El crimen perfecto en el siglo XXI

La imagen casi romántica del crimen perfecto ha ido cambiando mucho a lo largo de la historia. El concepto de crimen perfecto tiene implícita la idea de que es casi imposible realizar un delito sin dejar algún tipo de rastro, de pista que delate al delincuente.

Desde los tiempos ficticios de Sherlock Holmes, el uso de la ciencia en los métodos de detección policiales ha servido para que las posibilidades de salir de un lugar del crimen sin dejar nada atrás sean mínimas.

Muchas de las pruebas suelen ser biológicas: ADN, huellas dactilares, restos de sangre, semen, cabellos o pólvora. Pero a los criminales de hoy en día parece que se les olvida por completo las tecnológicas, que normalmente tienen un peso específico muy superior.

Esto se debe, en mi opinión, a que en gran parte están inspirados por la literatura y el cine. Pero no son conscientes de que estos medios, como ya he indicado en alguna ocasión, se sienten incómodos tratando los tiempos actuales. Algo de bueno tiene que no se sepa escribir sobre la verdadera tecnología que permite detener a más delincuentes.

El caso del asesinato presuntamente perpetrado por María Ángeles Molina Fernández, que pronto será juzgado, es uno de los ejemplos más claros que existe.

La periodista realizó un excelente trabajo narrativo y afirmó que el suyo fue “uno de los asesinatos más meticulosamente planificados jamás”. Sin embargo, no deja de ser una narración al estilo antiguo, de novela más en blanco y negro que negra. Las semejanzas de su historia nos remiten incluso a Borges y a su relato Emma Zunz.

Si quieres entender el resto del texto tendrás que leer previamente la narración de cómo fue el asesinato y la posterior investigación. No voy a copiar ni a resumir un texto tan logrado.

María Ángeles hizo un trabajo extraordinario en el ámbito de lo biológico. Ni una huella dactilar, coartada, la genialidad del semen de dos extraños. Todo muy bien hecho…para el siglo XX.

De salida se puso en el punto de mira con las llamadas por teléfono. Si matan a una persona un determinado día, cualquiera que le hubiera llamado en los días previos se convierte en un importante sospechoso. Se le rastrean las llamadas previas y los lugares desde donde se realizaron (algo que muchos no parecen darse cuenta que se registra también, mostrado constantemente como prueba en los juicios que nos ofrecen los medios de comunicación). Sólo con haber realizado una llamada telefónica a la víctima ya se corren grandes riesgos. En eso María Ángeles fue una pardilla.

Errores con las llamadas telefónicas también sirvieron para inculpar a los asesinos del director del Centro de Convenciones Internacional de Barcelona, Félix Martínez Touriño, en este caso fue un empleado suyo que sabía que pronto sería despedido.

Otro error de bulto es el de las cámaras de vídeo. Son omnipresentes y se nos olvida que esas imágenes pueden servir para todo tipo de detecciones y posteriormente como pruebas inculpatorias. Tras la llamada, María Ángeles se convirtió en sujeto de investigación. Con las imágenes en vídeo, en la principal sospechosa.

No son estos los únicos métodos que sirven para, con trivialidad, descubrir crímenes. Búsquedas en Google o simple tráfico por determinadas páginas en las vísperas de un delito. Las cámaras de televisión que están constantemente monitorizando matrículas, lo que permite ubicar cualquier coche con una determinada ruta. No es sólo cuestión de huellas dactilares.

Me imagino que estos errores tecnológicos serán tan frecuentes, que pueden servir incluso como coartada. Si desde tu móvil se realizó una llamada en el momento del crimen, y esta llamada te sitúa a muchos kilómetros de distancia del lugar de los hechos, serás inmediatamente exculpado y liberado de cualquier sospecha.

Una forma muy ingeniosa de inculpar a otro sería la de cambiarle el teléfono a este cabeza de turco por otro del mismo modelo pero que parezca averiado. Mientras trata de solucionar el problema con la compañía telefónica, el delincuente puede realizar llamadas inculpatorias y si luego fuera capaz de devolver ese teléfono, la jugada resultaría perfecta.

Qué duda cabe que esto resulta mucho menos romántico que los anticuados crímenes perfectos. Pero es como está el mundo ahora. Así que si quieres escribir sobre estos delitos, pon primero a la electrónica y después a la biología. Y que lo más parecido a un crimen perfecto ha de situar al delincuente incluso fuera del círculo de los sospechosos.

6 comentarios en «El crimen perfecto en el siglo XXI»

  1. ¿Podrías profundizar un poco en lo de Google y el tráfico en Internet previo al asesinato? Partiendo del supuesto de que un hipotético asesino busca en internet como inocular un determinado veneno, y, con posterioridad al crimen, destruye el ordenador (o el disco duro), ¿sería realmente posible determinar su historial previo al suceso?

    [Comentario zrubavel: El disco duro es lo de menos. Google sabe que tú buscaste “veneno” el día 29 de septiembre de 2010 a las 19:04. Tu proveedor de Internet también lo sabe (la ley le exige guardar esa información precisamente por eso). Toda esa información se obtiene inmediatamente por una orden judicial. El disco duro quizás sería el último sitio donde mirarían pues no les da nada que ellos no sepan ya.
    Es como con las llamadas de teléfono que no necesitan tu terminal para mirar “llamadas recientes”, el dato se lo da el operador telefónico y con eso tienen de sobra para detectar a criminales.]

  2. Entonces, por exponer una analogía similar a la del teléfono móvil, el asesino podría conectarse a la red inalámbrica de un confiado vecino para realizar la búsqueda sobre el veneno, y, acto seguido, asesinar a la víctima (que, de ser un crimen perfecto, viviría cerca del vecino cuyo Wi-Fi fue utilizado).

    ¿En esa situación, el verdadero asesino todavía tendría alguna posibilidad de ser cazado (considerando que no cometió ningún otro error)?

  3. @Cuman: evidentemente cuantas menos pruebas vayas dejando por el camino mejor. Los verdaderos criminales utilizan conexiones anónimas (cibercafés, wifis hackeadas, etc.) y teléfonos móviles prepago a ser posible robados.

    Esta mujer cometió varios errores de bulto para los tiempos en que vivimos, como bien comenta el autor de esta entrada. Todo lo que hacemos deja un rastro.

  4. Sabéis que si alguien del entorno de los que posteamos en este artículo, y ni que decir tiene del autor, muere en extrañas circunstancias, este post nos señalara como principales sospechosos no? Juas, juas, juas … No mateis a nadie al menos en 3 años.

  5. Desearía que me informasen si, en el caso de Angie, se está investigando la muerte de su marido, Juan Álvarez, en extrañas circunstancias?
    En esos momentos, cuando fallecía Juan en su casa, ella (oh, casualidad) también había viajado a Zaragoza a ver a sus padres, y, tras descubrir el cadáver, tardó cerca de 4 horas en llamar a la policía. Tiempo que ocupó en cambiar cosas de lugar, esconder otras (para que pareciera un robo…).
    Muchas gracias.

  6. No fue a zaragoza.for a Madrid segun me dijo porqe se habia enfadado con Juan en paz descanse.se lo cargo ella,casi seguroo.en el entierro ni una lagrima.y su comentario fue,cobrare 100 millones de pestas del seguroo de vida.que hija de puta.

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