Ya ha pasado casi un mes desde que Reino Unido votara en referéndum su salida de la Unión Europea. Creo que tiene sentido escribir algo sin el calentón del momento.
La cobertura desde España del Brexit ha sido totalmente parcial en favor de que Reino Unido siguiera en la Unión Europea. Casi todos los artículos al respecto se centran en las ventajas y desventajas del Brexit para los que no son británicos. En qué nos afecta a nosotros, no a ellos.
Es como el temido referéndum catalán, a ellos les puede perjudicar salir de España, pero el resto de España saldría perdiendo siempre. ¿Os imagináis un artículo sobre las consecuencias de la salida de Cataluña para la economía de Aragón? Suena a bizarrismo periodístico, pero sería el mismo rigor periodístico que aquí se ha dado al Brexit, centrándose en los británicos que viven su jubilación en la Costa del Sol o Valencia o el caso de Gibraltar, que de repente, parece gustar que no sea español.
Hay 30.000 residentes en Gibraltar. 300.000 británicos residentes en España. Reino Unido tiene 64 millones de habitantes. La cobertura del problema en España, simplemente entrando en lo anecdótico, es preocupante.
El otro punto de vista para hablar del Brexit ha sido mencionar los numerosos españoles residentes en el Reino Unido. Por una vez nos preocupan los españoles…que se han tenido que ir de España. Nos guste o no pensarlo, son una pieza totalmente irrelevante en la decisión que han tomado los británicos. Su punto de vista puede tenerse en cuenta a la hora de informar, pero jamás debería ser el centro de la noticia.
El último clavo del ataúd ha sido mencionar que la gente “urbana” de Londres ha votado a favor de quedarse, mientras que la gente rural es la que quiere salir de la Unión. Ese tipo de puntualizaciones lo que deja caer, más o menos veladamente, es que hay un voto paleto y que este, debería valer menos.
Los defensores de la Democracia, este sistema de Gobierno tan cutre pero mejor que otros aún peores, no se atreven a rasgarse las vestiduras con sus propios argumentos tan antidemocráticos. Están los paletos que votan sin saber y luego está aquello de que los Referéndum es que no están bien convocarlos sin informar bien a la gente. Es decir, que hasta que no haya certeza de que van a votar lo que los políticos quieren, no deberían convocarse.
Culpar a David Cameron de las consecuencias del Brexit, por atreverse a convocar una consulta que había prometido en su campaña electoral, es aparentemente muy democrático. Al igual que con los aeropuertos, radiales y tranvías en mitad de la nada de España, la culpa no es del político que decide construirlos, sino de los votantes que deciden votarle para que lo construya. Si Cameron ganó las elecciones con el Brexit en su programa, la culpa sería de sus votantes, que no lo vieron como una propuesta temeraria.
Si el Brexit ha ganado, teniendo en contra a los dos principales partidos británicos, que hacían campaña en contra, y todo el resto de Europa, es porque la opinión generalizada era muy mayoritaria en contra a seguir en la Unión Europea.
En la campaña del miedo contra el Brexit casi todos los argumentos han sido, aparte de pensando en nuestros intereses (insisto, el Brexit es malo para España, sin lugar a dudas), sobre los problemas a corto plazo con que se enfrentaría Reino Unido.
El primer afectado sería, la cotización de la Libra respecto al Euro o el Dolar. Y esto ha sido así, tras el sí a la salida de la UE, la libra sufrió una severa caída, de la que no se recuperará en el medio plazo.
Sin embargo es interesante mirar las cosas en perspectiva. La libra nunca había tenido una caída tan significativa. Y estará en valores de los años 80. Pero si comparamos con datos de épocas puntuales, la libra había sufrido un lento Brexit, de valer 1.7 en Julio de 2014 a 1.44 en Marzo de 2016. Y en ese bajada no había ningún tipo de factor riesgo ante una posible salida. Es simplemente otra moneda y dependiendo de muchos factores puede subir o bajar, el Brexit es sólo uno de ellos.
