Trata The Economist en su edición de esta semana, la curiosa situación política de Escocia.
Escocia tiene tanto poder en el Parlamento Británico que podría obtener la independencia casi sin despeinarse. La realidad es que probablemente su situación económica sea ahora la ideal, por cuanto reciben más del Reino Unido de lo que pierden, amén de tener una política fiscal casi de ensueño. Pero con los países parece que ocurre como con los alquileres, que sí, que el piso está en muy buena zona y es muy barato, pero yo quiero uno que sea mío.
En realidad, el principal escollo a su independencia no sería Inglaterra, que poco podría hacer. El gran problema está en la Unión Europea. Si Escocia se independizara, el departamento legal de la Unión lo tiene bastante claro: el que se queda, sigue en la Unión; el que se va, está fuera.
Tendría que llegarse a esa situación para ver qué ocurriría exactamente. Escocia confía en que la Unión Europea haría la vista gorda, pero no se atreven a poner la mano en el fuego. En cualquier caso, su salida de la Unión sería provisional. El mismo día de su independencia rellenarían la solicitud de empadronamiento.
Pero esto llevaría algún tiempo. Tiempo en que las fronteras estarían cerradas, se perderían contratos comerciales, habría que pagar aranceles, vendrían menos turistas y se perderían millones de euros en comisiones de cambio de moneda.
Como cuando cambias de piso, siempre hay unos gastos ineludibles, que Escocia a buen seguro estaría dispuesta a asumir. Pero para el ingreso en la Unión se interpone un sorprendente oponente: Francia.
Francia es el mayor enemigo del ingreso en la Unión Europea de Turquía. Con una corrección política un tanto apestosa, los políticos muestran la cara amable de “cuantos más seamos en la Unión, tanto mejor y si somos multiculturales ni te cuento”, pero en el fondo nadie quiere a Turquía en el equipo. Francia ha dejado la responsabilidad en manos del pueblo. Como forzar a un referéndum la entrada o no de Turquía en la Unión hubiera sonado demasiado fuerte, Francia ha promulgado no hace mucho un artículo en su Constitución, artículo que dice que “toda incorporación de un candidato a la Unión ( o sea Turquía ) debe ser respaldada con un referéndum”.
Está más próximo en el tiempo el día de la independencia escocesa que el de la entrada de Turquía en Europa. Así que para los escoceses resulta oscuro que parte de su futuro – un país europeo que abandone la Unión es carne de cañón – depende de lo que opine el impredecible pueblo francés, por culpa de Turquía.
Mientras se decidiera el futuro escocés, España se vería obligada a ponerse del lado de los detractores de su ingreso. Porque para el País Vasco y Cataluña sería un precedente demasiado claro por la similitud de sus situaciones. Con España, Francia e Inglaterra mostrando ciertas desavenencias a su ingreso, el futuro de Escocia se torna azaroso.
Si dudabas si vivimos en un mundo global, ¿Quién le iba a decir a Escocia que no podría independizarse de Inglaterra por culpa de Turquía?
7 comentarios en «La independencia de Escocia»
Los comentarios están cerrados.
Lo que siempre me he preguntado es para qué sirve independizarse. Las verdaderas fronteras son verticales, no horizontales.
Independizarse sirve, entre otras cosas, para tener mas cerca a los que mandan. De esta manera si se pasan de listos es mas facil darles una colleja.
No veo cuál es el problema, los escoceses bien podrían negociar con la UE las condiciones para que su ingreso sea simultáneo a su entrada. Seguro que se puede hablar.
Sí, pablo, se puede hablar: la respuesta es NO, que no se puede tener todo y los Reyes Magos son los padres
creo que escocia lla debe ser independiente porque la historia a contado que han persido hombres valiozos como wuilian gualas y muchos otros como se independizo colombia de españa un pais opresor y mundano como ellos.
Por Dios, aprende a escribir.
“Republica de Escocia”, porque para quedarse en la Commonwealth mejor quedarse en el Reino Unido.