Lo peor de las guias de viajes

A lo largo de mi vida me he tropezado con tantas guías de viajes, ya sea de destinos que he visitado como de lugares que al final no pudieron ser, que creo poder hablar sobre ellas con algo de conocimiento.

Qué duda cabe que aún hoy en día con la existencia de Internet su utilidad sigue siendo manifiesta. Y es que los portales sobre turismo, ya sean colaborativos o mediante supuestas redes sociales, son bastante lamentables, salvo Tripadvisor en las valoraciones de hoteles.

Pero las guías hay veces que te hacen desear la muerte a fuego lento de los editores. Pues igual que ayudan en muchas situaciones, en otras te echan una mano al cuello. Algunos de los peores vicios que les he encontrado son los siguientes:

  • El lugar inexistente
  • Un problema cada vez menos común pero no exento de riesgo es cuando una guía de viajes te recomienda un sitio ¡Que ya no existe! Cuando de lo que te habla es de un hotel y tienes pensado plantarte allí sin reserva, el daño que puede hacerte esa pequeña omisión es tremendo.

    Esto sucede sobre todo porque muchas guías se actualizan sólo en algunos apartados. Puedes ver que la guía está actualizada a 2010 pero una lectura detallada te lleva a observar que sólo un porcentaje muy pequeño del libro está actualizado a esa fecha. Hay auténticas zonas tenebrosas que se copian tal cual edición tras edición. Si vas con una guía anticuada sabes lo que puedes encontrate, pero si se supone que es más moderna te expones a toparte de bruces con uno de esos lugares que no existen.

    También es negativo cuando hay lugares que existen y que no te indican. Esto es especialmente molesto en lo que a estaciones de metro se refiere pues a veces te dan rutas para ir a un sitio o puntos de referencia que están totalmente obsoletos. Puede haber una parada de metro que se llame Museo de la Ciencia pero la guía te dice que para ir al museo de la Ciencia lo mejor es el autobús.

  • La valoración vacía de contenido
  • En una guía hay que resumir toda una ciudad, o incluso un país entero, en pocos párrafos. Esto obliga a ser muy concretos en lo que se dice, no se puede escribir palabrería de relleno. Un fallo que pone de los nervios es cuando se da una lista de sitios recomendados y de uno de ellos se da un juicio vago, sin llegar a precisar si es bueno o regular. Si se muestran restaurantes de una ciudad: indicar los mejores, los que siendo baratos sean buenos y punto. No se puede incluir un sitio que diga “La ubicación es bastante buena, salvo cuando haga mucho sol. Pero la comida y el servicio son muy mejorables.” Se supone que has visitado 100 restaurantes y te has quedado con los 5 ó 10 mejores. No necesito que me pongas ni uno sólo de los malos.

  • El rollo guay
  • Sobre todo en la guía Lonely Planet, pero también en muchas otras, se trata de identificar al lector con un tipo humano que normalmente no coincide con el ciudadano medio. No entiendo por qué se asocia con una persona independiente, ecologista, solidaria, deportista y gay. Luego viajas y te encuentras a los de siempre: familias con niños, tripones, alcoholizables, fiesteros, incultos y desenfadados. Vamos, gente promedio.

    Cuando se mencionan idioteces como lo de las emisiones de CO2 en un libro de viajes, la autocensura se echa en falta. Luego la guía te muestra una serie de planes genéricos y otros adaptados a esos tipos humanos tan urbanos y modernos. Pero muchos de esos planes no te sirven para nada, ni a ti ni a nadie porque las personas que leen la guía suelen ser como he dicho antes de lo más normal. Y como antes te encuentras con un tomaco tremendo, molesto de llevar porque a alguien se le ocurrió incluir un apartado en cada pueblo que se llama “turismo solidario”.

    Si un destino es “de turismo sexual” y otro un “paraíso de las compras piratas” o un tercero famoso por sus tatuajes no importa si a ti no te gustan los tatuajes o eres célibe o no te causa rechazo el pirateo. Tienes la obligación de contar lo que la gente espera oír, censurando sólo lo que sea claramente ilegal. Pero hablar de unas islas donde todo el mundo encuentra pareja pero no mencionar esos sitios por cuestiones personales del editor es un tanto ridículo.

