El Informator fue durante décadas la publicación de referencia en ajedrez. Creada en 1966 por Alexander Matanovic, nació con la idea de ofrecer al resto del mundo el tipo de información sobre ajedrez de que disponían los jugadores soviéticos.
Una revista de divulgación sobre ajedrez con un mercado enorme, the rest of the world. Hasta la actualidad han vendido más de 3 millones de ejemplares en todo el mundo, a lo largo de más de 150 países. Todo un récord para un deporte o juego tan minoritario como era el ajedrez y teniendo en cuenta que la revista siempre ha sido muy costosa (hoy en día cuesta unos 25 euros pero apenas si ha subido de precio en 40 años). Acaba de lanzar su ejemplar número 100.
El objetivo de presentar la información sobre ajedrez al público que no fuera ruso tenía un enorme problema: el idioma. Si bien Rusia era el mayor mercado mundial para productos ajedrecísticos, quien quisiera acercarse a otros mercados tendría que quedarse con una parte muy pequeña de un pastel ya menguado. La aproximación del equipo del Informator fue muy ingeniosa: publicarían un libro que fuera comprensible en todos los idiomas del mundo.
Hoy en día esto resulta trivial. Cualquier aficionado que publique una página web sabe que puede recibir visitas de todo el mundo por lo que no haría mal en atender las diferentes características regionales y culturales. Pero estamos hablando de 1966, antes de que el hombre llegara a la Luna. La idea de Matanovic tenía ciertas esperanzas dado que existía una nomenclatura homogénea para la forma de escribir las partidas de ajedrez.
El problema radicaba en las iniciales de las letras que representan las piezas. En español los movimientos de alfil comienzan con la letra A, mientras que en inglés es con la B y en alemán con la L. Para resolver este problema se optó por crear una tipografía propia, en lugar de escribir la letra que representa la figura, se dibujó la figura misma. Un alfil en pequeño se entiende aquí y en Pekín.
Un problema aún mayor lo representaban los comentarios. Una partida de ajedrez sin comentarios es como un partido de fútbol sin gritos ni cervezas. Además, el objetivo de la revista Informator no era tan solo mostrar partidas importantes, sino también servir como herramienta de estudio. Los jugadores enviarían sus partidas así como sus comentarios a las mismas, lo que las convertiría en aún más interesantes.
Ante el problema de los comentarios Matanovic optó por crear un sistema de signos universal. Casi cada opinión posible dentro de una partida de ajedrez podía ser expresada mediante dichos símbolos. Ni qué decir tiene que como todo lenguaje, unos lo dominaban mejor que otros. Yudasin por ejemplo era el Cervantes del lenguaje del Informator.
En esta imagen, la quinta línea (que comienza con un triángulo y b4) significa:
La anterior jugada la hice con idea de continuar con el movimiento (peón) b4. Luego sería interesante hacer alfil a b2 y luego mover el peón a c5 con iniciativa en el ala de dama (el lado izquierdo del tablero). Antes de mi nueva idea se había jugado 12.f4 siguiendo las negras por ejemplo con a6 y la idea de capturar exf4 y luego jugar su caballo a c5. También se había jugado 12.Ae3 a lo que sigue a6 seguido de Ag5 con posibilidades para ambos bandos.
El sistema de comentarios es mucho más críptico y condensado, pierde la elegancia del lenguaje natural pero gana en versatilidad.
En poco tiempo el Informator se convirtió en la publicación más importante de ajedrez y hasta ahora en que los ordenadores y el Emule dificultan su negocio, fue una compra imprescindible para todo fuerte aficionado al juego y una referencia obligatoria en las estanterías de los clubes de ajedrez.
La tirada era de dos ejemplares al año. Aunque se llamaba revista por la periodicidad, el volumen era gigantesco, con cerca de 500 páginas en un libro de buen tamaño. Incluso los profesionales no disponían de tiempo suficiente como para ver las más de 800 partidas con comentarios.
