos de la conspiración me han dado la experiencia.

    Obviando todas las florituras con las que lo has adornado solo queda la conspiración a la que te adscribes como acto de fé.

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