  • La guía al peso
  • Se nota que en las guías de viaje se ha entrado en una tendencia irracional en la que el libro más grueso es el mejor. Y esto provoca que se rellenen las guías con más y más información, normalmente inútil. Algunas incluso tienen tipografías inusitadamente grandes para que el libro ocupe muchas páginas. La sección de “notas” del final donde hay varias páginas en blanco creo que no para de crecer, cualquier día te la entregan con un cuaderno de canutillo adosado.

    Sucede un poco como con las cuchillas de afeitar, que ni el fabricante ni el usuario quieren ver crecer esa loca espiral de más y más cuchillas pero la situación se ha asentado y no hay quien rompa el equilibrio. Uno tiene tendencia a descartar libros muy breves y las editoriales rellenan que da gusto.

    La realidad es que la guía suele ir siempre en la mochila o el bolso y si pesa y abulta es una gran molestia. Una guía de viajes que fuera como un cuaderno con anillas, en la que puedas sacar las páginas correspondientes al sitio que vas a visitar podría arrasar. El problema es que también sería mucho más fácil de escanear y de piratear o compartir por Internet.

  • El viajero cutre
  • Especialmente la guía Lonely Planet destaca por su idea, que llevan hasta lo patológico, de ahorrar lo más posible. Pero también otras siguen esta tendencia de mostrar opciones siempre muy baratas. Que pueden tener algún sentido en ciudades caras, como Moscú u Oslo. Pero que pierden todo sentido en destinos como Egipto o Vietnam.

    Resulta hilarante, si no fuera porque no te ofrecen alternativa posible, cuando te narran el desplazamiento para ir desde A a B empleando tres autobuses locales de horarios impredecibles cuando en la cuarta parte del tiempo y por sólo el doble de dinero, y aún una cantidad irrisoria, puedes desplazarte en taxi. O cuando te recomiendan lugares locales donde dormir muy baratos pero que no tienen baño, ni siquiera compartido.

    Creo que falta un poco de sentido común en ese tipo de sugerencias. Entender que si en España uno puede permitirse un cuatro estrellas y en Egipto, por un poco menos se va a uno de cinco, pues que no hay ni que mencionar los lugares de tres estrellas.

    También hay un error equivalente cuando se muestran opciones “de lujo” en que se muestran, a veces sin mayor investigación, los lugares más caros dentro de un destino barato. Cuando el lugar de destino es de muy bajo poder adquisitivo los sitios elegantes, que uno puede permitirse, no se seleccionan sino que se muestran por orden de precio. Y las mismas descripciones no dan apenas detalles del lugar, sólo que es caro o más caro que el otro.

  • Los mapas
  • Los mapas que muestran las guías suelen ser pésimos.

  • Cada sitio tiene su encanto
  • Quizás el peor defecto de todos es el que indica Miguel en los comentarios: cuando todo se pinta de color de rosa pero no se entra en valoraciones, en dar preferencias. España está llena de ciudades interesantes pero si sólo tienes un día, entonces visita Madrid. Y si vas a ver dos ciudades, Madrid y Barcelona. Y para tres incluye Sevilla. Pero no, las guías dan un montón de atractivos de cada ciudad y te toca a ti decidir qué es lo que te conviene. Y constantemente hay que seleccionar y descartar lugares por falta de tiempo.

    En eso las guías de Lonely Planet han avanzado un poco pues sugieren visitas para itinerarios de dos o tres días. Pero aunque se atreven a sugerir lugares donde comer y dormir no he visto ni una sola guía que valore los atractivos de las atracciones, que se atreva a dar un 8 a la Sagrada Familia y un 7,5 al Parque Güell. Los dos son excelentes, tu verás el que ves.

  • La recomendación de restaurantes
  • Un problema común que encuentro es que las sugerencias de sitios donde comer o tomar una copa no siempre tienen lógica con la vida normal de un turista, de agenda especialmente apretada. Cientos de veces uno visita un museo, un parque o una iglesia y sale de allí a la hora de la comida. Luego mira los posibles sitios donde ir a comer que te dice la guía y no hay ninguno cerca. Al final uno acaba escogiendo al azar y sólo usa las recomendaciones de dónde comer en lugares muy pequeños o cuando se quiere dar uno un capricho y planifica la visita al restaurante como una excursión más.

    Este problema tampoco está resuelto con las páginas de Internet que te dan listados extensos de restaurantes próximos pero sin valorar o sin descartar. Te toca leer opiniones como un loco e intentar decidir.

