Demonio de Tasmania

El demonio de Tasmania es, evitando las innecesarias e imposibles definiciones técnicas (Sarcophilus harrisii) una especie de perro pequeño que vive en la isla australiana de Tasmania. El género del animal, Sarcophilus, es todo un despropósito pues la Wikipedia dice de él:

Sarcophilus es un género de marsupiales dasiuromorfos de la familia Dasyuridae. Se conocen tres especies, de las cuales sólo una, el diablo de Tasmania, sobrevive en nuestros días.

Es decir, que el animal pertenece a un género del que es el único representante (vivo). Sus compañeros de género sólo se conocen por fósiles del Pleistoceno. En eso se parece al hombre, que carece de otras especies vivas dentro del género Homo.

El demonio de Tasmania es un animal muy especial por varias razones. De un lado es el mayor marsupial (animal con cesto en la tripa) carnívoro que existe. Hasta hace menos de 100 años ocupaba el segundo lugar, tras el tilacino o lobo marsupial, extinto desde 1930. El tilacino tenía la bizarra característica de que también el macho tenía la cesta marsupial. Y digo bizarra porque la empleaba para guardar su aparato reproductor dentro de ella cuando tenía que correr por zonas de vegetación espesa, en una especie de ropa interior natural de máxima calidad.

Aún no hemos terminado con el tilacino pero volvamos al demonio de Tasmania. Es el mayor marsupial carnívoro y un animal que sólo existe en la enorme isla de Tasmania. En los mapas de Australia, Tasmania se percibe insignificante pero es una isla enorme, unas 20 veces más grande que Mallorca. Es decir, se podrían colocar veinte islas como Mallorca dentro de Tasmania. Tasmania está a mitad de camino entre la superficie de Andalucía y la de Aragón. Las cifras están en la Wikipedia (me encanta enlazar a esta página tan absurda como es la de la portada de la Wikipedia).

El demonio de Tasmania también vivió en el territorio continental de Australia y en la isla de Nueva Guinea. Geológicamente estos tres territorios tienen un origen común, aunque esta tercera isla, al escapar al influjo australiano aparece en tierra de nadie, ausente del pensamiento de todos. Nueva Guinea es una isla gigantesca (la segunda más grande del mundo, un 50% más grande que España). La isla de Nueva Guinea está dividida entre Indonesia, la parte que aparece a la izquierda en los mapas, y la independiente Papúa Nueva Guinea a la derecha. La linea de división fronteriza entre estos dos territorios es altamente inquietante pues traza una línea recta salvo por una insignificante e inexplicable protuberancia en el centro de la divisoria. La observación de un mapa de Indonesia puede llevar a la pérdida del juicio a más de uno. Es un país cuya geografía es incapaz de ser abarcada por la mente humana, tiene la superficie de México repartida en más de 17.000 islas, tres de las cuales son enormes pero cuyo territorio no le pertenece por completo a Indonesia (Timor, Nueva Guinea, Borneo).

Sin embargo el demonio de Tasmania se extinguió tanto de la Australia continental como de Nueva Guinea mientras que fue capaz de sobrevivir en Tasmania. La principal teoría al respecto – teoría que no se considera tal sino verdad incuestionable – es que el dingo, el perro salvaje australiano, un animal trasplantado hace unos pocos miles de años desde Asia, acabó con el demonio de Tasmania. Por un lado los dos animales competían por la misma comida. Por otro el dingo podía comerse a los demonios de Tasmania. Ante un enemigo así, no hay quien no sucumba. La suerte del demonio de Tasmania estuvo en que el dingo no llegó hasta la isla donde encontraría su refugio.

La característica más sorprendente del demonio de Tasmania es la fuerza de sus mandíbulas. En proporción a su tamaño, es el mamífero con mandíbulas más fuerte que existe, la fuerza de las suyas es cuatro veces más poderosa que la de un perro. Esto lleva a que sea capaz de comerse a sus víctimas casi por completo, salvo por los huesos más grandes. Qué duda cabe que es un animal idóneo para quien necesite hacer desaparecer un cadáver.

El demonio de Tasmania es un depredador cómodo que también se acostumbra a la vida del carroñero. Aparte de por la despreocupada vida de los animales protegidos – el demonio de Tasmania es una especie protegida – que siempre encuentran alimento ofrecido por los cuidadores, la principal fuente de comida para el demonio de Tasmania son las carreteras: animales atropellados por automóviles son su principal fuente de sustento.

