Más sobre el libro

Tras el anuncio, las Navidades y Reyes, el libro ya habrá alcanzado la madurez de ventas. Luego quedarán lectores rezagados, sorprendentes nuevos lectores y personas que me conozcan y tengan curiosidad por ver qué clase de libro he escrito. Pero todos esos serán ya solo unos pocos ejemplares.

Se han vendido 23 ó 23.000 ejemplares en papel (sin contar los que yo he comprado para alimentar la hoguera de mi propio ego) y 9 ebooks. Así que de momento son 32 ventas reales, casi cuadrando el mágico número apuntado por Hugo de ‘dos docenas‘.

Es un número ridículo, pero dentro de mis expectativas. Es un libro imposible de promocionar, de salida no pertenece ni siquiera a un género concreto. El único posible reclamo es ‘de los autores del blog Pons Asinorum’, que tampoco llama mucho la atención. Lo bueno es que permite trasladar la lectura de un blog —que es algo muy moderno— a otro tipo de lectores: vuestros amigos, padres y familiares, como era el caso que contaba Gerardo en comentarios.

Cuando se publica un libro con una editorial, las ventas reales son siempre un misterio. Se obtienen informes con meses de retraso y números aproximados (una librería puede aceptar diez libros tuyos y luego devolver los diez pasadas unas semanas). Tratándose de un libro poco comercial pero con un aparente público fiel, que sirvan estos datos de referencia a los que se planteen editar su obra. A mi personalmente me bastaba con los ejemplares que he comprado yo mismo (y alguno más, para no hacer un ridículo comercial total).

La experiencia ha sido interesante, de recibir comentarios de desconocidos sobre lo que había escrito, a tener a amigos y familiares opinando sobre historias que escribí hace años. En muchos casos con puntualizaciones, especialmente cuando se ven retratados en situaciones de las que son, directa o indirectamente, protagonistas.

Editar el libro también ha servido para calibrar el volumen real de seguidores de la página. Entiendo a los que no han querido comprar el libro, ya sea porque no leen en papel, o porque todo es contenido que ya han leído o simplemente porque les parece caro. Ya he indicado que las ventas me traen sin cuidado por lo económico, pero me ayudan a distinguir qué volumen de gente lee la página porque le gusta (todos, porque hoy en día la atención es una virtud escasa) y los que la leen porque les gusta y además es gratis —la inmensa mayoría.

Gracias a las indicaciones de los lectores he conseguido pulir muchos de los errores de edición y las erratas que quedaban. He eliminado la paginación de las páginas de cortesía y hasta he cambiado la portada por una que ha hecho uno de mis hermanos y que es mucho mejor que la anterior. Ahora que el libro es técnicamente impecable, nadie lo comprará. Además he eliminado una historia, Status quo ante bellum que era de las más peñazo de todas y la he sustituido por páginas en blanco al final del libro, que ya no parece tan apurado, manteniendo el número total de páginas. Este cambio intrascendente tiene sin embargo algo inquietante: si reemplazando en un libro textos por páginas en blanco este mejora, es que algo no funciona bien en el libro.

Y creo que no hay nada más que añadir sobre el libro. Ahora volvemos al mundo del blog, donde no estoy escribiendo tanto como antes porque ya es muy difícil sentarse a contar algo complicado. Porque hoy en día todo es políticamente incorrecto, y casi todo lo que me gusta o en lo que creo, lo es aún más. Y porque la gente luego me manda mensajes por Whatsapp con opiniones en lugar de comentar en la propia página. Pero sobre todo porque gracias a haber estado revisando artículos durante meses he llegado a poner el listón de la calidad mínima tan alto, que ya me cuesta hasta a mí mismo el poder alcanzarlo.