El mareo de Margaret

Lo que para ingleses y alemanes alcanza el rango de enfermedad, para nosotros no es más que un simple mareo. Los primeros llaman a esta afección seasickness, algo así como enfermedad del mar. Para los alemanes, se trata del Reisekrankheit, la enfermedad del viaje.
¿Cuán grave puede resultar un mareo? Quizás el mareo más grave de la historia sea el que afectó a la que fuera virtualmente reina de Escocia, Margaret (1283-1290).
Por una serie de muertes coincidentes, la que fuera nieta del rey escocés Alexander III, acabó adquiriendo el derecho a la sucesión en el trono de Escocia. Margaret no era más que una niña de tres años de edad, hija de los reyes de Noruega.
Cuando Margaret tenía siete años de edad, fue enviada a Escocia por sus padres, que habían gestionado su matrimonio con el hijo de Edward I de Inglaterra, lo que consolidaría los tronos de Escocia e Inglaterra bajo un mismo reinado.
El barco zarpó de Noruega y llegó a las islas Orcadas, al norte de Escocia, a finales de septiembre de 1290. Margaret, una niña pequeña que nunca había navegado, ante un viaje duro por un mar peligroso. Murió durante el viaje. De mareo.


Llama la atención que alguien pueda llegar a morir de una enfermedad tan débil como el mareo. Hay que pensar que los barcos del siglo XIV eran mucho menos cómodos que los actuales, y que incluso los marineros más experimentados sufrían terriblemente con el mareo. Unamos esto a unas condiciones poco salubres, y a la débil consistencia del cuerpo de una niña pequeña como posibles causas de su muerte.
Muy interesante resulta la entrada de la Wikipedia sobre la Reisekrankheit (el mareo alemán).
En ella nos cuentan que el mareo siempre se ha considerado que estaba causado por una confusión de información que recibe nuestro cerebro: los ojos le cuentan que el movimiento es de una forma, pero el oído lo está percibiendo de otra.
Sin embargo, esta teoría está perdiendo peso. Experimentos realizados con animales que tienen sistemas de equilibrio similares al hombre, como el cerdo, demuestran que no parece afectarles el mareo.
Así, algo tan común como el mareo aún no tiene unas causas definidas. Lo que sí que parece que está claro es que los síntomas del mareo se produce por el aumento inusual de los niveles de histamina en el cuerpo. La histamina es un neurotrasmisor que el cuerpo segrega bajo determinadas condiciones. Asimismo, los alimentos con niveles elevados de proteínas, que pueden degradarse, tienen niveles altos de histamina. Entre estos se encuentra el queso, los embutidos o el pescado.
El aumento de histamina es combatido por el cuerpo con la vitamina C. Cuando el mareo es muy fuerte, los niveles de vitamina C pueden decrecer alarmantemente.
Esa es la causa por la que una enfermedad tan infrecuente como el escorbuto afectaba casi exclusivamente a los marineros de la antigüedad. El escorbuto se produce ante una carencia de vitamina C. Los mareos de caballo prolongados durante días y sin aportes suficientes de dicha vitamina acababan pasando factura.
El escorbuto puede resultar mortal, aunque sus síntomas previos – caída del cabello, dientes, hemorragias – hubieran servido como pista a los marineros noruegos, en el caso de que Margaret, la reina de Escocia, hubiera muerto de escorbuto.
La muerte en el viaje de Margaret tuvo consecuencias muy importantes para la historia de Escocia e Inglaterra, que tardarían siglos en ver sus destinos unidos y sólo a través de la fuerza.
Los restos de Margaret fueron llevados a Bergen, en Noruega, donde fue enterrada junto a la tumba de su madre.
Sin embargo, diez años después, en 1300, una mujer llegaba al puerto de Bergen, proveniente de Lubeck, en Alemania. Según ella, se trataba de la reina Margaret, que nunca había viajado a las costas de Escocia, sino que había sido enviada a Alemania, donde acabó casándose.
Una historia así, supera con mucho al relato de Tom Castro, a manos de Jorge Luis Borges en su Historia universal de la infamia.
Cuentan que aunque la historia de la falsa Margaret recibió algún crédito por parte de ciertas personas, el hecho de que aparentara tener unos cuarenta años – cuando debería tener diecisiete – además del hecho de que el rey de Noruega hubiera reconocido el cadáver de su hija antes de enterrarlo – pesaron lo suficiente como para que la atrevida Margaret acabara quemada en la hoguera.