Otro de los miedos que se han intentado inculcar en los británicos es a sus opciones de viajar a países de la Unión Europea. Esto sin embargo es bastante absurdo. España es la primera interesada en mantener un acuerdo bilateral con Reino Unido para que el movimiento de sus ciudadanos sea el mismo que mientras estaba en la Unión. El resto de países se verán en situaciones similares porque Reino Unido es un país muy importante. No es como Noruega o Estonia, a donde nadie va de vacaciones o a trabajar. España, Francia, Alemania, Italia y Reino Unido siempre estarán a favor de mantener casi todas sus relaciones comerciales entre sí.
Es cierto que puede que la gente menos educada, menos informada, menos internacional, haya provocado el Brexit. Pero eso no quiere decir que sea una opción irracional. El Brexit tiene ventajas para Reino Unido, algunas de ellas sólo se notarán en el largo plazo.
En España el largo plazo simplemente no existe. Es que ni siquiera se habla de él. El sistema de pensiones de España es insostenible. Y no me refiero a que el sistema actual haya que cambiarlo, me refiero a que no hay una solución posible. Con sueldos decrecientes, pirámide poblacional invertida, gente que no se muere nunca porque en España se vive muy bien, una Sanidad intocable, no hay manera de que se siga teniendo una pensión “al estilo antiguo”.
Cierto que se escriben tonterías del tipo “que los robots, que sustituyan a los humanos, coticen a la seguridad social” o “que el dinero de la corrupción – que aparentemente tiende a infinito – sirva para eso”. Pero las únicas medidas sólidas deben ser brutales. Una Seguridad Social sin tantas coberturas, o la minimización de la prestación por desempleo, puede que incluso la desaparición (no al estilo Pinochet) de la figura del jubilado.
¿Y qué tiene que ver esto con el Brexit? Pues lo mismo que la construcción de un muro para evitar que entren refugiados sirios en Hungría. Suena muy racista, sobre todo cuando no vives en Hungría. Para desgracia de este país, al formar parte de la Santa Unión Europea, no puede hacer algo tan sencillo como evitar una invasión descontrolada de inmigrantes, porque la Ley Europea es común a todos los países.
Hungría ha tenido que entrar en la desobediencia para poder solucionar un problema de fronteras. Un problema que tenían ellos y que la Unión Europea no sólo no les solucionaba, sino que, con sus normativas, impedía que ellos pudieran tomar su propia solución.
Así, formar parte de la Unión Europea nos permite tener una moneda común, algunas leyes generales comunes, derechos similares. Pero también restringe mucho las opciones de los países a tomar decisiones en problemas que sólo tienen ellos. Grecia tiene un problema de fronteras tamaño XXL. Polonia tiene un problema de suministro de gas si hay problemas con Ucrania. Francia y España tienen serios problemas con regiones internas que aspiran a independizarse. Reino Unido, como destino de emigración masivo.
Cada uno de estos países tiene problemas estructurales que la Unión no puede solucionarles, en primer lugar, porque la mayoría de la gente ni siquiera los entiende. En segundo lugar, porque la legislación tiene que llegar a un compromiso en el punto medio. España se sorprende ante la intransigencia húngara, el racismo británico o las fronteras griegas. No sólo no tenemos su problema, sino que ni siquiera lo entendemos. Y es por eso que, casi siempre, vamos a votar en contra de soluciones que suenen demasiado drásticas.
Así, la salida del Reino Unido de la Unión Europea tiene una ventaja que no he leído en ninguna parte: ahora su gobierno podría hacer política. El gobierno de España, que tanto está costando formar, es una especie de Diputación de la Unión Europea. Se deciden aspectos secundarios, como las materias a incluir en los planes de estudio de Secundaria, si vamos a financiar la deuda con el BBVA o con el Santander y si hacemos dos aeropuertos nuevos o tiramos dos de los antiguos. Pero la inmensa mayoría de las medidas ya no las toma el Gobierno.
En el caso de España, donde el gobierno suele elegir entre meter la pata, favorecer a los amigos o quedar bien, estar en la Unión Europea es lo mejor que nos puede pasar, somos como una persona que tiene la mayoría de edad pero necesita de un tutor. Lo sufriremos cuando queramos tomar algunas medidas relacionadas con las pensiones y veamos que ni siquiera tenemos libertad de hacerlo por tener que cumplir las normativas Europeas. Pero Reino Unido es un país atrevido, de ADN peculiar, afición desmedida por el fútbol, la jardinería y el alcohol. Pero también de muy buenos políticos.
