Vacaciones 2050

Según el plan “España 2050”, para conseguir un futuro más sostenible, nuestro país debe adaptarse poco a poco hacia un mundo donde los desplazamientos se realicen por medios de transporte menos contaminantes, en muchos casos sustituyendo el avión con el tren. Teniendo en cuenta que los políticos no saben ni lo que van a hacer la semana que viene, el plan no deja de ser un brindis al sol que traspasa lo surrealista.

La lucha en favor del ecologismo se ha convertido en una auténtica ficción: Coches eléctricos que contaminan menos que los de diésel, pero claro, sacando de la ecuación lo que cuesta ─en términos contaminantes─ hacer un coche nuevo; vehículos que no contaminan, porque funcionan con hidrógeno ─sin tener en cuenta que ese hidrógeno se obtiene del gas, en un proceso que además le hace perder eficiencia energética; reemplazar la carne ─por su alto consumo en agua─ con alimentos ultraprocesados, que aparentemente se obtienen de la nada.

Así, se me ocurrió la idea de salir de una distopía ─la sanitaria─ entrando en otra: la ecológica. ¿Cómo sería disfrutar las vacaciones de este año moviéndose en tren en lugar de avión?

Teniendo en cuenta que vivo en un extremo de Europa, la opción de hacer todo el viaje en tren es absolutamente inviable. Así que tuve que empezar con un vuelo, a Amsterdam.

Es sorprendente lo que ha cambiado el transporte aéreo. Antes había una sana competencia y se podía ir desde A hasta B usando diferentes compañías, precios y horarios. Ahora muchas rutas, algunas de ellas muy frecuentadas, apenas si tienen un vuelo diario. Los aviones no se llenan y los precios han aumentado más de un 50% desde antes de la pandemia. Ha subido el precio del petróleo, las empresas están arruinadas ─muchas de ellas siguen apenas vivas gracias a ayudas estatales─ y el número de usuarios ha caído en picado. Alguien tendrá que pagar los platos rotos, o una parte de la vajilla al menos.

Mientras los aviones se llenaban de polvo en aeropuertos secundarios, con costes de aparcamiento más bajos, las aerolíneas se han dedicado a una sola cosa: mejorar la experiencia de compra de sus páginas web.

Lo que ocurre en la web de reservas de una aerolínea sería intolerable o directamente ilegal, en cualquier negocio, especialmente offline. La experiencia recuerda a cuando uno entraba en Ikea y tenía que recorrer la tienda completa para poder salir. Con el añadido de tener a talibanes armados parapetados detrás de algunos muebles.

En cada paso hay un extra que pretenden cobrarte, extra que no te dejan esquivar fácilmente. Rechazarlos invoca agresivos pop-ups que te hacen dudar si será posible volar sin facturar tres tipos de maleta diferente o alquilar un coche. El engaño está ahora sustentando en que la facturación de maletas es prácticamente ineludible, junto con el miedo Covid, que permite introducir diferentes tipos de seguro.

Cuando completas la compra, habiendo pagado algún extra de más, te encuentras con la gracia de que el gobierno del país de destino te pide alguna documentación extra. En mi caso, Holanda se comportó de buen rollo, pero España me hizo rellenar un proceso tan absurdo como innecesariamente complejo.

Ha sido este un muy buen verano para viajar. Destinos masificados en verano, como Amsterdam, estaban muy despejados. Hoteles con habitaciones libres donde elegir, precios mundanos y museos que no parecían el metro en hora punta. Antes de la pandemia, algunos destinos se habían vuelto totalmente imposibles. Barcelona estaba absolutamente fuera de control: en fechas como el anual Mobile World Congress era casi imposible encontrar una habitación libre, aún pagando fortunas. En verano la visita a la Sagrada Familia implicaba colas extenuantes. París o Londres, en verano, sólo podían verse dedicando horas de espera a cualquier atracción importante, para luego disfrutarlas en pésimas condiciones. Me imagino que el Barrio Rojo de Amsterdam iría igual, teniendo que aguardar en cola junto a las ventanas, detrás de tus futuros compañeros de cama.

Las “medidas sanitarias” contra el virus, en Holanda, se limitaban a llevar mascarilla en los transportes públicos. Para un español, acostumbrado a llevar doble mascarilla hasta en exteriores, totalmente somatizado con la experiencia del confinamiento, la sensación de desnudez es más agradable que un final feliz en la calle de los neones rojos.

A diferencia de España, Países Bajos todavía no ha vivido la Sexta Ola, pero con tan poca precaución, es cuestión de tiempo que haya una catástrofe. Creo que deberíamos empezar a hacernos a la idea de una Unión Europa sin Holanda.

En Amsterdam, paseando por la calle, podían detectarse a los españoles de la misma forma que se diferencian a los islamistas más extremos: por cómo se tapan. Si una familia pasea con mascarilla por la calle en ese país, puedes afirmar con un 100% de seguridad que son españoles.

La sobredosis de seguridad a que estamos acostumbrados en nuestro país choca con el mundo real que hay ahí fuera: pasear por las calles de Holanda con mascarilla es percibido como algo grotesco. El kit clásico es el de una familia con dos hijos en que los niños llevan mascarilla ─no están vacunados, son super contagiadores─ y uno de los progenitores también ─se considera persona de riesgo, especialmente por estar en contacto con dos menores no vacunados.

Se suponía que se viajaba para aprender de otras culturas, pero cuando se dispone de una formación superior, no es necesario dejarse influir por costumbres bárbaras. Visitar una ventana del barrio rojo, tras un turco, un francés, un paraguayo y dos rumanos, pero salir con una sonrisa de oreja a oreja oculta bajo la mascarilla protectora.

De Holanda pasé a Alemania, en un trayecto de unas cuatro horas. Las webs de trenes han captado el mensaje de la agenda progresista y se están adaptando a tomar el relevo de las aerolíneas. En Alemania podías comprar un billete, pero sin tener un asiento asignado ─algo que tenía un precio extra. Pero a diferencia de los aviones, no te dan el asiento más repugnante posible, sino que te dejan a tu aire recorriendo el tren como en el juego de las sillas. ¿Está este asiento libre? De momento, el resto de extras eran fáciles de evitar.

Alemania tiene mucho parecido con España, y cada región tiene reglas propias. En la primera región que visité, había que llevar mascarilla en interiores. Pero en la segunda, habían sustituido esto con un proceso de check-in. Das tus datos personales en cada sitio que entras y así, si se detecta un caso, es fácil informarte de que quizás estás en riesgo. O al menos dar la impresión de que un proceso así va a tener lugar. Con un poco de sentido común, es casi imposible conectar una hoja de papel rellena en una cafetería con ninguna base de datos en tiempo real.

En algunas tiendas de Alemania exigían mascarillas FPP2 para entrar, un progreso bastante sorprendente, que extraña no se haya implantado en España, el país más seguro del mundo. Tengo entendido que eran requeridas para el transporte público durante algún tiempo, pero ya son cosa del pasado.

Tras cruzar todo Alemania ─un país precioso que absurdamente casi nadie considera para sus vacaciones, más allá del manido Berlín─ tocaba Austria.

El país creador del Red Bull, donde nació Arnold Schwarzenegger y otras celebridades menores como Mozart y Freud, tiene trenes más baratos ─así que supongo que más ecológicos y progresistas ─ que su vecino del norte.

En mi nuevo destino turístico pude encontrar una novedad en la lucha contra la pandemia: el carné de vacunación lo piden en todas partes, hasta en las terrazas de los bares. Pero luego van totalmente por libre, no llevan mascarilla en ningún sitio, quitando los transportes públicos. En uno de los hoteles en que me alojé, pude ver cómo algunos españoles se quejaban en las valoraciones, indicando que el personal de recepción les atendió sin mascarilla. Nada como viajar para imponer tus convicciones a los demás, aunque sea con el pataleo de las votaciones por internet.

Visitar Austria, sin apenas turistas, en verano, ha sido una experiencia extraordinaria. Moverse por sus maravillosos museos por salas totalmente vacías me ha hecho darme cuenta de que no es que no me gusten las exposiciones, lo que no me gusta es ver un cuadro dando codazos, guardando turno, esquivando selfies. Lo que es, a título personal, una vivencia muy positiva, se traduce también en un sentimiento de pena al saber que si de cada diez turistas sólo había uno este verano, hay cientos de damnificados que se han quedado sin trabajo, cadenas de producción destrozadas que jamás volverán a ser lo que eran.

En la última noche austríaca tuve la oportunidad de ir a un concierto popular ─algo que otros años hubiera costado semanas de reserva previa─ donde pude contemplar a los viajeros españoles más auténticos. Una pareja, con su inexcusable mascarilla en exteriores, que se plantó en un concierto de música clásica con dos niños que no tendrían más de 5 años. Durante toda la primera parte estuvieron hablando o llorando sin parar. En la segunda no sé si los echaron, o se fueron en un inesperado gesto de sentido común. Aunque también puede ser que se marcharan escandalizados porque en cuanto se apagó la luz y empezó a sonar la música, todo Dios entre el público se quitó la mascarilla, convirtiendo un acto cultural con el aforo al 100% en una auténtica tragedia sanitaria.

La vuelta a España tuvo que ser también en avión. Me acostumbro a la agenda del futuro poco a poco. Quedé atrapado en la trampa perfecta: el traicionero proceso de compra de billetes de aerolínea no me dejaba facturar sin pagar un extra, y gobierno de España me requería que completara un detallado informe sobre quién era, a dónde iba y de dónde venía. El proceso era un tedioso formulario, celada mortal para abuelos, donde tienes que registrarte, recibir un SMS de activación (estando en el extranjero) y luego completar un formulario en varios pasos.

Para completar el formulario tenías que indicar tu número de asiento y para poder tener número de asiento tenías que hacer check-in ─algo que no quería hacer pagando. Además la compañía decía que sin el formulario para España rellenado, no iban a dejar volar.

El paso más delirante del formulario era que había que introducir tu tarjeta de vacunación (como PDF) y de ahí podían validar que eras apto para entrar en el país. Así que básicamente el pasaporte Covid sólo sirve para rellenar un segundo pasaporte, que ese sí es imprescindible.

Ni qué decir tiene, los mostradores de check in de la aerolínea era una auténtica carnicería. La mitad de la gente llegaba, tras una larga cola, a toparse con que le faltaba algún documento. O el requerido por España, o el hecho de que ya no se puede hacer check in en el aeropuerto (hay que hacerlo antes, por Internet). Personas mayores con su pasaporte covid plastificado que no han hecho un trámite online en su vida, agobiados ante la acelerada agenda digital.

Han sido unas muy buenas vacaciones, en lo personal. Pero no deja de ser triste ver a los que no estaban viajando: los jóvenes. Muchos atrapados en su calendario de inmunización, que no les garantizaba un viaje cómodo, o simplemente en su ruina personal y económica, la generación ignorada. Más familias y personas mayores como yo, en lugar de veinteañeros dispuestos a volver a casa con un montón de historias que contar y alguna nueva ETS que ocultar.

Personalmente creo que no hay vuelta atrás a la “antigua” normalidad, en lo que a turismo se refiere. Hay gente que este año se ha quedado fuera del mercado, ya sea por problemas económicos, por miedo a la pandemia, o por el muy razonable miedo a verse atrapado en un sinsentido de PCRs positivos, contacto con algún positivo o simplemente síntomas de fiebre causados por una resaca brutal que te dejen en tierra.

Pero lo mismo volverá a pasar el que viene. Habrá nuevos pobres, nuevas personas que han empezado a trabajar y no tienen vacaciones. Nuevas olas, nuevos países en rojo. Nuevos conflictos bélicos. Y luego, las aerolíneas no van a volver a lo de antes. No van a ofertar tantos vuelos. Y recíprocamente, una parte enorme de la demanda ha desaparecido: el turista barato que se compraba un vuelo a Ibiza para un par de noches, porque era más barato que salir de fiesta en su país, el viajero de eventos masivos, como conciertos o festivales, el turismo de lujo de los congresos.

Se nos olvida lo que ha costado llegar a este ecosistema turístico. De 2009 a 2019 el turismo ha subido un 50% en España, aprovechando los problemas de otros destinos, un boom económico y una profesionalización del sector. Pretender volver a lo de antes, en un año o en dos, es demasiado optimista.

Los viajes en avión no hacen sino depreciarse en calidad y precio. Tienes que pasar más horas para realizar los trámites, te dejan volar con menos equipaje y hay todo tipo de limitaciones en lo que puedes transportar. Además de que el riesgo de cancelación o de pérdida del vuelo porque falte algún documento ha dejado de ser irrisorio. Se dice que los vuelos de larga distancia no son rentables si no se completan con pasajeros en primera clase, algo que empieza a resultar una utopía en los tiempos en que ya no se hacen desplazamientos por trabajo, así que imagina planificar todas tus vacaciones y que semanas antes la aerolínea te avise de que cancela el vuelo ─su nuevo comodín tras la pandemia, anular sin coste ni alternativa lo que no resulte rentable.

Es cuestión de tiempo que los destinos turísticos cambien, enfocándose más hacia destinos más cercanos. Es lo que ha sucedido los dos últimos años, pero no veo un motivo por el que solo sea una tendencia provisional. En ese sentido, en Europa, Francia tiene muchas ventajas al respecto, con una ubicación geográfica mucho menos periférica que España, Grecia o Turquía.

Viajar en tren es muy agradable en comparación a hacerlo en avión, no tiene ni una sola desventaja. Pero será una opción sólo para aquellos países con muchos vecinos próximos. Y España, no es uno de ellos.

