Los nórdicos, la gente casi perfecta


The Almost Nearly Perfect People: Behind the Myth of the Scandinavian Utopia, (La Gente Casi Perfecta: tras el Mito de la Utopía Escandinava) es un libro en inglés, publicado en 2015 sobre qué hay de cierto en la idílica vida en Escandinavia que continuamente vemos en los medios de comunicación.

El enamoramiento con Escandinavia se basa en tres pilares: la impecable neutralización de la división de sexos en Suecia, el primer puesto – casi perpetuo – de Dinamarca como el país con la gente más feliz del mundo y el ejemplar sistema educativo de Finlandia, que continuamente se usa como referente mundial. El autor toma un punto de vista muy complicado: hacer de abogado del diablo sin negarse a ver todo lo bueno que tienen esos países, desde la perspectiva de ser un periodista británico que lleva viviendo en Copenhague varias décadas.

Es un libro muy interesante, aunque solo sea por tratar transversalmente un tema del que sólo se suele ver lo blanco o lo negro. Os recomiendo encarecidamente su lectura, llena de datos curiosos. El autor dedica una serie de capítulos a cada país, dejando para el final a Suecia, que es el verdadero plato fuerte. Como el mismo escritor menciona, hay que aclarar qué es nórdico y qué es escandinavo. Técnicamente, Escandinavia no incluye a Finlandia, pero es un país muy similar a los otros, en el que incluso el sueco es un idioma oficial. El libro habla sobre Dinamarca (el que mejor conoce el autor), Islandia, Noruega, Finlandia y Suecia.

Dinamarca

Quizás los mejores capítulos de todos son los que tratan sobre Dinamarca. Habiendo leído también How to be Danish (Cómo ser danés) puede decirse que sé mucho más de lo que debería sobre ese país.

Dinamarca es famosa por su igualdad. Los salarios, después de impuestos, son muy similares entre todas las profesiones. La gente está mucho más conectada que en otros países. Los grupos de amigos son enormes y se extienden por empleos muy diversos. Una barbacoa de barrio y entre los invitados hay políticos, fontaneros, enfermeros y taxistas que conviven con total normalidad. Esto lleva a veces a una obsesión por el networking. Conocer por el simple hecho de aumentar la red de contactos. Y esto a a su vez lleva a una excesiva superficialidad en las relaciones. En cierto modo los daneses tienen redes de contactos similares a las que nosotros tenemos en Facebook: exageradas, interesadas e inconsecuentes.

Siendo el autor un extranjero que vive en Dinamarca, le cuesta creer como cierto el dato de que sea el país más feliz del mundo. Pero en gran parte es un círculo que se retroalimenta. Dinamarca es todo buen rollo y está mal visto no ser feliz, así que ante una pregunta de encuestador, nadie daría una nota baja. España, por el contrario, es el típico país donde la gente está visiblemente contenta pero se queja continuamente.

Un dato poco conocido sobre Dinamarca: es el país con mayores índices de cáncer del mundo, una terrible estadística que nunca vemos en las noticias porque España casi no aparece en dicho listado.

Dinamarca y sus altísimos salarios – que menguan mucho tras los impuestos – son otro cacareo de nuestros patéticos noticiarios. Un dato que recalca el libro es la deuda privada danesa. Tras haber sufrido una brutal burbuja inmobiliaria, ahora son el país donde la gente está más endeudada del mundo (en proporción a sus ingresos). La deuda per cápita es el doble que la de un español (es decir, si un danés gana 80.000€ al año y un español 20.000€, la deuda del español promedio es de 30.000€ y la del danés de 240.000€).

Otro mito sutil, en un país que ciertamente está lleno de atractivos, es el de su ecologismo. Aunque es a veces obsesivo, suspenden en las estadísticas por una desafortunada razón: la mayor empresa de contenedores de transporte marítimo del mundo, Maersk, es danesa. Esto lleva a que Dinamarca sea el cuarto país más contaminante del mundo, sólo por detrás de tres países del Golfo Pérsico. El transporte marítimo de mercancías es simplemente el factor contaminante más importante de todos, y muy de largo.

