Mientras la industria cinematográfica trata de adaptarse a las nuevas reglas del juego que la tecnología de compartición de copias de seguridad (P2P) está imponiendo, ideando nuevas formas de negocio, los directores y guionistas siguen anclados en el pasado. Prueba de ello es la buena salud de géneros como el western (películas del oeste), la ciencia ficción, el histórico o el biográfico. En cualquiera de estos géneros se evita enfrentarse a narrar una historia en el tiempo presente. Y es que también han cambiado en el terreno narrativo las reglas del juego.
Películas clásicas y contemporáneas no serían posibles con los avances de la tecnología actual. Hannibal Lecter no habría escapado de las cárceles de máxima seguridad si se hubiera encontrado con los métodos de identificación de hoy en día, basados en el iris. El encierro del escritor en Misery se habría solucionado con un email en un momento de despiste de su secuestradora. Y con una simple llamada desde un móvil se habría desmontado el clásico corte de línea telefónica del también clásico asesino en serie de casa rural.
Un claro ejemplo de esta dificultad puede apreciarse en la serie “Sexo en Nueva York“. En su última temporada, aún no todas las protagonistas tienen teléfono móvil, y lo normal en cualquier caso es llamar al teléfono fijo para poder escuchar románticos mensajes del contestador, que a su vez sirven como Deux ex machina narrativo. En House hay doctores con buscapersonas pero sin móvil.
En general, los personajes de las películas siguen recibiendo cartas. Se busca la información en las bibliotecas. Los más astutos han preferido dar un pequeño salto temporal hacia atrás. Películas ambientadas en los años 70 y 80 – históricas pero con reloj de pulsera admitido – o ciencia ficción, que no es más que un todo vale y en el que siempre se puede culpar al autor del libro en que se base la narración.
Se aprecia una falta de verdadera capacidad de innovación. Se demuestra que los guionistas basan su trabajo en demasiados clichés, lugares comunes creados en nuestras mentes por tanta película ya vista. Parejas que hablan mientras leen un libro en la cama – preámbulo a una infidelidad o confesión. Maridos que vuelven a casa antes sin avisarlo – búscate un buen abogado para el divorcio. Padres que invitan a sus hijos a partidos de béisbol – se avecina una gran promesa que cumplir o la muerte del hijo. Llamadas en el contestador automático – carrera a toda prisa en taxi para llegar al aeropuerto a tiempo. Niños que aún aspiran a ser de mayor abogado o médico. Ingenieros que se las tienen que ver con enormes máquinas llenas de cables. Regalos de Navidad en forma de bicicletas.
Es difícil escribir una historia con las nuevas tecnologías existentes. El recurso de la pérdida del contacto con un personaje ya no sirve. Hoy en día todo el mundo tiene móvil y email para un aviso de emergencia. El no poder relacionar datos inconexos, como sucede en las películas de detectives, desaparece. Un ama de casa con treinta años no se amarga en casa, teniendo Internet. La gente no se entera de las noticias justo cuando enciende el televisor. Los chicos vagos no son los que se pasan el día en la calle jugando al béisbol.
Una situación similar a la actual ocurrió tras la Segunda Guerra Mundial, guerra que sirvió para que la ciencia avanzara lo que en los doscientos años anteriores. El teléfono, el coche, la mujer trabajadora, la comida rápida, son inventos de aquella época, que aún tardaron en verse en las pantallas. Fue entonces cuando nació el boom del western y de la película bíblica.
Sólo conozco un caso en que la tecnología haya sustentado el argumento: Lo que la verdad esconde, en que la protagonista, en su huída del asesino, no trata de encontrar un policía, sino que se tan sólo se afana por conseguir cobertura para su móvil y poder realizar la llamada salvadora. Por supuesto hay películas en que se usa el email, o se llama al móvil, pero luego hay veces en que parece que eso “no estuviera permitido”.
Puede que parte de la culpa la tenga la hornada de guionistas anticuados, que aún no están lo suficientemente sueltos en el manejo de las nuevas tecnologías. Y el antes citado hecho de no querer innovar de verdad, limitarse a un más de lo mismo. Las historias realmente actuales deben ser más ágiles, las decisiones se cambian en una fracción de segundo. Los descubrimientos suceden por haber guardado la contraseña del correo en el ordenador de casa, no por escuchar una conversación tras una puerta entreabierta. El asesino en serie tendrá que tener algo de hacker ( o cracker) si quiere seguir manteniendo una tensión continuada ante víctimas que no sean tecnológicamente nulas. No se encuentra una carta de amor de la amante, sino que se leen los mensajes del móvil del marido.
Todos sabemos que ahora la gente va menos al cine. Y que no es sólo por el P2P ( descargas por Internet ). Principalmente es porque no se están haciendo buenas películas. Y gran parte de la culpa la tienen los guionistas que se ven incapaces de escribir historias sobre el tecnólogico mundo actual.
Cuanta razón. Precisamente hoy por la mañana conducía pensando en esto mismo. El mal que ha hecho la aparición del móvil, por ejemplo, a las tramas cinematograficas. En el cinemanía comentan lo absurdo que es que Bruce Willis no utilize el movil en “16 calles”. En “Plan oculto” tienen en cuenta los móviles, lo que no hace mas que alargar la peli con escenas prescindibles donde se deshacen de ellos y demás. “Scream” jamás habría sido creible si la hubiesen hecho un par de años mas tarde.Y como esa, miles. Efectivamente, los guionistas prefieren ambientar en tiempos pasados o, por el contrario, meterse de lleno en el uso de las nuevas tecnologías como, un buen ejemplo, en “Celullar”, donde todo depende del tfno movil. Incorporar dialogos de chat o sms`s es tremendamente incomodo ya destrozan la narración visual (vease, quien sea capaz, “miedopunto.com” y neopelis estupidas).
Lo bueno es que en el cine español no tenemos ese problema porque la trama y el suspense no son “recauda-subvenciones” y además la falta de nuevas tecnologías siempre se pueden excusar en travestis, drogatas, “rockeros”, enfermos terminales, Torrentes, violadores, marginados, guardias civiles, macarrillas de barrio, putas, ancianos, Estesos y Pajares (que, por cierto, vuelven en breve a las pantallas).
Es posible que en house los medicos no puedan tener mobil encendido (no esta prohibido ?) pero si un busca.
Igualmente, estoy de acuerdo con tu mensaje. :).
Un inconveniente de usar tecnología actual en una película es lo rápido que queda obsoleta dando un tufillo cutre general. Por ejemplo, si ahora veo una peli de cuando escribiste esta entrada, y un ejecutivo forrado saca una pda con windows me parto. Sin embargo, esta entrada sigue siendo actual 4 años después.