Cómo volar de Londres a Londres

En su libro Skin in the game Nassim Nicholas Taleb menciona de pasada que desplazarse entre dos aeropuertos en la misma ciudad (Nueva York) mediante un vuelo ‘no es el método más eficiente’. La pregunta interesante es, ¿Hasta qué punto es posible?

Utilizando un ejemplo europeo, con la más conocida Londres, si uno quisiera volar entre sus dos aeropuertos principales, Gatwick y Heathrow, ¿Qué vuelos tendría que tomar?

Obviamente no hay vuelos directos entre dichos aeropuertos, por lo que una escala es necesaria. Supongamos que partimos de Heathrow. ¿A dónde podemos volar que no sea muy lejos y tengamos vuelos de vuelta a Gatwick?

La mayoría de herramientas de búsqueda de vuelo habituales no permiten realizar búsquedas cuando el origen y el destino son la misma ciudad – por el enorme peligro de que el mundo se colapsara en caso de realizar los cálculos necesarios.

Google nos sugiere un trayecto en coche de apenas 39 minutos, al tiempo que nos indica que se niega a buscar algo así usando el avión.

Con una búsqueda menos algorítmica y a la antigua usanza, miremos hacia dónde se puede volar desde el aeropuerto de Heathrow.

La opción más clara sería ir hasta Manchester, en un vuelo que puede durar exactamente una hora. Pero resulta que no hay vuelos desde Manchester a Gatwick, todos van a Heathrow. Por lo que la ruta queda descartada. Del mismo modo sucede con Leeds o Newcastle.

Incluso con vuelos internacionales, como a Bruselas – que tiene un aeropuerto de mucho tráfico – no existe la opción de hacer la vuelta hasta Gatwick.

La opción internacional más próxima es Dublín.

Asumiendo que no habría esperas en el aeropuerto – algo optimista entendiendo que es un vuelo internacional entre un país que no es Schengen – se podría volar entre los dos aeropuertos de Londres sin cambiar de compañía en unas 3 horas y 35 minutos.

En un tránsito más realista, evitando fronteras internacionales (al menos a fecha de 2018), la mejor opción parece ser Edimburgo.

Con un cambio de vuelos que apenas deja 15 minutos entre la ida y la vuelta, también sin cambiar de compañía, es posible volar de Londres a Londres en tan sólo 3 horas y 15 minutos.

Una pregunta especulativa ante una entrada que lo es aún mas: ¿Qué sistema de Inteligencia Artificial no se pondría muy nervioso ante un cliente con un plan de vuelo tan poco razonable?

Los nórdicos, la gente casi perfecta


The Almost Nearly Perfect People: Behind the Myth of the Scandinavian Utopia, (La Gente Casi Perfecta: tras el Mito de la Utopía Escandinava) es un libro en inglés, publicado en 2015 sobre qué hay de cierto en la idílica vida en Escandinavia que continuamente vemos en los medios de comunicación.

El enamoramiento con Escandinavia se basa en tres pilares: la impecable neutralización de la división de sexos en Suecia, el primer puesto – casi perpetuo – de Dinamarca como el país con la gente más feliz del mundo y el ejemplar sistema educativo de Finlandia, que continuamente se usa como referente mundial. El autor toma un punto de vista muy complicado: hacer de abogado del diablo sin negarse a ver todo lo bueno que tienen esos países, desde la perspectiva de ser un periodista británico que lleva viviendo en Copenhague varias décadas.

Es un libro muy interesante, aunque solo sea por tratar transversalmente un tema del que sólo se suele ver lo blanco o lo negro. Os recomiendo encarecidamente su lectura, llena de datos curiosos. El autor dedica una serie de capítulos a cada país, dejando para el final a Suecia, que es el verdadero plato fuerte. Como el mismo escritor menciona, hay que aclarar qué es nórdico y qué es escandinavo. Técnicamente, Escandinavia no incluye a Finlandia, pero es un país muy similar a los otros, en el que incluso el sueco es un idioma oficial. El libro habla sobre Dinamarca (el que mejor conoce el autor), Islandia, Noruega, Finlandia y Suecia.

Dinamarca

Quizás los mejores capítulos de todos son los que tratan sobre Dinamarca. Habiendo leído también How to be Danish (Cómo ser danés) puede decirse que sé mucho más de lo que debería sobre ese país.

Dinamarca es famosa por su igualdad. Los salarios, después de impuestos, son muy similares entre todas las profesiones. La gente está mucho más conectada que en otros países. Los grupos de amigos son enormes y se extienden por empleos muy diversos. Una barbacoa de barrio y entre los invitados hay políticos, fontaneros, enfermeros y taxistas que conviven con total normalidad. Esto lleva a veces a una obsesión por el networking. Conocer por el simple hecho de aumentar la red de contactos. Y esto a a su vez lleva a una excesiva superficialidad en las relaciones. En cierto modo los daneses tienen redes de contactos similares a las que nosotros tenemos en Facebook: exageradas, interesadas e inconsecuentes.

Siendo el autor un extranjero que vive en Dinamarca, le cuesta creer como cierto el dato de que sea el país más feliz del mundo. Pero en gran parte es un círculo que se retroalimenta. Dinamarca es todo buen rollo y está mal visto no ser feliz, así que ante una pregunta de encuestador, nadie daría una nota baja. España, por el contrario, es el típico país donde la gente está visiblemente contenta pero se queja continuamente.

Un dato poco conocido sobre Dinamarca: es el país con mayores índices de cáncer del mundo, una terrible estadística que nunca vemos en las noticias porque España casi no aparece en dicho listado.

Dinamarca y sus altísimos salarios – que menguan mucho tras los impuestos – son otro cacareo de nuestros patéticos noticiarios. Un dato que recalca el libro es la deuda privada danesa. Tras haber sufrido una brutal burbuja inmobiliaria, ahora son el país donde la gente está más endeudada del mundo (en proporción a sus ingresos). La deuda per cápita es el doble que la de un español (es decir, si un danés gana 80.000€ al año y un español 20.000€, la deuda del español promedio es de 30.000€ y la del danés de 240.000€).

Otro mito sutil, en un país que ciertamente está lleno de atractivos, es el de su ecologismo. Aunque es a veces obsesivo, suspenden en las estadísticas por una desafortunada razón: la mayor empresa de contenedores de transporte marítimo del mundo, Maersk, es danesa. Esto lleva a que Dinamarca sea el cuarto país más contaminante del mundo, sólo por detrás de tres países del Golfo Pérsico. El transporte marítimo de mercancías es simplemente el factor contaminante más importante de todos, y muy de largo.

Islandia

Islandia es uno de los países menos mencionados cuando se habla del éxito nórdico, por múltiples razones. Tiene una naturaleza única en el mundo, pero no deja de estar físicamente aislado en una Europa muy conectada y con una población tan pequeña que la hace ser casi irrelevante.

Islandia fue devastada por la crisis financiera de 2008 que prácticamente les hizo viajar en el tiempo económicamente unos 30 años atrás. El gobierno decidió hacer un “simpa” de la deuda de los bancos, algo que se ha contado de formas muy peculiares en la prensa española, como ejemplo de gobierno valiente. Es, sin embargo, un proceso que sólo está en el principio. Básicamente el país está tratando de reorganizar su economía como puede. La idea de que todo el mundo viva del sector bancario, que les hizo vivir una prosperidad ficticia durante un par de décadas, les ha llevado a un proceso de reestructuración brutal. Ni siquiera se sabe si ese país volverá a ser significativo en algo – aparte de por sus majestuosos paisajes.

Islandia, con una población de 330.000 habitantes, tiene problemas específicos por la falta de habitantes. Casi todo el mundo tiene dos profesiones o más. Cualquier ‘Talent Show’ de televisión no acaba funcionando por falta de participantes. La prensa es irrisoria y al mismo tiempo, está manipuladísima, controlada por muy pocas personas.

No obstante el libro indica un par de curiosidades que merecen ser resaltadas:

Islandia consiguió su independencia indirectamente gracias a la Alemania Nazi. Islandia era territorio danés. Alemania invadió Dinamarca y los aliados ocuparon Islandia para evitar que fuera tomada. Aprovechando la coyuntura, los islandeses declararon la independencia.

Pero si hay un dato preocupante sobre este país es el hecho de que una parte elevadísima de la población cree en los duendes. Rodeados de volcanes, aguas termales y todo tipo de rarezas naturales, los islandeses están muy acostumbrados a mantener extraña relación con las fuerzas de la Madre Naturaleza. Un estudio del 2007 reveló que un 32% de la población pensaba que la existencia de los duendes era posible, un 16% la consideraba probable, mientras que un 8% la daba por totalmente segura. Esto en un país donde cree en Dios apenas un 45% de la población. Por desquiciado que parezca, cualquier proyecto de envergadura que implique grandes alternaciones en la Naturaleza, debe contar con consultores que opinen si el proyecto es ‘duende friendly’.

Noruega

Este es el país del milagro económico en forma de petróleo. Noruega es uno de los mayores productores de crudo del mundo y además tiene reservas previstas para muchos años. Intentar comparar sus condiciones laborales o sociales con cualquier otro país es un ejercicio infantil, que sin embargo tenemos que ver a menudo en la prensa española.

Un país productor de petróleo tiene una industria equivalente a una impresora de dinero. Se genera un beneficio puro, enorme y casi sin riesgo, que puede distribuirse de muchas formas a toda la sociedad. La mayoría de los países, sin embargo, acaban embriagados por esa economía fácil, que permite todo tipo de errores y abusos. Noruega ha administrado sabiamente gran parte de sus ingresos del petróleo, creando un fondo de inversión nacional. Este fondo es tan grande que posee ya el 1% de todas las empresas cotizadas del mundo y un 2% de todas las europeas.

Noruega siempre se ha caracterizado por ser el país donde no se ha caído en la indolencia de los petrodólares. Pero esto simplemente no es del todo cierto. También Noruega sufre la vida cómoda del petróleo. Casi todos los trabajos que tienen algo incómodo son relegados a extranjeros, principalmente suecos. Los niveles de absentismo laboral son bastante elevados, nadie se esfuerza demasiado. Tampoco los niños, que tienen puntuaciones bastante mediocres en los test comparativos con otros países. Y lo que es peor, su posición no para de bajar en dichos rankings.

Es un país plácido, donde nunca pasa nada. Apenas hay gente en prisión (3.500 personas en total), la tasa de asesinatos es ridículamente baja. Anders Breivik, con un solo atentado, multiplicó por dos la tasa nacional de asesinatos en ese año.

Es cierto que con Noruega cuesta encontrar hasta qué criticar. Son un país muy metido en sí mismo. Los más tímidos de todos los nórdicos – que ya es decir. Un defecto poco conocido: la empresa estatal petrolífera es tan poderosa, que acaba siendo la que dicta las relaciones internacionales del país. Es un lobby más grande que el propio gobierno.

Finlandia.

Finlandia es el paraíso de los estudiantes de primaria. Siempre mencionándose que tiene el mejor sistema educativo del mundo, lo cual es por un lado una exageración: el informe PISA sólo mide la calidad de la enseñanza a los estudiantes de primaria – y las universidades finlandesas no son especialmente buenas, y por otro lado es mentira: es el primer país europeo, o de la Unión Europea, pero Singapur o Hong Kong obtienen los mejores resultados mundiales.

Cuando se trata de entender las causas del éxito educativo finlandés, se suele hablar de profesores muy bien preparados, y aulas con pocos alumnos. El autor del libro apunta a dos razones inesperadas por las que su educación es mucho mejor: tienen muy pocos inmigrantes, y los que hay están repartidos de forma bastante uniforme. Esto fomenta que no haya manzanas podridas que arruinen la media de la clase. Y es que los niños inmigrantes suelen tener problemas en los primeros años en que tienen que adaptarse a un país e idiomas nuevos. La otra causa es quizás la más sorprendente y contraintuitiva: el idioma finlandés es muy fácil.

Una llamativa característica del idioma es que no hay forma futura para los verbos. Es algo que está en cierto modo en la esencia del país. En español tenemos el subjuntivo, una forma verbal no presente en otros idiomas. El subjuntivo “expresa una acción, un proceso o un estado como hipotético, dudoso, posible o deseado”, algo muy relacionado con la forma de ser de España y América latina. Pero para Finlandia, el futuro hipotético no tiene sentido.

Mientras que en inglés o alemán puedes decir “Voy a hacer esto o aquello”, o “Yo habré hecho eso”, un finlandés dice, “¿Cómo puedes confiar en gente que tiene diferentes formas de hablarte del futuro? O lo vas a hacer, y se considera cosa hecha, o no”.

La simplicidad aparente de su idioma se muestra de forma meridiana en los alumnos suecos. Finlandia tiene también el sueco como idioma oficial. Una gran parte de la población lo usa como primera lengua. Sin embargo las escuelas en zonas donde el sueco es el principal idioma obtienen notas mucho más bajas, casi en la media europea, en los estudios de calidad de la enseñanza. El hecho de que el 99% de los niños de las escuelas en finlandés ya hable el idioma, es determinante.

Un curioso estudio inverso, preguntaba a los alumnos si les gustaba su sistema educativo. Los escolares finlandeses, a pesar de tener su famoso sistema, eran los que menos felices estaban a la hora de tener que ir a clase.

Finlandia es un país lleno de rarezas y contradicciones, quizás el más fascinante de todos los países presentados en el libro. La gente habla tan poco que roza lo patológico, especialmente los hombres. Se entregan generosamente al alcoholismo y son de suicidio fácil. Cuando beben, los hombres se vuelven bruscos: sexualmente agresivos y algo violentos. Al mismo tiempo, es el país donde más helados se consumen de toda Europa. Y donde más se baila tango de todo el mundo, por delante incluso de Argentina.

