Una de las principales causas de que en la mayoría de los países sólo existan dos partidos políticos mayoritarios – republicanos y demócratas, izquierda y derecha, centro izquierda y centro derecha – es la actitud de los votantes.
El votante es un animal de instintos muy primarios: votará al partido que quiera que gane las elecciones.
El simple hecho de dejarse guiar por un principio tan simple es un grave error. El ecologista sabe que el partido de Los Verdes no podrá ganar las elecciones y en muchas ocasiones ni siquiera recibirá un voto del que sería su votante natural, porque este creerá que se trata de un voto inútil.
Los mismos partidos políticos suelen hacer, en la campaña electoral, una llamada hacia el voto útil. Lo cual no deja de ser un insulto a la inteligencia de los votantes, por cuanto cualquier partido, por muy minoritario que resulte, puede tener una amplia significación en el Gobierno. Basta con que los partidos mayoritarios no tengan mayoría absoluta.
En España tenemos numerosos ejemplos en que partidos más bien pequeños adquieren un considerable poder gracias a que, unidos a otros partidos políticos, permiten formar una mayoría simple.
Si queremos comportarnos como auténticos miembros de la Democracia no debemos votar al partido que queramos que gane. Y si queremos tener un voto realmente inteligente, tal vez ni siquiera tengamos que votar al partido que más nos simpatice.
La extrema derecha suele defender posturas radicales. Por lo general su política puede definirse como no democrática. Establece distinciones entre ciudadanos de primera, segunda y enésima categoría. Cuanto más blanca sea tu piel, más generaciones lleves viviendo en el país, mejor sea tu dicción, más dinero ganes y más bienes tengas, más cerca estarás de formar parte de esa primera categoría. Algunos de sus postulados, sin embargo, suenan muy bien. ¿Qué me ha de importar que discrimine a determinados colectivos si a mi me ponen en primera clase? Y es que en general, la defensa de la extrema derecha es sobre las clases más comunes: los nacidos en España, los católicos, los heterosexuales, los que trabajan, los de raza blanca.
No me convencen las ideas que defienden este tipo de partidos. Jamás querría ser gobernado por un político de la extrema derecha. Sin embargo, votar a la extrema derecha puede resultar muy provechoso en un país como España. Y me explico:
Los partidos mayoritarios de España – el socialista y el popular – juegan a ser lobos con pieles de cordero. Hace tiempo que no existe derecha e izquierda en nuestro país. Todo el mundo sabe que la gente quiere posturas moderadas, de centro. Así, unos son de centro derecha, otros de derecha-centro y el resto de izquierda central o centro izquierdado.
Este afán por ocupar el centro esconde una realidad bastante cruda: no hay ideas políticas, simplemente la aspiración a ocupar el gobierno. Ambos partidos prácticamente prometen lo mismo, lo que las encuestas de opinión muestran como principales preocupaciones de los españoles. Cuando llegan al gobierno, las diferencias en la forma de actuar son insignificantes.
Un extranjero que viajase a un pueblo de España gobernado por el Partido Socialista, y que luego viajase a otro dirigido por el Partido Popular, no podría afirmar cual de los dos es el pueblo de izquierdas y cual el de derechas. En ambos ayuntamientos se encontraría lo mismo: nepotismo, corrupción urbanística, banderitas en las fiestas del pueblo, encierros y misas mayores. Los pobres de un pueblo estarán tan mal como los del otro y los ricos de ambos ganarán todo el dinero que puedan.
Esta ausencia de ideas políticas tiene grave consecuencias para los ciudadanos. Cuando no gobiernas por las ideas es porque sólo te tientan los otros aspectos de la política: el dinero y el poder. Aunque estas motivaciones siempre están presentes, cuando uno se da cuenta de que son simplemente las únicas, la sensación de desánimo es aún mayor.
¿Qué ocurre cuando entra un partido de extrema derecha – en minoría – en el pastel del Gobierno? En primer lugar, llega una gente que, aunque también tendrá su ambición por llenarse los bolsillos, dada su situación minoritaria y la claridad de sus propuestas, tratará de llevar a cabo alguna de las ideas que ha propuesto en su programa, ideas que serán radicales.
En otros países europeos, el auge de partidos de derecha radical ha propiciado una reacción por parte de los partidos de toda la vida. Éramos pocos y parió la abuela. Bastante cruz es tener que esperar cuatro años para poder llevarse el pastel, como para que encima haya una boca más que alimentar.
Esta reacción es la que merece la pena despertar. Los partidos se ven obligados a trabajar. No es sólo robar mientras se pueda y cuando el electorado se canse de tu forma de robar, esperar unos años a que los otros se hayan llevado lo suficiente. Es saber que la gente está harta de esa forma de actuar y que está dispuesta a probar cosas nuevas. Esto tiene que desembocar en un cambio de actitud, por fuerza. Es una forma de forzar a los políticos a que trabajen.
La amenaza velada de Ciutadans de Catalunya de presentarse en las elecciones de la Comunidad de Madrid despierta mi simpatía. “Esos son de extrema derecha” es la primera opinión que oí sobre ellos. En este caso, ese pensamiento incluso me reconfortó. Esto dispuesto a votar a cualquier partido político que tenga chances de sacar un 3% de los votos. No me importa lo más mínimo lo que prometan: la eugenesia para mayores de 25 años, la pena de muerte para los que roben en los supermercados, la abolición de la Iglesia, la eliminación del Canon de los CDs, la reinstauración del Carlismo, la expulsión de todos los extranjeros del país.
No voy a votar a un caballo ganador, pero creo importante que en España haya más caballos.
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Muy buena idea.
Como quiero que en el bar donde almuerzo todos los dias hagan los bocadillos mas buenos y mas baratos lo que voy a hacer es comerme una mierda de perro. Así cuando me vean los del bar todos los dias comerme una mierda de perro, se esforzarán en cocinar mejor.
Ya se que has dicho que no te importa de que tendencia sean, si son de extrema derecha o no. Pero te quivocas mucho en eso. En Catalunya ya los han comenzado a llamar fachas y nazis. Se equivocan en sobremedida. LA mayor parte de los 90000 votos que han sacado provienen del PSC i defienden una política social i bilingue a toda costa. Que vayan encontra del nacionalismo no quiere decir que sean de extrema derecha. No quieren saber nada de catalanismo porque hay prioridades antes de llamarnos nación que no son comparables.
Y tienen todo mi apoyo.
Muy buena idea,Dos_Unobe.
¿Que me coma una mierda de perro o que lo haga por la mejora de los bocadillos?
:D
No me gusta criticar por criticar y me suelen gustar los comentarios y líneas de opinión de este blog personal, pero la respuesta de Dos-Unobe me ha parecido sencillamente una genial y simple manera de demostrar la profunda y absurda demagogia que hay en tu post de hoy.
Espero sinceramente que estés más acertado la próxima vez y piensa que gracias a pensamientos de este tipo ascendió Hitler al poder o el sr. Le Pen estuvo a punto de morder el pastel en Francia (sí, ahora me he permitido yo ese poquito de demagogia, jeje)
[Comentario zrubavel: Pues sé que no es lo que se suele oír, pero que Hitler llegara al poder de forma democrática no fue ni mucho menos un problema para Alemania, antes bien, resultó positivo. El problema gordo estuvo en lo que ocurrió después que nadie podía prever.
Precisamente la ascensión de Le Pen permitió que los otros partidos se reagruparan: eso es lo que me gustaría ver a mí, si es que algo así es posible en España. Y si alguno se aliara con un partido extremista, por lo menos que se le vea claramente el plumero.]