Seguro que vosotros tenéis algo más de que quejaros. Podéis hacerlo en los comentarios.

Founders at work

Un libro que me ha gustado mucho ha sido Founders at Work.

Trata sobre personas que de alguna forma estuvieron envueltas en el inicio de empresas del mundo de la informática, más o menos durante el periodo que va de 1980 al 2005. Muchos fueron fundadores de empresas, otros sólo estuvieron trabajando en esos tumultuosos comienzos, en que todo puede salir bien o mal. La figura del emprendedor es risible y admirable al mismo tiempo. Risible cuando se trata de proyectos que van directos al fracaso y admirable en el resto de casos – acaben o no funcionando estas empresas.

Los emprendedores son como los grafiteros. Unos hacen arte, otros muchos el ridículo y el vandalismo. Pero a la mayoría le gusta el abanico amplio del término, sentirse en la misma categoría que los artistas. Pero está claro que no todos están haciendo lo mismo y que un vándalo es un vándalo y que el que empieza escribiendo tres letras mal puestas nunca acabará dibujando una obra de arte.

El libro Founders at Work trata sobre algunas de estas personas que pueden considerarse artistas. Muchos de sus proyectos son inmensamente conocidos y grandes ejemplos de éxito, como Apple o Hotmail. Otros han acabado en fracaso, tras un triunfo temporal, como Ars Digita o Lycos.

El libro está organizado en forma de entrevistas, cada una de ellas trata sobre una persona y las empresas en que participó, casi siempre una sola aunque hay casos de emprendedores en serie, personas que tras conseguir que un proyecto funcione saltan a otro. Para ellos el conseguir que algo funcione es el objetivo, pero una vez esto ocurre sienten que su labor ha terminado y tratan de dedicarse a otra cosa. Son como los Don Juanes que sólo quieren la conquista, no casarse con la chica y vivir toda la vida con ella.

Como el libro es bastante extenso se obtiene una visión general muy buena de la informática en aquella época (1980-2005), casi todos los proyectos principales aparecen en las páginas de estas entrevistas. Muchas empresas de las que no se habla aparecen tímidamente como referencias, por ejemplo Terra como compradora de Lycos. Es triste que la más importante presencia empresarial española en el mundo de Internet haya sido esa.

En Internet hay dos capítulos completos que se pueden leer gratis para hacerse una idea del libro. Indico estos dos capítulos con el correspondiente enlace, junto al resto de entrevistas:

  • MAX LEVCHIN, PayPal
  • SABEER BHATIA Hotmail
  • STEVE WOZNIAK, Apple Computer
  • JOE KRAUS, Excite
  • DAN BRICKLIN, Software Arts
  • MITCHELL KAPOR, Lotus Development
  • RAY OZZIE, Iris Associates, Groove Networks.
  • EVAN WILLIAMS, Pyra Labs (Blogger.com)
  • TIM BRADY, Yahoo
  • MIKE LAZARIDIS, Research In Motion
  • ARTHUR VAN HOFF, Marimba
  • PAUL BUCHHEIT, Gmail
  • STEVE PERLMAN, WebTV
  • MIKE RAMSAY, TiVo
  • PAUL GRAHAM, Viaweb
  • JOSHUA SCHACHTER, del.icio.us
  • MARK FLETCHER, ONElist, Bloglines
  • CRAIG NEWMARK, craigslist
  • CATERINA FAKE, Flickr
  • BREWSTER KAHLE, WAIS, Internet Archive, Alexa Internet
  • CHARLES GESCHKE, Adobe Systems
  • ANN WINBLAD, Open Systems, Hummer Winblad
  • DAVID HEINEMEIER HANSSON, 37signals
  • PHILIP GREENSPUN, ArsDigita
  • JOEL SPOLSKY, Fog Creek Software
  • STEPHEN KAUFER, TripAdvisor
  • JAMES HONG, HOT or NOT
  • JAMES CURRIER, Tickle
  • BLAKE ROSS, Firefox
  • MENA TROTT, Six Apart
  • BOB DAVIS, Lycos
  • RON GRUNER, Alliant Computer Systems, Shareholder.com

Prácticamente todas las entrevistas merecen la pena, cada proyecto tiene su aquel. La que más me impresionó de todas fue la de Joshua Schachter, creador de delicious.com (originalmente del.icio.us).