Los finlandeses son personas muy trabajadoras, sufridas y valientes. Tuvieron su propia guerra civil en 1918, pero no han lloriqueado – y espero que tampoco hayan hecho tantas películas – como en España. Se han enfrentado a Rusia y Alemania durante las Guerras Mundiales, mientras el resto de países nórdicos elegía la forma en que bajarse los pantalones. Aún hoy en día ejercen de tapón entre Europa y Rusia, evitando caer en la trampa de Ucrania, con una diplomacia silenciosa, pero con un par de cojones.

Suecia.

Todo el rato el libro está adelantando datos sobre Suecia, el plato fuerte, el más nórdico de todos los países nórdicos. Pero cuando llegan sus propios capítulos, resultan bastante flojos y decepcionantes – el nivel general del libro es muy alto.

Suecia es el país que ha acogido el mantra de la acogida masiva de inmigrantes y que se permite dar lecciones morales al resto de Europa. Una posible causa de esta cruzada es tratar de lavar su imagen internacional. Con la excusa de la neutralidad, miraron para otro lado cuando la Alemania de Hiler invadía Dinamarca y Noruega. También ignoraron a Finlandia, cuando esta era masacrada por Rusia – los finlandeses, aún sabiendo que perderían estrepitosamente, se enfrentaron hasta las últimas consecuencias con Rusia. No estamos hablando de que Suecia ignorara a países vecinos y amigos, estamos hablando de países hermanos que habían sido territorio sueco no hacía mucho tiempo. Además Suecia se lucró sin ningún tipo de escrúpulos en estos tiempos de guerra. El paso de los años no ha hecho sino airear más sus vergüenzas: aparecer en el mapa como neutral no es suficiente.

El mayor problema de Suecia es, sin lugar a dudas, el pensamiento único. Sólo hay una forma de ver las cosas, la disidencia de pensamiento no está permitida. Hay una lectura única ante todos los problemas y los hombres, mujeres, niños y ancianos, son prácticamente idénticos en todo. El Estado suplanta los roles que anteriormente eran desarrollados por la familia.

Suecia tiene una de las economías más sólidas del mundo, bien diversificada, eficiente y productiva. Un ejemplo casi perfecto de cómo deberían hacerse las cosas. Pero no está exenta de grandes problemas. No se permite criticar la política de inmigración – quien piense que no es adecuada, debe ser sin lugar a dudas de extrema derecha.

La incómoda verdad del multiculturalismo sueco es que los inmigrantes y solicitantes de asilo son responsables de una cantidad desproporcionada de los delitos que se cometen en el país, especialmente crímenes violentos, sobre todo violaciones. En el libro “Fishing in Utopia” Andrew Brown escribe: Uno de los tabús que no se pueden mencionar en la sociedad sueca es que las tasas de delitos entre inmigrantes y sus descendientes son de al menos el doble que la población nativa – los inmigrantes cometen más de cuatro veces más asesinatos que los suecos y más de cinco veces más violaciones.

Pero en Suecia, quejarse está mal visto. Durante el parto, las mujeres tratan de gritar lo menos posible, y a menudo suelen preguntar, cuanto han terminado, si se han quejado demasiado. Se muestran muy orgullosas cuando les dicen que no. La gente evita todo tipo de situaciones comprometidas, por triviales que resulten. Subirse en el ascensor con desconocidos, que quizás puedan iniciar una conversación, les trae de cabeza hasta el punto de preferir usar las escaleras.

Suecia tiene la tasa de divorcios más alta del mundo, el mayor número de hogares unipersonales del mundo y es el país donde más ancianos viven solos. Para ellos, uno debe resolver sus propios problemas y sufrirlos en silencio. En Suecia estas estadísticas no se consideran negativas, sino todo lo contrario. No obstante ahora lideran una de las más preocupantes de todas: Suecia, el país donde más se ha luchado por la igualdad, es el país europeo donde se producen más violaciones.

Petróleo en Noruega

De todos es conocido que Noruega es uno de los países más ricos del mundo porque tiene unas enormes reservas de petróleo que, además, administra sabiamente con mentalidad de pobre.

Lo que no es tan conocida es la cronología de cómo se descubrió ese petróleo.

Noruega y Suecia fueron, de 1814 a 1905 una unión de dos países, que entre otras denominaciones tuvo la de United Kingdoms (Reinos Unidos, que no Reino Unido). La unión, que en realidad fue una especie de OPA hostil por parte de Suecia, se había producido de una forma bastante trapera.

Noruega, al comienzo del siglo XIX, era un territorio danés. Dinamarca no se planteaba tomar partido en las Guerras Napoleónicas, pero los ingleses, por si acaso se les pasaba por la cabeza, les atacaron para mermar su flota. Los daneses, como buenos nórdicos, se enfadaron, dijeron que aquello estaba mal. Pero no hicieron nada…hasta que los ingleses les volvieron a atacar. No les quedó más remedio que unirse a las tropas francesas.

Suecia aprovechó el rio revuelto para atacar a Noruega, pero no lo hizo con mucha pericia. Además, se encontró con que Rusia, envuelta en el conflicto, decidió invadir Finlandia, contra lo que poco pudieron hacer los suecos.

Así, al terminar las guerras, Dinamarca, como perdedor, se quedó sin Noruega. Suecia, como derrotado en su guerra particular contra Rusia, se quedó sin Finlandia. Pero como ganador parcial, se sentó a exigir Noruega como compensación. Un extraño intercambio de estampitas en el que Noruega no fue un mero convidado de piedra, pues pasó de ser un territorio danés a un casi igual de Suecia, en una coalición similar a la que ahora une – de momento – a Escocia con Inglaterra.

Estos Reinos Unidos tuvieron unas diferencias en 1905, diferencias que Suecia decidió solucionar proponiendo un referéndum a la Independencia de Noruega, en una historia que recuerda bastante a la del Brexit británico. Quizás no fuera una total sorpresa, pero los noruegos votaron masivamente por la disolución de la Únión, el 99,95% de la gente votó a favor de la independencia (¡Sólo 184 personas votaron en contra!). Un resultado de referéndum más propio de la reelección en una dictadura africana.

¿Por qué contar estas batallitas de la independencia de Noruega? En parte para mostrar que Noruega no deja de ser un país que aún huele a recién pintado. En parte para mostrar que nunca se les ha tenido en serio en los Acuerdos Internacionales.

Pero volvamos al petróleo. El petróleo era conocido desde tiempos inmemoriales, pero no se le consideró un producto valiosísimo hasta mediado el siglo XIX, siendo ya un objetivo buscando en algunas de las conquistas durante las Guerras Mundiales.

Las reservas de Arabia Saudí, las más grandes y conocidas del mundo, no se encontrarían hasta 1938. Puede decirse que gran parte del petróleo estaba por descubrir.

La cronología del petróleo en Noruega es extrañísima.

En 1959 se encuentra un enorme depósito de gas natural en Groningen, Holanda. Hasta entonces se pensaba que en el Mar del Norte no había nada de nada. De ahí nacería la monstruosa (por tamaño) Shell, la empresa más grande del mundo por capitalización bursátil en 2013.

Visto que podía haber más gas en el Mar del Norte, de inmediato se ofrece una empresa a Noruega, para explorar una zona de sus fondos marinos. Los nórdicos tienen dos ideas geniales de inmediato: la primera, que no es bueno que toda la extracción de tu petróleo caiga en las manos de una única empresa – y además, extranjera. Así, en 1963 proclaman una ley que especifica que los recursos en el territorio noruego pertenecen exclusivamente al gobierno (bueno, lo típico de la época, al Rey) y que además sólo el gobierno puede emitir licencias de explotación.

La segunda idea genial que tuvieron desde el gobierno de Oslo, era que había que poner orden en definir cuáles eran sus aguas territoriales. Hasta entonces, las aguas territoriales sólo habían servido para pescar bacalaos. Basta mirar el mapa para darse cuenta de que el vértice inferior de Noruega, está bastante pegado a Dinamarca, pero incluso no muy distante de Inglaterra.

En 1965 se firma un acuerdo que define exactamente dónde están las aguas territoriales de cada país, especialmente entre Dinamarca y Noruega. El trazado, según las páginas oficiales noruegas “estuvo bastado en el principio de equidistancia“. Aunque en el mapa, no se ven las líneas tan rectas como ellos afirman. Pero como se trataba de los noruegos, al igual que con el referéndum de 1905, nadie los tomó muy en serio, o pensaron que pudieran ir con algún tipo de suspicacia.

El caso es que una vez estuvo todo el papeleo firmado, comenzaron las prospecciones en busca de petróleo o gas.
Marzo de 1965: se firma el acuerdo que establece las aguas territoriales al milímetro.
Abril de 1965: se concede la primera licencia para la prospección.
Verano de 1966: se hace la primera perforación.
Navidad de 1967: se descubre el yacimiento Ekofisk, uno de los más grandes del mundo por aquel entonces.

Y sí, todos hemos oído hablar del petróleo noruego pero, ¿Habéis pensado alguna vez dónde está Ekofisk, el origen de la riqueza noruega?

Pues sí, resulta que está justo en la zona que podía haber peleado con uñas y dientes Dinamarca, o hasta el Reino Unido, de haber sabido que era tan valiosa.

Para colmo de recochineo, apenas 4 años después, Dinamarca se encuentra con la crisis del petróleo de 1973, que les convertiría en uno de los mayores perjudicados. Eso sí, en lugar de dedicarse a llorar o publicar chorradas en Facebook, los daneses hicieron lo que mejor saben hacer: mirar hacia adelante y empezaron a prepararse para un mundo con poco petróleo para ellos. De aquellos barros estas bicicletas por todas partes que ahora disfrutan y su apuesta hasta la supremacía mundial en energía eólica.

Mucho tiempo después Noruega encontraría petróleo por muchas otras partes, más al norte y sin ningún tipo de discusión, con reservas que no parecen tener fin. Ahora se encuentra con problemas similares a los del inicio: delimitar sus fronteras en el Ártico, con vecinos no tan amigables. Dinamarca encontró petróleo, no en tanta cantidad pero sí suficiente para ser un país auto sostenible durante muchos años.

Y lo mejor de todo, los noruegos salieron de la Navidad de 1967 no solo ricos sino que además, su imagen internacional de buenazos sigue totalmente intacta.

Brexit

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Ya ha pasado casi un mes desde que Reino Unido votara en referéndum su salida de la Unión Europea. Creo que tiene sentido escribir algo sin el calentón del momento.

La cobertura desde España del Brexit ha sido totalmente parcial en favor de que Reino Unido siguiera en la Unión Europea. Casi todos los artículos al respecto se centran en las ventajas y desventajas del Brexit para los que no son británicos. En qué nos afecta a nosotros, no a ellos.

Es como el temido referéndum catalán, a ellos les puede perjudicar salir de España, pero el resto de España saldría perdiendo siempre. ¿Os imagináis un artículo sobre las consecuencias de la salida de Cataluña para la economía de Aragón? Suena a bizarrismo periodístico, pero sería el mismo rigor periodístico que aquí se ha dado al Brexit, centrándose en los británicos que viven su jubilación en la Costa del Sol o Valencia o el caso de Gibraltar, que de repente, parece gustar que no sea español.

Hay 30.000 residentes en Gibraltar. 300.000 británicos residentes en España. Reino Unido tiene 64 millones de habitantes. La cobertura del problema en España, simplemente entrando en lo anecdótico, es preocupante.

El otro punto de vista para hablar del Brexit ha sido mencionar los numerosos españoles residentes en el Reino Unido. Por una vez nos preocupan los españoles…que se han tenido que ir de España. Nos guste o no pensarlo, son una pieza totalmente irrelevante en la decisión que han tomado los británicos. Su punto de vista puede tenerse en cuenta a la hora de informar, pero jamás debería ser el centro de la noticia.

El último clavo del ataúd ha sido mencionar que la gente “urbana” de Londres ha votado a favor de quedarse, mientras que la gente rural es la que quiere salir de la Unión. Ese tipo de puntualizaciones lo que deja caer, más o menos veladamente, es que hay un voto paleto y que este, debería valer menos.

Los defensores de la Democracia, este sistema de Gobierno tan cutre pero mejor que otros aún peores, no se atreven a rasgarse las vestiduras con sus propios argumentos tan antidemocráticos. Están los paletos que votan sin saber y luego está aquello de que los Referéndum es que no están bien convocarlos sin informar bien a la gente. Es decir, que hasta que no haya certeza de que van a votar lo que los políticos quieren, no deberían convocarse.

Culpar a David Cameron de las consecuencias del Brexit, por atreverse a convocar una consulta que había prometido en su campaña electoral, es aparentemente muy democrático. Al igual que con los aeropuertos, radiales y tranvías en mitad de la nada de España, la culpa no es del político que decide construirlos, sino de los votantes que deciden votarle para que lo construya. Si Cameron ganó las elecciones con el Brexit en su programa, la culpa sería de sus votantes, que no lo vieron como una propuesta temeraria.

Si el Brexit ha ganado, teniendo en contra a los dos principales partidos británicos, que hacían campaña en contra, y todo el resto de Europa, es porque la opinión generalizada era muy mayoritaria en contra a seguir en la Unión Europea.

En la campaña del miedo contra el Brexit casi todos los argumentos han sido, aparte de pensando en nuestros intereses (insisto, el Brexit es malo para España, sin lugar a dudas), sobre los problemas a corto plazo con que se enfrentaría Reino Unido.

