Educacion casera

Bakunin

Cuando era pequeño tenía pocos libros que leer en casa y algunos eran muy malos. Es por eso que comencé a leer un libro de Bakunin con diez o doce años.
Siendo Bakunin el paladín del anarquismo, mi padre estaba muy orgulloso por mi precocidad, seguro de que así me convertiría en un hombre de bien. De aquel libro lo único que recuerdo era la descripción que hacía de las escuelas. Según él, la escuela no sólo servía para educar a los niños, sino para introducirlos en la rutina de la vida. Les formaba en la disciplina de los horarios: el periodo lectivo siempre empezaba y acababa a una hora concreta. También en la obediencia al profesor, persona superior de la que no podían cuestionarse sus opiniones y la sumisión de estar sentado en un pupitre todo el día.
Ahora que lo pienso, esta descripción parece la de una excelente escuela de futuros empleados en el trabajo por turnos de una fábrica. Horario rígido, acatación de las órdenes de los jefes y estarse quieto en el puesto de la cadena de montaje que corresponda.
Me llamó la atención y se lo comenté a uno de mis hermanos, que me dijo que aquello no dejaba de ser una perogrullada, algo evidente. Y tuve que darle la razón. Me sentí avergonzado por haberme sentido sorprendido por eso, y poco después dejé de leer el libro.

Remeike

Muchos son los que han pensado y piensan que el sistema convencional de educación de los hijos no es el mejor de los posibles. Sin embargo, pocos son los que han hecho algo al respecto. En España no hay opción: lo mismo el niño gitano que falta a clase porque su padre se lo lleva a recoger chatarra que el niño judío que se queda en casa porque su padre y tal vez el propio niño entienden más provechoso el estudio de La Mishná están cometiendo un delito. El Estado obliga a matricular los niños en la escuela, hasta que alcancen los 16 años.
Por supuesto que en España, con un sistema legal muy riguroso pero que mira para otro lado con demasiada frecuencia, no ir al colegio puede ocultarse sin mucho espoleo. En países del primer mundo, como Alemania, esto no es así.
Famoso es el caso de la familia Remeike en Alemania. Estos padres de cinco hijos, extremadamente religiosos, prefirieron un sistema de educación desde casa para sus hijos, al margen del gobierno del país. La policía no se quedó al margen y según cuenta en esta página sensacionalista:

El viernes 20 de octubre de 2006, a eso de las 7:30 a.m. los niños de una familia que los educaba en casa fueron llevado de forma brutal por parte de la policía a la escuela.[…]

Las autoridades germanas siguen confiando en una ley de la Alemania Nazi que prohibía la educación en la propia casa, para evitar que los padres mantengan a sus hijos alejados del sistema educativo público, ya sea por cuestiones religiosas o sociales. La ley prohibe el estudiar en casa en orden a proteger “la aparición de sociedades paralelas basadas en convicciones filosóficas separadas”.

Los padres Remeike, extremadamente religiosos, lucharon por mantener a sus hijos alejados de la educación convencional. Al final, incapaces de luchar contra el gobierno alemán, acabaron emigrando a Austria, país que sí permite esta forma de enseñanza.


El revuelo virtual provocado por esta modesta familia numerosa alemana despertó las iras de la no escasa comunidad de detractores de la enseñanza tradicional. Porque hay países donde es relativamente frecuente – siempre desde la marginalidad de esta opción de enseñar – que los niños aprendan de los padres, en la comodidad del hogar. De todos los países del mundo donde esto ocurre, no porque los niños no tengan la opción de estudiar en la escuela sino porque los padres prefieren alejarlos de ese entorno alienante el más importante es sin lugar a dudas Estados Unidos. Las asociaciones de padres que quieren que sus hijos estudien en casa son interminables. Sirvan los siguientes links como referencia para quien decida ampliar información:
Homeschooling, artículo extenso de la Wikipedia sobre la educación en casa.
Fundación Moore, una de las principales en esta alternativa educativa.
Home-School, importante portal de internet para seguidores de la educación casera.
Recursos para madres que quieran enseñar a sus hijos en casa.
Artículo en alemán de la Wikipedia. Que se centra en los conflictos legales y las actuaciones policiales ante estos activistas de la educación en casa.

