Por la recomendación de Seth Roberts, acabé viendo la serie americana de telerealidad Undercover Boss.
El planteamiento suena bien: el Presidente Ejecutivo de una gran empresa se hace pasar por un pardillo que está buscando trabajo y empieza a trabajar de incógnito en su propia empresa, en uno de los puestos más bajos de la misma.
La idea es buena y se ha llevado a cabo muchas veces, pero para poder tener imágenes que mostrar a las cámaras y no recurrir a las siempre difíciles imágenes de cámara oculta, se optó por dar una vuelta de tuerca a la idea. Se suponía que ese empleado nuevo estaba a su vez siendo objeto de grabación para un documental sobre cómo es la vida de una persona que está empezando un trabajo de la escala más básica.
De esa forma se consiguen formar las piezas fundamentales para un programa interesante: tienes a un jefe haciendo trabajos infames y todo con las cámaras por delante y sin que nadie sospeche nada.
Los programas tienen un guión más rectilíneo que una secuela de Karate Kid pero no por ello dejan de ser interesantes y recomendables. Parten del CEO (
Director Ejecutivo) de una gran empresa (como por ejemplo 7-Eleven), le muestran un poco en su ambiente familiar. Los CEO están todos cortados por el mismo sastre: tienen su mujer y sus hijos, su enorme jardín, su casa de varias plantas y el cochazo deportivo o el Mercedes de última gama. Se les muestra en un típico resumen familiar de vida perfecta, de haber llegado en muchos casos al puesto de mayor responsabilidad de una empresa a base de trabajo muy duro.
Este Director decide aceptar el reto de trabajar infiltrado en la empresa porque estamos en tiempos de crisis y hay que mejorar de cualquier forma. Todos dan el mismo discurso pero más bien parece que estas frases se la dan los propios guionistas del programa. Undercover Boss ha sido un enorme éxito de audiencia en los Estados Unidos y mostrar en un horario privilegiado las excelencias del trabajo de una multinacional en concreto vale un dinero que no se puede pagar en el mercado de la publicidad. Para la empresa y para su Director el participar en el programa es una excelente idea, que se presenta ante las cámaras como una necesidad de retomar el contacto con el negocio, dejar de percibirlo filtrado a través de presentaciones y hojas de excel con resultados.
Entonces este Director convoca una reunión de la Junta Directiva y les anuncia que ha decidido infiltrarse de incógnito en la propia empresa durante una semana. En estas Juntas Directivas se ven a personas que son auténticos vegetales humanos, se nota que están ahí sólo para cobrar. Se sientan en la mesa, no parpadean ni abren la boca y se marchan cuando los demás lo hacen. Siempre hay alguno que toma nota de todo lo que dice el Director. Se ve que es el encargado de trasladar las órdenes y sugerencias al mundo real.
Llega una semana, que suele ser de lunes a viernes. El Director se disfraza, de forma burda, de pardillo. Ahí se ve la idea que se tiene de lo que es un trabajador de la escala básica. Casi todos los jefes deciden dejarse una barba de un par de días, se ponen una gorra y ya se sienten un perdedor más. Otro clásico es el usar gafas. La historia del Director es que tenía un trabajo en una inmobiliaria, la empresa ha cerrado y está buscando algo nuevo.
Los jefes infiltrados tienen que vivir la experiencia del trabajador de escala básica. Se registran en un cutre motel, comen comida precocinada y madrugan como cualquier trabajador más.
El Lunes empiezan un trabajo en una de las sedes de la empresa. Allí se presentan ante un empleado, normalmente el típico jefe de lo más elemental que apenas si tiene a uno o dos empleados a su cargo. Este le da un uniforme y le empieza a explicar lo que tiene que hacer en uno de esos trabajos. En poco tiempo el jefe infiltrado está intentando hacer un trabajo de limpiadora, o de camarero, o de lavaplatos, o de repartidor o de basurero.
Mientras el jefe está realizando ese empleo puede ver cómo es el trabajo de campo de la compañía y cuáles son las inquietudes de los empleados que trabajan muchos niveles por debajo de él. Al día siguiente viaja a otro destino totalmente diferente pero dentro también de su empresa y realiza otro trabajo donde conoce a nuevos empleados y a otro área importante de su empresa.
