El penúltimo robo de Bankia

Los que compraron acciones de Bankia, o participaciones preferentes, han sido engañados, más o menos conscientemente, una y mil veces, hasta sustraerles casi todo su dinero.

300.000 euros en acciones, compradas el día de la OPV (oferta inicial), valen ahora algo así como 5.000 euros, si se venden a precio de mercado. En eso han tenido mucha peor suerte que los inversores de preferentes, que pelean por conseguir algún tipo de compensación. 300.000 euros de preferentes valían hoy 75.000 euros.

Los que tenían participaciones preferentes por fin pueden acceder a algo de dinero, una cantidad ridícula, pero que por lo menos pueden llevarse al bolsillo, tras meses de enormes incertidumbres.

No se sabe qué será de ellos, posiblemente tengan opciones de ganar las reclamaciones que han puesto. Es curioso que en estos casos, se premiará a la estupidez. Si eres analfabeto, muy mayor, con pocos estudios, tus opciones de recuperar dinero son mayores que si tienes algo de formación. Y en todos los casos han sido engañados por igual, porque simplemente el banco les habló de unas condiciones que no eran ciertas, en todos los casos.

El caso es que ahora surge una situación realmente grotesca, y es que los preferentistas de Bankia podrían perder mucho más dinero en caso de que ganaran sus reclamaciones. Y me explico:

Un preferentista que hoy haya recibido sus acciones, las habrá vendido en muchos casos al precio ridículo actual, en torno a los 0.5 euros. Y seguirá reclamando, como debe. Pero si el juicio se acaba retrasando mucho, y por uno de los muchos imponderables de la bolsa, resulta que Bankia se revaloriza mucho, puede llegar el día del veredicto, en que un juez de la razón a ese pequeño inversor, condenando a Bankia a devolverle todo su dinero.

El juez le devuelve su dinero, pero él a cambio, tiene que devolver lo poco o mucho que le haya dado Bankia a cambio. Que en este caso, serían las acciones. Y como las vendió hoy, o tal vez mañana, tendrá que comprarlas de nuevo. En la bolsa, al precio que coticen entonces, no al que él las vendió, sea el que sea.

Y es entonces cuando puede darse la situación de que el precio sea elevado, en proporción al actual. Hasta el punto de que el inversor puede verse en otra situación delirante: tener que pedir prestado dinero para comprar acciones de Bankia, caras, y así recuperar su dinero contante. Pero en este caso, si las acciones son caras, la diferencia respecto al precio actual de venta, pueden significar que quizás pierda un porcentaje elevado de su dinero. No es nada improbable que las acciones valgan dentro de unos meses hasta el doble que ahora, sobre todo teniendo en cuenta que la demanda potencial aumentaría. En tal caso, este inversor habría perdido el 50% de su dinero aún en el caso de que ganara su reclamación(!), más los costes derivados de conseguir el dinero para recomprar las acciones y las costas judiciales.

Es muy poco probable, pero no imposible, que ese inversor se encuentre incluso en la situación de que pierda más en caso de ganar la reclamación que si la pierde. Siempre bajo el supuesto de que vende las acciones en estos primeros días, y esté a la espera de una reclamación, y tenga la suficiente cara de tonto como para esperar ganarla.

Así, aunque en otros lugares se diga lo contrario, recomendaría a los preferentistas que han obtenido acciones que no las vendan. Para evitar un mayor sufrimiento, una mayor incertidumbre, al sufrir viendo cómo sube la cotización de unas acciones que no tienen. Porque sucede justo lo contrario de lo que se ha dicho: muchos venden para “pasar página” y cerrar la herida, pero la verdad es que mientras se esté a la espera de la resolución, la situación es incierta y peligrosa.

Para los que ya han liquidado al muerto, vendiendo las acciones, que tengan cuidado si leen esta historia. Pueden pensar “si las vendí a 0.50€ pero surge la oportunidad de comprarlas a 0.25€, lo hago y si en un futuro gano la reclamación, podré devolverlas incluso ganando algún dinero”. Porque en este juicio, cuanto más pardillo se sea, menos inversor, mejor. Y es que el principal argumento de la defensa es ese, tratar de justificar que el afectado no es tan tonto como parece.

