Civil War

I

Me interesa la Guerra Civil Americana por los siguientes puntos:

  • Es una guerra extensísimamente documentada, se conocen algunas batallas hasta tal punto que se pueden reproducir casi al más mínimo detalle.
  • Es una guerra clásica, en el sentido de que fue una guerra de hombres más que de armas. Aunque casi se sitúa en la frontera entre unas y otras. El Norte venció por su más avanzada tecnología.
  • Es una guerra civil de la que ha pasado el suficiente tiempo como para no hablar de buenos y malos. El Sur era esclavista y separatista y aún asín El Sur no es el malo de la película.
  • Es una guerra de honor, dentro del honor que cabe en una guerra. La rendición del General Robert Lee y su aceptación por parte de Ulysses Grant es uno de los gestos más bellos de la Historia de la Humanidad. Quizás excesivamente romántico:

Lee preguntó si según los términos de la rendición se permitiría a sus hombres el conservar sus caballos, puesto que en el Ejército Confederado los soldados eran los dueños de sus monturas. Lee explicó que los hombres necesitarían esos animales para trabajar en sus granjas una vez volvieran a la vida civil. Grant respondió que no cambiaría los términos en que había redactado la propuesta de rendición (que no hablaba de permitir a los soldados el mantener sus monturas) pero que ordenaría a sus oficiales que dejaran que todo soldado confederado que reclamase la posesión de un caballo o una mula pudiera quedarse con él. El General Lee estuvo de acuerdo en que esa concesión ayudaba en mucho su decisión de firmar el acuerdo de rendición.

II

Traté de buscar un buen libro sobre el tema. En español era tarea casi imposible. Hay poquísimo escrito sobre la Historia de Norteamérica, salvo la notable obra de Isaac Asimov (al que le han traducido hasta las listas de la compra del supermercado).
La historia de América se engloba en un escueto estante dentro de cualquier librería. Y claro está casi todo lo escrito trata sobre Sudamérica (y Centroamérica y México que es Norteamérica). De Estados Unidos, más bien poco.
Resuelto a comprar por Amazon, aproveché una visita a Nueva York para poder deleitarme con una de sus librerías: Strand Books.
El lema de la tienda, al peso: 18 millas de libros, no da buenas vibraciones. Pero es una excelente librería. Eso sí, no caeré en la hispanofobia. En Madrid tenemos la Casa del Libro que no tiene nada que envidiarle. Es más, me parece una librería más extensa, mejor provista y completa.
Strand Books tiene mezclados libros usados y libros nuevos, los muy baratos pueden ser usados o simplemente libros que ya no están de moda, de los que se suelen vender en las tiendas de usado en España. Algunas secciones eran pobrísimas, como la de libros de autoayuda o la sección de deportes mientras que otras eran terroríficas. Como la de Historia.

III

Había tantos libros de Historia que me costó encontrar los de la Guerra Civil. Y cuando los encontré me dio pánico: tenían cuatro estanterías llenas de libros que sólo trataban de La Guerra Civil Americana. Me deleité viendo las subsecciones: previa a la Guerra, después de la Guerra, batallas famosas. Tras un buen rato revolviendo en las estanterías me di un baño de realidad: Posiblemente no hubiera ni un sólo libro que tratara la Guerra Civil en su totalidad. Era un tema tan martilleado, diseccionado, taladrado que nadie en su sano juicio se atreve a tratar de enumerarlo todo. Es como la gigantesca y desesperada tarea de escribir una Historia Universal.
Tuve que perder muchos minutos hasta que encontré un libro que sólo trataba de eso: de la Guerra Civil, de principio a fin.
El libro no me gustaba mucho porque era uno de esos tomos viejos de pastas duras. Yo suelo leer en la cama y en el metro y en ambos casos me molesta el peso y la dificultad para guardar el libro. Pero no había elección posible. Era el único. Afortunadamente para mi era una excelente historia. Sobre ella se jactaban de que el autor tenía tal conocimiento de los hechos que el libro estaba escrito con total naturalidad, como si no hubiera necesitado revisar ni un sólo de los hechos que la componen. Como el que cuenta una historia de la que él fue protagonista. El libro era de los años 60, de segunda mano. Me costó 20 dólares, casi nada al cambio.
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IV