Islandia

Islandia es uno de los países menos mencionados cuando se habla del éxito nórdico, por múltiples razones. Tiene una naturaleza única en el mundo, pero no deja de estar físicamente aislado en una Europa muy conectada y con una población tan pequeña que la hace ser casi irrelevante.

Islandia fue devastada por la crisis financiera de 2008 que prácticamente les hizo viajar en el tiempo económicamente unos 30 años atrás. El gobierno decidió hacer un “simpa” de la deuda de los bancos, algo que se ha contado de formas muy peculiares en la prensa española, como ejemplo de gobierno valiente. Es, sin embargo, un proceso que sólo está en el principio. Básicamente el país está tratando de reorganizar su economía como puede. La idea de que todo el mundo viva del sector bancario, que les hizo vivir una prosperidad ficticia durante un par de décadas, les ha llevado a un proceso de reestructuración brutal. Ni siquiera se sabe si ese país volverá a ser significativo en algo – aparte de por sus majestuosos paisajes.

Islandia, con una población de 330.000 habitantes, tiene problemas específicos por la falta de habitantes. Casi todo el mundo tiene dos profesiones o más. Cualquier ‘Talent Show’ de televisión no acaba funcionando por falta de participantes. La prensa es irrisoria y al mismo tiempo, está manipuladísima, controlada por muy pocas personas.

No obstante el libro indica un par de curiosidades que merecen ser resaltadas:

Islandia consiguió su independencia indirectamente gracias a la Alemania Nazi. Islandia era territorio danés. Alemania invadió Dinamarca y los aliados ocuparon Islandia para evitar que fuera tomada. Aprovechando la coyuntura, los islandeses declararon la independencia.

Pero si hay un dato preocupante sobre este país es el hecho de que una parte elevadísima de la población cree en los duendes. Rodeados de volcanes, aguas termales y todo tipo de rarezas naturales, los islandeses están muy acostumbrados a mantener extraña relación con las fuerzas de la Madre Naturaleza. Un estudio del 2007 reveló que un 32% de la población pensaba que la existencia de los duendes era posible, un 16% la consideraba probable, mientras que un 8% la daba por totalmente segura. Esto en un país donde cree en Dios apenas un 45% de la población. Por desquiciado que parezca, cualquier proyecto de envergadura que implique grandes alternaciones en la Naturaleza, debe contar con consultores que opinen si el proyecto es ‘duende friendly’.

Noruega

Este es el país del milagro económico en forma de petróleo. Noruega es uno de los mayores productores de crudo del mundo y además tiene reservas previstas para muchos años. Intentar comparar sus condiciones laborales o sociales con cualquier otro país es un ejercicio infantil, que sin embargo tenemos que ver a menudo en la prensa española.

Un país productor de petróleo tiene una industria equivalente a una impresora de dinero. Se genera un beneficio puro, enorme y casi sin riesgo, que puede distribuirse de muchas formas a toda la sociedad. La mayoría de los países, sin embargo, acaban embriagados por esa economía fácil, que permite todo tipo de errores y abusos. Noruega ha administrado sabiamente gran parte de sus ingresos del petróleo, creando un fondo de inversión nacional. Este fondo es tan grande que posee ya el 1% de todas las empresas cotizadas del mundo y un 2% de todas las europeas.

Noruega siempre se ha caracterizado por ser el país donde no se ha caído en la indolencia de los petrodólares. Pero esto simplemente no es del todo cierto. También Noruega sufre la vida cómoda del petróleo. Casi todos los trabajos que tienen algo incómodo son relegados a extranjeros, principalmente suecos. Los niveles de absentismo laboral son bastante elevados, nadie se esfuerza demasiado. Tampoco los niños, que tienen puntuaciones bastante mediocres en los test comparativos con otros países. Y lo que es peor, su posición no para de bajar en dichos rankings.

Es un país plácido, donde nunca pasa nada. Apenas hay gente en prisión (3.500 personas en total), la tasa de asesinatos es ridículamente baja. Anders Breivik, con un solo atentado, multiplicó por dos la tasa nacional de asesinatos en ese año.

