El hambre
A diferencia de casi todas las demás dietas que existen, la dieta Shangri-La no elige una serie de alimentos, o combinaciones de ellos con el objetivo de perder peso. La dieta Shangri-La no es más que un método para controlar las ganas de comer sin grandes sacrificios, sin esfuerzos de voluntad titánicos. Es la dieta más sorprendente que existe y por ello todavía no es muy conocida – tal vez nunca lo sea.
Cuando oyes los principios de la dieta sólo puedes pensar “me están tomando el pelo”. Seth Roberts, el descubridor de la misma, llegó a ella a través de un camino bastante curioso: tomando una coca-cola en París.
El descubrimiento
Seth iba a Serbia desde los Estados Unidos. Y claro, hay que hacer alguna escala. Como todo paleto americano decidió parar en la capital de Europa: París. Pasó una semana allí antes de marchar a Serbia.
Seth acostumbraba tomar una coca-cola light con la comida, algo también muy americano. Sin embargo fue a un sitio donde no tenían tan universal bebida. Tuvo que pedir una coca-cola convencional. Para el que no lo sepa, la coca-cola es diferente en cada país del mundo, adaptándose a los gustos de cada región. A Seth el refresco le supo extraño. Terminó su comida y como todo turista pasó a dar interminables caminatas por la ciudad del amor.
A Seth le extrañó que a pesar del esfuerzo físico no tenía apenas hambre. Durante su semana en París la situación perduró. Tomaba la extraña coca-cola y luego no tenía hambre. Como Seth es de la Hermandad del Puño cuando no tenía hambre no comía. Quién haya estado en París sabrá que es una medida altamente recomendable para la economía. Al término de su semana en Francia Seth había perdido peso.
Seth era un psicólogo profesor de una prestigiosa Universidad estadounidense, Berkeley. Berkeley es a la Universidad Completense de Madrid lo que la Universidad Completense de Madrid a una Universidad de Afganistán. Seth Roberts daba un curso anual sobre alimentación. Así que tenía suficientes conocimientos para entender que pasar de tomar la coca-cola light a la versión con azúcar no podría servir ni para perder peso ni hambre.
Tras consultar la bibliografía al respecto, hablar con colegas y experimentar consigo mismo, llegó a enunciar la dieta que le permitió perder el sobrepeso que tenía: La dieta Shangri-La.
El método
La forma de llevar a cabo la dieta es lo más anti-intuitivo del mundo. Cuando tengas hambre y no sea la hora de comer, bebe un vaso de agua con azúcar. Sólo agua y azúcar, nada más. Dos o tres sobrecitos de azúcar por cada vaso, generosamente nos gratificamos con unas 120 calorías.
Lo que enuncia la dieta son dos puntos:
– Que esas calorías extra no serán almacenadas por nuestro organismo.
– Que se nos quitará el hambre y a la hora de la comida nos saciaremos antes.
Con esos dos principios, se pierde peso. Porque al final estamos tomando menos calorías de las que necesita nuestro organismo y este tiene que recurrir a las reservas de grasas.
En su libro sobre la dieta, Seth lo explica sin sensacionalismos de ningún tipo: si sigues la dieta y no se te quita el hambre, entonces no funcionará contigo así que olvídala. No es una de esas dietas que buscan el milagro a largo plazo. Si en una semana no tienes menos hambre durante el día es porque no vas a adelgazar con la dieta Shangri-La.
Cómo funciona
La clave es la relación que establece el cerebro entre el sabor y las calorías. Según el autor, nuestro cuerpo tiene un mecanismo de control interno del peso. Ese mecanismo está en constante desequilibrio. Unas veces nuestro cuerpo trata de aumentar un poco de peso – lo más habitual – otras veces de bajarlo, del mismo modo que un termostato.
Como forma de control está el sabor de los alimentos. El cerebro relaciona alimentos con sabores más poderosos con más calorías. Y no se equivoca. Sin embargo la dieta Shangri-La establece un cortocircuito: tomamos calorías sin ningún sabor.
El cerebro empieza a perder su punto de control y llega un momento en que se equivoca. Y decide perder peso. Da menos señales de hambre.
La coca-cola extraña de París tuvo ese efecto. Ante un sabor desconocido, la mente no supo responder a la asociación de calorías y sabor. Se produjo el cortocircuito.
Insisto en que la dieta no hace milagros. Si tienes menos hambre tienes que comer menos. Si ignoras las señales de tu cuerpo, señales que tanto trabajo ha costado manipular, te pondrás como una vaca gracias al exceso de calorías del agua con azúcar (azúcar con generosidad).
Cómo tomar el azúcar
La regla fundamental es evitar que el cerebro relacione el agua con azúcar con las calorías que contiene. Según cuenta Seth Roberts el sólo sabor a dulce, sin nada más, no establece relación calórica. El sabor dulce sin más es relativamente natural, como el del agua pura. Es complejo y no merece entrar en detalles, para eso está el libro de la dieta Shangri-La.
Si queremos romper la relación hay que seguir estos simples principios:
- No tomar el agua con azúcar hasta por lo menos una hora después de la última comida.