¿Por qué se le llama demonio? Principalmente por su forma de comer. De un lado sus poderosas mandíbulas destructoras, de otro la agresividad que muestra hacia sus congéneres que le molesten mientras está comiendo, emitiendo un gruñido molestísimo y bastante desapacible. Además es un comedor incansable que puede ingerir un tercio de su peso en menos de media hora. Uniendo todo esto a sus costumbres nocturnas, tenemos un ruido que tuvo que causar no pocos miedos a los primeros pobladores occidentales de la isla de Tasmania.

Pocas veces, sin embargo, un sobrenombre a un animal ha causado tanto daño como el del demonio de Tasmania. Los primeros científicos que se tropezaron con él en 1807 le dieron una denominación más amable, Didelphis ursina que quiere decir oso amante de la carne, por su hábito de no estar comiendo otra cosa que carne y de hacerlo constantemente.

Pero con el paso del tiempo el nombre que cuajó fue el de Diabolus ursinus, el oso diabólico. A nivel coloquial estaba bastante extendida la denominación de “la mascota de Belcebú”, que tampoco trasmite las mejores vibraciones.

Lo que parecía un juego de palabras trivial hacia un animal condenado a la extinción tendría consecuencias para los propios colonos de la isla. Para entenderlas hay que remontarse al propio descubrimiento de la isla de Tasmania.

Como ya hemos indicado más arriba, la isla tiene un tamaño gigantesco en términos europeos de superficie. Pero a nivel austral es una isla insignificante comparada con Australia.

Tras el descubrimiento de América el dibujo más o menos acertado de un mapamundi mostraba numerosos territorios prácticamente desconocidos, como la Alaska que pertenecía a España sobre el papel pero que nadie nunca se preocupó de visitar. En gran parte ese desconocimiento lo provocaron España y Portugal con sus sucesivos repartos del mundo por conquistar mediante diversos tratados (de los cuales siempre se recalca el de Tordesillas pero fueron varios de términos más o menos precisos y acatados con rigores variables).

Conquistar territorios siempre ha sido más romántico que económicamente rentable y si además la conquista puede desembocar una guerra con otras potencias de la época, desde luego que se pierden las ganas de ver mundo. El reparto de Tordesillas desincentivaba las conquistas de España y Portugal, que ya sobre el papel eran dueñas de todo. Pero al mismo tiempo del resto de países europeos, dificultando que se potenciara la colonización de los nuevos territorios.

Una de las teorías más difíciles de imaginar, descabelladas y próximas a la verdad de toda la historia de la humanidad es la que sitúa a Portugal descubriendo Australia entre 1521 y 1524. Siempre me han gustado las teorías de la conspiración relativas a la manipulación consciente de la historia en la antigüedad. Pero esta teoría, a la que cada vez se le da más credibilidad, sostiene nada más y nada menos que los portugueses descubrieron Australia, todo un continente. Y que, como estaba en el área de influencia española, por lo que por derecho le debía pertenecer aunque aún no estuviera descubierto, decidieron callarse el descubrimiento para no darles ningún tipo de ventaja.

En favor de esta teoría hay numerosos puntos. El más flagrante de todos es el hecho de que circulaban mapas dibujados en Portugal que incluían gran parte de la costa de Australia. Estos mapas acabaron siendo robados por los ingleses (espionaje industrial a gran escala) y sirvieron de guía al Capitán James Cook para “redescubrir” el continente dos siglos más tarde.

Desde luego que lo más difícil de creer de todo el asunto es que se pudiera mantener un secreto tan grande durante tanto tiempo. Lo que sí que es cierto es que todo el mundo sabía, o se imaginaba viendo los mapas, que en el enorme vacío donde se ubica Australia debía de existir alguna masa terrestre bastante grande, incluso un continente. El nombre de Australia es casi el de ese continente que, en una intuición estadística plenamente acertada, se imaginaba debía andar por ahí.

España buscó durante infructuosas décadas ese continente, en una triste sucesión de fracasos. Hoy en día parece difícil de creer que se pudiera viajar de África a América, pasando por debajo o por encima de Australia y siempre sin tropezársela. Hasta qué punto esto es posible lo demuestra el descubrimiento de la isla de Tasmania en 1642 por Abel Tasman. En este mapa se observa la ruta de este explorador (señalada en rojo) que pasó sin darse cuenta rodeando todo el continente.

Peor fue la suerte de Luis Váez de Torres quien en 1606 a las órdenes de la Casa de Austria pasó por todo el norte de Australia casi por casualidad sin darse cuenta de que estaba bordeando el gigantesco continente. En el mismo mapa he señalado esa parte de su recorrido en negro. Sorprende que ambos navegantes pasaran tan cerca de Australia sin darse cuenta de dónde estaba.

