En su libro Country Driving, Peter Hessler da una imagen de primera mano del trabajo en las fábricas de China, las fábricas del mundo. No se centra en las que trabajan para grandes multinacionales extranjeras, buscando el morbo, ni en las megafactorías con decenas de miles de empleados, sino en algunas de las muchas fábricas convencionales con una plantilla moderada.
El autor tiene una visión de primera mano pues no se limita a realizar una visita y dar opiniones sobre lo visto. Acude durante varias semanas, a lo largo de muchos meses, a un polígono industrial y va hablando con los empresarios y los trabajadores, viendo la evolución del negocio y la condiciones laborales.
Lo primero que llama la atención es el descaro con el que se anuncian puestos de trabajo con condiciones no igualitarias. En casi cualquier país occidental las mujeres acaban ganando menos dinero que los hombres pero en las ofertas de estas fábricas se expresa sin tapujos:
Se necesitan hombres para trabajar por 35 Yuan/día, mujeres para trabajar por 25 Yuan/día.
También se vetan regiones que no acaban de gustar sin contemplaciones:
Se busca gente normal para trabajar. Abstenerse gente de Jiangxi o Sichuan.
De esa oferta destaca que no dicen nada de lo que quieren u ofrecen aunque sí tienen muy claro lo que no quieren.
Está claro que estas no son formas a imitar pero por lo menos evitan la hipocresía de tantas ofertas que tienen un perfil de empleado en la cabeza pero que por las convenciones no pueden plasmarlo tal cual en el anuncio, haciendo malgastar las ilusiones y el tiempo de muchos candidatos.
Aunque las mujeres cobran menos en los trabajos que tienen algo que ver con la fuerza y resistencia, no están mal consideradas. Al final para un empresario es mejor tener a una mujer por poco dinero que a un hombre que tampoco hace un trabajo muy superior. Incluso las mujeres tienen sus opciones de prosperar en la compañía, a veces más incluso que los propios hombres:
Wei Ziqi tenía inteligencia natural, pero había dejado muy pronto los estudios oficiales, y hay muy pocas opciones para un hombre de pueblo con ese curriculum. Si hubiera sido una mujer, podría haber encontrado mejores oportunidades [que las de trabajar en una cadena de montaje] – las mujeres chinas con pocos estudios pero que son inteligentes a menudo se convierten en contables o secretarias y desde esos puestos pueden ir ascendiendo en el entorno empresarial de las fábricas.
Una característica sorprendente en las ofertas de trabajo es la continua referencia a alturas mínimas para realizar determinado trabajos, a veces sin que haya un motivo claro para ello. La obsesión por la altura parece ser una constante en la sociedad china y para muchas mujeres este aspecto físico puede resultar decisivo en su carrera profesional:
Se necesita cajera para supermercado. Mujer, estudios de secundaria o formación profesional empresarial. 1,58 de altura o superior. Piel clara y bonita, de buen aspecto físico.
Las preferencias de los empresarios por mujeres para ciertos trabajos se ven claramente en la opinión de uno de los empresarios entrevistados por Peter Hessler (la cita no es textual):
Como muchos otros gerentes de fábricas, Boss Wang mostraba una fuerte preferencia a la hora de contratar a mujeres jóvenes:
Las chicas tienen más paciencia y son más fáciles de tratar. Los hombres son problemáticos, discuten, pelean y causan otros problemas.
Cuando le pregunté por el trabajador ideal, Boss Wang dijo:
Joven y sin experiencia. Si ha trabajado anteriormente entonces tendría que pagarle más. Prefiero alguien con pocos estudios. Una mala señal es si va bien vestida o tiene un corte de pelo estiloso. Las mujeres guapas son un riesgo. Quiero una mujer que se vea del montón. No quiero alguien que sea demasiado complicado. No quiero a nadie que piense, nadie que tenga su forma propia de hacer las cosas, eso no es bueno para mi.
Una de las preguntas de Boss Wang en las entrevistas de trabajo era respecto a los hobbies:
Si alguien dice que le gusta jugar a las cartas o pasar su tiempo libre con los amigos eso es negativo, demasiado frívolo. Si le gusta leer libros es una persona vaga. Lo peor de todo es cuando un candidato dice que le gusta pasar su tiempo libre en Internet. Si le gusta pasar su tiempo con la familia, o cuidar de su madre, algo así es lo que quiero oír. Así es como debe ser una persona sencilla del campo. Quiero a alguien que sepa soportar las dificultades.
Otro punto que llama la atención son las condiciones de trabajo. Normalmente se piensa en las fábricas chinas como en sitios esclavistas donde se exige a los empleados trabajar en jornadas sobrehumanas. Pero en las fábricas visitadas por Hessler, se muestra que esto no es del todo así. Muchos trabajadores son de fuera y van a las fábricas con la única idea de ganar lo máximo posible en el menor tiempo. De ahí que las horas extras son un aliciente y atractivo para un puesto de trabajo. El empresario tuvo que prometer que sólo tendrían un día de vacaciones al mes y al menos jornadas de 10 horas diarias para que el puesto de trabajo resultara atractivo a los potenciales trabajadores, que cobrando por hora trabajada prefieren jornadas lo más largas posibles.
La visión que consigue Peter Hessler es realmente privilegiada. Asistiendo durante varios meses a esta región acaba siendo un buen amigo de muchos empleados y de jefes intermedios además de los empresarios que dirigen la fábrica, consiguiendo dibujar una escena del entorno laboral que ninguno de los presentes es capaz de percibir.
Las triquiñuelas de los empleados tampoco están a la zaga. Idealmente se solicitan empleados sin personalidad pero Hessler ve como una chica de diecisiete años, tras ser rechazada por haberse completado el cupo de empleados, se niega a su destino e insiste en que sea contratada. Ante su persuasión, el empresario sugiere incluirla como primera suplente. Pero la chica no se conforma con eso e insiste para que la incluya en la lista de trabajadores garantizados. Insiste tanto que al final lo consigue y no sólo moverse al último puesto de la lista sino en la zona intermedia. Pasado unos días vuelve la chica con su hermana: resulta que la chica tenía 15 años y había realizado la entrevista de trabajo con el carné de su hermana de 17. Esta tiburona de fábrica, sin edad legal para trabajar en la fábrica, es capaz de convencer al empresario para que contrate a su hermana (pues su nombre figura en la lista) y a ella (pues ella fue aceptada para el trabajo). Todo esto después de haber conseguido desplazar a dos trabajadores que estaban virtualmente contratados. Y a los pocos días estas chicas consiguen que contraten en la fábrica también a su padre.
hay que reconocer que sólo veo una ventaja… que no tienen que fingir para la ley de paridad, que no tienen que tratar con los sindicatos (que da lo mismo porque ya no nos representan), que todo lo que manda es el dinero y la productividad… el único problema que es China y no Europa y que sus precios bajos no hacen que lo nuestro sea más barato, sino que los beneficios sean más altos… es un buen estudio de la fábrica del mundo. Muy instructivo
Muy interesante. Resulta muy fácil decir que Nike explota chinos, pero resulta mucho más complicado (y enriquecedor) comprender una sociedad con unos valores culturales tan distintos de los nuestros.
Por otro lado tremendo el tesón de la china de quince años.
Un saludo.
Siempre es un placer leerte. Y este artículo en particular, ha sido muy instructivo. Me ha encantado lo de que los empresarios chinos prefieren gente acostumbrada a las dificultades.
Cualquiera que quiera conseguir un objetivo se rodeará de gente acostumbrada a luchar. Quizá ahí esté todo el quid de la cuestión.