El primer afectado sería, la cotización de la Libra respecto al Euro o el Dolar. Y esto ha sido así, tras el sí a la salida de la UE, la libra sufrió una severa caída, de la que no se recuperará en el medio plazo.

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Sin embargo es interesante mirar las cosas en perspectiva. La libra nunca había tenido una caída tan significativa. Y estará en valores de los años 80. Pero si comparamos con datos de épocas puntuales, la libra había sufrido un lento Brexit, de valer 1.7 en Julio de 2014 a 1.44 en Marzo de 2016. Y en ese bajada no había ningún tipo de factor riesgo ante una posible salida. Es simplemente otra moneda y dependiendo de muchos factores puede subir o bajar, el Brexit es sólo uno de ellos.

Otro de los miedos que se han intentado inculcar en los británicos es a sus opciones de viajar a países de la Unión Europea. Esto sin embargo es bastante absurdo. España es la primera interesada en mantener un acuerdo bilateral con Reino Unido para que el movimiento de sus ciudadanos sea el mismo que mientras estaba en la Unión. El resto de países se verán en situaciones similares porque Reino Unido es un país muy importante. No es como Noruega o Estonia, a donde nadie va de vacaciones o a trabajar. España, Francia, Alemania, Italia y Reino Unido siempre estarán a favor de mantener casi todas sus relaciones comerciales entre sí.

Es cierto que puede que la gente menos educada, menos informada, menos internacional, haya provocado el Brexit. Pero eso no quiere decir que sea una opción irracional. El Brexit tiene ventajas para Reino Unido, algunas de ellas sólo se notarán en el largo plazo.

En España el largo plazo simplemente no existe. Es que ni siquiera se habla de él. El sistema de pensiones de España es insostenible. Y no me refiero a que el sistema actual haya que cambiarlo, me refiero a que no hay una solución posible. Con sueldos decrecientes, pirámide poblacional invertida, gente que no se muere nunca porque en España se vive muy bien, una Sanidad intocable, no hay manera de que se siga teniendo una pensión “al estilo antiguo”.

Cierto que se escriben tonterías del tipo “que los robots, que sustituyan a los humanos, coticen a la seguridad social” o “que el dinero de la corrupción – que aparentemente tiende a infinito – sirva para eso”. Pero las únicas medidas sólidas deben ser brutales. Una Seguridad Social sin tantas coberturas, o la minimización de la prestación por desempleo, puede que incluso la desaparición (no al estilo Pinochet) de la figura del jubilado.

¿Y qué tiene que ver esto con el Brexit? Pues lo mismo que la construcción de un muro para evitar que entren refugiados sirios en Hungría. Suena muy racista, sobre todo cuando no vives en Hungría. Para desgracia de este país, al formar parte de la Santa Unión Europea, no puede hacer algo tan sencillo como evitar una invasión descontrolada de inmigrantes, porque la Ley Europea es común a todos los países.

Hungría ha tenido que entrar en la desobediencia para poder solucionar un problema de fronteras. Un problema que tenían ellos y que la Unión Europea no sólo no les solucionaba, sino que, con sus normativas, impedía que ellos pudieran tomar su propia solución.

Así, formar parte de la Unión Europea nos permite tener una moneda común, algunas leyes generales comunes, derechos similares. Pero también restringe mucho las opciones de los países a tomar decisiones en problemas que sólo tienen ellos. Grecia tiene un problema de fronteras tamaño XXL. Polonia tiene un problema de suministro de gas si hay problemas con Ucrania. Francia y España tienen serios problemas con regiones internas que aspiran a independizarse. Reino Unido, como destino de emigración masivo.

Cada uno de estos países tiene problemas estructurales que la Unión no puede solucionarles, en primer lugar, porque la mayoría de la gente ni siquiera los entiende. En segundo lugar, porque la legislación tiene que llegar a un compromiso en el punto medio. España se sorprende ante la intransigencia húngara, el racismo británico o las fronteras griegas. No sólo no tenemos su problema, sino que ni siquiera lo entendemos. Y es por eso que, casi siempre, vamos a votar en contra de soluciones que suenen demasiado drásticas.

Así, la salida del Reino Unido de la Unión Europea tiene una ventaja que no he leído en ninguna parte: ahora su gobierno podría hacer política. El gobierno de España, que tanto está costando formar, es una especie de Diputación de la Unión Europea. Se deciden aspectos secundarios, como las materias a incluir en los planes de estudio de Secundaria, si vamos a financiar la deuda con el BBVA o con el Santander y si hacemos dos aeropuertos nuevos o tiramos dos de los antiguos. Pero la inmensa mayoría de las medidas ya no las toma el Gobierno.

En el caso de España, donde el gobierno suele elegir entre meter la pata, favorecer a los amigos o quedar bien, estar en la Unión Europea es lo mejor que nos puede pasar, somos como una persona que tiene la mayoría de edad pero necesita de un tutor. Lo sufriremos cuando queramos tomar algunas medidas relacionadas con las pensiones y veamos que ni siquiera tenemos libertad de hacerlo por tener que cumplir las normativas Europeas. Pero Reino Unido es un país atrevido, de ADN peculiar, afición desmedida por el fútbol, la jardinería y el alcohol. Pero también de muy buenos políticos.

El Brexit es una decisión valiente. Es como dejar de trabajar para el Gobierno y decidir montar una Startup. Seguir en la Unión Europea es fácil, pensar que lo puedes hacer mejor por separado, en personas es valorado, en países parece ser que no.

Una perspectiva interesante del Brexit es el Acuerdo de Libre Comercio de Canadá con al Unión Europea. Ahora se ha hablado mucho de él porque Canadá quería firmar dicho acuerdo principalmente por sus exportaciones al Reino Unido, su principal socio en Europa. Estando Reino Unido fuera del acuerdo, este es mucho menos interesante para Canadá, que se plantea modificarlo.

Sin embargo, revisando dicho acuerdo, puede verse que se firmó en agosto de 2014, aunque dos años después aún no ha sido ratificado. ¿Por qué? Porque la Unión Europea es un elefante. Ahora cada país miembro tiene que revisar la normativa, aprobar leyes internas, ratificarlo en su congreso o, en casos excepcionales, promover un referéndum. La burocracia de la Unión Europea es infinita. Si por ejemplo Dinamarca decide que no sigue adelante, o que necesita cambiar alguna cláusula, el proceso volvería al punto de partida.

Pero en realidad el acuerdo de Canadá era con el Reino Unido. Si no hubiera estado la Unión de por medio, habría entrado en vigor en septiembre de 2014 y si es un acuerdo bueno – como así parece – sus beneficios se habrían empezado a notar dos años antes.

En resumen, vivimos en un mundo complicado, lleno de relaciones de todo tipo. La visión del Brexit que se ha dado en España ha sido tan simplista y centrada en nuestros propios intereses – que nada importaban en este asunto – que creo que una opinión algo diferente merecía ser expuesta.

Rusas

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Hay muchos destinos turísticos que todo el mundo recomienda, como Roma. Otros que tienen opiniones contrapuestas, como Perú o Miami. Pero sólo conozco un país del que nada más que recibí opiniones negativas: Rusia.

La mayoría de las opiniones eran de personas que no habían viajado a Rusia, como suele suceder. Pero aún entre los que sí la habían visitado, la opinión general era que hay muchos otros destinos mejores.

Mi interés por Rusia siempre ha sido muy grande. Destaca sobre todos los demás en tres de mis mayores pasiones: el ajedrez, la música clásica y las mujeres. Por más que me dijeran, no podía ignorar un país asín.

El rechazo a Rusia viene por muchas vías. De un lado, tienen un montón de vecinos que los odian. Las antiguas repúblicas soviéticas, que no son pocas. Antiguos países invadidos por ellos, como Finlandia. Y una larga lista de naciones que tienen conflictos de definición de fronteras con Rusia. Luego el eco del comunismo y un gobierno que actúa con mano muy dura – llamado totalitario o de falsa democracia con demasiada ligereza – hace que resuene como un destino “no democrático”. Lo que importará el sistema de votación a la hora de visitar un lugar.

Otro motivo de queja es el idioma. El uso del inglés no está tan generalizado como en otros países y el ruso es un idioma con un alfabeto algo diferente al occidental. Se presupone mucha corrupción y una policía en la que no se pude confiar.

El hecho de que sea necesario un visado para ir a Rusia, y que no sea barato, es un motivo que echa para atrás a algunos turistas.

Finalmente las personas. He oído que los rusos son agresivos, poco hospitalarios y ante todo personas muy interesadas.

Casi todas las quejas que se puedan aplicar a Rusia son extrapolables a un destino tan recomendado – especialmente para los amantes de novedosas experiencias sexuales – como Tailandia. Es cierto que si le preguntas a una persona aleatoria en la calle por algo en inglés lo más normal es que no te entienda. Pero eso sucede en la misma España.

A pesar de tantas voces en contra, decidí aplicar el sentido común y viajar a Rusia.

La primera dificultad con la que me encontré fue el visado. La solicitud no es trivial, debe realizarse en gran parte online y está llena de exigencias. Desde luego, parece que no quisieran que vengas. Has de justificar cada uno de los hoteles donde pretendes alojarte, incluso dar información sobre tu puesto de trabajo. La sensación general es la de un proceso ofensivo.

Leyendo información en los foros, se explica la causa de que sea así: los requisitos para el visado que tienen los turistas rusos que quieren visitar Europa son aún peores. Rusia se ha limitado a replicar parte de las condiciones que se exigen a sus ciudadanos. Una de las condiciones, totalmente abusivas, es exigir que el solicitante del visado tenga un vuelo de ida y vuelta ya pagado. Si no te conceden el visado, tienes un vuelo pagado que no puedes tomar. Incluso hablan de que un ruso desea visitar a unos amigos – sin alojarse en un hotel – tiene que demostrar la amistad, por ejemplo enseñando fotografías donde estén con esos amigos.

Basta saber eso para relajarse un poco y entender que la postura rusa es perfectamente razonable, igual que la de Brasil cuando represalia que sus turistas sean tratados como potenciales inmigrantes.

El conseguir un visado a Europa es tan incierto, que muchos optan por solicitar un visado para ir a Finlandia – vecino que no pone tantas dificultades y que está en la zona Schengen. Eso explica las extrañas rutas de muchos turistas, que prefieren hacer escala en Finlandia, en lugar de tomar vuelos directos más económicos, para evitar estas molestias.

Para obtener el visado hay que tener bastante humildad. Se nos olvida cómo era el trato con los administrativos del gobierno hace décadas – cuando aquello del ‘Venga usted mañana’ – no se pude llegar avasallando, exigiendo trato prioritario y que perdone cualquier falta. Es otro país, tienen otra forma de hacer las cosas, aunque a veces sea peor que la nuestra. La burocracia rusa es inflexible y en caso de duda, la culpa es tuya.

Tras conseguir el visado no volvería a tener ninguna otra dificultad. Me encontré con un país bien preparado para los extranjeros. Más uso de inglés al presentar la información que en muchas capitales españolas. Respeto por parte de los locales, aún cuando no te entendieran.

La única queja, común en muchos países, es la poca confianza que dan los taxistas, hasta el punto de que tienes que vivir como si no existieran. Es en países como estos donde las famosas aplicaciones de internet, como Uber, tienen un éxito fulgurante. Puedes saber lo que te va a costar una carrera desde A hasta B y encima tendrás a un taxista más o menos honrado. La versión rusa tiene matices locales: no pagas online sino al taxista, pero una tarifa definida. Un servicio así tiene poco sentido en países como España, con tarifas bastante ajustadas y taxistas honrados. En países donde intentar cobrarte más del doble es habitual, incluso a los locales, y donde muchos conductores parecen extras de Prison Break, aplicaciones así tienen que funcionar muy bien.

En lo que a música clásica se refiere, Rusia es una potencia que eclipsa a casi todo occidente. En San Petersburgo, uno de los principales teatros de ópera tiene representaciones diarias de distintas óperas y calidad de primer nivel. Lo que en en Madrid se anuncia cada varios meses como un hito cultural, ahí sucede varias veces a la semana. Que en una misma semana, y en el mismo teatro, puedas ver Madame Butterfly, La Flauta Mágica o Eugenio Oneguin, es tan increíble que pensé que estaba entendiendo mal la información desde Internet. Es como si un teatro diera tres musicales diferentes a la semana – y a la semana siguiente otros tres o cuatro nuevos. Y además, hay otros auditorios donde oír más música de primer nivel, y ballet…

Algo que me gustó – aunque pueda pensar que me perjudicó – es el hecho de que tienen distintas tarifas para extranjeros y locales. Los rusos – o personas que saben hablar en ruso – pagan la mitad por ir a la ópera. O los turistas pagan el doble, según se mire. Me parece una medida muy justa para potenciar la cultura entre los locales. Muchos se llevarían las manos a la cabeza, pero en mi opinión es aún más lógico que dar descuentos a estudiantes.

En el teatro de la ópera me fascinó ver la diferencia con respecto a España. Siempre que he ido a oír música me he encontrado con un público que tiene 20 años más que yo de promedio – lo cual es una locura teniendo en cuenta que no tengo nada de joven. En Rusia me encontré con justicia siendo el viejo del teatro. Muchas parejas jóvenes super arregladas, incluso de amigas, para hartarse de hacerse fotografías y poder alardear en Facebook. Me puede dar envidia que tengan algo mejor que nosotros, pero cuando ves que encima será así por lo menos en los próximos 30 años, te quieres morir ya.

