De la dificultad de publicar un libro

Su comentario social y el uso magistral del estilo indirecto y la ironía hicieron de Jane Austen una de las más influyentes y reconocidas novelistas de toda la literatura inglesa.

Para muchos profesores universitarios sus obras se encuentran entre las de los mayores genios de la literatura inglesa, a veces incluso llegando a ser comparada con Shakespeare.

Sus seis novelas han sido llevadas al cine, algunas con enorme éxito como Pride and Prejudice y muchas de ellas con sucesivos remakes.
II
David Lassman de 43 años, es un desconocido escritor inglés. Hace pocos meses terminó su primera novela, Freedom’s Temple. Entonces inició el peregrinaje por las editoriales tratando de encontrar un editor que quisiera publicar su libro.
Recibió cartas de rechazo de todas las editoriales a las que consultó. Tras recibir tan severo varapalo, decidió comprobar si la culpa era de su libro, que no era bueno, o simplemente de su anonimato.
David Lassman escribió una nueva novela, bajo el seudónimo de Alison Laydee. Esta segunda novela apenas si le llevó tiempo escribirla. En realidad se limitó a copiar los primeros capítulos de tres de las novelas más conocidas de Jane Austen: Pride and Prejudice, Northanger Abbey y Persuasion.
No fue mucho más sutil. Cambió el nombre de los personajes de la novela y el título del libro a First Impresions. Y se sentó de nuevo a esperar.


III
David Lassman esperaba no recibir respuestas. O cartas que reconocieran el desmesurado plagio. Sin embargo, recibió simplemente cartas de 18 editoriales, rechazando su trabajo. Sólo una de ellas reconoció el burdo plagio.
Penguin, una de las principales editoriales inglesas, le envió una carta en que indicaba que su trabajo:

Es realmente original y una lectura muy interesante.

Pero que lamentablemente tenían que rehusar su publicación. Lo más macabro del asunto es que Penguin acaba de publicar en el 2006 una nueva edición de la obra de Jane Austen, Pride and Prejudice.
David Lassman contaba con el rechazo masivo, pero no con que las editoriales no fueran capaces de reconocer estos trabajos. Entonces contó su historia a la prensa.
Cuando la editorial Penguin comenzó a notar que el asunto podría perjudicar su imagen, decidió contar la verdad por medio de un portavoz:

Lo más probable es que su novela no haya sido siquiera leída. No tomamos ninguna novela que no venga presentada por un agente.

El resto de editoriales se expresaron en términos similares: no es que no se hubieran dado cuenta, es que preferían evitar los problemas y respondían con una carta modelo. Al fin y al cabo cada día rechazan cientos de novelas.
La respuesta del único editor que reconoció la obra, fue bastante mordaz:

Te sugiero que localices una copia de Pride and Prejudice. Seguramente la encontrarás cerca de tu máquina de escribir. Comprueba que las primeras páginas no coinciden demasiado con el inicio de tu libro. Después de todo, existe una cosa llamada plagio y sería una pena que te vieras envuelto en problemas con los herederos de Jane Austen.

IV
La idea de David Lassman de enviar una novela copiada tampoco era original. Un par de años antes, el equipo del Sunday Times había desarrollado un experimento similar, sin llegar al descaro de copiar a una de las escritoras más reconocidas.
En este caso escogieron una de las principales obras de dos autores británicos contemporáneos de fama mundial:
Stanley Middleton, nacido en 1919, ganó en 1974 el Booker prize, uno de los mayores galardones para una novela en lengua inglesa.
V. S. Naipaul, nacido en 1932, ganó en el 2001 el Premio Nobel de Literatura.
El proceso fue similar al experimentado por David Lassman: enviaron las novelas (ambas) a 20 editores y agentes literarios y se sentaron a esperar.
En este caso, ninguno reconoció el plagio. Y sólo una agente literaria, Barbara Levy, mostró interés por una de las novelas (la de Stanley Middelton).
El caso más llamativo es el rechazo generalizado hacia V. S. Naipaul, un autor que ha conseguido el mayor galardón posible para un escritor, además lo ha conseguido recientemente.
La agente que se atrevió a aceptar el otro libro, se pronunció sobre su obra del siguiente modo:

Pensamos[…] que el libro era bastante original. Pero al final pensamos que tampoco lo suficiente como para llevar las cosas más lejos y tratar de publicarlo.

Via: Paul Collins, Weekend Stubble, que da una opinión que merece la pena ser leída.

10 comentarios en «De la dificultad de publicar un libro»

  1. Antes pensaba que era una pena que el arte fuera un negocio. En los últimos años pienso que lo que realmente es una pena es que se haya convertido en un negocio en manos de ineptos.
    El arte como un negocio nos ha dado momentos maravillosos. Pero esa audacia se está perdiendo.
    El riesgo ha sido sustituido por la comodidad y el gusto por la mediocridad.