Al aumentar rápidamente su prestigio el simple hecho de conseguir que te publicaran una partida ahí era casi imposible aún para fuertes maestros. Para muchos jugadores el esfuerzo que perdían en comentar su partida lo mejor posible estaba compensando con el logro de lograr su publicación. Normalmente tenía que resultar una partida excelente o contener algún movimiento muy nuevo y trascendente, o una combinación brillante. Todos los campeones del mundo han mandado sus partidas al Informator y la mayoría de ellos las ha comentado personalmente.
Pronto se convirtió en una especie de New Yorker del juego. A pesar de los comentarios de los Grandes Maestros que las jugaron, un equipo de expertos en la redacción de la revista los repasaba en busca de errores o mejoras a las jugadas sugeridas. Preferible era que descartaran tu partida a que la publicaran con algunas de las temidas RR (Nota de la redacción, eufemismo de coRRección).
En cualquier caso sabías que durante seis meses todos los fuertes jugadores del mundo iban a posar sus ojos en tus partidas, para bien o para mal, lo que fomentaba aún más el perfeccionamiento.
Todo un éxito para una revista que se publicaba en Belgrado, capital de la antigua Yugoslavia. Para quien no lo sepa, Yugoslavia fue durante algún tiempo la segunda mayor potencia ajedrecística, tras la URSS.
Un título prestigioso dentro de cada Informator era el premio a la mejor partida de la edición anterior de la revista. Este premio se realizaba escogiendo un jurado selecto formado por fuertes Grandes Maestros las mejores partidas del volumen anterior. Como en una elección de Eurovisión, cada uno repartía sus notas y al final, la mejor tenía el privilegio de ser publicada de nuevo, a toda página.
Kasparov siempre estaba entre los ganadores a este título. No solo por la brillantez de sus combinaciones, sino porque conseguía sus victorias ante rivales de enorme fuerza que se defendían extraordinariamente.
Hoy en día el empleo de los ordenadores ha restado mucho interés al Informator. Los comentarios, en su desesperado afán perfeccionador, son demasiado complejos, repletos de extensas variantes sugeridas por las máquinas.
El sistema de comentarios de la revista se acabó convirtiendo en un estándar de facto sobre cómo comentar las partidas de ajedrez.
También Informator ideó un sistema de aperturas codificado. El nombre de la apertura suele tener un valor anecdótico y también cambia según el país del que se trate. Pero al final la agrupación por aperturas es una buena forma de organizar las partidas bajo algún criterio.
Así el equipo de Matanovic había planteado un sistema independiente del idioma para clasificar las aperturas, asignando códigos que iban desde la A00 a la E99. Este sistema distaba mucho de ser perfecto, pero acabó siendo también aceptado como estándar.
En otras áreas más difíciles de catalogar como los finales también impusieron un sistema de códigos, del que la imagen superior es una parte. Si dentro de 5.000 años los arqueólogos sólo encuentran esa página de la revista van a tener verdaderos quebraderos de cabeza para entender de lo que realmente se trataba.
Increíble que en 1966 y, ojo, en la Unión Soviética, se plantearan molestarse en inventar un sistema que permitiese la lectura a cualquier ser inteligente independientemente de su lengua.
Disfruto mucho descubriendo los sencillos sistemas que han ido desarrollando los humanos para solucionar tareas específicas; soluciones muy simples, pero fruto de un largo y duro trabajo. En mi carrera (informática) me maravillo mucho en algunas asignaturas con estas cosas, como con los protocolos para averiguar si el medio de transmisión está libre, formas de codificar la información analógica en digital o coherencia de datos.
¡Saludos!
Increíble que en 1966 y, ojo, en la Unión Soviética, se plantearan molestarse en inventar un sistema que permitiese la lectura a cualquier ser inteligente independientemente de su lengua.
Disfruto mucho descubriendo los sencillos sistemas que han ido desarrollando los humanos para solucionar tareas específicas; soluciones muy simples, pero fruto de un largo y duro trabajo. En mi carrera (informática) me maravillo mucho en algunas asignaturas con estas cosas, como con los protocolos para averiguar si el medio de transmisión está libre, formas de codificar la información analógica en digital o coherencia de datos.
¡Saludos!
Esto se escribió hace 10 años, pero no me puedo resistir.
El que ha escrito el comentario de antes no se ha leido el post, o ha hecho lectura diagonal.
¡¡El Informator era yugoslavo, no ruso!!