Pero si hay algo que despierte opiniones fantásticas sobre Rusia, son sus mujeres. Perdí la cuenta de personas que me preguntaban si iba a Rusia a casarme con una local. O que tuviera cuidado de que no me acabaran enredando. O personas que asumían que la probabilidad de que no volviera solo eran elevadísimas.

Mi conocimiento sobre mujeres es muy superficial, pero cuando paseas por las calles te das cuenta de que en general las mujeres rusas son muy atractivas. Un país con excelente ADN, pero que además se ha mezclado con los nórdicos, los turcos y los asiáticos sólo puede generar algunas de las mujeres más espectaculares del mundo. Y una variedad de mujeres, sin ser extranjeras, que quizás no tenga ningún otro lugar del planeta – está claro que hablo de las grandes ciudades rusas.

A diferencia del primer mundo, donde hasta la chica más pobre tiene un armario sólo para zapatos, las rusas visten con mucha más limitación. Ropa de peor calidad y que hay que repetir más a menudo. Está claro que esto bien empleado, en lugar de ser un defecto, se convierte en una virtud. Vestuario mucho mejor elegido y versátil, sacando partido a lo que no venden en las tiendas, pero sin enseñar demasiado. Y sorprendentemente con poco perfume.

Desde luego que no todas tienen figura de modelo, pero la calidad media es muy alta. Y lo peor de todo es que, en general, las mujeres rusas suelen tener una muy buena educación. Muchas tienen títulos universitarios y saben varios idiomas. Pero no sólo eso, sino que suelen ser bastante comedidas – no es fácil acostarse con una chica así en la primera noche y no suelen beber hasta perder el sentido los fines de semana.

Es por todo ello que las rusas despiertan un odio ancestral entre las mujeres occidentales. La dificultad para encontrar una buena pareja – en un país donde hay más mujeres que hombres y donde hay tasas altas de pobreza y alcoholismo entre los hombres – ha convertido además a las mujeres rusas en jugadoras activas de las relaciones de pareja. En general – y todo este artículo obliga a peligrosas generalizaciones – son conscientes de que, por encima del amor, lo importante es encontrar a un buen hombre. Todo ese odio se ha canalizado en el único punto débil que parecen tener estas mujeres: son insensibles y muy interesadas en las relaciones de pareja.

De ahí todos los cantos de sirena que me alertaban de los peligros de viajar a un país así. Las rusas siempre han sido una fauna fascinante de los portales para encontrar pareja. De un lado, rusas que viven en su país pero que contactan a hombres por toda la geografía mundial. Por otro, emigradas desde sus países. Aunque está claro que hay estupendos fraudes a la vuelta de la esquina, en general la mujer rusa tiene una actitud proactiva a la hora de encontrar marido. En España, por ejemplo, tiene un halo deshonroso para las mujeres el hecho de buscar pareja. Y son muchas las que en sus perfiles de contacto suelen indicar que “no buscan nada, pero que si surge el amor, bienvenido sea”. Que es como estar en una tienda y decir “no tengo intención de comprar, pero si encuentro algo que me gusta, me lo llevaré”.

Una mujer rusa que viva en España actúa a cara descubierta: quiere un hombre que trabaje, y si gana mucho dinero, mejor. Las españoles incluyen filtros por edad y por altura. Y por supuesto, que no estén calvos. Las rusas a veces se atreven a hablar de un salario mínimo. En mi opinión ambas actitudes son respetables – o carentes de todo respeto.

El miedo a las mujeres rusas, totalmente razonables, está en que su estrategia es ganadora e irrefutable. Luchan por ser atractivas, femeninas, educadas, con buenos modales y hábitos saludables. En occidente hemos elegido la vía de las tetas operadas, las extensiones, la ropa ajustada y el braguetazo con un famoso.

Me recuerda a la comparativa con los estudiantes chinos, que suelen tener curriculums insuperables comparados con los de occidente. En ese caso se trata de decir que “aprenden como robots”. Simplemente trabajan más duro y son mejores. Que cada uno piense lo que quiera para dormir mejor.

Hablando con una chica rusa que había viajado muchas veces a España, me fascinó que para ella el mayor problema que había encontrado en mi país era la dificultad para hacer amigas. Ni una sola amiga para una chica muy sociable – que sin embargo había tenido que suplir con muchos amigos. Como digo, estas mujeres producen verdadero miedo entre las occidentales, nadie las quiere cerca.

Lo peor de todo es que las mujeres rusas son unas románticas patológicas. A pesar de la fama que tienen de interesadas, están locas por enamorarse y tienen ideas de cortejo propias del siglo XIX. Han encontrado la ecuación perfecta: buscan enamorarse de un hombre que les convenga.

Así, entiendo el miedo que despiertan estas mujeres: son un enemigo imbatible a la hora de llevarse a los mejores hombres. No obstante, la mayoría de los occidentales somos como nuestras mujeres esperan. Sin educación, con menos romanticismo que un pop-under en Xvideos.com, siempre luchando por sobrevivir económicamente. Chicas no tengáis miedo, las rusas no nos quieren.

Nota: Las chicas de la fotografía son el equipo olímpico de ajedrez de Rusia 2014. Imaginad si hubiera buscado el equipo de voley o simplemente chicas que no fueran famosas por lo inteligentes que son.

Couchsurfing en España

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(Artículo largo) Estuve en Estados Unidos casi un mes, me encantó el país y me quedé con ganas de más. Pero en todo ese tiempo no conocí más que a otros turistas que viajaban conmigo. No hice nada que se pareciera a un amigo (ni amigo bajo la definición de Facebook) que fuera estadounidense.

La constante se repite en muchos de mis viajes. Salvo esporádicas conversaciones con gente del país, principalmente guías de viajes, no se llega a conocer a nadie de allí.

Si me pides que elija entre ver el Golden Gate o conocer a un pardillo que vive en San Francisco y trabaja para Google, me quedo con el Golden Gate. Siempre preferiría ver el país a la gente del país, porque al final, las personas son todas diferentes pero bastante iguales. Pero tomar un café con ese empleado de Google, hubiera resultado interesante.

España, potencia mundial del turismo, se convierte en un destino muy visitado por extranjeros con intenciones más allá del turismo. Su buena fama, experiencias positivas de vacaciones, lleva a que la gente decida jubilarse y quedarse a vivir, o que sea uno de los destinos más deseados por los estudiantes de Erasmus.

La mayoría de esas personas volverán a sus países con una gran alegría y un montón de experiencias que recordar. Algunos sin embargo se quedarán con la sensación de que algo se les ha escapado entre los dedos, y ha sido la dificultad para conseguir conectar con la gente del país. Una belga que estudie Erasmus en España posiblemente se vuelva con una nueva mejor amiga austríaca, o un par de amigos especiales, también belgas. Las circunstancias personales alejan a esos extranjeros de conocer a personas del país, en la mayoría de los casos porque los locales pasan de ellos.

Con esta aburrida pero necesaria presentación, se puede ahora mencionar qué es el Couchsurfing sin que quede tan de manifiesto que es algo para imbéciles. Se trata de una red de personas que ofrecen un lugar en su casa a otras, a priori totalmente desconocidas, de forma desinteresada. La idea es un intercambio: un ruso se aloja en casa de una española que se alojará en casa de un griego que se alojará en casa de un chino que se alojará en casa de un ruso.

En lugar de cerrar inverosímiles intercambios (cambio apartamento en primera linea de playa en Barcelona en pleno agosto por antro en un pueblo de interior de Rumanía, donde no hay ni autobuses) se deja abierta la reciprocidad. En la mayoría de los casos se establecerá una relación desigual: muchos viajarán gratis siempre, otros tantos alojarán gratis y no viajarán casi nunca.

En España nos gusta ganar con todo tipo de tratos, así que la idea de alojar a alguien y luego no viajar, por lo menos en la misma medida, nos parece una locura. Hay que entender que España tiene una industria que da la risa, pero nuestro turismo es de primer nivel y reconocido por todo el mundo. Siempre habrá más gente que quiera visitar España que casi cualquier otro país. Irás a Turquía o Polonia una vez en tu vida. Un polaco puede acabar visitando España tres o cuatro veces. Así que si vives en alguna zona turística española, siempre “saldrás perdiendo” en los intercambios.

¿Y si voy a salir perdiendo, para qué hacer Couchsurfing? Una vez aceptas la idea de que más gente puede pasar por tu casa que tú por la de ellos tienes que plantearte qué puede tener de bueno alojar a dos afganos en tu casa. En la mayoría de los casos, nada. La idea romántica de la hospitalidad aleatoria se suele mencionar mucho entre la gente que hace Couchsurfing, pero en mi página me gusta ser lo más pragmático y realista posible. El mundo no funciona así y todos lo sabemos.

Cuando te apuntas a Couchsurfing tienes que dar un montón de información personal, que incluso debes rellenar con datos reales, como tu nombre y dirección física auténtica. La idea es que si alguien que se alojó en tu casa aparece muerto a los pocos días, puedas figurar entre los principales sospechosos. Eso da alguna seguridad a los usuarios del sistema, viajeros inocentes a los que acechan todo tipo de emboscadas.

El sistema de Couchsurfing, compartición de alojamiento de forma gratuita, está basado en un sistema de valoraciones como Ebay, Tripadvisor o Amazon. Alojas o te alojan y luego debes rellenar una opinión sobre esa otra persona. He de reconocer que la idea de dar valoraciones de seres humanos me cautivó desde el principio, pues no existe en ninguna otra parte. Todo hijo de vecino ha escrito su opinión sobre el iphone 5, pero a mi lo que me apetece es dar una valoración de un egipcio de 26 años que estuvo en mi casa hace dos semanas.

Teóricamente el sistema se refiere a valorar la experiencia dentro de la casa de la otra persona, pero está claro que no vas a dar una buena opinión de alguien que vive en uno de los edificios de la Plaza Mayor de Madrid, con bañera de hidromasaje y jacuzzi si luego encontraste que tenía una caja llena de muestras de sangre oculta en el aire acondicionado. Juzgarás siempre a la persona que te alojó, la forma en que te trató y lo que pillaste de su personalidad.

Como todo sistema basado en opiniones, la posibilidad de tener una mala experiencia cuando alojas o te aloja una persona con muchas y buenas opiniones, es insignificante. Los que vivimos de Internet sabemos que los sistemas de votos son manipulables, pero al mismo tiempo muy fiables. No se da una valoración a nivel de estrellas, sino que se rellena un texto explicando todo lo que sucedió, con enlaces al perfil de la persona que lo escribió. Muchas valoraciones recibidas de usuarios que han escrito otras valoraciones son casi imposibles que sean falsas.

Los usuarios del sistema muy antiguos y activos pueden llegar a tener más de 100 valoraciones, todas positivas. No deberías fiarte de ellos más que de tu hermano, pero probablemente sí más que de tu mujer. La mayoría de la gente tiene serias dudas a la hora de realizar algo así, no seré yo el que trate de convenceros de que hagáis Couchsurfing, me limitaré a contaros cómo funciona sin palabrería New Age.

Al ser un sistema basado en opiniones, necesitas algunas para tener opciones de que la gente confíe en ti. Para tus amigos será chocante explicarles que estás dispuesto a alojar a personas desconocidas en tu casa, sin cobrarles nada, pero que esas personas desconfían de ti y acaban eligiendo un hostal. Tus amigos te conocen y saben que tienes un pisazo y que eres “buena gente”. Pero esa turista canadiense entra en pánico al pensar que hay un 1% de probabilidad de que seas un pervertido sexual.

Si lo que quieres es viajar gratis, sin tener ninguna valoración, tus opciones son nulas. Sólo podrán salvarte dos cosas: un buen par de tetas, o una descripción de tu perfil que sea prácticamente idéntica al tipo de persona que podría alojarte. Es decir, si eres un tatuador profesional que vive en Plasencia y pretendes viajar a México DF y justo hay un anfitrión que es un fanático de los tatuajes, tus opciones son buenas con él.

¿Cómo funciona?

Una vez has rellenado tu perfil contando todo sobre ti y has subido tus mejores fotografías, puedes empezar a usar el sistema. Si quieres viajar a México DF hay un buscador de ciudades donde podrás indicar tus preferencias y el sistema te mostrará un listado de posibles anfitriones, ordenados por criterios de popularidad y disponibilidad. Puedes ver sus perfiles, valorar la probabilidad de que hayan estado en prisión y enviarles un mensaje personal, lo más personalizado posible, explicándoles por qué quieres visitar su ciudad y por qué precisamente los has elegido a ellos.

Hola: Mi nombre es Santiago del Valle y tengo 45 años. Me considero una persona muy sana a la que le gusta hacer deportes de aventura, tatuarse todo el cuerpo y hablar de filosofía sin haber leído jamás un libro. Mi intención es ir a México DF del 4 del julio al 7 de julio. ¿Podría quedarme en tu casa? He visto en tu perfil que te gusta la taxidermia, lo que me ha parecido un punto diferenciador importante. Veo que eres buena gente, aparte de tener dos hijas pequeñas muy simpáticas.

La realidad es que, como en los sistemas de relaciones en Internet, uno escribe mensajes genéricos para hacerlos llegar a la máxima gente posible.

Hola: Mi nombre es Santiago del Valle y tengo 45 años. Me considero una persona muy sana a la que le gusta hacer deportes de aventura, tatuarse todo el cuerpo y hablar de filosofía sin haber leído jamás un libro. Mi intención es ir a México DF del 4 del julio al 7 de julio. ¿Podría quedarme en tu casa? He visto que eres buena gente y pareces saber mucho de México DF, tenemos muchas cosas en común.