Cuando volvía en el avión la noticia que no quieres oír: sobrepeso. Tenía que aliviar la maleta de dos kilos si no quería tener que pagar la multa. Tras mucho revolver y hacer pruebas con el amable empleado (que sí que lo era) saqué uno de los libros que habría comprado: un tomo de los años 60 sobre la Guerra Civil. Fue sacarlo y cuadrar el peso. Cerrar la maleta y quedarme con el equipaje de mano y el libro de bolsillo.
Siempre me ha hecho gracia la gente que se sube a un avión o un autobús con un enorme libro, recién salido de fábrica. Como el viaje es largo creen que podrán leer gran parte. La mayoría lee unas pocas páginas y luego cae en el sueño de los justos. Y el libro se queda en eso, en unas pocas páginas leídas. En mi caso ni siquiera intenté leerlo. Lo subí con alivio a los maleteros y me dispuse a dormir.

No olviden comprobar que llevan su equipaje de mano asín como todas sus pertenencias antes de abandonar el avión.

Me dejé el libro en el avión.

V

El libro costaba 20 dólares, lo podía encontrar en Amazon nuevo por aproximadamente lo mismo y allí encontré otras historias de la Guerra Civil tal vez hasta mejores. Nada me unía a ese libro, que sólo había sido un trasto hasta el momento. Además sabía que nunca podría leerlo. Pero los caballos del General Lee relinchaban en mi conciencia.
Si un general es capaz de luchar por los caballos de sus soldados, un hombre tiene que luchar por los libros que se deja olvidados en los aviones. Era una lucha extraña porque aunque todo el mundo ha perdido alguna vez una maleta, nadie ha oído jamás hablar de las oficinas de objetos perdidos de las aerolíneas.

VI

Los restos de un monopolio suelen ser todo ventajas, pero algunos lastres como el tener que gestionar los objetos perdidos de los aviones no son nada llevaderos. Iberia es la encargada del trance y encontrar el número de información no es tarea sencilla.
La mayor dificultad para dar con ese teléfono es una noticia que monopoliza todas las búsquedas: la subasta semestral de objetos perdidos por parte de Iberia. Me imagino que con los objetos perdidos de los aviones habrá una purga previa. Si es electrónica: olvídate. Si es de marca: olvídate. Si la botella está cerrada: olvídate. Si es muy grande lo tirarán a la basura. Si es comida, también.
Para las azafatas es un latazo después de aguantar a todo tipo de gentuza en un largo vuelo transoceánico el tener que cargar con trastos perdidos que llevar a una determinada oficina, a la espera de que venza el plazo, se subasten y salga la noticia en los periódicos.
Pero un libro es un objeto que se salva de todos esos filtros: nadie robaría un libro pero nadie lo consideraría basura. Es fácil de transportar. Quizás si diera con el teléfono de Iberia podría conseguir recuperar mi libro.

VII

Me costó horrores dar con el teléfono adecuado. Y la sorpresa fue mayúscula cuando me contaron como funcionaba el sistema: sólo atienden durante dos horas, de 10 de la mañana a 12 de la mañana. Se nota que no hay tantas peticiones como uno pudiera imaginar.
Llamé y me atendió una chica que resultó ser muy amable. Efectivamente, el libro estaba allí.
Sin embargo había un problema de logística mayor. Objetos perdidos de Iberia está en un polígono industrial que hay cerca del aeropuerto. Uno de esos lugares complejísimos de señalizar, si buscas en Google Maps lo único que detectas es que está todo rodeado de autovías. No hay metro, no hay autobús. Y una vez llegas al polígono, aquello es la selva, ni sombra ni señales.
Eso y las dos horas eran motivos de peso para no ir a buscar el libro. Sin embargo la encantadora responsable de objetos perdidos me dio la opción de ir a recogerlo por la tarde, eso sí, como algo fuera de programa y excepcional.