Es cierto que con Noruega cuesta encontrar hasta qué criticar. Son un país muy metido en sí mismo. Los más tímidos de todos los nórdicos – que ya es decir. Un defecto poco conocido: la empresa estatal petrolífera es tan poderosa, que acaba siendo la que dicta las relaciones internacionales del país. Es un lobby más grande que el propio gobierno.

Finlandia.

Finlandia es el paraíso de los estudiantes de primaria. Siempre mencionándose que tiene el mejor sistema educativo del mundo, lo cual es por un lado una exageración: el informe PISA sólo mide la calidad de la enseñanza a los estudiantes de primaria – y las universidades finlandesas no son especialmente buenas, y por otro lado es mentira: es el primer país europeo, o de la Unión Europea, pero Singapur o Hong Kong obtienen los mejores resultados mundiales.

Cuando se trata de entender las causas del éxito educativo finlandés, se suele hablar de profesores muy bien preparados, y aulas con pocos alumnos. El autor del libro apunta a dos razones inesperadas por las que su educación es mucho mejor: tienen muy pocos inmigrantes, y los que hay están repartidos de forma bastante uniforme. Esto fomenta que no haya manzanas podridas que arruinen la media de la clase. Y es que los niños inmigrantes suelen tener problemas en los primeros años en que tienen que adaptarse a un país e idiomas nuevos. La otra causa es quizás la más sorprendente y contraintuitiva: el idioma finlandés es muy fácil.

Una llamativa característica del idioma es que no hay forma futura para los verbos. Es algo que está en cierto modo en la esencia del país. En español tenemos el subjuntivo, una forma verbal no presente en otros idiomas. El subjuntivo “expresa una acción, un proceso o un estado como hipotético, dudoso, posible o deseado”, algo muy relacionado con la forma de ser de España y América latina. Pero para Finlandia, el futuro hipotético no tiene sentido.

Mientras que en inglés o alemán puedes decir “Voy a hacer esto o aquello”, o “Yo habré hecho eso”, un finlandés dice, “¿Cómo puedes confiar en gente que tiene diferentes formas de hablarte del futuro? O lo vas a hacer, y se considera cosa hecha, o no”.

La simplicidad aparente de su idioma se muestra de forma meridiana en los alumnos suecos. Finlandia tiene también el sueco como idioma oficial. Una gran parte de la población lo usa como primera lengua. Sin embargo las escuelas en zonas donde el sueco es el principal idioma obtienen notas mucho más bajas, casi en la media europea, en los estudios de calidad de la enseñanza. El hecho de que el 99% de los niños de las escuelas en finlandés ya hable el idioma, es determinante.

Un curioso estudio inverso, preguntaba a los alumnos si les gustaba su sistema educativo. Los escolares finlandeses, a pesar de tener su famoso sistema, eran los que menos felices estaban a la hora de tener que ir a clase.

Finlandia es un país lleno de rarezas y contradicciones, quizás el más fascinante de todos los países presentados en el libro. La gente habla tan poco que roza lo patológico, especialmente los hombres. Se entregan generosamente al alcoholismo y son de suicidio fácil. Cuando beben, los hombres se vuelven bruscos: sexualmente agresivos y algo violentos. Al mismo tiempo, es el país donde más helados se consumen de toda Europa. Y donde más se baila tango de todo el mundo, por delante incluso de Argentina.

Los finlandeses son personas muy trabajadoras, sufridas y valientes. Tuvieron su propia guerra civil en 1918, pero no han lloriqueado – y espero que tampoco hayan hecho tantas películas – como en España. Se han enfrentado a Rusia y Alemania durante las Guerras Mundiales, mientras el resto de países nórdicos elegía la forma en que bajarse los pantalones. Aún hoy en día ejercen de tapón entre Europa y Rusia, evitando caer en la trampa de Ucrania, con una diplomacia silenciosa, pero con un par de cojones.

Suecia.

