Tiempos pasados

Una de las fantasías más vanas de las personas es el deseo de haber vivido en otra época histórica. Uno se siente más feliz en la Grecia de los filósofos, en la Roma Imperial, en el Barroco. Sin embargo, cuando se realiza la traslación mental, uno tiende a colocarse en un puesto de la más alta de las clases. Diputado romano, hablando de política de verdad y celebrando orgías y cenas opíparas. En la Edad Media, construyendo una catedral o en el siglo XVII navegando rumbo a lo desconocido.
En esa mudanza temporal se nos olvida llevar la clase social que tenemos ahora. Así, pasaríamos a convertirnos en un artesano romano, que sólo podía permitirse una comida al día. O un esclavo griego, pero no de los que educaban a nobles, sino de los que acarreaban piedras durante toda su vida. O un empleado de una fábrica del siglo XIX con doce horas diarias de trabajo y un día de descanso a la semana.
Esa es la verdadera clase media del pasado. Piensa ahora si te gustaría ir hacia atrás o simplemente ansías subir hacia arriba.

Olivenza y Gibraltar

Muchos españoles están obsesionados con recuperar Gibraltar. Un pequeño lugar en la costa de Cádiz que, tanto histórica como geográficamente, debería pertenecer a España. Estando ambos países en la Unión Europea, es triste ver como, los que debieran ser dos amigos, no son capaces de ponerse de acuerdo al respecto.
Para los gibraltareños, la situación es clara: están ubicados en una de las zonas más pobres de todo España. La frágil economía de la zona apenas se sustenta en el tráfico de drogas, de tabaco y en el intercambio turístico y comercial que se establezca con Marruecos, a través del puerto de Algeciras. Andalucía es una región pobre en general y el Campo de Gibraltar es una región pobre dentro de Andalucía.
Para los que no se convenzan de ello, pueden leer este artículo en que se cuenta como:

Cádiz es, junto a Badajoz, la provincia española con una menor renta familiar disponible. O, lo que es lo mismo, la provincia más pobre de España. La Línea, Sanlúcar y San Fernando, las tres ciudades más pobres de España.

Sin embargo, Gibraltar es una ciudad próspera, con un buen nivel de vida. Si dejaran de ser una colonia británica todo eso desaparecería.
En un Referendum extraoficial, se llegó al resultado de que el 99% de la población quería seguir siendo inglés. Sobran las palabras.
El punto de vista español es claro: los ingleses se aferran a unos derechos un tanto precarios, obtenidos en una batalla hace varios siglos. La época del colonialismo pasó hace mucho tiempo y resulta anacrónico que existan lugares como Gibraltar.
Sin embargo, cada uno de los argumentos que España reprocha a Inglaterra, en la búsqueda de justificación sobre su soberanía en Gibraltar, se pueden aplicar en su contra. Pero en este caso se trata de un conflicto mucho menos conocido. En él, los españoles somos los que tenemos “algo” de otro país. No es Ceuta ni Melilla: se trata de Olivenza, una región de unos 750 km² en la provincia de Badajoz.

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El experimento Polgar

¿El genio nace o se hace?
Laszlo Polgar, un pedagogo húngaro, tenía muy clara su postura: se hace. Y en consecuencia, orientó toda su vida, y la de su familia, a demostrar que es así.
Este pedagogo escribió un libro, “¡Cría un genio!”, en el que exponía su teoría: cualquier niño, con una adecuada educación podría llegar a ser un genio en lo que se le enseñara. Y dejó abierta una puerta a una mujer que estuviera dispuesta a tener hijos con él, para demostrarlo.
Así es como Laszlo Polgar acabó casándose con una ucraniana, que se mostró muy interesada en su método, a la que llevó de vuelta a su país, Hungría. El experimento acababa de comenzar.
Por razones de peso Laszlo decidió aplicar su teoría al juego de ajedrez. Por un lado, era un fuerte aficionado, así que podría hacer él sólo gran parte del trabajo. Por otro, es una de las ocupaciones más baratas que existen: basta con un tablero, unas piezas, algún que otro libro, y tiempo para pensar.
La primera hija que tuvieron, Susan, pronto se convirtió en una figura prominente del mundo del ajedrez. Los padres se centraron en su idea de forma obsesiva; la chica no fue al colegio, su educación se limitó casi exclusivamente al ajedrez y los idiomas, que iba a necesitar en su carrera itinerante por todo el mundo. Con una educación extraña, falta del contacto con otros niños, los Polgar nunca se ganaron las simpatías de la gente.
Sin embargo, los resultados estaban demostrando que el sistema funcionaba. Susan Polgar fue pronto la primera mujer del mundo, según la clasificación de ELO (equivalente a los puntos ATP). Y sólo tenía 15 años. En realidad era la única mujer que podía enfrentarse con los hombres de tú a tú. El historial de sus méritos es muy largo, aunque casi todos sus títulos van precedidos de “la primera”. Por ejemplo, fue la primera mujer en conseguir el título de Gran Maestro de ajedrez por méritos propios. Las anteriores mujeres, aún cuando hubieran podido conseguir el título con su juego, lo consiguieron por haber sido campeonas del mundo.