William Sidis

Baste pare entender el respeto que se tiene en Estados Unidos por la enseñanza en casa con saber que Grover Cleveland (1837-1908), que fue el 22º y 24º Presidente de los Estados Unidos (el único que lo fue dos veces no consecutivas), estudió en casa, así como Woodrow Wilson (1856-1924) que fue el 26º Presidente.
El caso de Woodrow Wilson es sorprendente, por cuanto no aprendió a leer hasta los doce años, pero con una determinación y fuerza de voluntad admirables, alcanzó el desarrollo intelectual suficiente para alcanzar el más ilustre puesto en el gobierno de su país. Gran parte de la culpa de su extraña educación la tuvo su padre, Joseph Wilson, un personaje extraño que estaba a favor del esclavismo a pesar de ser hijo de uno de los primeros defensores acérrimos del abolicionismo. Sin embargo Joseph Wilson se preocupaba él mismo de educar a sus esclavos con clases que les impartía los domingos.
La lista de personas importantes y famosas que se han criado estudiando en casa es bastante extensa. En otro artículo de esta página se habla sobre el caso de la familia Polgar, en que el padre de la familia decidió criar a sus hijos para que fueran unos genios del ajedrez, apartándolos de la escuela convencional y obteniendo un resultado admirable tanto deportivo como personal.
Sin embargo los riesgos de esta actitud pueden verse en el fascinante caso de la familia Sidis. Llegados desde Rusia a los Estados Unidos, eran una pareja de una inteligencia asombrosa. Boris Sidis fue uno de los precursores de la psicología y Sarah Sidis fue una de las primeras mujeres médico de la historia.
Estaba claro que su primer hijo sería muy talentoso, pero los padres se esforzaron en que lo fuera más allá de toda medida humana. En uno de los diez artículos más interesantes que he leído en toda mi vida, del magnífico Damn Interesting, se desvela la historia de este niño, William Sidis, nacido en 1898, que con seis meses pronunció su primera palabra – door (puerta) – con ocho meses ya sabía comer con la cuchara, con seis años y medio ya estudiaba en el instituto y fue rechazado con diez años de la Universidad de Harvard por falta de madurez intelectual, que no de conocimientos. Merece la pena leer la historia completa.
La historia no acabó nada bien. El niño resultó demasiado inteligente para el mundo – tal vez una de los pocos casos de la Historia. El celo de los padres había traspasado toda barrera de la lógica y el chico sabía más de lo prudente:

Quiero vivir la vida perfecta. La única forma de vivir la vida perfecta es viviendo en reclusión. Siempre he odiado las aglomeraciones.

Montaigne

Decir que los Ensayos de Montaigne son un buen libro es como decir que el Real Madrid es un gran equipo de fútbol o que Google es una empresa importante de Internet: una obviedad. El mejor libro escrito en todo el siglo XVI, sin que quepa la menor duda sobre ello, sólo puede admitir alabanzas.
Michel de Montaigne, su autor, es un tipo de una modestia admirable y una vida de lo más mundana, que se retiró tras su jubilación para escribir tan monumental obra. Sorprende la fluidez con que el autor cita autores griegos y latinos. En la mitad del libro, en el capítulo XXV, Montaigne desvela lo inusual de su educación, fruto de los desvelos de un padre que quería lo mejor para sus hijos, en una época – América estaba recién descubierta – en que la psicología, la pedagogía y la neurología aún no habían sido apenas consideradas. Pero el sentido común, ese sí que lo tenían bien desarrollado:

Mi difunto padre, que, hizo cuantos esfuerzos estuvieron en su mano para informarse entre gentes sabias y competentes de cuál era la mejor educación para dirigir la mía con mayor provecho, fue advertido desde luego del dilatado tiempo que se empleaba en el estudio de las lenguas clásicas, lo cual se consideraba como causa de que no llegásemos a alcanzar ni la grandeza de alma ni los conocimientos de los antiguos griegos y romanos. No creo yo que esta causa sea la única.

Sea de ello lo que quiera, el expediente de que mi padre echó mano para librarme de tal gasto de tiempo, fue que antes de salir de los brazos de la nodriza, antes de romper a hablar, me encomendó a un alemán, que más tarde murió, en Francia siendo famoso médico, el cual ignoraba en absoluto nuestra lengua y hablaba el latín a maravilla. Este preceptor a quien mi padre había hecho venir expresamente y que estaba muy ten retribuido, teníame de continuo consigo. Había también al mismo tiempo otras dos personas de menor saber para seguirme y aliviar la tarea del primero, las cuales no me hablaban sino en latín.

En cuanto al resto de la casa, era precepto inquebrantable que ni mi padre, ni mi madre, ni criado, ni criada, hablasen delante de mí otra cosa que las pocas palabras latinas que se les habían pegado hablando conmigo. Fue portentoso el fruto que todos sacaron con semejante disciplina; mis padres aprendieron lo suficiente para entenderlo y disponían de todo el suficiente para servirse de él en caso necesario; lo mismo acontecía a los criados que se separaban menos de mi.