En cada sitio tiene a una persona a su cargo que es la que acaba conociendo mejor. Mientras realizan el trabajo él le va preguntando cosas sobre cómo es su vida con ese trabajo y se va emocionando e impregnando de ideas sobre lo que la gente necesita para que su trabajo no resulte tan frustrante.
Hay algunos momentos que se repiten en casi todos los episodios:
- El hombre de familia. Siempre hay un empleado de los que le inician en su trabajo que resulta tener un hijo minusválido, o hijos adoptados, o una hija que acaba de morir. Al jefe le impacta la historia de ese trabajador, que con un sueldo de miseria tiene que enfrentarse a una vida muy dura.
- El estudiante. Siempre hay un empleado que está trabajando en lo más bajo de la escala laboral pero que estudia por las noches o está haciendo cursos por correspondiencia. Y la verdad es que es alguien que parece tener mucho talento.
- La malpagada. Siempre hay alguna mujer que está trabajando como una negra y cobrando como tal. El jefe encubierto se da cuenta de que hay una persona muy minusvalorada en la compañía.
- El cómico. También es habitual encontrarse con alguien que parece disfrutar con el trabajo, no importa lo miserable que este sea. Siempre bromeando, de buen humor, trasmitiendo todo eso a los clientes y animando un poco el entorno laboral.
En estos trabajos elementales puede verse el sufrimiento de un director intentando servir hamburguesas a la demanda que imponen los clientes. O limpiando mesas para terminar a tiempo. O en una cadena de montaje, incapaz de llevar el ritmo exigido. En algunos casos se percibe como ese jefe es un inútil que no es capaz de aprender ni el más elemental de los empleos. En otros también se ve a personas brillantes que incluso fregando suelos tratan de hacerlo lo mejor posible y mejoran en muy pocas horas delante de un empleo que les resulta del todo desconocido.
Al final de la semana de trabajo el jefe encubierto afirma que ha sido una experiencia no sólo enriquecedora sino transformadora. Ahora ve la empresa con otros ojos. Todo va a cambiar y mucho, él va a trabajar mucho más duro y con mayor eficacia. Se siente más comprometido con los empleados y valora más su trabajo.
Entonces se muestra la nueva reunión con la Junta Directiva diciendo que con lo que ha visto hay que cambiar muchas cosas y que lo quiere para ayer. Normalmente esto es una pamplina televisiva ya que en algunos casos el Director Ejecutivo tiene poderes limitados ante los dueños de la empresa que son los accionistas. Pero siempre se muestra ese corte en el programa que apenas si dura 40 minutos.
El siguiente momento, el mejor de todos, es cuando se convoca a todos los empleados que han ayudado a este jefe encubierto, a las oficinas centrales de la empresa. Normalmente no tienen ni idea de por qué se les llama y están bastante mosqueados. Los dejan en una sala de reuniones y les aparece el Director Ejecutivo, vestido en un flamante traje. La mayoría lo reconocen como el empleado cutre pero hay algunos que ni siquiera lo recuerdan ya y a los que les viene de nuevas todo. Entonces les anuncia quién es: el Director que ha querido trabajar encubierto para ver las cosas de primera mano. La cara de sorpresa que pone la gente es buenísima.
Un momento definitivo donde se ve la naturaleza y valía de cada Director es cuando recuerda el tiempo con esas personas y suele tratar de pagarlas por el esfuerzo y valía que demuestran en su trabajo. Los buenos directivos, en mi opinión, dan ayudas generosas pero razonables y con mesura. Los malos tiran de cheques sin ton ni son, con resultados a veces grotescos.
El Director se acuerda de cada uno de los casos anteriores. El empleado que tenía un hijo minusválido recibe una ayuda para sus gastos médicos. La madre soltera, ayudas de guardería. O un traslado a una sede de la empresa que esté más cerca de sus casas. El estudiante recibe una beca o la promesa de ser mentor en su promoción a lo largo de la empresa. La malpagada recibe un generoso ascenso. El cómico se encargará de dar unos seminarios al resto de empleados sobre cómo estar de tan buen humor con tan mal sueldo.
Finalmente se muestra una reunión masiva de empleados por parte de la empresa en que el Director les explica de primera mano lo que ha hecho y muestra un vídeo divertido de sus peores momentos en el trabajo ante el resto de empleados. Un fin de fiesta feliz, palmaditas en el hombro y la promesa de ser mejores.