Lejos de otras historia de éxito más o menos merecido, su caso es casi único en muchos aspectos. Desarrollo su famosa página de marcadores a ratos muertos desde su casa. Sin garaje ni nada, estuvo trabajando durante mucho tiempo en algo relativamente modesto, optimizando el tiempo empleado de forma magistral. Según cuenta, trataba de trabajar en bloques de quince minutos. De esa forma pudo construir uno de los servicios más útiles (y desaprovechados) de la red.

Esa forma de trabajar me ha llamado tanto la impresión que trato de llevarla a cabo. Si empiezas algo que no sabes si vas a terminar, o si tienes que retomar algo que está a medias y que sabes que tampoco podrás terminar te entra el desánimo. Pero si eres capaz de dividir una tarea dada en otras mucho más pequeñas, al final siempre estarás haciendo cosas concretas con un principio y un fin. La labor de división del trabajo es la que tiene realmente mérito, la idea de sintetizar cualquier cosa en pequeñas partes. Y no tanto la idea como el ser capaz de llevarla a cabo. Si piensas que delicious fue hecho por una sola persona (casi todo) que nunca trabajó más de una hora seguida en nada concreto, y raramente más de una hora al día, te das cuenta del alcance y brillantez de Schachter.

Magistral resulta la forma en que narra su experiencia con la gente de Google. Le trataron de vender la moto de que se fuera a California – Schachter trabajaba en Nueva York en el banco de inversión Morgan Stanley – con la excusa de que todos los buenos programadores vivían allí, que podría trabajar con doctores en informática. Schachter les replicó que de eso nada, que en Nueva York hay muchos programadores y muy buenos, que no tienen nada que envidiar.

Y épica es la respuesta a la pregunta de por qué Google no le quiso contratar. Uno está cansado de ver leyendas urbanas sobre pruebas de inteligencia y agudeza en las entrevistas de trabajo de Google, pero Schachter responde con parquedad: no me aceptaron porque no sabía programar en el lenguaje C ++ (uno de los más empleados por la gente de Google).

Lejos de la megalomanía o el mito del genio (como el caso de Apple con Steve Wozniak), el caso de Schachter es el de una persona normal, en un proyecto bastante normal y con un trabajo que a pocos llama la atención por la espectacularidad. Pero algo útil y que funciona. Bien hecho y con pocos gastos.

En resumen, un muy buen libro que para los irredentos amantes del todo gratis está en el Emule en un pdf de máxima calidad.

Ishmael

En España estamos acostumbrados a oír que el Premio Planeta de Literatura es el premio literario de mayor cuantía del mundo. Dada la escasa calidad de algunas de las obras (suelen tratarse de obras menores de autores consagrados) y la falta de rigor en la elección del ganador, se trata de un premio de mínimo prestigio y totalmente desconocido fuera del ámbito del castellano.

La cuantía actual del Planeta es de 601.000 euros (penoso seguir dando premios pensados y traducidos desde las extintas pesetas). Sin embargo en el año 1991 se decidió dar un premio literario de una cuantía equivalente, tal vez superior si actualizamos los importes con el IPC y el tipo de cambio euro-dólar.

En 1991 Ted Turner, el fundador de la CNN decidió crear un premio realmente original: el Turner Tomorrow Fellowship Award. Un premio literario enormemente ambicioso ya que:

  • El vencedor se llevaría la cantidad de 500.000$, una cantidad extraordinaria para la época e incomparable con ningún otro premio literario.
  • El premio se concedería una sóla vez. Nada de premios anuales o bieniales. Un único ganador. Para siempre.
  • Entre el jurado figuraban primeras espadas de la literatura mundial, como Ray Bradbury el autor de “Fahrenheit 451”, entre otras muy famosas novelas, o la escritora sudafricana Nadine Gordimer, premio nobel de Literatura en 1991.
  • No bastaba con escribir un buen libro. El texto tendría que ser una obra de ficción que nunca antes hubiera sido publicada y que ofreciera soluciones creativas y positivas a los problemas globales.

Ni qué decir tiene que al premio se presentaron muchísimas novelas. Resulta curioso que el simple hecho de exigir que la novela tendría que abordar posibles soluciones a los problemas limitaba mucho las opciones de participar. Lo habitual es describir, criticar, denunciar los problemas sociales. Pero de ahí a dar una solución hay un enorme paso.