No basta con enviar una solicitud y esperar a que te respondan. En la mayoría de los casos, nadie te dirá nada. Otros responderán pasados muchos días. Y la mayoría te dirá que no. La principal razón para que te digan que no es que tienes pinta de no ser trigo limpio. Otras muchas razones importantes para que te rechacen:

  • Has escrito a un perfil muy popular que tiene otras diez personas entre las que elegir.
  • Ese perfil ya eligió a otros que estarán en las fechas en que tú solicitaste.
  • Esa persona no aloja a nadie los sábados, porque es el día en que monta un circo sexual en casa con su pareja.
  • Tuvo malas experiencias con gente de Plasencia y ha decidido no alojar a nadie de allí.
  • Tuvo a alguien de Plasencia en su casa hace dos semanas, le apetece conocer a alguien diferente.
  • Nunca ha alojado a nadie de Plasencia. Y tampoco tiene intención de hacerlo.
  • Sois un grupo enorme de personas. Hay mucha gente que viaja sola, pero también parejas y grupos grandes. He llegado a ver peticiones de grupos de seis personas. ¿Quién alojaría a seis desconocidos a la vez? Aún en el hipotético caso de que quisieras, ¿Quién tiene espacio para seis personas en su casa?

No obstante si envías tu petición a un montón de personas, acabarás recibiendo alguna respuesta positiva. También hay un sistema de propuestas abiertas, que es menos efectivo pero puede llegar a más personas. Escribes tus planes de viaje, las fechas y cuánta gente viaja y esperas recibir propuestas por parte de anfitriones. Esto, sin embargo, tiene el defecto de que no sabes si alguien estará leyendo tu propuesta. Igual todo el mundo la ha leído y a todos les pareciste escoria humana. O casi nadie la ha leído. No es como el sistema directo, en que escribiste a obama_blanco de México DF y él recibió un email con tu propuesta de visita.

Digamos que de una forma o de otra, recibiste una aceptación por parte del otro usuario. ¡Enhorabuena! Ya estás participando en el sistema. Ahora tendrás que ponerte de acuerdo con tu anfitrión para ver cómo llegas a su casa. A muchos les molesta que no puedas llegar a un hotel antes de las 12:00, pero si usas Couchsurfing, la situación es mucho más dura. A lo mejor tu anfitrión trabaja de camarero en una discoteca y sale de casa a las 20:00. Si tu vuelo llega a las 20:00 te encuentras con que tienes que desplazarte a la discoteca y esperar a que termine su turno para ir con él. O dejar en consigna tu equipaje y dar tumbos por la desconocida ciudad hasta que la otra persona esté disponible. Obviamente ese caso es extremo, y siempre se llega a algún tipo de acuerdo con molestias mínimas para ambas partes. Pero no hay que obviar los problemas de horarios entre personas que trabajan y vuelos poco flexibles, muy raramente te recogerán en el aeropuerto o la estación.

Otra casuística problemática es el medio de contacto. Los viajeros que llegan a la ciudad de destino tienen un teléfono extranjero y ningún acceso a internet. Si hay algún tipo de problema, puede ser complicado comunicarlo. Tenías pensado recogerle en el aeropuerto pero resulta que tienes el coche en el taller. Le mandas un whatsup que el otro no lee porque está ya en el aeropuerto de salida. Y tú asumes que ha leído tu mensaje y por eso lo esperas en casa mientras tanto.

Un riesgo que no hay que dejar de mencionar son las cancelaciones de última hora. Puedes decidir alojar a esa simpática pareja de Ecuador, pero si dos días antes de que lleguen decides que en vez de tener a dos desconocidos en tu casa durante el fin de semana, prefieres irte a una matanza en el pueblo de tus padres, puedes dejar colgados a los ecuatorianos. Y este es uno de los aspectos más brutales de un sistema basado en el altruismo: no tienes ningún tipo de garantías. Según la Constitución Española, tienes derecho a ir a una matanza siempre que quieras, pero ahora ellos tienen que encontrar alojamiento en tu ciudad, dos días antes de llegar. En el mejor de los casos, encontrarán algo caro en un hotel. En muchos otros, se quedarán colgados y pendientes de un milagro que no ocurrirá. Las cancelaciones son frecuentes. Ten siempre un plan B a mano.

Ahora llegas a casa de ese desconocido, que normalmente te ofrece su sofá (de ahí el nombre de Couch-Surfing). Es un sofá donde hace pocos días ha dormido un sueco. Puede que incluso hace pocas horas. No esperes sábanas de algodón egipcio. Tal vez, ni almohada. Las condiciones higiénicas dependerán principalmente de ti.

Hasta ahora todo han sido penurias, sufrimiento y la sensación de estar a merced de desconocidos. Pero es entonces cuando llega la parte fascinante del Couchsurfing. Podrías estar en un céntrico hotel en vez de este deprimente apartamento del extrarradio. Pero estás hablando con una persona que vive en la ciudad y que te explica que el Museo de Robots, a pesar de su fama, es caro y no gusta tanto, que es mejor ir al Museo de Música. Que hay un sitio nada turístico debajo de casa donde puedes desayunar muy barato y muy bien. Que te llevará a tomar cervezas con sus amigos en la despedida de uno de sus colegas que se va a Soto del Real. Que te organizará los horarios para que puedas ver más en menos tiempo. Que te mencionará un sitio que hay en la ciudad de al lado que no conocías y es imprescindible.

Por encima de todo eso, a la gente que viaja, la idea de conocer a alguien de la ciudad, le suele gustar mucho, pues se hacen la idea de que son viajeros y no turistas. Está científicamente demostrado que por encima de todo lo que las personas más gratamente recuerdan son las experiencias. Con el paso del tiempo, los museos que he visitado en mi vida se han ido difuminando en mi memoria. Mucho de lo que permanece son algunas experiencias negativas o que no salieron como esperaba, y sitios inesperados: el tren que perdí en Berlín, el hotel que encontré a última hora de la noche en Oslo, mi visita a una librería en Nueva York. Para muchos de los viajeros que hagan Couchsurfing la experiencia más interesante de su viaje puede ser una cena que hicisteis en común, una visita improvisada a un lugar que no estaba en los planes. Lo más inesperado es lo más recordado.

Al terminar la experiencia con uno de los visitantes, se establece una especie de relación fuerte que dura horas. Tienes un nuevo buen amigo que, pasado pocos días, se desvanecerá de tu vida. Olvidarás su nombre y se quedará en “el ruso que era mecánico”. Nunca lo visitarás en Rusia ni le llamarás por su cumpleaños.

Entre la gente que realiza este tipo de prácticas de viaje, se suele mencionar mucho “El espíritu de Couchsurfing”. Parece que hay una idea de fondo ante la que todos se deben adaptar. El espíritu, según tengo entendido, es que tu alojas a otros desinteresadamente para hacer un mundo mejor y compartir culturas y experiencias. Afortunadamente, el mundo está lleno de muchos más matices.

Por encima de todo, Couchsurfing es una forma de viajar de bajo coste extremo. Gran parte de la gente que usa este sistema considera como plan B, si se quedan sin alojamiento o nadie les acepta, el dormir en la playa. Muchos se desplazan mediante autostop o blablacar (que es otro servicio muy interesante). Es fascinante que alguien pueda recorrer un país completo sin gastar apenas 100 euros.

Personalmente no me gustan este tipo de personas, simplemente por mi forma de vida aburguesada. Recibir a alguien que puede estar desaseado, por haber dormido en la playa de otra ciudad, con más hambre que Carpanta y menos dinero que el que se está bañando, apunta a experiencias que he querido dejar atrás. Si les enseñas la ciudad, no te puedes tomar una cerveza en el bar de moda porque no puede pagársela. No hablo ya de comer en un sitio aceptable. Comerá bocadillos de pan con mantequilla que hayan preparado en tu casa. Le llevarás a un museo estupendo al que no entrará porque no es gratis.

Hay gente que viene de países más pobres y para los que ese sistema es la única forma que tienen de conocer tu país. Hay que entender que su presupuesto sea modesto, a veces sonrojante. Lo que no me gustan son aquellos que ahorran por ahorrar, pues viven una experiencia que roza lo patético.

Otro tipo de usuario habitual de este sistema es el viajero en serie. Hay gente que viaja durante varios meses por todo el mundo. Se recorren decenas de países, a lo mejor en un viaje especial para el que acaban de dejar su trabajo. Son personas con una historia detrás interesante, pero para las que tu ciudad será la nº3 en el país nº7. Tendrás una sensación de que no puedes aportar nada a ese viajero, que llega agotado mentalmente.

Un volumen considerable de personas tiene un perfil muy hippie. Ves historias personales que suenan muy bien cuando eres muy joven, pero para los que no lo somos tanto, suenan a huida hacia delante. Estudiantes que terminan en la Universidad, empiezan un trabajo y se dan cuenta de que trabajar no es agradable. A los pocos años deciden volver a la vida estudiantil, llena de ventajas. Viajar, conocer el mundo, tal vez encontrar un trabajo sirviendo copas en un chiringuito junto a la playa, aprender surf, componer canciones por la noche, escribir una novela. La mayoría se quedarán en la parte donde se fuman porros y uno se levanta tan tarde como quiere. Soy alumno de Séneca, la vida es dura y no me gusta nada la gente que evita enfrentarse a los problemas cotidianos.

¿Qué sentido tiene alojar a alguien en tu casa? Hay tantos motivos posibles como personas. El principal que os daré, es que no te ocurrirá nada malo. No te robarán, no usarán el roll-on de tu desodorante, no abrirán la botella de Oporto que guardas para dentro de 20 años. Lo peor que puede pasar es que te dejen pelos en la ducha, mal olor en el baño por la mañana, algo más de desorden. El sistema de valoraciones es una cobertura muy buena, simplemente evita perfiles recién creados, sin foto, sin valoraciones. En un sistema con varios millones de usuarios, hay casos claros de personas con perfil criminal, tanto visitantes como anfitriones. Es de sentido común evitarlos.

Algunos motivos para aceptar alojar a desconocidos en tu casa:

Posibilidad de conocer a una persona de un país muy extraño. Todos conocemos a argentinos, ingleses e italianos. Pero ¿Con cuántos uzbekos o butaneses has coincidido en tu vida? La posibilidad de conocer a alguien de un país realmente exótico, sin pagar un céntimo y sin tener que desplazarte a su desolada ciudad es muy atractiva.

Posibilidad de conocer a una persona interesante. Puedes alojar a estudiantes de todo tipo de carreras, en algunos casos personas que están a un nivel cultural muy superior al tuyo. A mi me gustan las personas que suponen un desafío y que sacan lo mejor de mi mismo para intentar estar a su altura.

Hay gente que está en un momento mágico de sus vidas. Cuando has pasado cierta barrera de edad las únicas sorpresas posibles son fallecimientos, embarazos indeseados, despidos y la lejana jubilación. Conocer a alguien que está a punto de empezar a trabajar, que tiene una ilusión que has perdido, o al que hace su primer viaje al extranjero, que acaba de conocer a su novia, viven momentos que trasmiten una energía contagiosa. Para mi una responsabilidad que me encanta es que la primera impresión que tenga una persona de España sea la que se haga de mi. Me fascinan las manipulaciones de la realidad. Imagina lo que pensaría de las mexicanas alguien que tuviera la inmensa fortuna de ser alojado por Salma Hayek.

salma-hayek

Ayudar a otros. A mi nunca me ha gustado la idea de dar dinero para pobres de África, apadrinar niños en otro continente. He salido del pozo gracias a subsidios y ayudas del gobierno y me considero en deuda perpetua con el mundo. Eso sí, me gusta ayudar a gente que creo que se lo merece y a mi manera. Mucha gente que viaja con poco dinero merece disfrutar su estancia muy por encima de sus expectativas.

Aprender idiomas. Es ridículo pagar clases de idiomas con un profesor de alemán cuando puedes secuestrar a una pareja que hablarán contigo totalmente gratis. Puedes practicar con autríacos, suizos, alemanes del norte y del sur, del este y el oeste. No es sólo una forma de ahorro, sino de perfeccionamiento. Si practicas algún idioma marginal, como el chino o el danés, puede ser la única forma que tengas de progresar.

Y si todo es tan perfecto, ¿A que estoy esperando para viajar con Couchsurfing?

El sistema tiene un espíritu, pero la realidad tiene personas particulares con intereses y expectativas. Por cada loco que está dispuesto a alojar desconocidos, hay diez desconocidos en busca de su loco. Si pretendes viajar con este método lo vas a tener muy complicado, sobre todo si no dispones de referencias. El espíritu habla de igualdad de oportunidades, democracia y ayuda desinteresada. La realidad es que toda persona que acoge a otra, dispone de, aparte de la opción universal de rechazar al visitante, una elección de posibles huéspedes. Y aunque todo el mundo sea políticamente muy correcto, la realidad es que todos tenemos preferencias a la hora de elegir, y eso mediatiza las opciones de muchas personas.

A mi me inspiran mucha confianza personas de determinados países: Dinamarca, Japón, Noruega, Corea del Sur, Canadá. Hay países que me desagradan a priori: Israel, Pakistán, Francia, Nigeria. No tengo que pedir disculpas a nadie por tener preferencias sesgadas. Me inspira más confianza la gente entre 23 y 30 años que en otros rangos de edad. Mucha más las mujeres que los hombres. Las parejas de novios que los “solo” amigos de distinto sexo. Creo que nunca alojaré a una pareja de lesbianas y no tengo nada contra ellas. Omnívoros sobre vegetarianos. A la hora de aceptar a una persona en tu casa tienes que ser exigente al máximo y si eres honesto contigo mismo reconocerás los filtros más elementales.