Abel Tasman descubrió la isla de Tasmania y le propuso un nombre en honor a su patrocinador, Anthoonij van Diemen: Anthoonij van Diemenslandt, La Tierra de Anthoonij van Diemen. Para cuando la isla pasó a ser territorio británico y ser colonizada, en 1803, su nombre se había acortado hasta Van Diemen’s Land: La Tierra de Van Diemen.

Ahora bien, la colonización de Australia fue una de las más inusuales de la historia. Cook redescubre el continente y en lugar de tantear con posibles opciones – viajes en busca de algo de valor, intentos de establecer colonias – los ingleses mandaron en el siguiente barco un cargamento de presos. Australia sería una prisión, o expresado más precisamente, una serie de prisiones.

Van Diemen’s Land sería una de dichas cárceles. Aislada de Australia que a su vez estaba totalmente aislada del resto del mundo. No había ninguna posibilidad de escapar, aunque hubo quien lo consiguió.

Con el paso de los años Australia fue adquiriendo una extraña forma híbrida: llegaban colonos (emigrantes) que aprovechaban la mano de obra de los presos para crear una colonia verdadera, como en su momento lo fueran Estados Unidos o Canadá.

Pero las situación de Van Diemen’s Land nunca llegó a ser tan próspera como en el continente. La vida era mucho más dura en la isla y las condiciones de vida de los presos eran de las peores de entre todas las cárceles y circulaban todo tipo de leyendas sobre las atrocidades a las que se les exponía. A pesar de los maltratos, torturas y asesinatos de presos lo que peor fama daría a esta isla sería el hecho constatado de que en una prisión de máxima seguridad donde miles de presos peligrosos se hacinaban sin esperanza alguna de ver una mujer, la práctica de la homosexualidad forzada estaba a la orden del día. Delito abominable, innombrable y asociado siempre con el mismo diablo.

Poco a poco la mala fama de Van Diemen’s Land fue apropiándose hasta del nombre. Si bien la isla se llamaba como el patrocinador de la expedición, muchos lugares de la misma tenían el nombre de su descubridor, Tasman. Poco a poco se acuñó la palabra demonio de Tasmania, pero no solo para aplicarse a los hambrientos animales. De Diemen a Demon (demonio) había una distancia demasiado corta y la isla empezó a llamarse demasiado la isla del Demonio. El gentilicio de Vandemonian dejaba las cosas aún peor.

Esto explica por qué en 1856, cuando se organizó políticamente la isla, se decidió cambiarle el nombre hacia el de Tasmania. Un nombre sin publicidad y que de paso les permitió eliminar muchas bromas fáciles sobre su demonismo. Funcionó.

Muchos os preguntaréis si el demonio de Tasmania es un animal domesticable. Su apariencia dulce puede cautivar el corazón de los amantes de los animales. A pesar de la fiereza ante sus pares, cuando está rodeado de personas no se muestra tan fiero y es uno de los pocos animales que se deja arrancar de la comida sin protestar, cosa que ni siquiera los perros hacen. Las opiniones están muy divididas al respecto, hay quien dice que, criados desde pequeños, se comportan casi como perros. Alguien contaba que tuvo un demonio de Tasmania como mascota durante casi un año, sin que tuviera ningún comportamiento salvaje o extraño. Pero un día, de la noche a la mañana, destrozó el cuero del recibidor de la casa y se marchó de la vivienda, para volver varias semanas después en un estado que desaconsejaba cualquier intento de domesticación. El adjetivo del demonio de Tasmania como mascota es “impredecible”. Y ese es quizás el menos recomendable en una mascota, que puede ser muy peligrosa.

El demonio de Tasmania es especialmente famoso por el personaje de dibujos animados de Looney Tunes de Warner Bross. Con el mote de Taz se representa como un animal impaciente, siempre gruñendo, tosco, torpe y capaz de morder cualquier cosa. Es un personaje complejo dentro del mundo de los dibujos animados porque se le ha presentado tanto en los papeles de héroe como el de villano.

Las cosas se vuelven extrañas cuando pensamos en el personaje de Taz trasladado a una serie que trata sobre los personajes de dibujos animados cuando eran pequeños: Baby Looney Tunes. Las características de Taz se han identificado con un niño que tenga síndrome de Down. Estas asignaciones nunca traen nada bueno y es normal si se quiere cambiar un poco al personaje o se le hace pasar por desventuras poco envidiables surjan voces que protesten al olvidar que no es más que un dibujo animado.