  2. Creo que no se puede culpar a las editoriales de no leer todo lo que les envían. Como cualquier otro negocio, su objetivo es maximizar las ganancias, lo que se traduce en “hacer poco por mucho rendimiento” y parece que no les sale rentable emplear a alguien para filtrar el material nuevo.
    ¿Deberían expertos dedicarse a ese trabajo a costa de un incremento en el precio? ¿Sería positivo hacer disponible a través de internet los libros nuevos a los posibles compradores y luego decidir si publicarlos según la acogida que tengan?
    Lo que en este articulo se relata también puede verse desde la perspectiva de la economía de la antención. No sólo cuenta la calidad de una mercancía, también tiene un valor el que alguien la evalúe o que le preste atención. Se puede profundizar mucho más en este tema, pero la cantidad de preguntas que se plantean es abrumadora: ¿qué criterios seguir?, ¿hacen falta expertos que nos digan lo que tiene valor?, ¿se puede descargar toda esta responsabilidad a determinadas personas?, ¿es realmente tan negativo que muchas novelas pasen al olvido?, etc.

  3. Es lo que tiene el hecho de que la publicación de libros se haya convertido en una industria.
    Yo siempre he dicho que, cuando te conviertes en escritor (o en periodista freelance, que es el caso que conozco de primera mano), como mínimo el 60% de tu trabajo va a consistir en tratar de abrirte un hueco, en pelear para conseguir colocar un reportaje, en poner todo tu ingenio para que te publiquen una columna, en hacer contactos y explorar publicaciones nuevas…
    Al final te das cuenta de que (por seguir expresándolo en porcentajes) sólo el 30% de tu tiempo de trabajo se va a dedicar expresamente a escribir.
    Y sé que me estoy comiendo un 10%: la décima parte del esfuerzo y el tiempo se va a ir en conseguir cobrar los trabajos ya publicados.

  4. Bueno, todos los autónomos tienen que buscarse las habichuelas, no solo los escritores. Al fin y al cabo sigue siendo un oficio, no? Si un escritor quisiera simplemente ser leido pondria todo su trabajo en internet, y gratis.

  5. Me recuerda al caso de John Kennedy Toole, que se suicidó sin haber podido publicar su “la conjura de los necios” en vida.

  6. David L., no sabía que fuese tan difícil cobrar los trabajos. Sólo por curiosidad y si es algo que se puede contar, ¿con qué tipos de contratos, acuerdos y formas de pago te sueles encontrar?

  7. Dos_Unobe:
    Tienes razón, soy un poco quejica. Aunque también es verdad que cuando se trata de un trabajo “creativo”, esas distracciones se acusan un poco más.
    David C:
    De todo hay; desde los que te exigen emisión de factura (para lo cual tienes que ser autónomo y el régimen de autónomos en españa es una mierda), hasta los que te pagan haciéndote la retención del IRPF (lo más común en las colaboraciones esporádicas), o las pequeñas publicaciones que no llevan una contabilidad clara y te pagan en negro muchas veces…
    Y la palabra “contrato”, dentro de me experiencia este mundillo, creo que sólo la he oído 2 o 3 veces y en voz bajita. Pero bueno, sólo he sido “profesional” a temporadas. Lo normal en mi caso es que el periodismo lo complementara con otras cosas – o que otras cosas las complementara con el periodismo (dependiendo del momento).

  8. “En Inglaterra, país culto donde los haya, los escritores no pagan impuestos por el fruto de su trabajo, pero en España, pese a pertenecer también a la Unión Europea, cada año debo entregar la mitad de mis ingresos a Hacienda o me embargan.”
    (Aberto Vázquez-Figueroa: http://vazquezfigueroa.blog.com/1940255)

  9. Hola, David L.!
    Ese cierre de paréntesis en el enlace hace que el mismo esté roto; el correcto:
    http://vazquezfigueroa.blog.com/1940255
    De ese enlace me quedo con la decisión de Vázquez Figueroa de decidir publicar sus libros para descarga gratuita desde Internet, decisión que le honra, como escritor y como ser humano.
    Su comentario sobre Hacienda, en cambio, lo encuentro algo desafortunado, pues para que Hacienda se te lleve la mitad, ¿sabes cuanto tienes que ganar?
    Acabo de calcularlo con el progama PADRE de la AEAT.
    De entrada, eso de la mitad (50%) es imposible, pues la retención marginal máxima es del 45%, pero no lleguemos a tanto, consideremos un 40%, ¿vale?
    Pues para llegar a pagar a la AEAT un 40% de tus ingresos, tus ingresos por rentas del trabajo, deben ascender a… ¡ 450.000 euros !
    ¡Yo también quiero formar parte del selecto grupo que paga a Hacienda la mitad de sus ingresos!
    :-D

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