Optimismo

Siempre había pensado que ser optimista era creer que las cosas tendrán un final feliz. El diccionario me dice que optimista es “el que ve y juzga las cosas por su aspecto más favorable”.
Así, un optimista tiene que estar, por fuerza, alejado de la realidad. Por cuanto la realidad, aún siendo plural, está llena de matices negativos.
Pongamos un caso por ejemplo. Me encuentro un drogadicto en la calle que me vende un ordenador portátil – presumiblemente robado – a un precio más que razonable.
Según la definición, el optimista ve la ganga. Y quizás por ello compre. El pesimista piensa que ese ordenador puede no funcionar. Y no lo compraría. Ambas actitudes son pueriles. Habría que sopesar más aspectos, como si me compensaría perder el dinero ante la posibilidad de que el ordenador no funcionara. O sopesar cuán posible es que el ordenador funcione o no.
En cualquier caso, una actitud optimista o pesimista, según esa definición, implica actuar de forma irresponsable.


Hoy en día nos venden, a través de la publicidad, los libros de autoayuda y los medios de comunicación, un mundo optimista. Ser optimista te hace vivir más años. Siendo optimista tienes mejor sexo y tu suerte mejora.
Sin embargo, entiendo que el optimismo per se es una forma de comportarse impropia de seres adultos. Por ejemplo, hay gente que cree que las acciones de Telefónica Móviles subirán mucho en los próximos años. Algunos invertirán su dinero en comprarlas. Otros – más optimistas, temerarios o irresponsables – meterán todo su dinero en acciones de esa empresa. Aquí es dónde se produce un salto que quiero recalcar. Hemos traspasado la barrera de lo que deseamos para adentrarnos en la de lo que creemos que ocurrirá.
Y creo que es un aspecto importante. Por eso lo voy a volver a escribir: Tenemos que tener cuidado cuando traspasamos la barrera entre los deseos y lo posible.
En el ejemplo anterior, si el optimista gasta mucho dinero en acciones, y estas bajan, ante todo dirá que tuvo mala suerte. Porque esa es la pata en que se mantiene el optimismo: las cosas normalmente saldrán bien, y si no, es porque tuvimos mala suerte.
Muchas personas tienen ese modus operandi. Actúo conforme a mis deseos, y achaco mis errores a la mala suerte. Estas personas están comprometiendo su felicidad, y la de sus familias, con esa actitud – que no olvidemos, nos vende la caja tonta.
Jaime lleva dos meses trabajando en la empresa. Tiene un contrato por obra, pero se lleva bien con los jefes y le dicen que no problem, que hay cuerda para rato. Jaime se compra un coche. Al mes, le despiden. Jaime ha tenido mala suerte, y ahora tiene que afrontar el pago del coche sin ingresos. Jaime fue optimista y tuvo mala suerte. Sin embargo, Jaime fue irresponsable. Muy irresponsable, por cuanto no comparó sus deseos ( quiero un coche y quiero que no me despidan ) con lo posible (pueden o no despedirme ). Al final, Jaime tiene problemas financieros por haber dado por hecho que, un comentario benévolo de uno de sus jefes, implicaría que él continuaría en su puesto.
Sandra lleva dos meses en su empresa. Sandra quiere comprarse un coche, pero espera a tener un poco de dinero ahorrado. Viendo que las cosas van más o menos bien, se compra el coche. Al mes, la despiden. Sandra ha tenido mala suerte, pero su actitud ha sido responsable. No ha sido optimista, ha sido una persona razonable, que ha entendido que, por bien que pintaran las cosas, tenía que aumentar su margen de maniobra.
Esa actitud “optimista”, que más calificaría de irresponsable, ocurre por todas partes:
Si me acuesto con mi novia sin preservativo, “porque creo que no tendré un niño, por una vez”, estoy siendo irresponsable, no optimista. 18.000 embarazos no deseados provocados por 18.000 parejas de optimistas adolescentes.
Me presento a un examen de oposición tras haberme estudiado un par de temas. “¿Y si salen?”
Me compro un piso endeudándome al 100% de mi capacidad. Si me despiden, ya se me ocurrirá algo ( ¿para qué pensarlo con antelación? ).
Me apunto a una carrera vocacional, sin salidas. La gente no encuentra trabajo, pero yo a lo mejor sí.
Etcétera. Ahora ya no quiero ser optimista. ¿Cómo hemos permitido que nos cambien al ser racional por el ser de la sonrisa, del buen rollo, del talante?

Un comentario en «Optimismo»

  1. “Me apunto a una carrera vocacional, sin salidas. La gente no encuentra trabajo, pero yo a lo mejor si.”
    Estoy de acuerdo en todo menos en esto. Si siguieramos esta premisa habría muchos menos biólogos, filósofos, matématicos… Y no es que haya mucho físico la verdad.

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