El ganador fue el hasta entonces desconocido escritor de Nebraska Daniel Quinn. Y lo de escritor también se presupone pues era una persona que nunca antes había publicado un libro.

Su novela Ishmael fue la agraciada con el exuberante premio. Tras la entrega de dicho premio se produjo una verdadera revolución porque para los miembros del jurado la cuantía les resultaba absolutamente desproporcionada ante la altura literaria del autor. Ellos sabían que se entregaría una gran cantidad de dinero en premios, pero no tanto dinero y casi todo al ganador.

Una cosa es laurear a un escritor novel y otra darle un premio enormemente superior a la suma de todos los premios que ellos habían ganado a lo largo de sus exitosas y extensas carreras literarias. Ya he indicado que en el jurado había algún premio Nobel y autores que habían vendido millones de ejemplares.

Sin embargo la obra de Daniel Quinn encajaba a las mil maravillas con el premio. A pesar de ser una obra nunca antes publicada era el trabajo de toda su vida. Había comenzado a trabajar en su redacción en 1977 y había sufrido seis reescrituras, además de la inicial.

Daniel Quinn estuvo trabajando en Ishmael más de catorce años, sin haber publicado ninguna otra obra en todo ese tiempo. Aunque admite numerosas críticas se trata de una obra extraordinaria por lo pulido del material, la originalidad de principio a fin – tanto de la temática como de la forma de desarrollarla – y sobre todo porque es un libro que se atreve a entrar donde otros se limitan a merodear.

El libro tuvo un éxito enorme, en gran parte por la extraordinaria publicidad del premio. A mi me pareció un libro más singular que bueno; La originalidad es una cualidad que siempre escasea.

Me llama la atención sobre él pensar que toda la capacidad creadora de una persona estaba volcada en apenas 200 páginas. Hay escritores prolíficos, escritores que se prodigan tanto en lo bueno como en lo malo. Hay autores que mantienen un buen nivel medio. Pero Daniel Quinn es un escritor que concentró todas sus energías en una gran obra y que fue premiado por ello.

Con posterioridad a la misma escribió otros libros pero todos son continuación o reescrituras de la misma historia que plantea Ishmael.

Más que recomendarlo abiertamente, diría que es un libro que se merece saber que existe. Lo descubrí en metafilter. Pero como nunca acabo de recomendar libros abiertamente, este es una excelente opción como regalo de Navidad.

Féretros

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Do-It-Yourself Coffins: For Pets and People.
Hágalo Usted Mismo Féretros: Para Mascotas y Personas.

Lo mejor no es que el libro esté de oferta, ni que el autor haya escrito otro libro sobre el tema, sino que las opiniones que dan sobre él en Amazon son pésimas (y no son de broma).

Por lo visto las medidas que se dan en el libro están llena de errores, y el que las siga se arriesga a no completar correctamente el féretro.

La Princesse de Cleves

Brutal noticia de los Reyes de la protesta. Los franceses:
Nicolas Sarkozy, el Presidente de Francia, en varias ocasiones ha mencionado que le repugnaba el libro clásico ‘La Princesse de Cleves’, novela del siglo XVII escrita por Madame de La Fayette. Es uno de esos libros de lectura obligada en los cursos de francés, como en castellano puedan serlo El Cantar de Mio Cid o La Celestina.
Como forma de protesta ante su política, los franceses están haciéndolo de una forma ilustrada: leer La Princesse de Cleves para expresar su rechazo hacia las opiniones del Presidente.
Es una protesta de una elegancia sin igual. Desorganizadamente, poco a poco, el libro ha alcanzado una popularidad inusitada tras sus más de trescientos años de historia. Ahora resulta casi imposible hacerse con una copia en las librerías. Y en un reciente ranking de los libros favoritos de los escritores franceses, La Princesse de Cleves ha alcanzado el tercer puesto, dejando atrás a decenas de obras más populares y quizás importantes.
Ante la dificultad de conseguir la novela, el éxito se desplaza hacia las chapas que dicen “Yo estoy leyendo La Princesse de Cleves”.
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Porque las chapas son más fáciles de comprar y exigen menos esfuerzo. También se ha agotado.
Via: Weekend Stubble.
Fuente: Noticia del Daily Telegraph

El huevo o la gallina

Aunque la Biblia está repleta de errores, sorprende que haya una gruesa contradicción ya en la primera página:
Primer capítulo del Génesis. Dios crea los animales. Después, a Adán:

1:25 E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno.
1:26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen,conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

Segundo capítulo del Génesis. Dios crea a Adán. Después, a los animales:

2:7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
2:8 Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.
2:19 Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre.