En suma, nos latinizamos tanto que la lengua del Lacio se extendió hasta los pueblos cercanos, donde aun hoy se sirven de palabras latinas para nombrar algunos utensilios de trabajo. Contaba yo más de seis años y así había oído hablar en francés o en el dialecto del Perigord como en el habla de los árabes. Así que sin arte alguno, sin libros, sin gramática ni preceptos, sin disciplinas, sin palmetazos y sin lágrimas, aprendí el latín con tanta pureza como mi maestro lo sabía; pues yo no podía haberlo mezclado ni alterado.

Cuando me daban un tema, según es usanza en los colegios, el profesor lo escribía en mal latín y yo lo presentaba correcto; a los demás se lo daban en francés. Los preceptores domésticos de mi infancia, que fueron Nicolás Grouchy, autor de Comittis Romanorum; Guillermo Guerente, comentador de Aristóteles; Jorge Bucanam, gran poeta escocés y Marco Antonio Muret, a quien Italia y Francia reconocen como el primer orador de su tiempo, me contaban que temían hablar conmigo en latín por lo bien que yo lo poseía, teniéndolo presto y a la mano en todo momento. Buchanam, a quien vi más tarde al servicio del difunto mariscal de Brissac, me dijo que estaba escribiendo un tratado sobre la educación de los niños, y que tomaría ejemplo de la mía, pues en aquella época estaba a su cargo el conde de Brissac, a quien luego hemos visto tan bravo y valeroso.

Y un poco más abajo:

La primera inclinación que por los libros tuve, vínome del placer que experimenté leyendo las fábulas de las Metamorfosis de Ovidio. No contaba más que siete u ocho años, y ya me privaba de todo placer por leerlas, y con tanto más gusto, cuanto que, como llevo dicho, el latín fue mi lengua maternal, y además porque el citado libro era el más fácil que yo conociera, al par que el que mejor se acomodaba a mi tierna edad por el asunto de que trata. Los Lancelot del lago, los Amadís, los Huons de Burdeos y demás fárrago de libros con que la infancia se regocija, no los conocía ni siquiera por el título, ni hoy mismo los he leído; tan severa era mi disciplina.

Terminemos con una frase del Satiricon de Petronio(20 dC-66 dC):

Seguro estoy de que la razón del total embrutecimiento de estos jovencitos en la escuela es que nada de lo que allí oyen o ven les da una imagen real de la vida.

4 comentarios en «Educacion casera»

  1. Cada dia me asombro más de la calidad de tus “ladrillazos”. Cuando conocí este blog fue buscando información economica, pero ahora lo sigo por simple interes personal. Muchas gracias por trabajar de esta manera el blog.
    [Comentario zrubavel: Muchas gracias a ti por ser capaz de leerlos.]

  2. Ayer terminé de leer el “Manual del aventurero” que recomendaste y he disfrutado un montón , yo también llegué hasta aquí cuando publicaste el artículo de la burbuja y te sigo a menudo , no dejes de pegarnos estos ladrillazos .
    Saludos desde Menorca!
    [Comentario zrubavel: Gracias Sergio, para mi es todo un honor tener lectores de tanta categoría como los que tengo.
    Nunca pensé que alguien buscaría los libros que he recomendado, pero en este caso, hasta eres el segundo.]

  3. Tengo una pequeña duda ahora que ha surgido el tema: me gustaría comprarme el Manual del Aventurero en versión original, pero no sé como se llama (cosas de los traductores). ¿Se corresponde con el “Survival-Lexikon” o con “Die Kunst zu überleben, Survival”?
    Espero que lo puedas mirar. Gracias por adelantado.
    [Comentario zrubavel: Die Kunst zu überleben – Survival. Lo he comprobado en el propio libro.
    No te lo recomiendo por la cantidad de términos muy concretos que existen (animales, partes del cuerpo, objetos) pero seguro que eres un fiera del alemán. ]

  4. Buf, el tema de la educación de los menores de edad sí que es peliagudo. ¿Qué debería prevalecer, el derecho de los padres sobre sus hijos o el de la sociedad sobre sus futuros integrantes?
    Lanzo la pregunta para ver si genera más debate (y porque soy un cobarde que no tengo una posición definida).
    [Comentario zrubavel: Creo que hoy en día no hay posible debate. ¿Quién puede permitirse una educación como la que recibió Montaigne, sólo en su infancia? Una educación extraoficial siempre resultaría insoportablemente cara. Y si no es cara, sería cutre y tal vez de mala calidad.]

Los comentarios están cerrados.