El experto aficionado

I
Quizás me equivoque. Tres son las carreras más difíciles que existen en el mundo: medicina, arquitectura y la dirección de orquesta.
Por supuesto, hay países donde se puede ser médico con algún que otro curso bianual. Hay arquitectos que no hicieron estudios oficiales y a los que le fue bien. Y directores de orquesta que pasan a la historia por cualquier otra cosa.
No son carreras especialmente complejas, pero exigen un nivel de esfuerzo constante durante mucho tiempo. Son profesiones liberales que pueden ejercerse en cualquier parte del mundo. Y son creativas.
II
Gilbert Kaplan ganó mucho dinero en Wall Street entre los años 70 y 80. Fundó la revista Institutional Investor, algo así como la revista RollingStones, pero orientada a los banqueros. Y ganó, la verdad, algunos cientos de millones de dólares con ese y otros negocios. Sin embargo, si sólo fuera por esa actividad, Kaplan nunca tendría una página en la Wikipedia.
Y es que Kaplan se hizo famoso por una obsesión. Allá por 1965 asistió a un concierto, invitado por uno de sus amigos – la hija de éste tocaba en la orquesta-. Kaplan era un aficionado a la música clásica, pero nada más que eso. La pieza en concierto: la sinfonía nº2 de Mahler. La interpretación no era mala: no en vano la hija de su amigo tocaba en la American Symphony Orchestra y en la dirección estaba Leopold Stokowski.

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Las olas

No he leído ningún libro de Manuel Vicent, pero su columna dominical, en la última página del periódico el País, suele parecerme excelente.
No sé si es un buen escritor de novelas, lo que sí que tengo claro es que domina el género para el que escribe en el periódico como pocos en España.
Resalto aquí la que publicó hace casi dos años, el 28 de Marzo de 2004, que me causó tan honda impresión como para recordarla. Lo hago para que vosotros tengáis la oportunidad de leerla y como forma de tenerla a mano yo mismo.
Curiosamente la he encontrado a través de un blog de Spaces, pero no le pongo un link por la falta de ética de la persona que la transcribió, al no dignarse a indicar el autor del texto.

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Cosas que odio en los restaurantes

Cosas que odio en quienes me acompañan a los restaurantes:
a) Cuando vas con un grupo muy grande de personas y hay alguien que, bajo ningún concepto, está dispuesto a que el grupo se distribuya en dos mesas. Es absurdo porque a partir de siete personas es imposible o absurdo que en una mesa se mantenga una única conversación.
Esas personas causan una grave molestia al personal del restaurante y de paso a los clientes que están comiendo en ese momento, obligándoles a juntar varias mesas y descolocando toda la organización del restaurante.
b) Las chicas que insisten en preguntar los ingredientes de todos los platos del menú, aún cuando tuvieran decidido desde el principio el pedir una ensalada de pasta.
c) Los que exigen cambios mínimos y ridículos al menú:
c1) Los que quieren comer el segundo antes que el primero.
c2) Los que quieren comer dos primeros o dos segundos.
c3) Los que piden un segundo plato con la guarnición que viene en otro plato.
c4) Los que piden que quiten ingredientes en platos que se sabe que están ya mezclados.
d) Las que piden los platos que peor saben pero que menos calorías tienen y luego se explayan con un postre atiborrado de chocolate.

Olla podrida

La olla podrida no es más que un plato de comida, típico burgalés. El nombre de podrida suena a que no debe ser una delicia. Sin embargo la palabra podrida procede del término poderida, y ese, a su vez de la palabra poder.
En realidad el poderida se refiere o bien a que era un plato que sólo los más poderosos podían permitirse comer en la antigüedad o bien por lo “poderoso” de los ingredientes que emplea.
Así, hay un tratamiento un tanto curioso de la etimología, por cuanto en lugar de asimilar el nuevo término al origen de la palabra ( por ejemplo olla poderosa ) o dejarlo como estaba, se adaptó creando una especie de false friend ( palabra con un parecido asombroso a otra pero con la que realmente no tiene nada que ver ).
Los franceses exportaron la palabra y el plato, traduciendo sin contemplaciones cada una de las palabras que componían el nombre a pot-pourri. Este tipo de actuaciones se denominan en linguística calco.
Como el plato tiene muchos ingredientes, acabaría creándose un uso en el francés del término pot-pourri como “conjunto de cosas heterogéneas, batiburrillo”.
En particular, su uso en el ámbito de la música, con el significado de pieza musical formada por temas o fragmentos diversos, volvío a España, en forma de la palabra por todos conocida de popurrí.
Así, popurrí es una de las palabras más originales del mundo, por cuanto tiene un origen en el propio idioma que la adopta pero antes ha tenido un enjuague por un idioma vecino. Se trata de un hispanogalicismo.
Fuente: Wikipedia (en español)