Hace ya algún tiempo que me comentó la idea un gran amigo mío, pero por lo visto ahora está empezando a ponerse de moda. Si no sabes de un amigo tuyo desde hace tiempo, o tienes curiosidad por saber algo más de tu compañera de trabajo que resulta tan hermética, no tienes más que meter sus datos en el Google y esperar.
Empieza probando con su nombre completo. Luego puedes intentarlo con los apellidos. Te darás cuenta de lo que la gente sabe de ti. Y podrás averiguar gran cantidad de cosas. Como que Federico, a pesar de la apatía que le caracteriza, está apuntado a un foro de Napoleón en el que es experto. Que aquella chica con la que estuviste saliendo un tiempo ahora trabaja como periodista digital en un diario deportivo. Que Nieves se ha apuntado a una oposición en Cáceres o que Mateo se queja del CD que compró en la FNAC y no se lo quisieron devolver.
Por supuesto, esos datos inconexos generarán más confusión que la calma del conocimiento personal, pero me hacen temer un futuro en que todo el mundo se mueva con pseudónimos, nicks y datos de usar y tirar, para evitar la total transparencia del despiadado mundo virtual. Tal vez evolucionemos hacia un mundo con datos personales provisionales, en el que, por supuesto, no habrá cabida para la ñ. No sólo nos pasará que perdamos el número de teléfono de los amigos no cotidianos, tal vez entonces quien se llamaba Itziar Gutiérrez ayer, pasado mañana se llame Ernesto Bálvez por lo que no podremos afirmar que tenemos un amigo con un cierto nombre, la pertenencia de dicho amigo se volatilizará hasta, tal vez, permitirnos distinguir los verdaderos camaradas de los simples conocidos.