La situación del demonio de Tasmania animado es altamente conflictiva para el gobierno de Australia. El demonio de Tasmania es el símbolo de la isla pero al mismo tiempo la representación del demonio que figura en el imaginario popular es la del dibujo animado. Esto lleva a que el souvenir más típico de Tasmania sea un peluche de Taz, un personaje de la Warner Bross sobre el que el gobierno de Tasmania no tiene ningunos derechos. Es más, tiene que tener mucho cuidado a la hora de emplear el término demonio de Tasmania porque en muchos casos es una marca protegida de la empresa americana. La relación entre la multinacional y la región australiana es del todo viciosa. Los americanos sólo ganan dinero con el personaje en la isla de Australia y no le dan ni un milímetro de facilidades o exenciones a los tasmanos. Estamos encantados de que usen nuestro personaje. Pero que no se olviden de que tienen que pagar por él.

Pero esto no es nada comparado con todo lo que tiene que ver con la extinción del demonio de Tasmania.

Como ya mencioné más arriba, se trata de un animal que ya se ha extinguido en otras regiones (a causa del dingo) y que ha superado riesgos de desaparición enormes. El primer riesgo, el más grave, fue la aparición de occidentales en la isla. Desde principios del siglo XIX la colonización de Tasmania se convirtió en una caza despiadada y sin cuartel a cualquier potencial depredador de la oveja – animal que se crió masivamente en la isla, especialmente a causa de que durante las guerras napoleónicas los ingleses perdieron toda posibilidad de importar lana de ovejas merinas españolas.

Por aquel entonces se trató de eliminar la especie pagando un precio por cada cabeza de demonio de Tasmania. Con este sistema se consiguió hacer disminuir la colonia a cantidades insignificantes, mientras se conseguía extinguir al más grande tilacino, el lobo marsupial. Una mezcla de su facilidad reproductora, lo pequeño de su tamaño, lo austero de su régimen de comidas y sus costumbres nocturnas permitieron que el demonio de Tasmania sobreviviera a la extinción, mientras que muchas otras especies más poderosas desaparecían para siempre, entre ellas la más resistente de todas: el hombre. Antes del siglo XX ya se habían extinguido los aborígenes de Tasmania. Estremecedor pensar que el hombre fue capaz de extinguir toda la población humana autóctona de una isla en apenas cien años, sin que fuera totalmente premeditado o por medio de una guerra. Un perro extinguió al demonio de Tasmania en el continente y el hombre no pudo terminar con el demonio de Tasmania australiano pero sí con su congénere.

Había dicho antes que el demonio de Tasmania encuentra la mayoría de su comida en las carreteras de Tasmania. Esto sin embargo no está exento de riesgos. El animal atropellado que el demonio de Tasmania empieza a comer traslada su destino al depredador, que a menudo acaba también aplastado sobre el pavimento. Por su pequeño tamaño no llega a ser un problema de seguridad para los conductores pero qué duda cabe que la misma industria que da de comer al demonio de Tasmania está acabando con él.

Sin embargo el demonio de Tasmania es un superviviente y ante todo es capaz de salir adelante. Hay un peligro ante el que no consigue sobreponerse: una enfermedad natural, la enfermedad del tumor facial del demonio de Tasmania.

Se trata de un tumor contagioso, algo tan infrecuente que sólo se conocen casos en enfermedades de perros, hamsters sirios y demonios de Tasmania. Como además el cáncer se produce en la cara y los demonios de Tasmania son muy dados al flirtear con el mordisco en las muestras de estatus – peleas por la comida y por conseguir reproducirse – la enfermedad se está trasmitiendo a la velocidad del rayo. Con una diversidad genética insignificante, más de la mitad de los demonios de Tasmania han muerto no a manos de cazadores, ni de conductores, ni de dingos: de una enfermedad natural.

La enfermedad es suficientemente atroz: un tumor que se extiende por toda la cabeza hasta que interfiere con las posibilidades de alimentarse del animal, que muere de inanición.

La lucha contra reloj por salvar al demonio de Tasmania encuentra algunas esperanzas en ejemplares del animal que se han mostrado inmunes a la misma. Si se consigue detectar qué es lo que les protege, o si su descendencia también mantiene esta inmunidad hay una vía para salvar a la especie. Otro camino, más seguro, es el de salvar a la especie – que sólo supo salvarse en la isla de Tasmania – sacándola de la isla. Se ha trasladado una colonia de demonios de Tasmania totalmente libre de la enfermedad a la isla de María, isla deshabitada de 19 kilómetros cuadrados al sureste de Tasmania, en una suerte de destierro forzoso.

