Camino de Berlín

Tras el fracaso de la invasión rusa, hubo un momento en que los alemanes y sus enemigos supieron que la guerra estaba perdida. Entonces Hitler se volcó en el plan B, que era aniquilar a los judíos. No es que no los matara desde un principio, lo que ocurre es que a partir de ese momento se convirtió en la máxima prioridad. Aunque una guerra esté perdida aún quedan muchas batallas que luchar, y un descuido de los adversarios aún podría dar la vuelta a la tortilla. En este caso había dos rivales, los rusos, que golpeaban por el este, y los aliados que lo hacían por el oeste y el sur. La pregunta era ¿Quién llegaría antes a Berlín?
Un aspecto muy controvertido de la guerra y que aún siembra claroscuros es si Hitler prefería que lo hicieran los rusos. Algunos estudiosos afirman que se sintió decepcionado cuando su ejército no pudo con los rusos. Y que por ello, quería la aniquilación del pueblo alemán.


Sea esto cierto o no, el caso es que Hitler reforzó la defensa del frente que atacaban los aliados. Por eso tanta intriga ante el desembarco de Normandía. Los rusos avanzaban rápidamente por el este, por el oeste cada kilómetro costaba lo suyo.
La actitud del pueblo era la opuesta. Temían a los rusos más que a la muerte. Muchos emigraban desde las ciudades del este a las del oeste, para poder entregarse a los aliados. Cuando los aliados conquistaban una ciudad, los civiles supervivientes los acogían y ayudaban. Mientras, los que luchaban contra los rusos defendían casa por casa. Las atrocidades que éste ejército cometía con los prisioneros nada tenían que envidiar del tratamiento de los campos de concentración.
Sorprendentemente, ambos ejércitos llegaron a Berlín al mismo tiempo. La ciudad aguantó lo que buenamente pudo y al final fue repartida entre los vencedores.