Cuidado entonces, si has perdido mucho hasta ahora, podrías aún perder más. Y es que Bankia no da alegrías ni aún ganando.

El enlace

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Casi todos los que tenemos un blog recibimos de tiempo en tiempo grotescas propuestas de colaboración. Te piden un intercambio de enlaces con una página de pagerank 4, pero luego consultas esa página y ves que no sólo no tiene dicho pagerank, sino que el dominio está baneado en las búsquedas de Google. Gente que escribe con decenas de faltas de ortografía y que te sugiere negocios grandilocuentes, propuestas de posicionamiento a un precio razonable. Son ofertas tan malas, que en la mayoría de los casos ni se responde que no interesa.

Uno de esos correos, un poco mejor que el resto, me hablaba de que un cliente estaría muy interesado en incluir contenido en mi página. Era una de esas propuestas que sabes que no llegarán a nada, porque habla en términos vagos. Sabes que lo mismo que te dicen a ti, se lo han dicho a miles de personas, es un correo electrónico que no tiene nada personalizado.

El caso es que respondí, y para mi sorpresa me llegaron a concretar una oferta específica. Si incluía un enlace determinado dentro de una artículo que había publicado, me pagarían un dinero. No tenía que escribir un artículo alabando un producto, no tendría que manipular textos que contuvieran la frase Acai Berry barato. En un artículo donde una frase decía “…como el del bingo”, había que cambiar la palabra “bingo” por un enlace a una página de bingos, sin modificar el texto.

Me ofrecían pagar 30 dólares al mes por dicho enlace, pagando por Paypal – que es como decirte pagarte en negro. Desde el punto de vista del posicionamiento web era una propuesta poco ventajosa para ellos. El artículo no estaba enlazado en ninguna parte, como casi todo lo de aquí, aunque hay honrosas excepciones. Alguna vez he escrito que regalaba enlaces en todas las páginas del blog a quien lo solicitara (ahí tenéis la poco consistente barra de enlaces del lateral). El caso es que esta empresa quería pagar eso y sin dudarlo acepté. Con un mes que pagaran, ya sería rentable, y si no lo hacían, quitaría el enlace.

El primer ingreso fue una inesperada alegría. Aunque en esas cosas se sabe que el engaño acaba llegando por alguna parte. Quizás en el segundo mes. Pero en el segundo mes, también llegó.

Los pagos eran imprecisos, uno el 20, otro el 24, al siguiente mes era el día 17. Pero siempre llegaban. Hasta que, sin más, dejaron de hacerlo.

Había cobrado seis meses, el negocio era redondo. No iba a dar una pataleta de niño pequeño, les escribí un correo cortés explicando que hacía un mes que no me pagaban, y que ya se acumulaban dos pagos pendientes. Que estaba encantado con el acuerdo, pero que si no me decían nada, quitaría el enlace.

Antes de una semana me respondieron. Habían cambiado el sistema de pagos, pero ya estaba solucionado. Pasaron unos días más y me pagaron los meses atrasados. Y luego, volvió la normalidad, hasta el punto de que dejé de esperar dichos pagos.

Mientras, me seguían llegando ofertas de intercambios gratuitos, de escribir en mi blog artículos gratis (pero plagados de enlaces y contenido que no interesa a nadie). Todos los ignoraba.

Pasado más de un año me llegó un correo de esta empresa. Había que cambiar sutilmente la página a la que apuntaba el enlace. Ni el texto, ni hacerlo más ostensiblemente. Simplemente, cambiarlo. Así lo hice. El dinero siguió llegando. Y me olvidé de él.

Hace unos días, revisando el saldo de Paypal, me di cuenta de que llevaban meses sin pagar. Era extrañísimo, porque el mes de diciembre lo habían pagado a mediados de enero, y luego, nada. Les volví a escribir, esperando que fuera otro cambio del sistema contable. No me respondieron. Comprobé su página web, no sería una sorpresa que hubiera dejado de existir. Pasa a menudo. Pero no, tenía un aspecto más profesional que nunca.

Nada de rabietas, les volví a escribir un correo, explicando que era el segundo, que faltaban los pagos X, Y, Z. Que me encantaba ese enlace, pero que más me gustaban los 30 dólares. Nunca respondieron.