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MMM

La década de los 90 era un momento muy complicado para lanzar un negocio en la recién segregada Rusia. Casi de la noche a la mañana desapareció el Comunismo y el que era el país más grande del mundo se dividió en una docena de países. Todo cambiaba de forma muy rápida, el que se supo adaptar triunfó, aunque fueron más los que se quedaron en el camino, arruinados.
En 1989 Sergey Panteleevich Mavrodi, su hermano Vyacheslav Mavrodi y la novia de este, Marina Muravieva, fundaron la empresa MMM, cuyo nombre proviene de las iniciales de los apellidos de sus tres fundadores.
Inicialmente la empresa se dedicaba a la importación de ordenadores y material de oficina. Pero pronto tuvieron problemas con la justicia, acusados de evasión de impuestos. Esto provocó que la empresa tuviera problemas financieros casi insolubles. Aún así, siguieron peleando y replantearon el negocio. Viendo las dificultades que existía en el comercio exterior, pasaron a gestionar acciones de empresas en proceso de privatización. Tampoco con esto tuvieron mucho éxito.
Sería en 1993 cuando la empresa encontró el que sería su negocio definitivo. Comenzaron a atraer dinero de inversores privados, prometiendo intereses anuales superiores al 100%. Hay quien dice que el negocio original era honesto y que pensaban que, aprovechando áreas concretas del país que vivían un periodo de hiperinflación, era posible obtener esos beneficios sabiendo mover el dinero de los inversores.
Sin embargo, hubo un momento en que el progreso imparable de la compañía hizo que cualquier atisbo de realidad desapareciera. Aquello era un sistema piramidal como la copa de un pino.

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Cook, Peary y Amundsen

Si la conquista del Polo Sur fue un ejemplo de honor y juego limpio, la del Polo Norte resultó todo lo contrario.
En Abril de 1908, Frederick Cook(1865-1940) descubrió el Polo Norte. O al menos eso fue lo que él dijo. Había realizado una expedición, casi por sorpresa. Según él, marchó en el invierno de 1907 al Ártico, en una expedición de caza. Estando allí, se planteó intentar llegar al Polo Norte. Para ello contó tan sólo con dos esquimales (inuits exactamente). Dado lo precipitado del asunto, no pudo llevarse los instrumentos astronómicos adecuados para precisar su posición, así, es posible que estuviera muy cerca del Polo Norte, o en el mismo Polo, pero su testimonio resultaba un tanto endeble.
El viaje de vuelta fue muy complicado y peligroso, hasta la primavera del año siguiente no estaban de vuelta en la civilización.
Mientras tanto, el también americano Robert Peary (1856-1920) había iniciado otra expedición, que también acabó con el descubrimiento del Polo Norte.
Como el primero en volver fue Cook, recibió el aplauso de la prensa. En ningún momento cuestionaron lo que decía, ¿Por qué habría de mentir?

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Shackleton, Scott y Amundsen

Quizás la historia más fascinante de la Humanidad es la que trata sobre el descubrimiento del Polo Sur. Cualquier esfuerzo de sintetizarla en pocas palabras tropezará contra el fantástico precedente que supone la narración del austriaco Stefan Sweig, publicada en español por la editorial “El acantilado” bajo el título de “Momentos estelares de la humanidad”.
Como toda la obra de Sweig es monumental. Este libro, narra de forma resumida diversos acontecimientos históricos que, en cierto modo, se decidieron en un segundo. Como cuando Napoleón perdió la batalla de Waterloo porque uno de sus oficiales no decidió contravenir las órdenes que él mismo le había dictado. O cómo se perdió Constantinopla a manos de los turcos por un despiste increíble. Una obra que hay que leer, sin más.
Y es que nunca antes hubo un encuentro entre dos personalidades tan contrapuestas como la del noruego Amundsen y la del inglés Scott. Los hechos sucedieron, más o menos, del siguiente modo:
Los ingleses, sin nada más que descubrir, estaban pateando el único lugar virgen que quedaba en la Tierra: la Antártida. Habían mandado varias expediciones al polo Sur, para realizar labores científicas y llegar tan cerca del Polo Sur como fuera posible. Capitaneadas por Ernest Shackleton, llegaron más cerca del polo de lo que ningún hombre antes había estado. En su segundo viaje quedaron a tan sólo 180 kilómetros del polo Sur, pero con toda la sangre fría del mundo decidieron volver al campamento, sin ir más lejos, tras sopesar las posibilidades de éxito. Mejor un burro vivo, que un león muerto, diría después el propio Shackleton.

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Pons Asinorum

Every schoolboy knows that the Pons Asinorum is not to be crossed except by two white donkeys led by a blind man. I don’t know why it is so, but that’s the rule as it was laid down by old Euclid. He was so full of knowledge, the old buzzard, that one day -I suppose purely to amuse himself – he built a bridge which no living mortal could ever cross. He called it the Pons Asinorum because he was the owner of a pair of beautiful white donkeys, and so attached was he to these donkeys that he would let nobody take possession of them. And so he conjured a dream in which he, the blind man, would one day lead the donkeys over the bridge and into the happy hunting grounds for donkeys.

Henry Miller. Trópico de Capricornio. Page 168 aprox.

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