VIII

Cuando iba por la carretera intentando encontrar la forma de pasar al otro lado, con un calor de espanto, no dudéis que tuve la sensación de estar haciendo el idiota. Tuve suerte y tras más de veinte minutos caminando acabé encontrando la nave donde estaba objetos perdidos. Otra cosa era encontrar la entrada. Aquello no es como una tienda con un gran escaparate. Además, a esas horas sólo debía quedar el conserje.
Mientras iba caminando por allí pensaba en la extraña sucesión de hechos que me llevaron a tan desamparado lugar. Estoy en un polígono industrial del que no tenía ni conocimiento porque quiero recuperar un libro que no me interesa, un libro viejo, pesado y barato. Si ahora me pasara algo, pensaba, todo sería muy fatídico y trágico.
Pero llegué, y allí estaba el hombre y sí, tenía el libro. Y me lo dio y recuperé el libro de la Guerra Civil.
Junto a la firma de Ted Fore, y la nota de Dec.62 el libro tenía grabada a bolígrafo una nueva cicatriz: el número de vuelo en que lo había perdido: 6250 JFK.
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Desde luego ahora ese libro, que quizás nunca leeré, tiene valor para mí. Valor sentimental y valor histórico. Pienso en lo que me llevó a tratar de recuperarlo. Quizás fue el querer hacer algo bueno. No por mí. Ni por el libro. Un gesto desinteresado.
Las nobles acciones de los grandes hombres, como Lee, tienen consecuencias que traspasan el espacio y el tiempo.

13 comentarios en «Civil War»

  1. El mejor post en un largo rato.
    Adoro tu manera de saltar de una cosa a otra sin que el texto pierda redondez, es algo que te envidio y debo tratar de cultivar (porque la envidia que no siembra cosas es como la comida echada a perder).
    Qué bien. suerte :-)
    ahm… y gracias.

  2. ¡Qué bien encontrar esto antes de ir a dormir! Esta noche tendré sueños interesantes.
    Buenas noches.

  3. A mi me paso algo parecido cuando me olvide un libro en la Torre de Tokyo por usarlo de apoyo para la cámara de fotos.
    Unos días después estando cerca y con tiempo libre me aventuré a recuperarlo. Acudí al mostrador de la entrada en intente explicar lo que venía a buscar, la chica de recepción llamo por teléfono, acudió un superior al que le dio una larga explicación, éste a su vez volvió a llamar y al rato aparece otra chica con el libro en cuestión en un mar de reverencias y sonrisas. Al parecer era muy poco frecuente que turistas extranjeros volvieran a recuperar sus pertenencias, al despedirme les pedí que me dejaran alguna clase de autógrafo.
    Aun guardo el libro lleno de grarabatos inexplicables como recuerdo de la anécdota.

  4. me ha encantado el post, te felicito porque me encanta el blog.
    Tambien me gustaría que explicaras (sin que el blog se vuelva monotemático, pero eso ya lo haces estupendamente) el modo de batallas en esas guerras, nunca entendi muy bien lo de las formaciones y todo eso, no se me ocurren muchas formas para que lo expliques, quiza contando alguna batalla.
    Bueno saludos y felicidades por el blog
    [Comentario zrubavel: Gracias por todo, pero no puedo explicar algo que no conozco, aunque me gustaría saber más sobre estrategia militar.]

  5. Otra pequeña historia encantadora, que te va atrapando poco a poco y le coges tanto cariño al libro en tan poco tiempo que hasta te da pena que te lo dejaras en el avión.

  6. Excelente historia. Tan solo una pequeña actualización, sin ánimo de molestar:
    La palabra correcta es paupérrimas, en lugar de pobrísimas.

  7. Pues ha pasado a convertirse en un libro que contiene dos historias: la que recoge en sus páginas, y la de cómo lo recuperaste.
    Yo de un libro puedo desprenderme para regalárselo a alguien que sé que lo va a disfrutar -me gusta la conexión que se establece de alguna forma con el receptor-, pero darlo perdido o tener que abandonarlo me jodería bastante. Estoy seguro de que hubiera hecho exactamente lo mismo que tú.

  8. Tengo la mala costumbre de leer los blog enteros siempre que sea posible, y desde mi punto de vista este es el mejor posteo de todo el blog. Pudiste convertir un libro que no te interesaba ni a ti en un gran relato

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