El destino del demonio de Tasmania va de la mano del del zorro en Tasmania en una simetría difícil de igualar.

El zorro es uno más de tantos animales que los europeos llevamos a territorios “salvajes” con el simple objetivo de ponerle las cosas más difíciles a la naturaleza. El pobre animal lo ha tenido enormemente difícil para adaptarse a la región. De un lado parte de unas pocas parejas introducidas subrepticiamente en la isla. En pocas generaciones la actitud del hombre hacia el zorro de Tasmania ha cambiado por completo, pasando a entenderlo como un animal intruso al que hay que aniquilar.

El zorro y el demonio de Tasmania son depredadores que luchan por las mismas presas, pero la mayor distribución del segundo pone las cosas al límite de la supervivencia al primero. Al mismo tiempo los zorros tienen puesto precio a sus cabezas, son tantos los esfuerzos del hombre por salvar al demonio de Tasmania como por extinguir al zorro.

La situación del zorro en Tasmania es similar a la del tilacino o lobo marsupial. Ambos están teóricamente extinguidos en la isla de Tasmania pero cada cierto tiempo se produce algún tipo de avistamiento que siembra la duda. En el primer caso sería una noticia sensacional y es por eso que, como los ovnis en otras regiones, el deseo de verlos fomenta todo tipo de especulaciones, fotografías desenfocadas y testimonios dudosos de testigos.

Con el zorro hay una picaresca muy humana. Aunque se le supone extinto en la isla, interesa que no lo esté para que el gobierno de Australia siga enviando fondos para su erradicación, de ahí que aparezcan cadáveres de zorros cada cierto tiempo, en formas muy sospechosas, con la idea de alimentar la idea de que siguen estando ahí fuera.

El ser humano es así de raro. Extingue animales autóctonos. Luego los salva. Luego quiere extinguir animales exportados. Pero finalmente encuentra tantos incentivos para no aniquilarlos del todo que deja al zorro como animal que no existe pero no está extinto. Y al tilacino como animal oficialmente extinto pero que muchos quieren creen que existe. Y en todo esto, el demonio de Tasmania, que se siempre sobrevivirá.

13 comentarios en «Demonio de Tasmania»

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  2. Como siempre tus articulos son increibles, sin importar el tema que estes tratando, la forma en que pones toda la situacion en contexto me encanta, deberias dedicarte a escribir.

    Saludos desde Argentina

  3. En realidad, la superficie de Tasmania no está a medio camino entre Aragón y Andalucía, como dices.

    Según la wikipedia:
    – Andalucía tiene una superficie de 87.268 km²
    – Aragón tiene una superficie de 47.719 km²
    – Tasmania tiene una superficie de 90.758 km²

    [Comentario zrubavel: Es cierto que en el panel lateral de la wikipedia dice que Tasmania tiene 90.758 km² pero ese dato se contradice con el resto de referencias a su superficie.]

    Osea que Tasmania es más grande incluso que andalucía.

  4. ¡Qué interesante y ameno este artículo! Tal vez se podría añadir que Sir Arthur Conan Doyle fue fasinado por este animal, en esa época rarísimo, y lo convirtuó en protagonista de una de sus aventuras con crimen. Por supuesto que la fuerza, tamaño y ferocidad de este animalito fueron exagerados pero añadíó el detalle éxótico. Por supuesto, el sagaz detective Sherlock Holmes, con su poder deductivo pudo descubrir al exótico asesino.

  5. Hola que tal muy buen post
    ojala lo puedas ampliar o hacer una segunda parte.
    Siempre la gente critica, pero nadie escribe nada y con muchos detalles como para darse cuenta de algunas equivocaciones. Obiamente si fueras geografo te darias cuenta de lo que quieres decir axactamente.

  6. HUAOOOOOOOOO…
    UNA especie fuerte pero asi de facil
    la naturaleza intenta desecharlos
    hay q evitarlo

  7. que hay de cierto que el demonio de tasmania es diabolico como el alf , los pitufos, los que tiene pelos parados de colores

  8. AYUDENLOS ELLOS NOS NECESITAN QUE NO SEA OTRA RAZA DE ANIMAL QUE VEAMOS SOLO EN LIBROS

  9. La verdad es que es un ser que me encanta.
    Se q es imposible pero se podria tener uno???
    O q habria q hacer para poder ayudarlos?
    Gracias

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