Dios y el principio de inducción

Una de las cosas que más me sorprende de la Biblia es la torpeza con que se trata al personaje de Dios. Suele ser apasionado, colérico y un poco hijo de puta. Nunca entenderé como la iglesia cierra los ojos ante eso, a las malas hace uso del siempre flexible “no hay que interpretarla en sentido literal”. He aquí un ejemplo.
Abraham está hablando con Gehová, el discurso de Abraham es excelente y es capaz de convencer a Dios como un hábil vendedor de alfombras de zoco. Dios, apenas razona y muestra ostensiblemente su mala leche.
Génesis 18:

Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo,


21 descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré.
22 Y se apartaron de allí los varones, y fueron hacia Sodoma; pero Abraham estaba aún delante de Jehová.
23 Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío?
24 Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él?
25 Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?
26 Entonces respondió Jehová: Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos.
27 Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza.
28 Quizá faltarán de cincuenta justos cinco; ¿destruirás por aquellos cinco toda la ciudad? Y dijo: No la destruiré, si hallare allí cuarenta y cinco.
29 Y volvió a hablarle, y dijo: Quizá se hallarán allí cuarenta. Y respondió: No lo haré por amor a los cuarenta.
30 Y dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare: quizá se hallarán allí treinta. Y respondió: No lo haré si hallare allí treinta.
31 Y dijo: He aquí ahora que he emprendido el hablar a mi Señor: quizá se hallarán allí veinte. No la destruiré, respondió, por amor a los veinte.
32 Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez.
33 Y Jehová se fue, luego que acabó de hablar a Abraham; y Abraham volvió a su lugar.

Me preocupa la justicia que aplica Dios:
Para 50 justos ->perdono la ciudad (i = 1)
Para 45 justos ->perdono a la ciudad (i = n)
Para 40 justos -> perdono a la ciudad (i = n -1)
….
Para 10 justos ->perdono a la ciudad
Para 5 justos ->arraso la ciudad
La forma de preguntar de Abraham recuerda a la forma de realizar una comprobación matemática. Pruebas que ocurre para una serie de números y entonces entiendes que puede ocurrir para todos. Pero Dios le baja los humos en la negociación: 10 es su última palabra.
La justicia de Dios no cumple el el principio de inducción. No sirviéndome las matemáticas, espero tener un buen abogado en el Juicio Final.

3 comentarios en «Dios y el principio de inducción»

  1. Lo gracioso del caso es que siendo Dios conocedor de todas las cosas (por cierto, una vez leí un artículo donde se comentaba que era imposible que Dios pueda ser a la vez omnipotente y eterno) sólo le estaba bacilando, pues de sobra sabía cuantos justos había y cuantos no. Pelín cabroncete.

  2. al parecer esta representacion de dios,hacia los hechos q hizo lo demuestran ciertamente algo egoista hacia la vida humana que el tanto”quiere,”
    en ves de por que no decirlo amaestrarlos por que se supone que el todo lo pude , nos trata como mercania barata y con injusto precio
    y ni me imagino como pasare el jucio final
    si el jues no es justo ……….

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