- No tomar el agua con azúcar hasta por lo menos una hora antes de la próxima comida.
- No tomar nada que tenga sabor en ese lapso de dos horas.
- El agua se puede y debe beber con tanta tranquilidad como se desee, como si de un refresco se tratara.
- No se puede uno lavar los dientes. Nada con sabor en esas dos horas.
- Agua y azúcar. Ni té, ni nada que tenga el más mínimo sabor.
No sólo de azúcar vive el hombre
Gracias a testimonios de algunos seguidores de la dieta, Seth Roberts llegó a la conclusión de que el azúcar era lo de menos. Una versión tan buena como esta es la de tomar una cucharada de aceite. En lugar del azúcar, aceite. Eso sí, nada de aceite de oliva extra virgen del pueblo. Aceite que tenga el menor sabor posible. El autor de la dieta oyó esta variación a su dieta, no dudó en practicarla y ahora es la versión que recomienda, por su comodidad y baratura (menudo agarrado que es el amigo).
El aceite tiene que ser del sabor más suave posible, hay una versión de aceite de oliva que se llama extra light que apenas si tiene sabor (y tiene las mismas calorías que el otro, el light es por el sabor). Esa es la que hay que comprar.
También podría tomarse aceite de girasol pero aquí nos estaríamos dando un buen empujón de omega-6 (una de las grasas de las que no se debería abusar). También se puede tomar aceite de colza, pero ese aceite está absurdamente proscrito en España. La versión que usa Seth Roberts es la del difícil de encontrar aceite de semillas de lino. Este aceite tiene la ventaja de ser la mayor fuente de omega-3 del planeta Tierra. Eso sí, tiene un sabor que conviene disimular tapándose la nariz mientras se traga el aceite.
Los resultados
No voy a escribir sobre un método que no haya probado. Afortunadamente no tengo problemas de sobrepeso así que sólo hablaré de lo que he comprobado: el hambre desaparece por completo. Ahí queda en la mano de cada uno el aprovechar o no está circunstancia. Seth Roberts no duda en recomendar el combinar su dieta con alguna otra que sea relativamente eficaz. Por supuesto la mejor es la que haya puesto un médico. Pero esas dietas suelen fallar porque no luchan contra el hambre, el mayor enemigo del que está a dieta.
El problema principal es el que apunta el autor, uno tiene la sensación en la boca de que desea morder algo. Pero ya no es algo que viene del estómago. Se puede calmar con chicles.
El libro
Todos estos detalles y muchos más se explican en el libro de Seth Roberts. Como es un libro que está en inglés y que probablemente nunca será traducido al español, si tenéis alguna duda podéis preguntar en los comentarios y recibiréis respuesta.
Seth Roberts es un tipo realmente interesante. Tiene un blog que no es el típico blog de famoso, es un blog que actualiza a diario con varias entradas. Y habla sobre muchas cosas, de hecho apenas si habla ya de su dieta, ahora está enfrascado en evaluar las ventajas del omega-3. En lugar de los costosos y ridículos métodos científicos tradicionales (consigue 300 voluntarios, a la mitad les das un placebo y a la otra mitad les das un medicamento para ver si cura algo y si no el experimento no ha servido de nada) usa la autoexperimentación. Se toma un producto y mide los resultados: en función de eso analiza posibles utilidades de ese producto y a continuación amplia sus hipótesis. Es un método low-cost de investigación que aunque desprestigiado es muy eficaz. Su dieta tiene varios miles de felices adeptos.
Sus resultados con el omega-3 son muy interesantes sugiriendo que es uno de los complementos más prácticos para la alimentación. Eso sí, nada de subproductos de Puleva: una cucharada de aceite de semillas de lino tiene tanto omega-3 como dos garrafas de leche omegatresística.
Seth Roberts es un blogger de pro. Su libro está lleno de opiniones tomadas de blogs y de foros. Nada de típicas historias de teletienda (antes pesaba 150 kg, ahora peso 60, soy modelo y me he casado con un millonario). Y lo mejor de todo es que en su propio libro pone links a dichos comentarios. Además expone las opiniones negativas, algunas de las cuales le ponen de cuarta y media. Todo con links.
Más información:
El libro en español: Se puede comprar por correo en una librería de Málaga. O probar suerte con Iberlibro.
El libro Shangri-La diet, en Amazon (en inglés).
El blog de Seth Roberts (en inglés).
Los foros de la dieta Shangri-La (en inglés).
Seth Roberts es un tipo muy simpático y responde a cualquier pregunta ya sea por e-mail o en los comentarios a su blog. Le pregunté algunas antes de leer su libro y me respondió gustosamente. De hecho me ha confirmado que existe una versión en castellano.
Nota: No me llevo un céntimo por todo esto. Si compráis el libro por ese link que pongo seguramente el beneficiado sea Seth Roberts (que es el referred). En cualquier caso decir que no me temblaría nada por el cuerpo si tuviera que poner post de publicidad encubierta.
Artículos relacionados: