Hoy 10 de Octubre es el Día Mundial contra la pena de muerte. Me parece muy bien que haya un día así, pero lo que quería contar es que estoy totalmente a favor de la pena de muerte.
Mi argumento es que para una persona es mucho más importante su humanidad que la propia vida y por lo tanto el estar confinado en una prisión de por vida, o hasta perder totalmente el contacto con la sociedad es un castigo aún más severo.
Sin extenderme más sobre el tema, no es necesario que tratéis de convencerme. Hay un movimiento absurdo que va más allá y que defiende la eliminación de las cárceles.
Todo este tipo de ideas suelen provenir de mentes ociosas que ni se imaginan lo costoso que resulta mantener un preso. Cierto es que la cárcel es un mal invento pero ellos no se atreven a dar un plan alternativo. Sólo dan directrices generales que no van a ninguna parte.
Se dice que el mayor avance de la Historia de la Humanidad fue la esclavitud. Antes era fácil: en caso de conflicto acababas vencedor o muerto. No había término medio. Merced a la esclavitud se salvaron millones de vidas aunque también se encontró un incentivo para las guerras.
En algunos casos las vidas de los esclavos no eran inferiores a las de asalariados actuales. Los esclavos tenían derechos, sueldo y cierto estatus en la Antigua Roma. Podían recuperar su libertad y de hecho muchos la conseguían. Y otros preferían seguir en su puesto.
En muchos casos los esclavos ocupaban profesiones de privilegio, como los eunucos en los harenes. Y no me refiero a vivir rodeado de mujeres cuando como era algunas veces el caso se conservaba la potencia sexual, sino porque los eunucos eran considerados excelentes administradores y ocupaban puestos equivalentes a los actuales de Ministro o Director General.
Dice una nota del museo-castillo de Edinburgo:
En la Edad Media, la prisión no era considerada un castigo.[….] los castigos eran puramente físicos. Las cárceles tan sólo existían para albergar a los prisioneros el tiempo que se tardaba en asignarles una condena o hasta que pagaban una multa.
Y a lo que hemos llegado.
Respecto a la pena de muerte, esta nota de Suetonio elogiando a Julio César:
Era dulce por naturaleza, hasta en las venganzas. Cuando se apoderó de los piratas de los que fue prisionero, y a quienes en aquella situación juró crucificar, no los hizo clavar en este instrumento de suplicio sino después de estrangularlos. […] A Filemón, esclavo y secretario suyo, que había prometido a sus enemigos envenenarle, no se le impuso otro castigo que la muerte, cuando podía someterlo a espantosos tormentos.
Nos hemos vuelto demasiado blandos.