Hace ya varios meses que leí un excelente libro: Poor Economics: A Radical Rethinking of the Way to Fight Global Poverty. El libro trata sobre qué medidas eficaces pueden tomarse – y se están tomando – por parte de programas de ayuda humanitaria, para mejorar la situación de los más pobres.
La mayoría de la gente se preocupa por los pobres de forma burda y superficial. Ayudar en el tercer mundo se ha convertido en una patética forma de estatus. Pasar unos meses en un país de África es una peligrosa moda, tan extendida como tirarse un año de Erasmus “porque yo lo valgo”.
Porque “ir a ayudar” no significa que se ayude. La mayoría de las habilidades de un joven de 20 años en un país desarrollado son inútiles en uno muy pobre, especialmente cuando ni siquiera se habla el idioma del país de destino. Incluso los conocimientos médicos a veces no son directamente aplicables, por la falta de medios. Casi todos los que van a uno de esos países como misioneros lo único que hacen es perder el tiempo, sentirse muy bien, especiales y quedar de lujo con los amigos cuando se está de vuelta.
Cuando se da dinero a una causa humanitaria casi nunca se piensa si ese dinero estará bien invertido. Se asume que un porcentaje más o menos grande se perderá por el camino. Pero lo que no se piensa nunca es que, en muchos casos, lo que se haga con ese dinero no servirá casi para nada. Incluso puede ser contraproducente.
Uno de los principales problemas de cualquier ayuda al tercer mundo es el daño en la economía local. El libro cuenta el caso de la distribución de redes antimosquitos: una de las medidas más importantes para conservar la salud en regiones tropicales. Muchos planes de distribución gratuita de estas redes han acabado arruinando a empresas locales que se dedicaban, con mayor o menor éxito, a su venta.
No es trivial cómo solucionar el problema. Si se le da el dinero a la gente para que compre las redes, acaban gastándoselo en otras cosas, porque no son conscientes de cuáles son sus verdaderas necesidades. Los precios de venta y modos de distribución de esas empresas locales no son competitivos para una compra a gran escala. Algo tan simple como darle a la gente lo que más necesita dista de ser sencillo.
En general los pobres no tienen ni idea de cuáles son sus mayores problemas: viven al día. No piensan que estadísticamente un 20% de ellos contraerá SIDA y un 25% morirá a causa de enfermedades iniciadas con picaduras de mosquito. Si tuvieran suficiente dinero, se comprarían una televisión.
Los pobres carecen de partes de información fundamentales y creen en cosas que no son verdad. Cuando tienen una creencia firme suele ser incorrecta, acaban tomando decisiones equivocadas, a veces con consecuencias dramáticas.
Muchos de los esfuerzos en crear escuelas y escolarizar a los niños son vanos. Los alumnos atienden cientos de horas de clase donde no aprenden casi nada práctico. Los profesores son pésimos y faltan a menudo. Los planes de estudio son ineficaces. Millones de euros invertidos en una enorme pérdida de tiempo, que al mismo tiempo erosiona la imagen de la educación ante los ojos de esos pobres. Si en un futuro consiguen algo de dinero, jamás lo dedicarán a aumentar la formación de sus hijos.
Si se le da directamente el dinero a los pobres, se lo suelen gastan en tonterías o con poca cabeza.
Le preguntamos por qué había comprado un televisor, un DVD, etc. si pensaba que su familia no tiene suficiente para comer. Se rió y dijo “¡Oh, pero la televisión es más importante que la comida!”
En muchos casos hay que pagar a la gente para que haga algo que es bueno para ellos. Por ejemplo, dar más comida a aquellas familias en que todos los hijos vayan a la escuela. Si no se les paga, las familias no enviarían a sus hijos, aún cuando fuera gratis.
Quizás el mayor problema del tercer mundo no es el hambre, ni la guerra, sino que las mujeres tienen demasiados hijos. Cada embarazo es una situación de enorme riesgo para la salud de la madre. Una familia con muchos hijos está condenada a ser pobre para siempre y a verse rodeada de problemas – “Una familia pequeña es una familia feliz”. Etiopía tiene 6.12 hijos por familia, una barbaridad. Así, casi lo mejor que puede hacerse con el dinero que se dona al tercer mundo, son planes de esterilización – algo que suena nazi, pero que es una cruda realidad. Una delirante pero muy eficaz medida fue la de multar de forma diferente a los que usan el tren sin pagar en la India. Si el infractor está esterilizado, la multa es menor. Este tipo de ideas geniales nunca las verás en documentales molones sobre ONGs. Pero hay mucha gente muy ingeniosa trabajando en ayudar a los pobres, a veces de formas que son poco intuitivas pero muy eficaces.
