Hacerlo a lo grande

Una de las características que he encontrado en todos los hombres grandes es su tendencia a pensar a lo grande. Cuando el padre de la cadena Mac Donald’s – que fue quien compró el modesto negocio de los hermanos Mac Donald’s – entro en el primer Mac Donald’s, entendió aquello como una forma de negocio que podía tener muchísimo más éxito. Mientras los hermanos veían que tenían un próspero negocio de carretera, el futuro dueño veía Mac Donald’s por todos los Estados Unidos. Y vaya si lo consiguió.
Mientras las empresas se beneficiaban del muy lucrativo negocio de hacer coches, Henry Ford pensaba en un coche que pudiera tener cualquier americano. Las empresas pensaban en miles de coches caros. Él, en millones a precios asequibles. Una idea tan a lo grande tuvo también éxito.
Pueden citarse muchos casos más. Por actualidad citaré dos casos en España.
Ahora está en boca de todo el mundo el director Alejandro Amenábar. Desde que vi Tesis, me di cuenta de que estaba ante otra persona que pensaba a lo grande. Lejos de ajustarse a una modesta película con medios deficientes, ya en su primera obra realizó una producción por todo lo alto. Para ello, a diferencia de otros directores, no escatimó en ambiciones, a falta de dinero pulió el guión tanto como pudo. Sacó lo máximo de los desconocidos actores que tenía. Hizo de casi todo. La película consiguió un taquillazo y arrasó en los Goya. Con las demás pasaría algo parecido. Nada de minucias, de caer en rutinas, Amenábar ha estado haciendo cine por todo lo alto – y no me refiero con esto a cine caro si no a cine a conciencia – desde entonces.


Otras personas no menos brillantes, aunque del todo desconocidas, son Feanor y Fingolfin. Son especialistas en algo totalmente inusual: el golpe en el centro comercial. Nunca harán películas sobre ellos, ni saldrán en los periódicos. Pero me recuerdan a las historias de robos a bancos, completamente calculados, hechos por profesionales. Ellos son mucho más modestos, tal vez roben un walkman, o un par de ordenadores. Pero lo hacen bien, con plan, con ensayo, con tecnología, han calculado casi todas las eventualidades antes de ir a recoger el material. A diferencia de un banco, que lucha contra este tipo de criminales, los centros comerciales no están preparados ante gente que piensa a lo grande. Están esperando al caco habitual, al rutinario ladrón de DVDs, no a estos Moriartys del hurto de guante blanco.