Si hay algo que me ha sorprendido de la visita al zoológico ha sido el papel de los animales que había fuera de las jaulas. Es una auténtica vergüenza cómo se comportaban. Las normas del lugar son simples, apenas alcanzan a dos: no se acerquen a los animales, no les den comida.
Sin embargo, veías al típico matrimonio con un hijo pequeño en el que los padres se afanaban por hacer llegar las sobras de su bocadillo a los leones u otros animales.
Este tipo de dejadez ante las normas blandas me parece abochornante. Siempre he pensado que en España hay una tendencia inevitable hacia el delito, y esta es la causa del retraso económico y cultural de país. Estamos acostumbrados a saltarnos los semáforos, a fumar donde está prohibido. No nos van a meter en la cárcel por eso.
Pero también somos amigos de la receptación – comprar objetos que a ciencia cierta sabemos que son robados- al pillaje ante el camión accidentado. A no decir a la cajera que sé ha equivocado con el cambio( y ella tendrá que pagarlo de su sueldo posteriormente).
Creo que la gente no mata y viola simplemente por miedo a la cárcel, no por respeto a lo establecido. Por eso, cuando veo que un politico ha cogido algunos cientos de millones de euros, entiendo que cualquier otro, en su lugar, habría hecho lo mismo.
Al hilo de los bárbaros de que hablaba, había algunas salas cerradas, como la de las serpientes e insectos, en que había un ruído ensordecedor, causado por la gente gritando, que no paraba de golpear los cristales para llamar la atención de los animales. Y de dispararles flashes. Desde luego, somos la especie más fuerte, pero no la más inteligente.
Un comentario en «Animales de bellota»
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¡Pero fíjese usted, mi amigo, que lo mismo (pero exactamente lo mismo) decimos los argentinos de nosotros mismos. Cámbiele a su texto los signos monetarios, y es lo mismo que oye en cualquier bar de por acá