En la lucha contra el SIDA, medidas “occidentales” como distribuir preservativos, son totalmente ineficaces. Uno de los mejores métodos resultó ser puramente estadístico: la probabilidad de que un hombre tenga SIDA aumenta con su edad. Convenciendo a las niñas de este hecho, se consiguió disminuir la diferencia de edad entre maridos y mujeres – lo habitual es que una mujer se case con un hombre mucho mayor – y con ello, los datos de contagio se redujeron considerablemente.
Hay un capítulo bastante interesante sobre los microcréditos. Aunque se mencionan a menudo en los medios de comunicación, poco se sabe sobre ellos. Es muy curioso que los tipos de interés que aplican – a veces hasta un 25% – serían considerados usura en occidente. El problema es que la situación crediticia es tan débil en esos países que es frecuente encontrar créditos a un 4% diario, con lo que los microcréditos pasan a ser mucho más baratos en comparación. No obstante no sirven para todo el mundo, pues a veces sus condiciones son demasiado inflexibles para la vida de personas que se pueden tambalear por una inesperada enfermedad o la muerte de algún hijo. Los pobres tienen un serio problema en la inexistencia de un sistema bancario. Nadie ahorra nada, y de esa forma, cualquier situación provoca la desgracia de toda la familia.
Sobre los emprendedores del tercer mundo, el libro cuenta que en la mayoría de los casos surgen por una necesidad, al no poder conseguir un trabajo por otros medios. Una estadística que seguramente se pueda extrapolar al primer mundo:
Uno de cada cinco negocios que sólo tenían un empleado (autoempleo) en 2002, pasaron a tener otro empleado en 2005. Pero casi la mitad de esos negocios de un sólo empleado habían desaparecido en 2005.
(Esta segunda frase no hace falta que la pongáis en el Twitter).
Y otra frase totalmente aplicable a nuestro mundo, y que se ha visto con la crisis actual:
La estabilidad en el puesto de trabajo es lo que distingue a la clase media de los pobres.
Algunas ideas del libro son de ciencia ficción pero muy creativas. El concepto de subcontratación de ciudades. Ceder la soberanía temporal de ciudades a países más capacitados para que las dirijan y las lleven hacia la prosperidad, usando el ejemplo – no voluntario – de Hong Kong.
Para terminar, una frase que resume la idea de tener hijos en el tercer mundo:
Para muchos padres, los hijos son su futuro económico: una póliza de seguros, un producto de ahorro y algunos billetes de lotería, todo envuelto en un paquete de pequeño tamaño.
Os recomiendo la lectura del libro, es muy revelador y pragmático.
Así, a vuela pluma, te diré que lo de tener pocos hijos es coherente con un menor gasto en educación, alimento y vestido, dejando renta disponible para el ocio y buen vivir.
Sin embargo, donde hay una alta mortalidad infantil,ES NECESARIA LA REPOSICIÓN, donde no hay sistemas de seguridad social y pensiones de retiro, ES NECESARIO HIJOS QUE SUSTENTEN A LOS PADRES (de acuerdo con la legiclación), donde el sistema de producción es fundamentalmente humano (no industrial), ES NECESARIA MANO DE OBRA DESDE LOS 4/5 AÑOS, donde el sectotr fundamental es la agricultura, SE NECESITAN HIJOS (PEQUEÑOS EXCALVOS EN PROPIEDAD), y ya no hablo del otro tipo de tráficos.
El valor de la vida lo estamos sustituyendo por el valor de la CALIDAD DE VIDA, y así, no solo se justifica el ABORTO, SINO TAMBIEN LA EUTANASIA…, y nos lo creemos. Y no sigo porque me alargo.
Esto es como decirle a Brasil que no tale sus árbole porque se destruye el Amazonas. ¡Págales! ¿Destruimos nosotros nuestros bosques para la Revolución industrial? ¡Ay amigo! Está tan lejos,…
Siempre he pensado que la mejor manera de ayudar a los pobres sería asegurando pensiones de vejez, decrecientes con el número de hijos. Le veo muchísimas ventajas:
* La esperanza de vida es baja, así que no saldría muy caro
* Eliminas el principal incentivo a tener muchos hijos; no morirte de hambre cuando no puedes trabajar.
* De viejo no necesitas ahorrar; todo el dinero se revierte en consumo en el país que reside.
* Se trata solo de mandarles el dinero por transferencia a los pensionistas; no necesitas pagar a ningún “cooperante” del primer mundo para que pase sus vacaciones en Africa. Con un contable tienes toda la estructura que necesitas.
Algún día montaré una ONG que haga esto. El principal problema que veo es el marketing para venderlo aquí. Es mucho más sencillo vender la imagen de un niño que la de un viejo, no tienes la publicidad de los “cooperantes” que pueden volver de Africa con un aura de santo, etc.
