Pompeyo el Grande, o “Pompeyo el del Triunvirato” fue un distinguido líder político y militar de la Antigua Roma. Compartió gobierno junto a Julio César y Craso en el Primer Triunvirato.
Pompeyo nació el 29 de Septiembre del año 106 antes de Cristo. Aunque en la actualidad nos resulte trivial, es sorprendente que una fecha tan antigua pueda precisarse con tanta exactitud. Hay muy pocos datos exactos sobre fechas anteriores a la época de Cristo, sin lugar a dudas esta es una de ellas.
Para entender esto, hay que concebir que no sólo los Romanos tenían un calendario totalmente diferente al nuestro – la palabra calendario es totalmente romana (aunque la equivalente árabe, almanaque, tiene una etimología bien extraña: Del ár. hisp. almanáh_, calendario, y este del ár. clás. muna-h_, alto de caravana, porque los pueblos semíticos comparaban los astros y sus posiciones con camellos en ruta) – sino que las coincidencias no eran del todo exactas entre unos días y otros. Por medio pasan diversas revisiones del calendario, con inclusiones de meses, con retirada de días y algún que otro sobresalto.
Por otro lado, hay que recordar que la celebración del cumpleaños es relativamente reciente. En la antigüedad no se daba tanta importancia al día en que una persona había nacido.
Suponemos que las efemérides de la época resultarían muy pobres. Ahora podemos mirar hacia atrás y encontrar muchos hechos curiosos que ocurrieron ese día 29 de Septiembre. Remarcable sin duda es el 29 de Septiembre de 1650, en que un tal Henry Robinson habría la Office of Addresses and Encounters que se convertiría en el primer servicio de contactos, mucho tiempo antes que Meetic, Match.com y tantos otros servicios hoy en día tan cotidianos.
Pompeyo fue un excelente estratega militar y sus logros en el campo de batalla llegaron hasta el punto de que Plutarco estuvo tentado de compararlo con Alejandro Magno en sus Vidas Paralelas.
Plutarco, merced a su colección de biografías noveladas Vidas Paralelas está considerado uno de los escritores más influyentes de la Historia. Shakespeare es puro Plutarco como él mismo no dudaba en reconocer. Las Vidas Paralelas son un verdadero lujo de libro, cambiando unas cuantas comas y nombres de ciudades podría ser un superventas actual.
En dicho libro narra la vida de un personaje histórico griego y lo compara con otro personaje histórico latino. El efecto narrativo es brillante y muy ingenioso. De entre todos los personajes, el más admirado de la época antigua era, sin lugar a dudas, Alejandro Magno. Cualquiera que pudiera ser comparado a él, adquiriría una gloria suprema. Aunque Plutarco encontraba numerosos parecidos entre Pompeyo y el insigne griego, acabó dando tan codiciado premio a Julio César, una comparación indigna a los ojos de muchos. Al final prevaleció el hecho de que ambos comparantes acabaran con el título de no vencidos en combate militar.
Precisamente la muerte de Pompeyo se debió a Julio César. Aquel gobierno de tres cabezas resultó muy inestable y las desconfianzas y tensiones entre Pompeyo, César y Craso acabaron en guerra abierta. Craso fue quitado de enmedio rápidamente y al final fue una lucha entre los dos ilustres romanos. Pompeyo era mejor general y tenía todas las de ganar. Sus triunfos militares eran mucho más señalados que los de César. Sin embargo se enfrentaron en una extraña forma de guerra en que el atacante, que era Pompeyo, lo hacía en continua retirada.
Primero Pompeyo, que se encontraba en Roma, amenazó abiertamente a Julio César. Cuando este cruzó el Rubicón, lo que suponía ya un combate militar inevitable, Pompeyo se replegó a Brindisi, preparandose para el combate con las tropas leales a César. El campo de batalla se trasladó a Dyrrhachium, en la actual Albania. Ahí tuvo en su mano la victoria total Pompeyo, pero le faltó decisión. La huida como forma de agresión continuó hacia el este, esta vez en tierras griegas. Allí tuvo lugar la decisiva Batalla de Farsalia, en el año 48 antes de Cristo.