Relacionada: La frase: En el principio creó Dios los cielos y la tierra
Vía: The Book of Lost Books (libro).

Primer libro publicado en cada idioma

El primer libro que publicó Johannes Gutenberg mediante la imprenta no fue La Biblia de Gutemberg, impresa en 1455.
No se conoce con exactitud cuál fue la primera obra impresa en cualquier idioma, pero se sabe antes que de la Biblia, Gutemberg imprimió una gramática latina para aprendizaje del idioma, escrita por Aelius Donatus quizás hacia 1452.
El repaso por los diferentes idiomas demuestra que la primera obra impresa en cada lenguaje fue, habitualmente, una obra intrascendente.
Tanto en inglés como en francés, las primeras obras impresas fueron el mismo libro:
Raoul Lefèvre, Recueil des histories de Troyes (en francés, publicado en 1466) y The Recuyell of the Historyes of Troye, la traducción inglesa por William Caxton publicada en 1474. Este libro es una historia romántica de la época, carente de todo interés y que sólo ha pasado a la fama por ser la primera obra impresa en inglés.
En España el primer libro impreso el primer libro publicado fue el Sinodal de Aguilafuente, en 1472, en Segovia. Algo así como las actas de un congreso católico; Lectura infumable.
La primera obra impresa en España que no estuviera escrita en latín lo está en catalán o valenciano. Fue Les obres o trobes dauall scrites les quals tracten dela sacratissima verge Maria impreso en Valencia en 1474.
En esta página de la Enciclopedia Británica pueden verse los distintos libros para cada idioma. Llama la atención el portugués, por ser uno de los pocos en que se publicó un buen libro como primera obra: El Pentateuco. Sin embargo ese libro no estaba impreso ni en latín ni en portugués sino ¡En Hebreo!
Otra curiosidad es que el segundo libro publicado en inglés, también por Caxton, también una traducción de uno francés, fue un libro de ajedrez: The play of chess (1474).

El libro virtual más caro del mundo

Gracias a los libros virtuales, que pueden leerse desde el ordenador, el precio que hay que pagar para leer un libro se ha abaratado considerablemente.
Además la librería Amazon, siempre atenta al bolsillo de los lectores, muestra a menudo ofertas puntuales para ciertos libros, lo que los hace aún más baratos.
Este es el caso de Nuclear Energy, de la Editorial Springer, que se vende a día de hoy con un 20% de descuento.
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A pesar del descuento, Nuclear Energy, el tercer volumen de una serie de libros sobre Energía, orientados hacia investigadores, ingenieros y personal docente universitario, es el libro virtual más caro del mundo. Cuesta, con la rebaja ya aplicada, 6.232 dólares (seis mil doscientos dólares).
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¿Cómo pueden unos cuantos bytes mal avenidos costar tanto dinero? Es un misterio que se me escapa.
La editorial en cuestión parece disfrutar publicando libros obscenamente caros. Sustainable Energy Technologies cuesta en edición para Kindle (libro virtual) 108 dólares, tras un generoso descuento. Y está disponible en el Emule.
Al tratarse de energía nuclear, y por lo caro que resulta el libro, se sospecha que versa sobre todo lo necesario para construir un reactor nuclear. Impagables las opiniones de usuarios sobre el libro. Todas son cómicas, pero cada una en su estilo (“lo compré por error”, “me pareció barato para lo buen libro que era”, “ya he construido mi reactor nuclear casero”). Una opinión titula:

Pude construí 14 centrales nucleares en un solo día después de leer tan motivador libro.

Fuente: Most Expensive.

Libros de cocina del siglo XIX

Una de las críticas más habituales que recibe este blog es que apenas si se ha escrito sobre la cocina del siglo XIX.
Para acallar tan insistentes voces, he aquí una lista con los nueve principales libros de recetas de cocina publicados en Europa y Estados Unidos durante el siglo XIX. Me falta alguno publicado en España. Los libros que presento son los mayores superventas de hace dos siglos.
Casi todos están totalmente disponibles en Google Books. ¿Quieres sorprender a unos amigos? Las comidas étnicas están muy vistas, pero una auténtica receta decimonónica siempre se agradece.
The modern cook
de Charles Elmé Francatelli – 1846
Vista completa en Google Books
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El libro que escribiera el cheff de la Reina Victoria de Inglaterra. Como los que triunfan hoy en día, libro de cheffs pensado para el cocinero más modesto.