¿Alguna idea sobre como venderlo?¿Veis algún fallo al planteamiento?
Un comentario inteligente. El problema siempre es el mismo: no se vende bien.
Pero tal y como lo planteas, es más un premio fin de carrera que una jubilación. Si hay que pagar una parte, por pequeña que sea, durante tu vida laboral, la gente no querrá apuntarse.
Una consideración.
Los viejos no consumen, no consumen hipotecas, no consumen alimentos, no consumen para sus hijos ya autónomos; sólo reciben.
El futuro sería un país de viejos, un país decrépito a la manera de la odiada Suiza, el cinismo y esgoismo hecho país.
Bueno, Aquí en Argentina tuvimos algo como lo que plantea “nop”, se llamaban AFJP, y era un jubilación privada. El sistema funcionaba razonablemente bien, hasta que el gobierno corrupto empezó a inflar la moneda, luego las jubilaciones de las AFJP no alcanzaban para los jubilados, entonces el gobierno pagaba la mitad de la jubilación de las arcas del estado.
Esta situación duró unos 3 años, cuando el gobierno decidió “estatizar” nuevamente el sistema jubilatorio, ya que “al final estamos pagando toda la jubilación nosotros”, crearon el ANSES y posteriormente usaron todo ese dinero y acciones que los miembros de las AFJP habían ahorrado para sus jubilaciones y lo gastaron en darles notebook a los niños, planes sociales, créditos para vivienda y despilfarros ineficientes varios típicos de un país corrupto.
El problema no son las jubilaciones en el tercer mundo, el problema son las instituciones económicas extractivas y la inestabilidad política/social. No hay forma de guardar mucho dinero durante mucho tiempo sin que el estado decida robartelo y usarlo para hacer populismo y ganar elecciones.
Todo esto me recuerda a lo que cuenta un amigo mío que estuvo trabajando en Angola, los trabajadores a su cargo le pedían un adelanto considerable del sueldo cuando sus hijos se morían (para el entierro), pero no para las medicinas que podrían haber evitado esa muerte.
La idea es ir hacia tener pocos hijos i bien criados.
No hace falta esterilizaciones, se ha demostrado, que en sociedades matriarcales en las que las mujeres tienen un buen estatus social y son respetadas, estas deciden tener menos hijos y cuidar bien a los que tienen (la mayoria prefiere tener dos bien alimentados y cuidados que 6 que pasan hambre y sin ropa). El problema es que normalmente las mujeres no tienen ni voz ni voto en cuanto a su reproduccion.
Fantástica recomendación, me la apunto. Me parece interesante la idea de que una ciudad se busque un mentor, aunque a decir verdad muchas personas también necesitan uno…
Muy interesante, intentaré leermelo.
En ayudas al tercer mundo se está evolucionando muchísimo. Recuerdo cuando se decía aquello de “no hay que darles un pez, hay que darles una caña y con ello se alimentarán toda la vida”. Ahora las ONGs se han dado cuenta de que hay que empezar preguntándoles si tienen un rio para pescar con la caña!
“Los viejos no consumen alimentos”.
Juan Manuel, he entendido tu comentario, pero esta frase es brutalmente cómica :)
Uf, en el artículo se tocan muchos temas.
Las mujeres tienen muchos hijos, pero habría que esterilizar a los hombres, que son los que pueden tener muchos hijos con muchas mujeres durante un gran número de años. Y no acabo de ver a los hombres africanos haciendo cola para hacerse la vasectomía ni aunque sea gratis.
No conozco ningún país que haya salido adelante gracias a que otros se encarguen de hacerles el trabajo. La gente sale adelante cuando lucha por sí misma y por lo suyo.
Mi madre pertenece desde hace años a una asociación de señoras aburridas (viudas, solteronas, divorciadas sin hijos…) y con posibles que han “apadrinado” una aldea en Bolivia en la que la gente vive en unas condiciones durísimas. Si se movieran treinta kilómetros, vivirían mucho mejor. Pero a nadie se le ocurre moverse. En las últimas inundaciones, en lugar de intentar salvar las pocas cosas que tenían, los aldeanos se limitaron a mirar como el agua se lleva sus pertenencias: “Ya se encargarán las españolas de comprar unas nuevas”.
Y cinco de los protegidos han juntado el dinero que les dan y se han comprado un coche. “Qué bien, para que la gente del pueblo pueda estar en contacto con la civilización”, pensé cuando me lo contó mi madre. Pero no. No lo han usado para mejorar la vida de la comunidad, sino para violar en él (todos ellos y varias veces) a una niña de 14 años.
Pero eso sí: mi madre y sus amigas están la mar de entretenidas ayudando al tercer mundo.
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