El Brexit es una decisión valiente. Es como dejar de trabajar para el Gobierno y decidir montar una Startup. Seguir en la Unión Europea es fácil, pensar que lo puedes hacer mejor por separado, en personas es valorado, en países parece ser que no.
Una perspectiva interesante del Brexit es el Acuerdo de Libre Comercio de Canadá con al Unión Europea. Ahora se ha hablado mucho de él porque Canadá quería firmar dicho acuerdo principalmente por sus exportaciones al Reino Unido, su principal socio en Europa. Estando Reino Unido fuera del acuerdo, este es mucho menos interesante para Canadá, que se plantea modificarlo.
Sin embargo, revisando dicho acuerdo, puede verse que se firmó en agosto de 2014, aunque dos años después aún no ha sido ratificado. ¿Por qué? Porque la Unión Europea es un elefante. Ahora cada país miembro tiene que revisar la normativa, aprobar leyes internas, ratificarlo en su congreso o, en casos excepcionales, promover un referéndum. La burocracia de la Unión Europea es infinita. Si por ejemplo Dinamarca decide que no sigue adelante, o que necesita cambiar alguna cláusula, el proceso volvería al punto de partida.
Pero en realidad el acuerdo de Canadá era con el Reino Unido. Si no hubiera estado la Unión de por medio, habría entrado en vigor en septiembre de 2014 y si es un acuerdo bueno – como así parece – sus beneficios se habrían empezado a notar dos años antes.
En resumen, vivimos en un mundo complicado, lleno de relaciones de todo tipo. La visión del Brexit que se ha dado en España ha sido tan simplista y centrada en nuestros propios intereses – que nada importaban en este asunto – que creo que una opinión algo diferente merecía ser expuesta.
Eternamente fan.
Casi siempre me parece muy interesante la mirada del autor, salvo en este caso que me parece que adolece del mismo fallo que intenta denunciar, demasiada simplificación. La Unión no es más que los países que la forman actuando de común acuerdo en el interés de todos sus ciudadanos y no de un único Estado. Y en cualquier caso, “la UE solo puede intervenir cuando su actuación sea más eficaz que la de los países de la UE a escala nacional o local”, es decir, la UE no tiene nada que decir en ámbitos de competencia nacional como las pensiones, la seguridad social o el desempleo.
Eso me recuerda al chiste:
La Unión te deja hacer lo que quiera en pensiones, pero si no puedes aumentar impuestos, quitar derechos sociales o incrementar el déficit, ¿Qué puedes hacer en pensiones?
Este tipo de opiniones ayuda a explicar un poco que las cosas, vistas desde otra perspectiva, no son tan irracionales.
Pero no hay que olvidar que hay cierta hipocresía en los gobiernos: cuando se trata de alguna política negativa, dicen que es culpa de la UE, mientras que lo positivo, se lo apuntan ellos. Y muchas veces eso que viene de la UE no es del Parlamento o la Comisión, sino del Consejo, que no son otros que los jefes de estado o de gobierno, o sea, los propios gobiernos nacionales.
Por lo demás, hay cosas complejas en las que no se suele pensar, pero los derechos individuales del ciudadano están mejor protegidos dentro de instituciones supranacionales. Estoy pensando en el tema consumidores, cuyo referente es el Tribunal de Justicia de la UE, y no el Supremo por ejemplo. O los derechos humanos, mejor protegidos dentro del Convenio Europeo de DD. HH. y el Tribunal Europeo de DD. HH. que por el Constitucional, aunque tiene la obligación de entender la Constitución en los términos de aquél.
Habla Vd. de los políticos británicos y sí, lo entiendo, pero mire Vd. el panorama español, ¿de verdad cree que aquí podrían “hacer política”? ¡Si no han sido capaces de formar gobiernos de coalición en más de cuarenta años!
Como siempre, cuestiones complejas con muchas caras, no se pueden resumir en cuatro eslóganes. Por eso se agradecen reflexiones como la suya que, al menos, intenta ver las cosas desde la perspectiva del otro.