En esa batalla de Farsalia, considerada por los amantes de la Historia Militar como una de las principales de todos los tiempos, porque enfrentó a dos de los más grandes militares de la Historia – ambos comparables pero no iguales a Alejandro Magno – porque tuvo una trascendencia histórica decisiva y porque enfrentó dos ejércitos totamente desiguales: el de Julio César era pequeño, homogéneo y experto. El de Pompeyo el Grande era extenso, multiétnico y menos experto que el de su contendiente.
La táctica de Pompeyo durante casi todo el combate había sido preventiva. Evitando que llegaran refuerzos a Julio César, cortando las líneas de suministro – idea que años después copiaría Wellington en su lucha contra Napoleón, obteniendo un gran reconocimiento por ello – y hasta el mismo campo de batalla, en que Pompeyo eligió una técnica de restricción del combate, tratando de cansar al ejército de César.
La estrategia resultó perdedora y ahora es muy fácil reprobarla y alabar el acierto de su rival. En especial, se ha investigado al detalle las fechas en que se celebró dicha batalla. Las tropas de ambos contendientes, especialmente las de César, habían sufrido un severo invierno en el 48 antes de Cristo.
Pero según los estudios, la estimación es que la batalla se había producido un 9 de Agosto, según el calendario de la República. Esta fecha ha tratado de trasladarse a nuestro calendario actual, estimando las reconstrucciones que debió ocurrir o bien un 29 de Junio – según Le Verrier’s, o un 7 de Junio – según Druman/Goebe.
Estas fechas podrían entenderse como un sentido teórico, pero tienen enorme trascendencia a la hora de considerar la estrategia de Pompeyo, buscando una explicación a su idea de matar de hambre al ejército de Julio César. Si la batalla hubiera ocurrido en Agosto su estrategia carecería de sentido.
Así, gran parte del crédito militar de Pompeyo el Grande, de cara a la Historia actual, depende de la precisión con que nos hayan llegado esas fechas.
Al final Pompeyo resultó vencido y tuvo que continuar en su huída hacia el Este, esta vez ya en la isla de Lesbos. Desde allí, tuvo que elegir dónde huir. Su destino fue Egipto. En Egipto, el Emperador Ptolomeo XIII se encontró con tan incómodo invitado. Y es que sabía que Julio César estaba en camino. No queriendo que la incesante persecución por toda Europa le afectara, preparó una trampa a Pompeyo. El 29 de Septiembre – según algunas fuentes fue el 28 de Septiembre – del año 48 antes de Cristo, Pompeyo recibió un homenaje por sus triunfos militares. Quién sabe si no fue la primera fiesta de cumpleaños de la Historia. Porque precisamente ese día, Pompeyo cumplía los 58 años. En un bote, encontró a algunos de sus más antiguos compañeros de batalla. Fue con ellos a preparar su discurso de homenaje. Sin embargo, los que eran sus amigos lo mataron de una cuchillada por detrás. Le arrancaron la cabeza y dejaron su cuerpo tirado en el puerto.
Algún tiempo después, Julio César llegó a Egipto, donde le ofrecieron la cabeza de su eterno rival. Lejos de alegrarse, César sintió repulsa al ver la forma tan miserable en que había muerto un enemigo tan grande.
Concluye la Wikipedia inglesa con uno de esos párrafos que puede resultar intrascendente, pero en mi opinión es muy inquietante:
Para los historiadores de su época y posteriores en Roma, la vida de Pompeyo fue sencillamente demasiado buena como para ser verdad. Sin embargo, no tenemos un modelo histórico más satisfactorio sobre este hombre que, consiguió extraordinarios triunfos militares gracias a su esfuerzo, a pesar de su gran poder e influencia, y murió a manos de unos traidores.
Que puede entenderse como “sabemos que todo esto no es cierto, pero es lo que hay.”
“sabemos que todo esto no es cierto, pero es lo que hay.”
Esa frase suena a telediario de antena 3.
Me imagino que todos los aquí presentes habrán disfrutado de la serie Roma. Y si no lo han hecho … háganlo.