No deja de ser una ficción pero tiene sus aspectos atractivos. Consigue que los trabajadores más cutres del mundo se conviertan en protagonistas. Se ven historias personales aburridas, de pobreza y miseria cotidiana. Los trabajadores que a pesar de no tener nada por lo que luchar levantan día a día las empresas americanas. Aunque no sea su propósito, consigue levantar la moral de la economía americana. De un lado jefes que quieren ayudar a sus empleados, de otro empleados que son los verdaderos héroes de la empresa. Y premios para todos como en un cuento de hadas.
Quizás el mejor caso de todos fue el de Igor Finkler (ver vídeo), un repartidor de origen kazajo que trabajaba en el turno nocturno para 7-Eleven. El jefe se maravillaba con el buen humor que mostraba a pesar de tener uno de los peores trabajos del mundo. El repartidor le explicaba que él era de Kazajistán (¿Has visto Borat?) y que llegó al país con 50 dólares en el bolsillo y sin saber ni una palabra de inglés, que para él haber llegado hasta allí era todo un sueño hecho realidad. Que los americanos daban por hecho todo lo que tenían pero que muchas de esas cosas eran un triunfo en sí mismas y que él era feliz porque las valoraba. En un momento dado el repartidor cuenta que sólo ve a su mujer durante el fin de semana (ella tiene un trabajo de día y él de noche). “Mejor, porque así discutimos menos”.
El repartidor insistía en que todo eso era el sueño americano mientras bajaba las cajas de productos que entregar en las distintas franquicias desperdigadas por las carreteras. Cuando días más tarde es llevado a las oficinas y se le explica que ese empleado pardillo resultaba ser el Director Ejecutivo ves al hombre sonreír con camaradería. El Director, Joe DePinto, había quedado maravillado por el optimismo de ese hombre hasta el punto de que le dio el dinero necesario para que iniciara su propia franquicia de 7-Eleven, unos 150.000 dólares, algo totalmente desmesurado y fuera de lugar.
Pues lo sorprendente de todo es que Igor Finkler no parece estar más feliz mientras le dan todo esto que mientras conducía su camión en un día normal. Te das cuenta de que ese hombre llevaba ya algún tiempo viviendo una ilusión tan grande que el que te regalen una franquicia es algo casi natural. Para él es una prolongación lógica del sueño americano y lo acepta con una tranquilidad que resulta inquietante.
Premiar a personas desconocidas con el reconocimiento por hacer bien un trabajo cotidiano. Ese es el gran valor del programa que pretende lanzar una segunda temporada de una idea que es imposible de mantener oculta, por las cuotas de audiencia millonarias. ¿Cómo conseguirán infiltrar a jefes pardillos con las cámaras por delante? Ese es su problema. La primera temporada, que consta de nueve episodios de 40 minutos, es bastante recomendable.
Me pregunto qué ocurre con los empleados que se cagan en la dirección de la empresa, ante los mismo ojos de su CEO, o tratan de aprovecharse, escaquearse, robar y ese largo y conocido etcétera. ¿Sería posible hacer en España un programa como éste?
[Comentario zrubavel: También salen algunos empleados de ese tipo en el programa y en algún caso se ve alguno merecedor del despido. Pero con una buena amenaza y reprimenda se les deja en vereda de por vida. Que te abronque el Director de una multinacional y salgas en televisión es motivo más que suficiente como para corregir las malas actitudes.]
Yo hice esto, soy CEO, bueno, lo era. Un empleado desequilibrado me acuchilló a mi y disparó contra 5 empleados mientras decía: algún día mataré al cerdo de mi CEO.
Por casualidad no sabrás si existen subtitulos para esto, no? Parece bastante interesante.
[Comentario zrubavel: Los episodios están en el Emule pero no van a tener subtítulos. No obstante es un inglés muy asequible, no son diálogos vibrantes como los de Los Soprano.
Por cierto, Antena 3 tiene los derechos para la versión española del programa, que puede ser la típica vuelta de tuerca retorciendo un producto hasta aniquilarlo.]
Me encantaría tener la oportunidad de recibir un milagroso cambio en mi vida, primero que todo tener un jefe, y poder desarrollar mis actitudes en todo lo que se….desde poner un botón, hacer un buen postre ,llevar una oficina,etc, etc y a lo mejor este es mi día y espero que me llame mi jefe.