Sin embargo, me llegó el pago por Paypal. Las cantidades atrasadas. Y una nota, indicando que habían finalizado el acuerdo con el anunciante. Que era libre de borrar el enlace.

Esa empresa intermediaria me pagó 540 dólares por tener un enlace en mi página durante menos de dos años. Este tipo de empresas llegará a miles de acuerdos similares, en algunos casos una persona tendrá en sus páginas decenas de enlaces comprados a precio de oro. Puesto en el papel del anunciante, me imagino las brutales facturas que tendrán que hacer frente para conseguir un posicionamiento adecuado. Lo peor de todo es que, pasado el tiempo, si dejan de pagar a la agencia, pierden todos los enlaces y con ello, el trabajo conseguido.

El posicionamiento web es un negocio de alquiler, no pagas por estar en determinada posición, sino por estar ahí hoy. Y el mes que viene, si sigues pagando.

La agencia intermediaria tuvo un tratamiento excelente, profesional, mejores pagadores que escribidores de emails. Ellos me buscaron, me avisaron de cuando acabó todo. Tuvieron sus fallos y gitanadas, pero que ellos mismos arreglaron.

Todavía no he borrado el enlace, pero os aseguro que lo haré. Porque me interesa que empresas de ese tipo sigan pagando por sus enlaces. He escrito este artículo para que sepáis que entre tanta oferta turbia, alguna es de verdad.

Notgeld

Una de las entradas más interesantes de esta página es, a mi juicio, la que trata sobre los billetes grandes, de tiempos inflacionistas.
Lo que no conocía es que en estos periodos inflacionistas también se imprimían monedas por importes gigantescos. De venta en Ebay, esta moneda de cinco millones de marcos alemanes (dos millones y medio de euros actuales. Por supuesto, sin contar la inflación).
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En la moneda dice Notgeld. Dinero de emergencia.
La entrada de la Wikipedia sobre este tipo de dinero, normalmente en forma de billetes, es interesante:

La primera gran tirada de Notgeld se inició con el estallido de la I Guerra Mundial. Debido a la inflación – causada por el coste de la guerra – el valor del material con el que se acuñaban las monedas era más alto que el que indicaban éstas. Muchas instituciones comenzaron a atesorar monedas. Además, el metal necesario para acuñar monedas era requerido para la producción de artículos militares. Esto provocó una enorme carestía de metal para monedas, que se solucionó emitiendo billetes de pequeñas cantidades.

Como estos billetes eran muy coloridos, pronto se hicieron el objetivo de los coleccionistas. Y en el momento en que las entidades emisoras se dieron cuenta de esta demanda, continuaron imprimiéndolos más allá de la necesidad económica hasta bien entrado 1922. ¡Con cierta frecuencia el periodo de validez del billete había expirado cuando este salía de las imprentas!

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El anterior billete es una muestra de esta tomadura de pelo. La cantidad es irrisoria: 75 pfennings, menos de un marco. Pero es que además es un número inexacto, no suele haber monedas y billetes de 75 lo que sea. Para colmo, la imagen es un recaudador de impuestos que solicita el pago a un pobre diablo que no tiene nada con qué pagarle. Este tipo de dinero virtual es el llamado Serienschein.
Los Serienschein son lo más parecido a dinero del Monopoly que jamás haya existido. Cierto es que en tiempos de gran inflación había billetes que no valían nada. Pero estos billetes van más allá: nacían sin la intención de que siquiera valieran algo. Y además, hasta los dibujos eran poco serios, como si no se quisiera que parecieran reales.
Como regalo, un billete de tren. Dos millones de marcos son un millón de euros actual.
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Las monedas y billetes antiguos, lejos de lo que pudiera pensarse, suelen tener precios de risa. Aunque ahora nos hablen de inflaciones terroríficas, podemos comprar en Ebay un billete de 25 millones de euros por 2,5 dólares, o 1,6 euros. ¡Menos de lo que cuesta una torrija!

Esta foto es un excelente complemento a la que circula por todas partes, donde se quema dinero porque es más barato que carbón. Qué tiernos los niños jugando con sus fajos de billetes.

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