Así, hay grupos sociales que lo tienen realmente complicado a la hora de encontrar un alojamiento gratuito. Quizás los peores, en España, sean los hombres asiáticos. A las mujeres no les atraen ni su físico ni su cultura (que nadie conoce). Los árabes pueden tener cierta aceptación superior a la que encontrarían en otros países, pero siempre lo van a tener difícil. Muchas personas que se han dedicado a alojar a decenas de desconocidos se enfrenta a la dura realidad de que, a pesar de sus extraordinarias valoraciones, nadie les acepta cuando deciden “aprovechar” el sistema y ser ellos los viajeros. Este jarro de agua fría les hace replantearse su participación en el futuro, y la vigencia del “espíritu de Couchsurfing”.

Personalmente creo que uno debe alojar sólo si lo ve como algo positivo en sí mismo. Hacerlo en espera del quid pro quo es un error, pues lo normal es que no funcione tan bien como esperabas. Couchsurfing is for women. (es para mujeres).

Algo tan obvio como que todo el mundo, hombres y mujeres, prefiere alojar a mujeres, es un tema casi tabú pues rompe la idea hippie de alojar a un desconocido sin ningún tipo de interés. Además conecta con el otro gran tabú: Couchsurfing is for sex (es para sexo).

Piensa por un instante el siguiente escenario: recibes casi simultáneamente dos propuestas. De un lado una pareja de chicos de 25 años, provenientes de Detroit y con el aspecto típico de una persona media de Detroit. Por otro recibes a dos chicas de 25 años, de Ucrania, con el aspecto típico de una ucraniana de 25 años que aún no se ha casado (y dejado de ir). De acuerdo al espíritu de Couchsurfing deberías acoger a la primera de esas dos peticiones que has recibido, o lanzar una moneda y elegir al azar. De acuerdo al mundo real, eliges Ucrania. Y si luego alguna de las dos chicas es parecida a las fotografías que has visto, puedes tratarla como a una invitada más, pero una parte de tu cerebro, que no es ni mucho menos la menos importante, está ya trabajando para intentar que tengas sexo internacional.

Así, se establece un círculo nada vicioso, pero natural: hay más viajeros que gente dispuesta a acogerlos: se eligen a los mejores potenciales viajeros: se elige a mujeres sobre hombres: rubias sobre morenas: modelos sobre estudiantes de informática: te gustaría acostarte con ellas.

Obviamente al decir todo esto demuestro ser un pervertido y no compartir el espíritu de Couchsurfing. La realidad es que todavía me siento mal porque una vez rechacé acoger a una modelo polaca, que venía con una amiga, y que incluía entre sus aficiones “Pin-up“.

El sexo es un “problema” que siempre estará en el aire cuando decidas acoger o viajar a casa de una persona totalmente desconocida, salvo que tengas problemas con ello y decidas alojar o visitar sólo a personas de tu mismo sexo. Muchos de los que bombardean con la nefasta idea del espíritu son mujeres que sólo quieren viajar gratis por todo el mundo sin ningún tipo de problemas. El gran problema de Couchsurfing no es el sexo, sino que los hombres pueden viajar en condiciones muy inferiores a las mujeres. Partiendo de esta inevitable desigualdad, se llega a otra menos importante: mucha gente busca encuentros sexuales en Couchsurfing.

Creo que este problema no es tan grave. El sentido común dice que una mujer atractiva (y algunas que no lo son) va a gustar a muchos hombres, y que si se queda en casa con un hombre desconocido, una propuesta sexual no es nada rara. Puede parecer que este es el argumento de “la culpa es de ellas que visten como putas”, pero no es más que lo obvio: si eres atractiva, viajas sola y no quieres recibir propuestas sexuales más o menos explícitas, evita alojarte en casa de hombres. Esos hombres pueden ser unos cerdos, pero no juegues con tu vida, evita los riesgos.

Así, el argumento de que una chica guapa debería poder viajar sin ningún tipo de preocupación, es absurdo. En Couchsurfing hay más de tres millones de usuarios, luego hay varias docenas de asesinos y violadores registrados. El problema ante la idea de “el espíritu” es que hay un sesgo natural y muchas personas no pueden usarlo por ser hombres (lo peor), muy mayores (la media de edad de los usuarios rondará los 22 años) o de países con una mala imagen internacional. Muchos recibirán menos ofertas de las esperadas, y muchas recibirán más de las que les conviene. El mundo siempre será así, adáptate a él.

Lo que me enganchó a Couchsurfing fue la idea antes citada de poder valorar a personas, del mismo modo que a un libro u electrodoméstico. Las valoraciones, sin embargo, parecen escritas con un fondo de música de Enya. Todos han sido excelentes anfitriones que han mostrado la vida local de primera mano, personas muy generosas y extrovertidas, que se han convertido en grandes amigos para siempre. La mayoría de la gente las completa con frases tomadas de anuncios de compresas, sin personalizar o facilitar la vida a futuros viajeros. Muchas de esas edulcoradas valoraciones ocultan una violenta situación de rechazo de propuestas abiertas de prácticas sexuales. Y en otros casos, de relaciones aceptadas con gusto por ambas partes. Es delirante definir a alguien por que te enseñó a cocinar paella, cuando la cosa que siempre recordarás no es lo que comiste, sino lo que te comieron.

El sistema de votaciones es tan importante, que todo el mundo mata por evitar una mala opinión. Casi nadie tiene opiniones negativas, ni una sola, y aquellos que las tienen causan mucho recelo. Esto no es Ebay, mejor tener 10 valoraciones positivas, que 99 positivas y una negativa. Como ya indicaba, no basta con valorar a la persona, sino que hay que escribir un texto. En las escasas valoraciones negativas que podrás leer, se dejan entrever situaciones muy violentas. El suavizante disimula la realidad, pero no la oculta del todo.

Un problema enorme de Couchsurfing es que las valoraciones son poco honestas. Hay tanto miedo a un voto negativo, que mucha gente prefiere no votar, o incluso hacerlo en positivo, por miedo a que el causante de una situación incómoda se vengue con otro voto negativo. Esto se podrá mejorar en el futuro con valoraciones a aspectos diferenciados de un visitante o anfitrión. Cinco estrellas a todo menos en seguridad, que sólo tiene cuatro, puede ser una historia no escrita de sutil acoso sexual. Aparte de este problema, hay gente que vive donde Cristo perdió el mechero. Ir a casa de un anfitrión en Madrid y descubrir que Arganda del Rey tiene metro, pero no está cerca del Palacio Real, es una sorpresa desagradable que también ocurre con frecuencia. O que esa persona es muy buena gente pero tiene la casa infectada de hormigas.

Así, siendo tan importante las valoraciones, es triste ver cómo mucha gente que se ha alojado gratis ni tan siquiera se preocupa de dar una valoración positiva después de haber estado muchos días en casa de otro. Normalmente es dejadez y la dificultad de expresar una opinión en un lenguaje políticamente correcto al que no estamos acostumbrados. Los ves sentarse ante el teclado y pensar “y ahora que digo de este”. Otro motivo para no tener valoraciones es que la persona que viajó por tu casa esté en ruta de un largo viaje. Pasados varios días, ya de vuelta en casa, ni se acuerda de ti y por supuesto no va a perder ni un minuto de su tiempo en comentar la experiencia que ya no podrá repetir hasta el año que viene. Sorprende la poca visión de mucha gente, que no se preocupa de valorar hasta que plantea su siguiente viaje y se da cuenta de que votar a otros bien es incluso bueno para su perfil. Y ahí se ponen a comentar, pasados varios meses de la experiencia.

Y si las valoraciones son todas parecidas, las descripciones de los perfiles no suelen serlo menos. Algunas expresiones imprescindibles para definirte son:

Easy going.
Uncompromised.
Open minded.
Outgoing.
Like meeting new people.
Like traveling.
Outdoors.
Love party.

mochileros

Entre los viajeros de Couchsurfing hay mucha desorganización y una peligrosa inocencia. Muchos se equivocan en las fechas de viaje y acaban llegando antes o después de lo previsto. Viajan con autostop y aparecen en horarios totalmente impredecibles. Los que llegan a tu ciudad tras visitar otras lo hacen a veces desorientados, con planes cambiantes a los que te cuesta adaptarte si tienes un horario y una vida normales.

Al estar esa persona en tu casa, se rige bajo tus normas, ya sean estas que no se puede fumar o que tienen que estar en casa sólo cuando tú lo estés. Recibirás a personas que te trasmitirán confianza desde el primer momento y a otras que se la tendrán que ganar. En función de ello puedes decidir dejarles una llave de tu casa o no hacerlo. Tú eliges. Si no se comportan como esperas, puedes llegar a echarlos de la casa. Los estudiantes que viajan suelen ser buenos amigos del alcohol barato y las noches de fiesta. Si acogiste a dos polacos de 20 años no te extrañe que lleguen a las 2 de la mañana bastante perjudicados. Controla esas situaciones antes de que ocurran.

Mis mejores experiencias, hasta la fecha, han sido con asiáticos. Tienen unos valores que en occidente hemos olvidado. Eso sí, algunos viven en países comunistas, luego están equivocados en todo lo que opinen y son peores personas. No diría que he tenido suerte con la gente que he alojado, sino que he seguido un buen criterio a la hora de elegir a quien aceptar y a quién no. He ido exageradamente sobre seguro hasta el punto de rechazar a la pin-up girl.

Cuando todas las propuestas de alojamiento han sido rechazadas, un remedio desesperado es escribir un artículo en el foro de la ciudad solicitando un alojamiento de última hora. Muchas propuestas son de personas que acaban de llegar, no tienen nada reservado ni mucho dinero para dormir. Es entonces cuando aparecen los peligrosos depredadores, ocultos entre contados buenos samaritanos. Aceptar la propuesta de ese marroquí que vive en Granada, sin foto, con el perfil recién creado, es mejor que nada. Hay chicas de menos de 20 años que viajan a otro país, sin conocer el idioma, solas y se van a la casa de cualquiera que decida aceptarlas. Lamentablemente eso no puede acabar bien siempre.

Así, si ofreces alojamiento a alguien y se lleva una excelente experiencia, en parte alimentas que se confíe y crea que todo el mundo es así de bueno, que nada malo puede ocurrir. Normalmente será así, pero si viajas, ten siempre cuidado.

Uno de los riesgos menos mencionados por parte del viajero es que la persona que te acoja sea aburrida. Algunos de los que alojan lo hacen para practicar idiomas. Tienen un inglés macarrónico que necesitan mantener vivo y qué mejor forma que esta. Pero cuando la comunicación es mala, las situaciones son siempre algo incómodas. Otras personas son fanáticas de algo (zumbadas del reiki, frikis que sólo hablan de Juego de Tronos) y que no saben mantener una conversación fuera de su mini mundo. He oído muchas más historias de huéspedes aburridos que de depredadores sexuales.

Como anfitrión puedes encontrarte a gente que no encaje para nada con tu forma de vida. También ha personas maleducadas, paradójicamente, cuánto más “avanzado” sea el país de origen, peores formas puedes encontrarte. La gente del primer mundo espera ser tratada bien por la del segundo. En la cabeza de cada uno está el ubicar ese primer y segundo mundos.

Cuando se aloja a más de una persona, y esto es lo ideal pues viajar solo es de perdedores, se suele saber mucho sobre aquella que está registrada en la página, pues es la que tiene fotos e indica sus intereses y objetivos. Pero la mitad de los pelos que encuentres en la ducha pueden ser de su acompañante, así que es importante que te informes también sobre él. Normalmente “el otro” es el eslabón más débil de la cadena. En los matrimonios, se registra la chica y se menciona que viene con su marido. Si vienen dos amigas, la que está registrada siempre es la más guapa de las dos. Puede ocurrir que uno de los dos sea un seguidor de la idea y el otro sea un seguidor de la idea de gastar poco. Pregunta mucho por esa otra persona, porque será la que pueda definir si la experiencia es positiva o no.

Finalmente, un riesgo que se suele pasar por alto es que cuando acoges a alguien así, no dejas de estar aceptando a quien juega con fuego. La ucraniana de 20 años que mide 1.75 y viaja sola pasa por tu casa, pero luego va haciendo autostop a Toledo, y desde ahí a Plasencia (también por autostop) alojándose en casas de desconocidos. Si algo le sucede en su viaje, la investigación policial empezará en tu casa.

Otro punto a resaltar es el aspecto descarnado derivado de la gente que simplemente busca un sitio barato donde dormir. En algunos casos puedes llegar a tener la sensación de que la otra persona ve tu casa como un hostal. Un fugaz buenos días por la mañana y adiós al marcharse pueden ser todas las conversaciones que tengas con tu huésped. Te han usado, como cuando una ucraniana de 20 años decide tener sexo contigo. Si no quieres hacer el pardillo viendo como otros se aprovechan de tu candidez y espíritu Couchsurfing, es momento de que empieces a verlo como una versión offline del Mechanical Turk de Amazon.

Una pareja de China de visita por Zaragoza. ¡Bienvenidos! Ahora bien, ya que os quedáis en mi casa, os pido un favor a cambio:

Que me cocinéis el pato pequinés (el pato lo traéis en el equipaje de mano).
Me cambiéis todas las siliconas del cuarto de baño.
Me planchéis todas las camisas.
Me traduzcáis el blog al chino.

Normalmente los buenos invitados dan algún tipo de souvenir, o hacen una comida típica. Si percibes a quien quiere viajar gratis, tienes todo el derecho del mundo a pedir algo razonable a cambio (o a rechazar a ese viajero sin más).

Incluso, dado el elevado porcentaje de gente que viaja sin un duro, puedes usar el foro de la ciudad para conseguir mano de obra barata. Es decir, que te cambien las siliconas del baño por poco dinero, en lugar de tener que alojar a esa persona. Para alguien que quiere realizar un viaje por España por 100 euros, es una situación win-win.

Porque aunque haya millones de registrados en la página, la inmensa mayoría ni aloja ni se aloja en casa de desconocidos. Muchos viajan siguiendo medios tradicionales pero usan el foro de la ciudad como una excelente forma de enterarse de lo que está pasando en la ciudad. Planes de salida, quedadas, compartir coche con otros. También hay gente que no tiene la opción de alojar, porque vive en casa de sus padres o entiende los riesgos pero no tiene problemas en hacer de guía turístico y enseñar la ciudad a una pareja de eslovacos. O tomarse una copa con un grupo de ingleses que acaba de llegar a la ciudad y está tan perdido como tú. Para el viajero solitario, surgen opciones de conectar con otros en la misma situación.

Un último consejo: cómo elegir al viajero perfecto. Obviamente si sois nuevos en la página, casi nadie querrá alojarse con vosotros, pero el viajero que disfrutaréis más alojando tiene muchas de las siguientes características: Es una mujer. Nunca antes ha estado en tu país. Es de un país más pobre que el tuyo. No ha estado en decenas de países. No va a quedarse ni una noche ni más de tres.

¿Y el peor viajero? Suele ser una persona que conoce la ciudad casi mejor que tú pero se ha quedado colgada. Por ejemplo, alguien que fue au-pair hace un año en tu ciudad y ahora no tiene donde alojarse porque sus amigos son estudiantes. Se queda en tu casa, pero no ves a esa persona ni en pintura. Se lo está intentando montar con un medio rollo que conoció cuando vino hace meses. En el mejor de los casos, no se plantea llevarlo a tu casa para culminar la faena, pero igual pasa que no aparece en toda la noche y vuelve por la mañana. No eres su padre, pero algo sí que puede llegar a preocuparte la situación. Nunca alojes a nadie que ya haya estado en tu ciudad.

En resumen, espero haber dado una visión realista de lo que es Couchsurfing, lo que puedes esperar y lo que no. Si tienes algo que aportar, no dejes de comentar.

Sudán del Sur

Sudán del Sur fue el último país independizado “de verdad”, tras la habitual guerra civil. Ocupó muchos titulares de periódico hace dos años, con motivo de su independencia. Ahora, no interesa a nadie.

Leí este interesante artículo sobre la vida en semejante país. Creo que es interesante para poner en perspectiva la situación de crisis que vivimos. Algunas citas del artículo:

Sudán del Sur no es una sociedad que se esté recuperando: nunca hubo infraestructuras reales, gobierno, sociedad civil, normas, leyes, con lo que no hay nada que recuperar.

Es un parche de país, inventado como una solución a un problema insoluble de semipermanente estado de guerra, definido por lo que no tiene. No hay tendido eléctrico, ni sistema de correos, casi no hay carreteras, incluso sin asfaltar y sólo unos pocos miles de kilómetros asfaltados, si cuentas cada calle de la capital, Juba.

Hay más pistolas que gente que sepa leer; más campos de refugiados que ciudades; más fácil encontrar nieve que una señal de tráfico.

Las habitaciones de hotel están hechas de contenedores de transporte y todo, desde gasolina hasta arroz, es importado de camiones desde Kenia.

La inflación está por las nubes. Un taxi en Juba cuesta el doble que uno en Nueva York.

Si quieres un encuentro romántico con la antigua África, y no te importan las minas antipersonas, Sudán del Sur es el sitio.

Madrileños por el mundo

Estaba tan convencido de que había escrito algo con este título, que hasta he tenido que recurrir a Google para comprobar que no era asín. En cualquier caso, lo que hubiera escrito en su momento tendría que ser revisado, con este otro.

Al principio, como a tantos otros, me gustaban esos programas del tipo “Madrileños por el mundo”. Esa sensación de viajar sin salir de casa, de ver el mundo en los ojos de otros, que son parecidos a ti porque también han comido bocadillos de calamares en la Plaza Mayor. Son programas muy frescos y desenfadados.

No sé quién inventó el formato, sé que decenas de cadenas lo han copiado, manipulado y estirado hasta la saciedad, hasta que ya comienza a haber cierto hartazgo. Se usa como paradigma de la televisión de calidad, del periodismo urbano, de la televisión para los ciudadanos. Pero no dejan de ser superficiales, una versión de los documentales de la 2 donde no te duermes.

Ya estoy totalmente harto de estos programas, aunque me siga gustando verlos. Lo que más me molesta de ellos es lo mismo que desespera a los expatriados españoles, una población más extensa de lo que muestran estos programas. ¿Qué tienen de malo estos programas? La simplificación de la realidad, no para hacerla comprensible, sino para hacerla bella. Una simplificación que se convierte en tergiversación.

Hace pocas semanas el País dominical publicaba un reportaje, aparentemente interesante, sobre Estados Unidos y España. Entrevistas, fotos, opiniones, de estadounidenses que viven en España y de españoles que viven en América. Como imaginaba, a pesar de la impecable aportación de Antonio Muñoz Molina, era un producto descafeinado, edulcorado y decorado. Pero exageradamente.

Entre los españoles a los que entrevistaban estaba la actriz Paz Vega, entre los americanos, el embajador en Madrid. Hay más de 70.000 españoles viviendo en Estados Unidos, pero ellos entrevistaron a una de los cinco personas más famosas. Había otros casos, pero siempre en la misma línea: un médico español que es de los más importantes del mundo, siempre gente de primerísima fila. Entre todas esas opiniones llamaba la atención, como si de un error se tratara, la opinión de una camarera en Nueva York, desencantada y apurada económica y emocionalmente.

En esta línea de sesgo estadístico uno se puede plantear, ¿Por qué no imaginar un madrileños por el mundo, en el propio Madrid?

  • Nuestro primer invitado se llama Iker Casillas y trabaja en un equipo de fútbol. A pesar del tráfico y de la contaminación nos confiesa ser un enamorado de la ciudad. Nos enseñaría un restaurante de comida vasca en que la comida que está realmente buena. Visita al Santiago Bernabeu y la sala de trofeos.
  • El segundo invitado es Esther Koplowitz. Trabaja en una constructura y aunque es una profesión donde las mujeres escasean, en ningún momento se ha sentido marginada. Nos enseñaría, a la salida del trabajo, su casa en las afueras, con jardín, piscina, pista de tenis y algunos caprichos más. Nos cuenta que a los madrileños les gustan mucho los jardines y una prueba de ello son el Retiro y la Casa de Campo.
  • Para cerrar el programa, hemos quedado con Alejandro Sanz, que aunque no es madrileño de nacimiento, lleva en la Comunidad desde los ocho años. Nos tocará algo de música con su guitarra. Es un chico campechano y divertido, algo bohemio como todos los músicos. Nos enseña las discotecas de Madrid, sin colas, sin seguridad, sin garrafón.

Lo que parece una mala broma, en esta perspectiva de madrileños por Madrid falla de la misma manera que lo hacen estos programas. Te muestran a un grupo humano totalmente sesgado que para nada representan el promedio que uno puede encontrar en dicha ciudad o país. Y el sesgo es positivo, siempre gente a la que le va bien o muy bien.

Parte de esta parcialidad lo provoca la propia idea del programa. Si te fuiste a Kansas hace diez años, en busca de una vida mejor, y has acabado como camarera en Hooters, no tienes nada que te haga sentir avergonzada o una perdedora. Eres una persona más que ha luchado en la vida como buenamente ha podido. Pero está claro que no te interesa que alguien haga un análisis de tu vida y lo muestre a todos los españoles que no queremos abandonar el país. Porque la vida de una camarera de Hooters, o la de un contable en Birmingham, o la de un carnicero de 50 años en Burdeos, no tienen nada de interesante y en algunos puntos está plagada de pequeños fracasos. Como las de todos nosotros.

Estos programas son para ganadores, para reyes y reinas del mambo. Lo salvan algunas personas que han tenido vidas inusuales, un tanto bohemias por lo infrecuente, pero no por la vida contemplativa y ociosa. Hay guías turísticos en parques naturales, artesanos en países remotos, médicos sin fronteras de las de verdad.

El paradigma estaría en el directivo de Indra que se marcha a un país latino como El Gran Jefe. Te mueven hasta las alcayatas de tu casa española, que aparece teletransportada en Panamá. Además, te pagan por mudarte. Y te pagan la casa. Y te pagan más sueldo. Y te pagan a un guarda de seguridad. Y el colegio privado de los niños, que ahora es el mejor. Y te regalan vuelos a tu país para cada tres meses. Y antes eras jefe para ahora ser mega-jefe. La realidad es que por cada uno de estos afortunados, hay diez desgraciados que se dan cuenta de que la clausula del contrato donde se firma “disponibilidad para viajar” no era casual. Que tienen compensaciones mediocres, con ultimátum de lo tomas o lo dejas y necesidad de pagar la hipoteca y parte del alquiler en Bogotá. Cuando el programa te muestra el piso del superjefe, uno se siente congraciado con la vida en Panamá. Basta con ir allí para tener garantizado un piso de 190 metros cuadrados.

En el programa que más he visto, que es el de Madrileños por el mundo, hay una serie de preguntas que se repiten siempre y que a veces resultan totalmente fuera de lugar.

La primera es preguntar por el tamaño de las viviendas. Una de las ventajas de vivir en el extranjero es que la vivienda es barata y sobre todo extensa. Como si sorprendiera que las casas en Filipinas fueran mucho mayores que la media del apartamento en Madrid – y de nuevo con el sesgo de la casa de una persona a la que le ha ido bien. Una forma excelente de resaltar que fuera de España atan a los perros con longaniza es esa bonanza inmobiliaria, lo de España con los pisos es algo patológico que tenemos en parte de nuestro ADN .

Otra pregunta continua es el ¿Qué echas de menos de Madrid? Aparte de la familia y los amigos, cada cual tiene sus filias propias. Normalmente se mencionan cosas en las que uno no repara. La vida en las calles, que los bares cierren tarde, la seguridad. Lo que uno no aprecia porque da por hecho, hasta que se marcha y conoce nuevos países donde descubre que no siempre tiene que ser así. Lo cierto es que esta pregunta demuestra muchas veces que estas personas no echan de menos su vida pasada. Con el paso del tiempo han ido adaptándose a la nueva vida y la anterior se queda como una serie de ventajas puntuales que quedaron atrás.

Y al hilo de esta siempre llega otra. ¿Cuándo piensas volver a Madrid? Es una pregunta atroz, que presagia algo de sinrazón en el hecho de estar en otro país, como si solo pudiera ser algo temporal. Como si los pisos de allí fueran enormes pero la comparativa siempre fuera para peor. Esta pregunta es absurda porque la mayoría de la gente suele responder que nunca. Algunos de una forma espectacular: he estado veinte años buscándome la vida en una isla del Pacífico como para ahora jubilarme en los alrededores de la M30.

Otro aspecto a indicar de estos programas es su falta de compromiso con la veracidad. Se dicen generalizaciones enormes que simplemente son mentira, se dan datos dudosos o totalmente falsos de atracciones turísticas, hechos históricos y monumentos. El dato lo da el invitado mientras conduce por las calles de Varsovia y no hay edición ni corrección por parte del programa. A mi me parece que todas las húngaras son guapas y el día que emiten ese programa todo España está convencida de que así debe ser. Me suena que la revolución rusa fue en 1812 y gracias a mi gazapo más de uno se quedará con esa idea de un Lenin napoleónico. Fui un lunes a ver el Museo del Prado y digo que los españoles son tan vagos que a veces no abren ni los museos importantes.

En resumen, estos programas despiertan amor y odio, son muy amenos, que duda cabe. No es mi intención criticar por criticar, creo que programas peores que estos son la mayoría, pero que no por ello habría que tratarlos como vacas sagradas.

Sólo hay 193 países

Hace poco se publicitó bastante un estudio de la agencia de viajes Edreams con estadísticas curiosas sobre los productos que vendieron en el 2010.

Vuelos Edreams 2010

La presentación es impecable, pero comete un clásico error del que ya se ha escrito aquí: afirman que el año pasado sus clientes volaron a 202 países diferentes.

Lo digo de nuevo. Hay 193 países en el mundo, de acuerdo a las Naciones Unidas – es cierto que según otros criterios puede establecerse un número de países mucho más amplio – luego es imposible viajar a más países de los que hay. El número total de países del mundo es limitado, se mire como se mire, y aunque uno pueda exagerar con las mujeres, los peces o los goles que ha marcado, en países no hay lugar a tanta exageración. Es un número acotado y finito, que en el caso más generoso puede estar en torno a los 250 países. Nunca más.

Como cosa curiosa, en la página de la Wikipedia puede leerse que sólo ha habido un país en la historia de las Naciones Unidas que haya salido de la lista de miembros: Indonesia (hay países que salen de la lista pero por desaparecer como tales, por ejemplo la URSS o Checoslovaquia).

Indonesia no fue expulsado por crímenes, ni por ningún motivo atroz. Simplemente en 1965 el presidente indonesio Sukarno, enfadado con el comportamiento de este organismo internacional en el enfrentamiento entre Indonesia y Malasia por la isla de Borneo (Borneo: una isla ocupada por tres países diferentes, ojito al tema), mandó una carta a la ONU diciendo que se borraban. Pasado un año y medio escribiría un telegrama diciendo que querían volver y aquí no ha pasado nada.