Modern Cookery, in All Its Branches: Reduced to a System of Easy Practice

de Eliza Acton – Cookery – 1845 – 382 pages
Vista completa en Google Books
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Eliza Acton era una poetisa, pero su editor le explicó que el mercado para poesía estaba saturado, que sin embargo había grandes posibilidades para los libros de cocina. Le hizo caso y el suyo fue en boom comercial de su tiempo.
The book of household management
de Isabella Mary Beeton – 1863
Vista completa en Google Books
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Posiblemente el libro más famoso del siglo XIX, su autora era una periodista no especialmente hábil en la cocina, pero el tratamiento enciclopédico, con dedicación cuidadosa en las cantidades, tiempos de preparación y los precios de las recetas, convirtieron a este libro en una referencia fundamental.
La cuisiniere de la campagne et de la ville, ou nouvelle cuisine economique
de LE Audot – 1879
Información en la Wikipedia
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Publicado en 1818, en 1901 iba ya por su 79ª edición. Un exitazo de ventas, recetas modestas y cotidianas. Este libro escrito en francés se equipara al bombazo del siglo XX: 1080 recetas de cocina, de Simone Ortega.
Christianity in the Kitchen: A Physiological Cook-book
de Mary Tyler Peabody Mann – Cookery, American – 1858
Sin vista previa en Google Books.
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Un necesario volumen para distinguir lo que es cocina inmoral de lo que no. Por ejemplo los pasteles de boda no sólo producen indigestión, sino que causan un daño moral a los que los toman. Tampoco la tortuga es buen alimento para el alma.
Miss Beecher’s Domestic Receipt-book
de Catharine Esther Beecher – Cookery, American – 1856 – 306 pages
Vista completa en Google Books
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El éxito en las cocinas americanas. Un buen libro que tiene como novedad el desarrollo no sólo de recetas sino de técnicas culinarias que siendo versátiles pueden ser empleadas en numerosos platos.
The Boston Cooking-school Cook Book
de Fannie Merritt Farmer
Vista previa limitada en Google Books.
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La aportación americana al Sistema Métrico Decimal, pero a la hora de medir las cantidades. Tres vasos de agua, pero ¿Cómo han de ser los vasos? ¿Y una cucharadita? Con el tiempo este libro acabaría sirviendo para marcar el camino en la unificación de las medidas en la cocina. Muy mal acogido sin embargo en Inglaterra.
Juliet Corson’s Fifteen Cent Dinners for Workingmen’s Families (its second title page reads,
Fifteen Cent Dinners for Families of Six)
de Juliet Corson – 1877
Sin vista previa en Google Books.
Más información
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Se acabaron las recetas para clase media. Decididamente apostando por el mercado de los pobres. Una joya donde encontrar recetas para los que vivían con lo justo, abundante en sopas.
A shilling cookery for the people
de Alexis Benoît Soyer – 1854
Vista completa en Google Books
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De nuevo cocina para las clases más modestas. Este libro se ha vendido más que cualquier novela famosa del siglo XIX, con 250.000 ejemplares vendidos en su tiempo.
Fuente: Food in History, de Reay Tannahill.

Libros sobre libros

Una de las cosas que menos me gusta de los escritores es que por su profesión se acaban aislando del mundo real. Y entonces sus personajes se vuelven irreales, pero por necesidad.
No creo que haya escritor contemporáneo de éxito que haya quedado libre de la tentación de escribir una novela en la que el protagonista sea un escritor, o que trate sobre la escritura de un libro, o de la pasión del personaje central por los libros.
Y luego claro está el eterno desafío, mero ejercicio estilístico, de crear una novela circular, que hable sobre otra novela o las siempre temibles cajas chinas de historias concéntricas. Cervantes escribió el inmortal Quijote para que esto no volviera ocurrir. Fue en vano.
Será cierto que uno sólo puede escribir sobre lo que vive, pero para algunos escritores parece que su existencia no fuera más allá de su propio ombligo.
Dos reglas que trato de seguir: evitar leer los libros de este tipo. Dar a los autores por difuntos tras publicar alguno de estos libros. Toda regla tiene sus excepciones.