Todo el rato el libro está adelantando datos sobre Suecia, el plato fuerte, el más nórdico de todos los países nórdicos. Pero cuando llegan sus propios capítulos, resultan bastante flojos y decepcionantes – el nivel general del libro es muy alto.

Suecia es el país que ha acogido el mantra de la acogida masiva de inmigrantes y que se permite dar lecciones morales al resto de Europa. Una posible causa de esta cruzada es tratar de lavar su imagen internacional. Con la excusa de la neutralidad, miraron para otro lado cuando la Alemania de Hiler invadía Dinamarca y Noruega. También ignoraron a Finlandia, cuando esta era masacrada por Rusia – los finlandeses, aún sabiendo que perderían estrepitosamente, se enfrentaron hasta las últimas consecuencias con Rusia. No estamos hablando de que Suecia ignorara a países vecinos y amigos, estamos hablando de países hermanos que habían sido territorio sueco no hacía mucho tiempo. Además Suecia se lucró sin ningún tipo de escrúpulos en estos tiempos de guerra. El paso de los años no ha hecho sino airear más sus vergüenzas: aparecer en el mapa como neutral no es suficiente.

El mayor problema de Suecia es, sin lugar a dudas, el pensamiento único. Sólo hay una forma de ver las cosas, la disidencia de pensamiento no está permitida. Hay una lectura única ante todos los problemas y los hombres, mujeres, niños y ancianos, son prácticamente idénticos en todo. El Estado suplanta los roles que anteriormente eran desarrollados por la familia.

Suecia tiene una de las economías más sólidas del mundo, bien diversificada, eficiente y productiva. Un ejemplo casi perfecto de cómo deberían hacerse las cosas. Pero no está exenta de grandes problemas. No se permite criticar la política de inmigración – quien piense que no es adecuada, debe ser sin lugar a dudas de extrema derecha.

La incómoda verdad del multiculturalismo sueco es que los inmigrantes y solicitantes de asilo son responsables de una cantidad desproporcionada de los delitos que se cometen en el país, especialmente crímenes violentos, sobre todo violaciones. En el libro “Fishing in Utopia” Andrew Brown escribe: Uno de los tabús que no se pueden mencionar en la sociedad sueca es que las tasas de delitos entre inmigrantes y sus descendientes son de al menos el doble que la población nativa – los inmigrantes cometen más de cuatro veces más asesinatos que los suecos y más de cinco veces más violaciones.

Pero en Suecia, quejarse está mal visto. Durante el parto, las mujeres tratan de gritar lo menos posible, y a menudo suelen preguntar, cuanto han terminado, si se han quejado demasiado. Se muestran muy orgullosas cuando les dicen que no. La gente evita todo tipo de situaciones comprometidas, por triviales que resulten. Subirse en el ascensor con desconocidos, que quizás puedan iniciar una conversación, les trae de cabeza hasta el punto de preferir usar las escaleras.

Suecia tiene la tasa de divorcios más alta del mundo, el mayor número de hogares unipersonales del mundo y es el país donde más ancianos viven solos. Para ellos, uno debe resolver sus propios problemas y sufrirlos en silencio. En Suecia estas estadísticas no se consideran negativas, sino todo lo contrario. No obstante ahora lideran una de las más preocupantes de todas: Suecia, el país donde más se ha luchado por la igualdad, es el país europeo donde se producen más violaciones.

Un comentario en «Los nórdicos, la gente casi perfecta»

  1. Viví en Suecia un tiempo, en los 80. Dejémoslo en que el sueño de un sueco es jubilarse y venirse a vivir a España. Por cierto, quizá la igualdad entre sexos en Suecia se deba a que su idioma sólo tiene dos géneros, neutro y común. Masculino y femenino son del sueco arcaico.

    En cuanto a Islandia, recuerdo un reportaje con una entrevista a una islandesa en los 80. Se aburren. Se aburren tanto, que terminan recurriendo al sexo por el sexo. Y también acaban aburriéndose.

    Si supiéramos, no creo que nos cambiáramos por ellos.

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