Mendigos

Para acabar como mendigo hay que estar un poco loco, o haberlo perdido todo, normalmente por la droga o el paso por la cárcel. Suele pensarse eso, pero no es así.
Muchos de los mendigos son personas como tú y como yo que han tenido una racha de mala suerte – más bien es tomar muchas decisiones equivocadas – y ahora se encuentran en esa situación, de la que no es fácil salir. Entonces, es fácil volverse medio loco, o acabar delinquiendo y pasando por la cárcel o el mundo de las drogas. Pero esto es una consecuencia de la mendicidad, no una causa. Y aún muchos, están ajenos a ello.
En cualquier caso, se entiende que cuando alguien llega a ese estado se convierte en una persona que se dedica a malvivir y cuya única preocupación es tener algo que comer, dinero para unos tragos, un sitio donde dormir. Pero eso tampoco es del todo cierto. Quizás disfruten más algunas cosas en que nosotros a veces no reparamos, como el buen tiempo. Para ellos un día soleado es una bendición divina, y pueden sentirse muy felices por ello.
También los mendigos tratan de, de vez en cuando, tener una comida especial, ir a un sitio que les gusta. También los mendigos tienen equipo de fútbol y también se alegran cuando su equipo gana. Los mendigos se ríen de las bromas y se les ocurren chistes.
Una de las cosas que más me ha sorprendido de los indigentes son sus lecturas. Les he visto leyendo libros de todo tipo. Filosofía, grandes autores, novelas basura de Corín Tellado, bestsellers. Leen con interés las noticias de los periódicos, la prensa rosa y a alguno he visto concentrado en la lectura de un diario económico.

5 comentarios en «Mendigos»

  1. Se trata de una ficción y quizá no sea exactamente lo que tu quieres decir con tu mensaje. Pero un interesante reflejo de la mendicidad “casual” es el relato de Paul Asuter, Ciudad de Cristal, perteneciente a la trilogia de New York.
    No cabe duda que detrás de la mendicidad hay historias con un interés descomunal, en su aspecto mas humano. Nadie termina los estudios y decide vivir en la calle. Aunque también es cierto que muchos mendigos ni conciben ni desean una vida “normal”, de hecho, muchos prefieren seguir viviendo así.
    [zrubavel: Fantástica también es la narración de Auster con que comienza “El palacio de la luna”, en que se ve cómo una persona normal acaba en la mendicidad, muy logrado relato, quizás el mejor del autor, junto con Leviatán.]

  2. Al lado de mi anterior trabajo acostumbraba a ver a diario a un mendigo. Nos saludábamos educadamente por las mañanas y lo acompañábamos con un “hace frío hoy” o “cómo va ese catarro”. Era un anciano amable y delgaducho que ya se veía que no sabía organizarse.
    Un día llegó una mendiga, una mujer más joven pero con aspecto de loca y se quedó con él. Nadie hubiera dado un duro por una pareja como esa, durmiendo debajo de un puente y borrachos al anochecer.
    Les vi hace poco. Siguen juntos después de los años, él en la parte de arriba de la calle y ella en la otra punta. De vez en cuando se saludan de lejos sonriendo o se van juntos a tomar un trago.

  3. Y es increíble la cantidad de historias o leyendas que suelen surgir alrededor de estos personajes, en mi facultad -Informática-, de hecho en el edificio que en realidad albergaba a tres facultades, Informática, Estadística y Economía, solía deambular un tipo de unos 40-50 años, siempre con una botella de licor en el brazo y un vaso deshechable con algo de refresco en la mano, a nadie molestaba, rara vez pedía dinero, y por tanto nadie lo molestaba a él, en alguna ocasión escuché la historia de que este hombre estaba por terminar la carrera de economía (9 semestres) con notas sobresalientes pero un profesor lo reprobó injustamente, por lo que acabó en el alcohol y medio loco. No sé hasta dónde sea cierta esta historia, lo que sí sé es que en algún momento vi a este hombre Perfectamente bañado, rasurado peinado y con traje y zapatos caros, al grado de que no lo reconocí y por un momento pensé que era un profesor nuevo. Posteriormente me enteré que sus familiares cada cierto tiempo lo atendían, limpiándolo y vistiéndolo pero él jamás quiso regresar a la vida “normal”. Desde que entré a la carrera vi a este hombre vivir en el edificio, donde pasé 4 años, hace 2 años que salí y hace poco que pasé por el lugar nuevamente lo vi, como siempre. Haciendo a un lado las posibles leyendas, en algún momento me llegué a preguntar ¿qué hecho traumático lleva a una persona a tener una vida así? por que realmente dudo que simplemente se haya levantado un día y dijera: “desde hoy voy a ser un mendigo alcoholico y viviré en esa facultad”…

  4. Uno no termina como mendigo porque quiera, es cierto, pero puede suceder un momentáneo lapso en la vida de cualquiera en la cual no quede otra opción que serlo. Si de pronto, me quedó sin un peso, y no puedo pagar el alquiler, y no entra, por esas putas cosas un solo centavo, y recurro a mis amigos (quienes resultan que no son tan amigos en las “malas” como lo eran en las buenas), y ellos “alguna” ayudita te tiran, pero, insistentemente la pobreza recae en miseria, y ya entran en tí esos pensamientos vergonzantes, tales como “no voy a pedir más. Me avergüenza, nadie me cree que no me entró un trabajo un solo peso…” y no vives de la burocracia estatal, ni trabajas en la actividad como asalariado, sino que eres profesional, independiente, y resulta que alguien pegó un grito hablando de una “crisis global” y la moneda que tienes en la mano, no vale un carajo en términos de poder adquisitivo, cada día se envilece más, y estás en un país tercermundista como Argentina. Y así las cosas sigue y sigue esta patética situación, esta mala suerte al mejor estilo “Job”, y resulta que tu nunca has estafado a nadie, jodido a nadie, robado, ni tienes intenciones de hacerlo. Y un día llega el locador, y te pide la casa y se la das, y tu mujer y tu familia se van a vivir a la casa de tu suegra a quien no puedes ni ver…; y así, y así, terminas un día caminando por la calle, y de pronto no quieres ir a pedir albergue a nadie, y duermes en esa plaza, y despiertas a la mañana con esa absurda sensación de desamparo, llena del semen de la libertad total tu ropa, arrugada, la barba creciendo, y de pronto quedas mirando fijo a ningún lado, y tienes hambre y sed, y ganas de orinar, y no quieres ir a ningún lado conocido, por vergüenza…, y así, te puedo decir, has comenzado, es tu primer día de mendigo…Buenos días, buen provecho.-

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